Movimiento de los Focolares
«¿Crees esto?» (Jn 11, 26).

«¿Crees esto?» (Jn 11, 26).

Jesús está llegando a Betania, donde Lázaro lleva muerto cuatro días. Informada de ello, su hermana Marta corre esperanzada a su encuentro. Jesús los quería mucho a ella, a su hermana María y a Lázaro, como subraya el Evangelio [1]. Aun en medio del dolor, Marta manifiesta al Señor su confianza en Él, convencida de que si hubiese estado presente antes de morir su hermano, este seguiría vivo, pero que incluso ahora, cualquier petición que hiciera a Dios sería atendida. «Tu hermano resucitará» (Jn 11, 23), afirma entonces Jesús.

«¿Crees esto?»

Después de haber aclarado que se refiere a la vuelta de Lázaro a la vida física aquí y ahora, y no solo a la que le espera al creyente después de la muerte, Jesús le pide a Marta la adhesión de la fe, y no solo para realizar uno de sus milagros –que el evangelista Juan llama «signos»–, sino para otorgarle a ella, como a todos los creyentes, una vida nueva y la resurrección. «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25), afirma Jesús. Y la fe que le pide es una relación personal con él, una adhesión activa y dinámica. Creer no es como aceptar un contrato que se firma una vez y ya no se vuelve a mirar, sino un hecho que transforma e impregna la vida diaria.

«¿Crees esto?»

Jesús invita a vivir una vida nueva aquí y ahora. Nos invita a experimentarla cada día, sabiendo que, como hemos vuelto a descubrir en Navidad, él mismo nos la ha traído, tomando la iniciativa de venir a buscarnos y viniendo entre nosotros.

¿Cómo responder a su pregunta? Miremos a Marta, la hermana de Lázaro.

En el diálogo con Jesús le brota una profesión de fe plena en él. El original griego la expresa aún con más fuerza. El «yo creo» que ella pronuncia significa «he alcanzado a creer», «creo firmemente» que «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que iba a venir al mundo» [2], con todas las consecuencias. Es una convicción madurada con el tiempo, puesta a prueba en las diversas circunstancias que ha afrontado en la vida.

El Señor me dirige su pregunta también a mí. También a mí me pide una confianza generosa en él y la adhesión a su estilo de vida, fundado en el amor generoso y concreto a todos. La perseverancia madurará mi fe, que se reforzará al constatar día tras día la verdad de las palabras de Jesús puestas en práctica, y que no dejará de expresarse en mi actuar diario con todos. Para empezar, podemos hacer nuestra la oración de los apóstoles a Jesús: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5).

«¿Crees esto?»

«Una de mis hijas había perdido el trabajo a la vez que todos sus com- pañeros, ya que el gobierno había cerrado la agencia pública donde trabajaban –cuenta Patricia, de Latinoamérica–. Como forma de protesta, habían organizado una acampada ante la sede. Yo procuraba apoyarlos participando en algunas de sus actividades, llevándoles comida o simplemente parán- dome a hablar con ellos.

El Jueves Santo, un grupo de sacerdotes que los acompañaba decidió celebrar una ceremonia en la que se ofrecían también espacios de escucha, se leyó el Evangelio y se llevó a cabo el gesto del lava- torio de pies en recuerdo de lo que había hecho Jesús. La mayor parte de los presentes no eran personas religiosas; sin embargo, fue un momento de profunda unión, fraternidad y esperanza. Se sintieron abrazados, y, emocionados, daban las gracias a aquellos sacerdotes que los acompañaban en medio de la incertidumbre y el sufrimiento».

Esta palabra de Jesús ha sido elegida como lema para la Semana de oración por la unidad de los cristianos de 2025. Así pues, recemos y apliquémonos para que nuestra creencia común nos mueva a buscar la fraternidad con to- dos: esta es la propuesta y el deseo de Dios para la humanidad, pero re- quiere nuestra adhesión. La oración y la acción serán eficaces si nacen de esta confianza en Dios y de nuestro actuar en consecuencia.

Silvano Malini y el equipo de la Palabra de vida


[1] Jn 11,5.

[2] Cf. Jn 11,27.

Foto: © Orna – Pixabay

Compromiso por la paz

Compromiso por la paz

Paz, acogida, valentía, justicia, diálogo, esperanza, solidaridad, juntos, fraternidad, unidad: palabras que expresan nuestro compromiso planetario, fuerte, concreto, que inicia por pequeños gestos cotidianos, para que callen las armas y cesen todos los conflictos, en cada rincón del mundo.

Activar los subtítulos en castellano

Foto: © artistlike-Pixabay

La familia de Nazaret sea fuente de inspiración y esperanza

La familia de Nazaret sea fuente de inspiración y esperanza

“Siembren ante todo el Evangelio que es buena noticia, para ser creíbles en un tiempo desgarrado por las discordias y los conflictos, donde la paz parece ya un sueño inalcanzable”. Una invitación fuerte que el Papa Francisco dirigió a las familias-focolar a través de una larga carta. El 27 de octubre de 2024 en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo (Italia), Margaret Karram, presidenta de los Focolares, al reunirse precisamente con las familias-focolar jóvenes les leyó el mensaje que había recibido del Papa: una maravillosa sorpresa dirigida justamente a ellas. Las familias-focolar tienen la característica de que ambos cónyuges son focolarinos casados. En el mundo actualmente son 130 las jóvenes familias-focolar que se unen a las numerosas familias que viven la espiritualidad de la unidad que caracteriza al Movimiento de los Focolares.

El encuentro de octubre en Castel Gandolfo fue la última etapa de un itinerario de formación que, en seis etapas, se realizó en distintas regiones del mundo: Polonia, Filipinas, Líbano, Guatemala, Portugal. En la última participaron 55 familias provenientes de varios países.

En su extensa carta, el Papa explica que había sido informado “de la importante labor dentro del Movimiento a favor de las familias que han emprendido un singular camino de formación”. Y agradece a la presidenta “por hacerme partícipe de esta emocionante experiencia de fe vivida por numerosas parejas de distintas nacionalidades y expresiones religiosas. Me complace especialmente saber que llevan adelante con alegría su apostolado en diversos contextos humanos y sociales, esforzándose con gran pasión por crear armonía y concordia”.

El Papa Francisco pide además a Margaret Karram que haga llegar su cercanía espiritual a las familias, exhortando a cada una a ser “instrumento de amor, manifestando la riqueza de la fraternidad sincera y amorosa”. Un pensamiento lo dirige después a las familias en crisis “que han perdido el valor de custodiar la belleza del Sacramento recibido”, y también a los jóvenes para “no tener miedo del matrimonio ni de sus fragilidades”.

Significativa además, la fecha en la que el Papa quiso escribirla: 26 de julio de 2024, memoria de los santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María. Un gesto no casual para los destinatarios de la carta: las familias.

“Queridas familias, al volver a sus casas, reaviven el focolar doméstico con la oración constante; presten oído a la voz del Espíritu Santo que guía, ilumina y sostiene el camino de la vida; abran a los que llaman a la puerta para ser escuchados y consolados; ofrezcan siempre el vino de la alegría y compartan el buen pan de la comunión. La Sagrada Familia de Nazaret sea fuente de inspiración y de esperanza en los momentos de prueba, para que puedan ser en todo lugar artífices de unidad al servicio de la Iglesia y de la humanidad”.

Margaret Karram, concluyendo la lectura de la carta dijo: “la he leído muchas veces y realmente, al igual que a ustedes, me ha conmovido. Me dije: esto expresa un amor inmenso del Papa por ustedes, justamente por ustedes”.

Un preciado regalo que se extiende a todas las familias en el mundo, como una estrella cometa para el camino de cada uno.

Aquí se puede leer la carta.

Lorenzo Russo

Foto: © natik_1123 en Pixabay