“Centrarme en el momento presente”

 
Aún en la distancia física, se puede hacer mucho por acercarnos a muchas personas. Sole cuenta cómo lo está haciendo.

“Estos días me parece que me están haciendo crecer en interioridad y en capacidad de entender a los demás y así poder compartir la vida en mayor profundidad. Tras unos primeros días de incertidumbre y desasosiego, comprendí que tenía que centrarme en el momento presente, perder las mil programaciones que suelo tener en la cabeza y salir de mí misma, preocupándome de los demás, como fuera posible en esta situación, e intensificando la oración.

Empecé por ponerme en contacto con muchas personas que me venían a la mente: familiares, antiguos compañeros del trabajo, amigos y conocidos. Con algunas ha sido sencillamente saber cómo se encontraban, con otras han sido largas charlas telefónicas en las que hemos compartido mucho sufrimiento, no sólo por el coronavirus. He notado en la mayoría una predisposición mucho mayor en comunicar cosas esenciales de las que antes no se hablaba.

Por ejemplo, un familiar me confiaba las dificultades con su nieto de 10 años que tiene síndrome de Asperger y nunca lo había comunicado abiertamente. Con otra persona pude compartir una dura situación con su padre durante más de una hora y al final me agradecía repetidamente porque de eso no podía hablar con nadie. Con otra, que no está bien síquicamente y me costaba mucho escucharla, después de un buen rato se despedía pidiéndome disculpas por el tiempo que me había ocupado y me salió de dentro decirle (estoy segura que fue un impulso de Dios): “no te preocupes y llámame cuando tengas necesidad de hablar”. De ahí siguió una profunda conversación, al final me decía que había sido para ella un rato de Paraíso y dábamos gracias a Dios.

También ha sido apoyar acciones generosas de solidaridad como la de una amiga que ha acogido en su casa a dos niños de un centro de acogida durante este periodo o participar del miedo de una madre que debía dar a luz en estos días, con cesárea y después de la alegría del feliz nacimiento.

No poder comulgar sacramentalmente, al principio me costaba mucho; toda mi vida, he ido a misa diariamente. Pero ahora estoy descubriendo mejor otras presencias de Jesús; por ejemplo, viviendo las palabras del Evangelio, estoy sintiéndome más unida a tantas personas en el mundo que no tienen esa posibilidad, a las personas de otras confesiones cristianas, de otras religiones o de otras convicciones. Y en las misas que sigo por la televisión, muchos días experimento más la unión con Dios que cuando estaba físicamente presente. Las homilías del Papa me están calando profundamente, pido a María saber conservarlas en mi corazón como Ella y veo que en los momentos oportunos, las recuerdo y tengo la fuerza de ponerlas en práctica.

Conociendo y compartiendo muchas experiencias preciosas de las personas que están en primera línea estos días, en un momento me vino la tentación de pensar que yo no podía hacer nada por las personas que sufren. Las palabras de Maria Voce en la Conexión CH: “nuestra fuerza está en que somos uno”, me hizo comprender que somos un cuerpo y lo que hace un miembro no lo puede hacer otro, pero todos participamos de todo. Y así estoy, tratando de ser fiel en lo pequeño, apoyando desde la retaguardia y recomenzando continuamente”.

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