Cecilia Perrín: concluye el proceso diocesano de beatificación

 
El próximo jueves 20 de octubre se cierra la etapa diocesana del proceso de beatificación de Cecilia Perrín de Buide en la sede del Arzobispado de Bahía Blanca

ceci2Llega a su conclusión el proceso diocesano de la causa de beatificación de María Cecilia Perrín de Buide, en la Arquidiócesis de Bahía Blanca. De este modo en esta nueva etapa la causa se elevará a Roma. Para ello se realizará un acto formal de cierre enuna ceremonia sencilla con la presencia del arzobispo Mons. Garlatti, el arzobispo coadjutor Mons. Carlos Azpiroz, el Juez Delegado p. Marcelo Mendez, la comisión que trabajó en los distintos ámbitos, la familia y miembros de la comunidad local de los Focolares que han acompañado este proceso.
El cierre tendrá lugar el próximo jueves 20 de octubre a las 10 hs en la sede del Arzobispado de Bahía Blanca
La ceremonia consiste en la entrega de la documentación, introducida por algunas palabras de la vice postuladora (Olga María Kania) de lo que ha sido el trabajo de estos años, luego se firma y se concluirá con un ágape fraterno.
“Es una gran alegría poder consignar a la Iglesia el testimonio de vida de alguien tan especial y que puede ser de luz para muchos!”, afirman.

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Parte del tribunal diocesano: P. Mateo Krupsky (Promotor de Justicia), P. Marcelo Méndez (Juez delegado), Alejandra Belfiore (Notaria) y Carlo Fusco (Postulador)

Maria Cecilia nació en Punta Alta (Buenos Aires, Argentina) el 22 de febrero de 1957. En su familia de profunda raíz cristiana, caló profundamente la espiritualidad de la unidad de Chiara Lubich. Maria Cecilia fue una de las primeras gen muy comprometida de esta comunidad y luego voluntaria.

El 20 de mayo de 1983 contrajo matrimonio con Luis Buide y en febrero de 1984, en los primeros meses de embarazo, le diagnostican un cáncer. Tomó la firme decisión de aceptar la voluntad de Dios, sostenida por la profunda vida cristiana, el amor a Jesús Abandonado, el afecto de su esposo, familia y amigos y la fuerza de la unidad con quienes compartía su ideal de vida.

El diagnóstico era irreversible, no obstante, había una gran alegría por la nueva vida que llegaría. Los médicos proponen un “aborto terapéutico” para salvar la vida de Maria Cecilia. Ella opta por una terapia que no dañe la vida que llevaba en su seno, y rechaza el tratamiento.

Cuando la terapia no produce el efecto esperado, ella pronuncia su “Sí” a Dios con serenidad y lucidez y escribe: “… Hoy le pude decir a Jesús que Sí. Que creo en su Amor más allá de todo, y que todo es Amor de Él. Que me entrego a Él”.

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Parte del Tribunal con Angelita, la mamá de Cecilia, y Agustina, la hija, junto a una prima.

Maria Cecilia, siempre fue consciente del avance de su enfermedad, e hizo todo lo posible para que también su vida espiritual avanzara al mismo tiempo, incluso más. En este periodo escribe muchas cartitas a la familia, amigos, alumnos (*) y un cuaderno con reflexiones personales que revelan el camino espiritual en su coloquio con Jesús. En una de éstas dice así “… que incomprensible te muestras a mí. Tus caminos son una locura, rompen mi humanidad, pero son los únicos que quiero recorrer. No permitas que me aleje de Ti Señor. Mi corazón canta. Quiero darte gloria ….”

Cinco meses antes de su partida, le escribe a Chiara Lubich “… hace ya algún tiempo, antes de esta experiencia, le había dicho a Jesús que ofrecía por el Papa todos los dolores físicos y por vos todos los dolores morales que pudiera tener en mi vida,…. Cuántas veces hice el pacto con Jesús Abandonado sin entender bien su profundo significado, ahora ÉL me lo muestra y yo le digo Sí, pero todavía tengo miedo, por eso te pido, como mamá, que reces por mi fidelidad.
Chiara, por tu fidelidad he descubierto la Iglesia, la vida que me has dado no se puede solo agradecer. Quiero adherir mi vida a la tuya ….”

trabajoCon inmensa alegría el 17 de julio nació su hija Maria Agustina a la cual brindó todo su afecto maternal hasta el 1° marzo de 1985, cuando fallece a la edad de 28 años. Sus restos mortales descansan en la Mariápolis Lía en O’Higgins (Buenos Aires), por expreso pedido de ella, para que aquellos que fueran a ver, encontraran un lugar de alegría y esperanza y no de muerte y desolación.

Después de su partida al Paraíso y declarada Sierva de Dios muchas personas le han pedido a Dios gracias por su intercesión.

Su fama de santidad se extiende y llegan muchos testimonios de gracias recibidas tanto físicas como espirituales, entre ellas un joven sacerdote ha relatado que fue delante de la tumba de Maria Cecilia que pudo tomar la decisión de seguir a Jesús.

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