¿Descolgada la pregunta?
No tanto, y digo esto porque fui testigo de algo novedoso.
Estábamos con algunos niños haciendo la campaña de “los niñitos Jesús”¹.
Se habían fabricado unos niñitos Jesús de yeso y los mismos niños que serían los protagonistas de un “Pesebre viviente” que harían en la placita, iban de casa en casa del vecindario, los invitaban a venir a la representación y le regalaban el niñito con un escrito que decía que la sociedad de consumo se había adueñado de la Navidad y desplazado a Jesús. De allí el objetivo de la campaña: llevar el niño de yeso para que el “Niño-Dios” de carne y hueso renaciera en cada hogar.
Todo tenía un colorido especial, porque iban vestidos con la ropita con la que representarían: quien de María, quien de José… quien de ángel, pastor, etc.
Perdón por lo extenso de este encuadre, pero si no lo hacía, no se entendería: ¡qué hacía un niñito de cuatro añitos, vestido de ángel en la vereda de una placita!
He aquí lo novedoso: el niño en cuestión, correteaba y daba vueltas moviendo sus alitas de cartón brillante, tanto que su hermanita decía: “miren parece que vuela”, su mamá le comenta: “está imitando al hombre araña”.
En la candidez e imaginación de este niño el representar a un ángel y volar como el hombre araña era lo mismo.
No nos alarmemos… dejemos a nuestros niños planear como el “hombre araña”; con tal que su pista de aterrizaje termine en un Pesebre con un “Niño” verdadero acompañado por su “Ángel de la guarda”.
Colaboración de José Polizzi (Bahía Blanca)
