La gratuidad en economía

 
Anouk Grevin siguió con las presentaciones de "La economía silenciosa" en Salta, Rosario y Paraná. Ofrecemos las reflexiones de Carolina Carbonell y una galería fotográfica.

“Nada tiene más valor que un acto de gratuidad”

Cuando un trabajador realiza únicamente lo que está establecido en el contrato y los procedimientos, se nota, y eso genera malestar en el resto del equipo. Si un día todos decidiéramos trabajar únicamente por lo que está establecido en la letra chica, el sistema económico colapsaría.

La empresa, y esta es una paradoja fundamental de nuestras organizaciones modernas, tiene una gran necesidad de lo que precisamente ella no puede comprarle al trabajador: su entusiasmo, sus pasiones, su alegría de vivir, su creatividad, su corazón. Estas dimensiones humanas son siempre y sólo expresiones de libertad, es por ello que las empresas no logran acceder a dichas dimensiones salvo que el trabajador decida darlas libremente. El trabajo, que no es jamás la ejecución de procedimientos, no se compra, como tampoco se exige por dinero. Porque el fervor, el involucrarse, la buena voluntad, la inteligencia, la competencia, el ingenio, la creatividad, el compromiso en la cooperación, la disposición a hacer circular la información, a compartir conocimientos y capacidades, la participación, la vigilancia o benevolencia son palabras que conciernen al don, que sólo pueden ser donadas, nunca compradas, tomadas o exigidas.

Es por todo ello que se prefiere describir a las organizaciones como un nudo de contratos antes que reconocer que las empresas serían vulnerables al extremo de depender del don.

Los gerentes de hoy se encuentran cada vez más atrapados en una presa relacional, por un lado son objeto de demanda de reconocimiento y gratitud y por el otro ellos mismos no encuentran a nadie que reconozca su propio trabajo. En el mundo del trabajo existe una inmensa necesidad de reconocimiento. El trabajo no se reduce nunca a lo que el contrato pueda decir de él así como el salario no dice nada del valor, ni del que ha trabajado, ni de lo que éste ha puesto en su trabajo. Ningún indicador, al menos por ahora, sabe verdaderamente dar razón de todo ello.

Anouk Grevin, doctora en gestión de las organizaciones y profesora de la Universidad de Nantes (Francia) pasó por la ciudad de Rosario y brindó una conferencia sobre los resultados de las investigaciones que realizó en empresas, muchas de las cuales plasmó en su libro “La economía silenciosa” que escribió junto al economista italiano Luigino Bruni. Su tesis doctoral es sobre Incentivos vs Reconocimiento. Contó que comenzó sus estudios sobre clima laboral cuando detectó el crecimiento de suicidios en empresas francesas. En sus entrevistas con los trabajadores descubrió que el mundo del trabajo está lleno de dones y virtudes que no se reconocen. Actualmente está comenzando estudios en dos empresas italianas donde profundizará mecanismos de reconocimiento del don de los trabajadores, todo un desafío e innovación para la economía de hoy.

Además habló de la empresa vegetal, uniendo dos mundos que aparentemente no tienen nada que ver pero que nos pueden ayudar a descubrir pistas que permitan concebir formas de empresa y modelos económicos innovadores para el siglo 21.

¿Qué le sugieren las plantas al mundo de la empresa? Si bien la empresa tradicional ha seguido en su organización estratégica el modelo animal, especializado y jerárquico, también existen modelos de empresa que se parecen más a la organización del mundo vegetal, como, por ejemplo, las cooperativas, en las que cada socio tiene la capacidad de regenerar la organización en el territorio donde actúa. También es significativa la relación entre jerarquía e innovación: las organizaciones jerárquicas resultan más eficientes pero poco innovadoras; por eso es importante la subsidiariedad también en las empresas, donde aquellos que tienen más capacidad para innovar y resolver los problemas son los que trabajan en esos mismos problemas y no los que vienen de fuera.

Las plantas, a diferencia de los animales, son organismos que al comienzo de los tiempos evolucionaron de forma sedentaria, echando raíces. Por eso desarrollaron la capacidad de sobrevivir a los depredadores en el lugar donde crecen, a diferencia de los animales que se desplazan o huyen. Las plantas han desarrollado un cuerpo modular, carente de órganos, en el que cada parte puede realizar todas las funciones y, a diferencia de los animales, aunque pierdan gran parte de su cuerpo pueden sobrevivir y volver a crecer. Las plantas resisten y viven mucho más tiempo que los animales porque el objetivo del mundo vegetal es que sobreviva la especie y no el individuo. Las plantas tienen capacidad innovativa. Es posible hablar incluso de una verdadera “inteligencia de las plantas”.  ¿En el mundo de las plantas hay solidaridad? Existen una serie de experimentos que muestran cómo las redes del mundo vegetal son esenciales para que los más pequeños y los más débiles puedan sobrevivir. Las empresas del futuro podrían inspirarse en las plantas.

El libro aborda muchos temas del mundo del trabajo, siempre con la mirada de la economía de comunión. Anouk y Luigino observan con esos ojos la economía, las empresas, las personas y sobre todo los pobres, aquellos que nunca son lo suficientemente mirados, porque verlos sería el primer paso para liberarlos o permitirles auto-liberarse.

La conferencia la cerraron dos empresarios de la economía de comunión, Germán Jorge (Dimaco S.A., Paraná) y Bettina González (Boomerang Viajes, Buenos Aires) que mediante el relato de sus experiencias como empresarios demostraron que economía y comunión son dos palabras perfectamente compatibles. Una economía que, si bien es silenciosa, ya existe. Germán contó cómo distribuye las utilidades de su empresa, cómo resolvieron problemas de vivienda de sus empleados, cómo inciden en la comunidad donde se desarrollan generando una red de relaciones virtuosas con sus clientes, proveedores, competidores, con el Estado y otras Asociaciones. Hoy son la principal comercializadora de cemento del litoral.

“Les puedo asegurar que esta red de relaciones virtuosas fue la que nos ha hecho crecer a lo largo de los años, a través de recomendaciones de nuestros empleados, clientes y proveedores. Cuando trabajás de esta forma las personas quieren trabajar con vos, pero sólo haciendo la prueba podés constatarlo. Si supieran la felicidad que genera vivir esta cultura no dudarían en ponerla en práctica”.

Las empresas y los mercados son la forma de cooperación más altas y grandes que la humanidad ha generado en la historia. Sobre la tierra hay pocas cosas más sublimes que observar a hombres y mujeres mientras trabajan y producen juntos. Las empresas son eso antes que nada.

No se puede imaginar una sociedad sin economía, sin una buena, justa y hermosa economía. Porque también la economía puede ser un lugar de belleza encarnada.

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