Mejor transformar

 
50 jóvenes en las Sierras cordobesas durante dos días en un campamento del que surgió la consigna de transformar la realidad que los rodea.

El pasado dos y tres de diciembre, en la casa de retiro San Francisco de Río III, Córdoba se llevó a cabo el Súper Campamento 2017 organizado por Jóvenes por un mundo unido de Córdoba. El fin de semana pintaba nublado y para lluvia, pero aún así fueron alrededor de 50 los jóvenes que se convocaron allí para compartir un fin de semana diferente.

cba02Todo inició casi dos meses antes, cuando recién surgía la idea de realizar un campamento, o algo por el estilo, algo que diera nuevo impulso a los jóvenes en Córdoba, que ya se había iniciado a través del proyecto del Dado de la Paz. De ahí en más, fueron todas luces verdes: apareció el lugar, la gente y las ganas de llevarlo a cabo. Desde ese entonces, los jóvenes de Córdoba se comprometieron en pensarlo todo: desde el programa, las actividades, los talleres, los horarios, los temas que se tratarían y cómo. Todo siempre en función de los chicos que irían al campamento, pensando en sus problemáticas cotidianas y en maneras distintas de abordarlas, no en simples talleres dictados por alguien. Y todo organizado en manera conjunta, en grupo y desde sus propias fuerzas. El objetivo planteado desde el principio fue el de hacer que este campamento sea una experiencia, no un simple momento de dispersión.

Llegado el día, ya los esperaban en la casa de retiro algunos jóvenes locales, muy predispuestos a compartir el fin de semana y ayudar en lo que se pudiera. De la misma forma fue el recibimiento de la comunidad -niños y adultos-, que se ocuparon de las comidas y otras actividades prácticas, así como de seguir de cerca el programa. A ellos se unieron chicos desde Santa Rosa de Calamuchita, Río IV, Villa las Rosas y hasta de La Rioja.

cba01El programa se inició el sábado por la mañana, con una presentación y la división de los asistentes en grupos. Esos grupos, que los acompañarían durante todo el fin de semana, crearon sus propios distintivos para identificarse: desde canciones y bailes hasta pañuelos y banderas. Por la tarde, se realizó un juego de “búsqueda del tesoro”, para conocer un poco más el lugar -que contaba con un amplio espacio verde, río y pileta- y para terminar conformando el lema de todo el campamento: “No nos qudemos quietos… mejor transformar”. A eso siguió un momento de profundidad en el grupo, para compartir, a través del modelado de una plastilina, cómo había llegado cada uno, con la expectativa de terminar transformándolo al final. Luego, un taller con juegos sobre la conformación de “equipos de alto rendimiento”, o en palabras más simples, cómo conformar y trabajar en equipo. El día se terminó con un juego de captura la bandera, como para desestructurar y liberar energías y por la noche pizzas y el cierre con un fogón, el cual se encendió también a través de un juego que invitaba a la reflexión personal.

El día siguiente siguió igual de intenso, con talleres y juegos sobre distintas temáticas: autoestima y compromiso, para pensar cuál es nuestro lugar en la sociedad y reflexionar acerca de cómo nos encontramos y nos donamos a los otros. A la siesta se celebró una misa, con la libertad de participar o no de ella. En ella, el cura hizo una simpática homilía con metáforas del fútbol y jugando también con la palabra transformar. El campamento concluyó con la “transformación” de las plastilinas moldeadas el primer día y la puesta en común de lo que todo el finde había significado para cada uno. Y la promesa, por supuesto, de volver a casa a seguir transformando la realidad que los rodea.

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