Diario desde Siria / 32

 
Los que pueden, tratan de dejar el país para huir de la violencia y saqueos, pero también hay quien se queda y trata de perdonar y hacer el bien a los demás.

“¿Y los kurdos? Se confirma lo publicado en algunos reconocidos periódicos  europeos, que hablan de una traición en relación al presidente sirio por parte de las fuerzas armadas kurdas; muchos de ellos han enseñado cómo moverse a los terroristas, desconocedores de la topografía del barrio, señalando también a los ‘colaboradores’, y junto a los terroristas han acogido al Ejército de Liberación, que ha llegado al barrio dando seguridad y pidiendo a los habitantes que todavía quedaban que se fueran, porque estaban seguros de que el ejército sirio habría atacado, como de hecho ha sido.

Así, en los días en que para los cristianos se manifiesta el misterio del amor más grande, el de Jesús Crucificado, y la espera de la Resurrección, en el barrio -vacío de habitantes y de bienes (robados rápidamente)- han empezado a llover bombas y disparos de mortero, obligando a muchos cristianos de los barrios limítrofes, dominados por la colina de Check Maksud que ellos llaman “Monte de Nuestra Señora”, a no salir de casa para los oficios religiosos.

Desde ese momento, salvo alguna rara tregua, la ciudad vive con el son de los ruidos de tiroteos y bombardeos. Día tras día la situación se hace más precaria y el miedo crece, al igual que aumenta el temor por una emergencia sanitaria. La huída de los médicos continúa, porque la probabilidad de ser secuestrados para obtener rescates, está siempre presente, y aumenta el riesgo de enfermedades relacionadas con el aire contaminado que se respira y con la presencia de muchos insectos.

En este clima apocalíptico, la gente sigue viviendo. Quien puede, con la maleta preparada para una posible fuga, sabiendo que detrás de ellos llegarán bandas de saqueadores que se llevarán todo,… hasta los marcos de las puertas. Pero hay quien logra vencer el propio miedo –y son muchos- para ayudar a los demás, para organizar una recogida de ropa para las familias de Chekh Maksud, repitiendo a sus propios hijos: “¡Demos gracias a Dios de que todavía podemos estar en nuestra casa!”  A pesar de que durante 17 días no han tenido agua, y la nevera, por falta de electricidad, ahora es un armario como los demás.

También están unas chicas, amigas de los Focolares, que no tienen más de doce años, y que se siguen reuniendo para animarse unas a otras. Han hecho huchas para poner el dinero que ahorran al no comprar lo que no es útil (chucherías o patatas fritas) para darlo a los pobres. Han dibujado corazones, donde cada una escribe los nombres de las personas a las que tiene que perdonar algo, y cuando lo ha perdonado, borra el nombre. En medio del ruido ensordecedor de las bombas se levanta el del amor y del perdón, que vencerá, están seguras; como lo creen los centenares de miles de personas que cada día rezan en el time-out por la paz en el mundo y por la ‘amada Siria’.

Muy significativo también el mensaje de Pascua del Papa Francisco, “por su población, herida por el conflicto y por los numerosos refugiados que esperan ayuda y consuelo”. Como muchos de nosotros también el Papa ha dicho: “¡Cuánta sangre derramada! ¿Y cuántos sufrimientos habrá que padecer aún antes de que se logre encontrar una solución política a la crisis?”. Nos hemos sentido comprendidos en lo más profundo por las palabras del Papa que recordamos a menudo. Deseamos que esta urgente invitación de no perder tiempo a los implicados en las negociaciones, sea tenida en cuenta, porque el plazo está a punto de caducar.”

Por Maddalena Maltese

Fuente: Città Nuova

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