Un viaje, un desafío: ser siempre ciudadanos de la Mariápolis

 
Desde Rosario, una visita por un día a la Mariápolis Lía, enciende en cada uno el deseo de convertirse en "embajadores" de la ciudadela en sus ambientes.

Rosario2El domingo 29 de noviembre, hermoso día de sol, la Mariápolis Lía acogió entre sus visitantes a 10 familias y un grupo de 36 chicos por un Mundo Unido provenientes de Rosario y alrededores, más un grupo de unos 20 chicos que junto a otras familias llegaron desde el sur de la Provincia de Santa Fe.

Este paso por la Mariápolis no solo “sirvió para cargar las pilas” -como dijo un papá-, sino también para probar una medida de fraternidad para generar en todos lados. Esta es una meta alta, como también lo fue en menor escala afrontar el costo del viaje. Sin embargo los chicos probaron que los milagros son posibles. Parecía casi inaccesible alcanzar el monto total. Los chicos se habían propuesto reunir todo el dinero vendiendo rifas, tortas y empanadas. Más de un adulto dudó. Las ventas en los parques de la ciudad dieron buen resultado, invitando a la posibilidad de explicar la Regla de Oro a los eventuales compradores. El amor y entusiasmo de los chicos, que no bajaron los brazos en ningún momento, atrajo la Providencia sumando aportes de animadores o padres que dieron sin esperar nada a cambio.

Una vez en O’Higgins, los visitantes se encontraron con una Mariápolis cada vez más internacional, más latinoamericana, enriqueciéndose del testimonio de unidad entre culturas. Vieron un lugar que es casa de todos.

Rosario3Rosario5Rosario4Rosario6Durante la tarde, los chicos también quisieron donar sus talentos, mostrando un avance de la obrita “Relatos Fraternos”, en la que vienen trabajando durante todo el año para anunciar a todos la Fraternidad. Uno de los padres reconoció, en esta forma dinámica de manifestar el Ideal que da sentido a sus vidas, la fraternidad vivida entre personas provenientes de distintos contextos socio culturales; la armonía entre distintas formas de comunicar la Regla de Oro que, puesta en práctica, es fuente de esperanza para la sociedad.

“Gracias! Y gracias a todos y cada uno por el hermoso viaje de hoy! Además de conocer el lugar nuevo, nos conocimos más entre nosotros y a pesar de que tuvimos que ceder un poco con la obra todo salió hermoso!”. Asumir que no pudieron poner en escena la obra completa, sino solo algunas partes, introdujo a los chicos y a sus animadores en la dinámica de perder, de muerte y resurrección, cimiento de la Ciudadela.

Tras una jornada vivida intensamente, el regreso a casa significó para muchos de los chicos dejar atrás un clima de paz y fraternidad para afrontar contextos de inseguridad dentro de la ciudad de Rosario. Ante el desafío de llevar a sus barrios la realidad vivida, uno de ellos recordó con emoción la experiencia compartida por un joven extranjero que está haciendo la Escuela en la Ciudadela: cuando llegué acá “no podía hablar pero podía amar”.

Esta visita no fue solo una meta, un sueño cumplido. Fue beber de la “Fuente” para salir, como “mariapolitas en diáspora”, a continuar viviendo el amor recíproco, dando lugar a la presencia del “Hombre Mundo” en nuestras ciudades. Él es el único capaz de transformar todo tipo de ambiente en pequeñas Mariápolis, otros “videoclips del Paraíso”.

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