En Cunaco tres días de fuego.

 
Desde el año pasado, los gen 3 (adolescentes de los Focolares) y Chicos por un Mundo unido esperaban con ansias poder realizar su tercer Campamento Misionero en el Centro Mariápolis de Chile. 

El primero fue en verano del 2017 después que un numeroso grupo de Cunaco (Chile) fue a la Fiesta de los Jóvenes en O’Higgins, así nació para ese verano esta iniciativa que se extendió a varios puntos del país.

Esa primera experiencia duró 5 días, y se fue constituyendo un cuerpo de adultos que preparan todo el campamento, lo sostienen, y sobre todo están con los chiquillos, construyendo juntos. Para el segundo estábamos más equipados, también porque contábamos con un cuerpo de chicos que ya había vivido esta primera experiencia, de hecho fueron ellos mismos que soñaron esta tercera versión que se hizo realidad del 20 al 22 de Julio.

La invitación se transmitía fácilmente y la acción +1 tuvo efecto. ¡Fueron muchos los nuevos! Esta vez hasta Punta Arenas (sector magallánico) estaba representada. En total fuimos 37 jóvenes y entre adultos y jóvenes de 12 a 17, incluidos los que vinieron por el día o las actividades fuimos 80.

¿Qué cambio deseamos? Un video nos sumergió en algunas realidades que queremos cambiar y en grupos “esculpimos estatuas vivientes” para escenificar los dolores que más nos lastiman.

Entre juegos, talleres y momentos de reflexión, se desarrolló nuestro programa, donde pudimos conocernos y compartir entre todos.

Desconecta2-Conecta2 se llamaba el taller sobre las redes sociales y los vínculos personales. La empatía, la escucha y la valoración positiva del otro quedaron como desafíos claves que pudimos escenificar para aprender a “ponernos en los zapatos del otro”.

Y el broche fue el video del Papa. En enero habíamos vivido un momento especial con su visita a Chile y su mensaje a los jóvenes, como protagonistas de la historia. ¡Qué coincidencia el mensaje! Nos invitó a amar nuestra Patria y nos dio una “contraseña” para de verdad estar Conecta2: “Qué haría Cristo en mi lugar”.

El segundo día fue lleno de sorpresas.

Rocío, Javier, Cristóbal y Josefa nos ayudaron a centrar en lo esencial. Primero el tema nos llevó a amar como Jesús, concretamente, poniéndonos en el lugar del necesitado. Javier nos contó su experiencia presentando en la CEPAL (organismo de la ONU, comisión económica para América Latina y Caribe) la propuesta de HambreCero.

Después, un momento especial, como un aire de Cielo recorrió nuestro campamento, recordando a Josefina Catalán, una gen que a los 15 años partió al Cielo, y dejó una huella imborrable. Desde ahora, el salón que convoca a los jóvenes se llama Josefina. Fue un momento sagrado con la presencia de la familia y padrinos. Conocimos su historia, se hizo la bendición de la placa y la Misa.

A la tarde, teníamos visitas especiales: nuestro campamento misionero entraba en acción recibiendo a los haitianos que habíamos conocido en este tiempo. Sorpresa, temor, novedad, timidez… todo dejó paso a esta hermosa experiencia de ser protagonistas de la alegría de acoger, de vivir la fraternidad, como expresaban espontáneamente a la noche en las oraciones.

La Fiesta Intercultural, como quisimos llamarla, fue preparada entre todos. GB y Doblebé dio la bienvenida, y con la ayuda de DieuBon pudimos traducir palabra a palabra para que todos entendieran. Después nos distribuimos en 4 talleres: canto en creole y español; coreografía; cueca; y cocina con las típicas sopaipillas chilenas.

Al final, un momento interminable de alegría, cantos y baile, compartiendo entre todos: desde un joven

mago, como la producción de cada taller y una larga merienda. Un clima de familia inolvidable. Los jóvenes crearon un cartel para agraddecereles en creole.

El domingo, nuestro campamento misionero tomaba rumbo hacia Chimbarongo, una localidad a 45 minutos, más precisamente el lugar se llama “Paraíso”. Paula y Alejandro nos habían contado tiempo atrás que hacía dos meses que no tenían misa (porque los tres sacerdotes estaban suspendidos) una dolorosa realidad de la Iglesia local y que todos en Chile sufrimos y conocemos.

En la misa, personas del campo, sobretodo adultos y ancianos. Nosotros podíamos llevar la alegría de nuestra fe joven.Al finalizar la Misa, Emmanuele nos dio a todos una bendición especial de envío misionero. Después un grupo visitó casa por casa a los enfermos, llevándoles la comunión.

Otros subieron al cerro La Cruz. Un espectáculo que llevaba a crecer en la interioridad y unión con Dios. Terminamos rezando juntos.

Nuestro campamento llegaba a su fin. Pero antes de partir, queríamos recibir el secreto de Chiara: Jesús Abandonado.

Después una larguísima comunión de impresiones, que no hubiéramos nunca interrumpido: el corazón brotaba de alegría, de deseos de continuar. En la comunión resaltaba la felicidad que cada uno experimentaba.

Tres días de fuego, en que el amor recíproco fue nuestra bandera, y fuimos al encuentro de nuestros hermanos a compartir esta luz. El sueño de todos: próximo campamento de verano …. de 5 días!

 

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