El virus del amor recíproco

 
Paraná, en Entre Ríos, Argentina, un barrio humilde que de pronto ve reducidas todas las actividades que semanalmente se realizaban. El amor a los hermanos siempre encuentra caminos para manifestarse en acciones concretas.

Junto a un grupo de chicas y chicos adolescentes pertenecientes al Movimiento gen 3 (Focolares) y Cáritas de la parroquia, desde hace dos años estamos yendo los sábados por la tarde a jugar y tomar la leche con alrededor de 50-60 chicos de un barrio de familias de escasos recursos económicos. Con ellos y sus familias se ha construido en este tiempo una relación muy estrecha, tanto que nos consideramos una sola y única familia, esto dicho por ellos mismos y sentido por todos. Desarrollamos juegos en una plaza del barrio a través de los cuales tratamos de transmitir y vivir el respeto por el otro, la aceptación del distinto, la solidaridad, la ayuda mutua, el pedir perdón enseguida cuando surge alguna pelea o discusión entre ellos, etc. Cada vez tiramos el dado del amor con sus 6 caras del amor cristiano y vivimos la frase que sale. Los más grandes juegan al fútbol acompañados con un profe y adolescentes del movimiento que transmiten las mismas consignas. Luego tomamos juntos la leche con tortas caseras hechas por un abuelo del mismo barrio, con los elementos que le acercamos nosotros; chocolatada y jugo que llevamos ya preparados con los y las gen 3.

Dos momentos centrales del año son la Fiesta del día del niño en agosto y la Fiesta de Navidad, con la representación del Pesebre Viviente en la que participamos todos junto. Impresiona ver con qué seriedad y emoción viven ese momento del nacimiento del Niño Dios. Con juegos, regalos para todos y sorteos de juguetes importantes donados por la comunidad, festejamos con la participación de todas las familias del barrio. El último año participaron 100 chicos con sus familias.

Desde Cáritas parroquial se trata también de estar atentos a las necesidades concretas de las familias, acompañándolos en la parte sanitaria, escolar, catequística y en las situaciones de violencia familiar o desempleo de los padres en condiciones precarias. Cada semana dos personas mayores visitamos las casas de las familias para acompañar estas realidades y acrecentar los vínculos en un clima de cariño y escucha recíproca.

En estos tiempos de la cuarentena no pudimos ir, pero siempre me venía el pensamiento sobre estos chicos y sus familias…¿Tendrían para comer, irían a comedores escolares, cuál sería la situación?… Dado que vivo muy cerca de este barrio, un día que debía salir para hacer las compras en el mercado más cercano pasé con el auto y me sorprendió no ver a nadie en la calle o en la plaza (normalmente los niños y adolescentes siempre están afuera). Percibí mucha tristeza… Pero a la vez me dio mucha ternura pensarlos obedientes “encerraditos” en sus casas respetando la cuarentena. Cuidándonos entre todos.

Pensé en las cosas que teníamos guardadas en casa para llevarles justo cuando retomáramos la actividad en marzo y nos sorprendió el COVID-19; no pude evitar seguir preocupándome. Hasta que una tarde nos decidimos con mi esposo a ver qué mercadería había, preparamos 12 bolsones con harina, leche, azúcar, chocolate, yerba, galletitas y fui a llevárselos… Apenas bajé del auto comenzaron a salir de las casitas todos los chicos asombrados por verme… fue imposible evitar los abrazos, respetar las distancias… y pensé enseguida en San Francisco: “vos nunca tuviste miedo de abrazar, besar, acariciar, ¿por qué tendría que tener miedo yo? Ni a ellos, ni a sus mamás ni a mí nos pasará nada”…. Después que compartieran cómo lo estaban pasando e hicieran saber sus necesidades más urgentes (un remedio, pañales, leche en polvo, el pedido de la tarea de catequesis a través de los celulares de las madres, etc), 12 familias recibieron las bolsas… con la promesa de volver para el resto que no habían podido recibirla. Con la imagen imborrable de los rostros de mis hermanos de mirada triste más allá de la sonrisa, pensé en cómo podía hacer para conseguir más mercadería… En los grupos de whatsapp de mis amigas de gimnasia, del trabajo y a las y los gen 3 les compartí mi experiencia y la situación. La respuesta no se hizo esperar, otros 10 bolsones con comestibles para más familias a quienes les llegó el amor de sus hermanos…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante un encuentro zoom con las y los gen 3 les surgió la idea de confeccionar barbijos y dibujos para que pinten los chicos (con el nombre de quién se lo manda), bolsitas con caramelos y alfajores…. También los padres de los chicos se comprometieron a colaborar enviando más mercadería.

Varias mamás del barrio se comunican con el celular para hacer saber alguna necesidad urgente y gestionarlo con la parroquia, el centro de salud barrial o el colegio. El virus del amor concreto dirigido a todos los hermanos, pero especialmente a aquellos que menos posibilidades tienen, es nuestro objetivo para que se siga propagando aún más y sobretodo, después de la pandemia.

Duly Yañez, Paraná, Argentina
Para donaciones: +543434473660

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