Dios nunca nos abandona

 
Tanto en las alegrías como en los momentos difíciles se manifiesta el amor de Dios. Lo atestigua este testimonio de una familia.

Cuando nos casamos con José, vivíamos en Rosario, y por el ofrecimiento de un amigo, compramos un kiosco y salón de ventas que fue creciendo y se transformó en granja y comidas para llevar. Era un sueño para nosotros y siempre fuimos acompañados por toda la comunidad.

Pero, por la difícil situación económica de 1999, fuimos alentados por mis hermanos a regresar a Montes de Oca, mi pueblo natal en el centro oeste de la provincia de Santa Fe (Argentina), donde instalamos nuestra Granja y Rotisería. Fue cambiar de vida, posibilidades nuevas, y mejoras económicas. Compartimos esa experiencia escribiéndole a Chiara Lubich, fundadora de los focolares y nos animamos a pedirle que nos sugiriera un nombre para nuestro emprendimiento. Se llamó ”Ágape”.

Al principio no fue fácil, tuvimos años más duros, otros mejores, la actividad fue familiar, ya que nos ayudaban nuestras hijas. Llegamos a tener un servicio de catering para 100 personas, actividad que desarrollamos paralelamente. Gracias al esfuerzo, tanto trabajo y dedicación, pudimos vivir de esto, dar un estudio a nuestras hijas y tener nuestra propia vivienda.

Así llegamos al 2020, donde pensábamos estar más tranquilos, ya que nuestras hijas son económicamente independientes, pero nos sorprendió la pandemia, y pasamos cuatro largos meses sin trabajar, hasta que a fines de julio, protocolos mediante, empezamos con todas las ganas.

Un sábado de noche, ya terminando el día de trabajo, se produce un accidente y el aceite se derrama sobre el mechero de la cocina que aún estaba funcionando, allí todo se prende fuego, rápidamente se expande y se hace incontrolable. A pesar de que los bomberos llegaron inmediatamente, no pudieron hacer nada, el fuego se llevó todo.

Nuestra vivienda está ubicada en un barrio del pueblo, donde las casas están unidas por medianeras. Nosotros teníamos nuestro local en el garaje, al frente se realizaba la atención al público y en un espacio atrás, el lugar de elaboración, preparación, y al fondo la cocina propiamente; allí fue donde se produjo el incendio y donde desapareció todo, todo… hasta los techos, las instalaciones de luz, cable, teléfono y todo lo comprado en tantos años de trabajo. Pero nuestra mayor preocupación era que el fuego no pasara a las casas vecinas, y realmente estuvimos protegidos por la mano de Dios ya que se concentró solamente en este espacio y no continuó.

Más allá del dolor, de no entender, de no saber y de tantos porqués, siempre supimos que teníamos que seguir en esto. Y así, confiamos todo al Padre que sabe los porqué, y con esa fuerza empezamos de nuevo, pero lo más importante fue que en ningún momento estuvimos solos, siempre acompañados por amigos y por toda la comunidad, que no tardó en manifestarse. Además, enseguida llegó la Providencia, con amigos para ayudarnos con la limpieza y demás necesidades.

Nos fuimos organizando, una vez pasado el shock y gracias a la enorme Providencia, pudimos refaccionar el local. En una primera etapa, la parte anterior, de atención al público y luego, la parte de atrás, y en noviembre pudimos abrir nuevamente nuestro comercio; si bien la rotisería aún no funciona ya que falta terminar algunas cosas, empezamos a tener otra vez mucha esperanza.

Estamos muy agradecidos a Dios, por esta experiencia de Amor, sin dejar pasar por el dolor más fuerte, seguros de que nunca nos abandona.

Sandra Castellanos y Jose Cueto (Montes de Oca, Santa Fe, Argentina)

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