Domingo 17 de septiembre, 6 miembros de los de los 2 centros del Movimiento en Córdoba nos dirigimos a la Fazenda de la Esperanza que se encuentra en la localidad de Deán Funes (en la provincia de Córdoba) para encontrarnos con 4 grandes amigos provenientes de Brasil: Fray Hans Stapel, Nelson Giovanelli, Iraci Leite y Luci Rosendo, los 4 fundadores de esta maravillosa obra que se encarga de recuperar a personas que sufren adicciones.
La historia cuenta que Nelson se aproximó a un grupo de jóvenes que consumían y vendían drogas cerca de su casa. Fue en 1983, en una esquina de Guaratinguetá, en el interior de San Pablo. Él fue animado a dar ese paso por fray Hans, su párroco quien lo incentivaba a vivir concretamente la Palabra de Dios.
Nelson conquistó la confianza de aquellos muchachos. Uno de ellos, Antonio Eleuterio, fue el primero en ser contagiado y pidió ayuda para liberarse de las drogas, todo porque Nelson buscaba poner en práctica la frase “Me hice débil con los débiles…” (1 Corintios 9,22).
Iraci y Luci, iniciaron el trabajo de recuperación femenina en 1989, también en Guaratinguetá. Ellas dejaron todo para seguir el ejemplo de Nelson.
Los cuatro hace pocos años han dejado la dirigencia de la institución para viajar por los 25 países donde la Fazenda tiene sus 130 centros de recuperación y dedicarse a la formación de sus dirigentes.
El encuentro con ellos es extremadamente simple: participación a la misa de 11 celebrada por Mons. Aurelio Kühn, obispo emérito de Deán Funes (quien después de su retiro se fue a vivir a la Fazenda) y luego unos exquisitos tallarines domingueros compartidos entre unas 15 personas. Almuerzo que se prolongó hasta las 4:30 de la tarde entre anécdotas, experiencias de vida, historias, café brasileño, canciones… un momento divino, de unidad plena.
Continuamente nos recuerdan que sus raíces se encuentran el la Palabra de Vida que trataban de poner en práctica como todos los miembros de los Focolares, también sus inolvidables encuentros con Chiara Lubich quien los animó a seguir adelante como una obra nueva dentro de la Iglesia.
Nos despedimos con un gran abrazo y con el compromiso de regresar pronto para continuar colaborando y compartiendo en proximas ocasiones.
Regresando un gran arcoiris extenso y nitido, que se prolongo durante gran parte del viaje nos acompañaba, dando un marco natural que confirmaba la hermosa experiencia vivida, de paz, de encuentro, momento de focolar, realidad de cielo.