“La JMJ me llenó mucho desde el ‘minuto cero’, desde que salimos de Montevideo, incluso en las horas interminables en camioneta desde Costa Rica a Panamá, por la unidad que se fue construyendo entre nosotros quince desde ahí hasta el final de viaje. Esa unidad queda, porque sigue hasta hoy. En Panamá nos acogieron familias de las parroquias, y sentíamos que nos habían ‘adoptado’, que fueron nuestra familia esos días. Nos esperaban despiertos hasta altas
horas, y cuando llegábamos a la casa querían saber de nuestro día, de cómo estábamos, nos llevaban a recorrer o no tenían problema en buscarnos a donde estuviéramos. Incluso los momentos de más risas fueron esos con ellos. Fueron lo más. El día que el Papa apareció pasó justo a nuestro lado, y la alegría de verlo era de no creerlo. Todos los jóvenes estábamos allí por el mismo fin, en la misma ‘locura de amor’, que se contagiaba desde el subte, con los cánticos y el intercambio de recuerdos. Desde la vigilia con el Papa, la eucaristía y el compartir, en cada reencuentro con los jóvenes del Movimiento de otros países, cada nuevo comienzo en conocer a otros jóvenes, la JMJ fue una de las mejores experiencias que tuve. Me queda el saber que los que queremos hacer la locura de vivir ‘a contracorriente’ somos muchos más de los que creemos, me queda el sentir a Jesús presente en todas partes y, como dijo el Papa, la necesidad de actuar hoy, ahora, y no dejar pasar el tiempo. Fue increíble la alegría y la unidad que se sentía en toda Panamá, que acogía a miles de peregrinos”.
Lucia, 25 años
“Uno de los momentos más impactantes para mí fue en la primera misa en la Cinta Costera. Fue fuerte levantar la vista y ver banderas de todo el mundo. Sentía que el mundo se detenía para unirse en esa eucaristía. Sin dudas fue una experiencia única, que renovó el compromiso con mi fe. Creo que Dios pensó ese momento para cada uno, y nos invitó de manera especial a acercarnos a Él. La JMJ me dejó las herramientas para poder llevar a Jesús conmigo a todos lados y principalmente poder mostrárselo a mis amigos. Porque a veces tenemos muy escondida nuestra fe, mientras tenemos que mostrar a Jesús todo el tiempo, porque es lo más hermoso que tenemos y, ¡si está Él, todo es perfecto!”.
Ramiro, 21 años
“La JMJ fue una experiencia muy fuerte. Mis expectativas eran muy personales y muy importantes para mí. Estar con esos chicos fue increíble. Sentí que eran mi familia allí. Cuando me sentía sola, ellos siempre estaban conmigo, siempre preguntaban si estaba todo bien y estaban buscando el bienestar de todos. Llegar a Panamá fue difícil, ya que tuvimos que pasar por Perú y Costa Rica, y porque hacía mucho calor. En todo momento había mucha gente, pero al final siempre valía la pena estar con personas que creen en lo mismo que tú. Sentir la energía y la emoción de estar con TODO el mundo es incomparable. Sólo puedo agradecerles por haberme dado tanto amor y por compartir conmigo una experiencia tan hermosa”.
Clarisse, 19 años
“Fue una experiencia totalmente única, no solo la jornada sino el viaje en sí. También estar una semana en casa de una familia desconocida, en otro país, con sus costumbres, etc., fue increíble. La JMJ me llenó muchísimo de felicidad y de paz, volví siendo otra. Me encantó la unión que se formó con nuestro grupo. Partimos sin conocernos entre todos y volvimos con una amistad muy linda. Pude acercarme a Dios y mejorar la relación Él, y aumentó mi fe. Las palabras del Papa Francisco me cambiaron la forma de ver muchísimas situaciones. Fue una experiencia que me encantaría volver a vivir”.
Constanza, 16 años