Ecología y amor al prójimo

 
Una actividad con adolescentes que se expresa con citas periódicas en "campamentos". En Chile, 40 adolescentes profundizan la urgencia de adquirir hábitos ecológicos.

El Centro Mariápolis “Amore” se encuentra en Cunaco, Chile, en el medio de la “Ruta del vino”. Una casa señorial restaurada, un parque con variedad de especies de árboles, viñedos. Allí, cuenta la historia, pasó dos períodos de vacaciones la joven Santa Teresa de los Andes. Un lugar ideal para que 40 adolescentes llegados de distintos lugares de Chile: Punta Arenas, Concepción, Rancagua, Santiago y de los alrededores, se dieran cita para compartir dos días de campamento. En un clima de mucha alegría, entusiasmo y amistad y con el lema “El Mundo unido es hoy, empieza por ti”, Chicos por un mundo Unido de los 14 a 17 años dieron vida, del 5 al 7 de julio, a esta quinta versión que se desarrolló en torno al tema del medio ambiente, una inquietud que partió directamente de ellos.

 

Muy importante fue contar con la presencia de Agostino Spolti (encargado a nivel mundial de los adolescentes de los Focolares) y Araceli Seguino y Miguel Tabares (que cumplen la misma tarea para el Cono sur) ya que contribuyó a un intercambio de experiencias muy valiosas, por un lado los chicos tuvieron la posibilidad de conocer la vida de los gen 3 en otras partes del mundo con iniciativas y proyectos como “Hambre cero”, y al mismo tiempo Agostino, Araceli y Miguel, conocieron la vida y las actividades de Chicos por un mundo unido en Chile.

El programa del campamento muy variado: una reflexión a la luz de la encíclica “Laudato sí”, que ayudó al diálogo entre todos y posteriormente, a través de una dinámica en pequeños grupos, se trataba de responder a dos preguntas relacionadas con la cultura del descarte, concluyendo con la exposición de las respuestas que dio cada grupo.

Luego, el amor al prójimo como respuesta y como invitación al cuidado de la “Casa Común”.

Un taller ecológico para reutilizar los envases de tetrapack, transformándolos en econtenedores de material reciclable, los cuales fueron donados durante la misa a los jóvenes del movimiento EJE, al sacerdote que presidía y a la municipalidad del lugar.

Se alternaron también momentos recreativos, para compartir, con distintas tareas como cocinar, poner y levantar la mesa, limpiar y lavar los platos, etc.

La mayoría de los que participaba ya habían estado en 2

o más campamentos de manera que en esta experiencia se ha ido fortaleciendo un sentido de grupo en el que se respetan y cuidan, prueba de ello fue la noche de talentos del día sábado, con un nivel de escucha y atención a la puesta en común de quien actuaba, que resultó especialmente delicado. Una expresión de ello es que algunos chicos por primera vez se mostraban en un espacio público para donar su talento, que alguno de ellos ni siquiera creía tener. El sello, luego lo puso Agostino quien los invitó a un momento de comunión y oración; resultó conmovedor verificar que la misma actitud de respeto, escucha y atención durante la “fiesta”, se prolongó a este momento de interioridad.

 

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