San Juan y Mendoza más cerca

 
Las dos capitales de esas provincias argentinas se unieron en un “focolar temporal” el fin de semana largo de agosto. El apoyo y sostén a una comunidad naciente en la ciudad de San Juan.

A veces la vida nos da la oportunidad de experimentar de una manera nueva algo que permaneció indeleblemente impreso en nuestra memoria. Algo hermoso, profundo, inolvidable, como el descubrimiento de Dios como Amor y su acción en nosotros y a nuestro alrededor. En estas pocas palabras podemos resumir la experiencia que hicimos con los veinte miembros del Movimiento de los Focolares de Mendoza al visitar la ciudad de San Juan: experimentar una vez más (¡si todavía hubiera necesidad…!) el Amor de Dios y las maravillas que él sabe suscitar en cada corazón.

Un Focolar temporal: este ha sido el nombre que le dimos a este grupo alegre y heterogéneo de personas que fueron hospedadas durante un fin de semana por una comunidad local pequeña pero muy animada.

Dos grupos, diferentes en origen y experiencia, pero iguales en el espíritu que los anima: el carisma de la unidad de Chiara Lubich. Desde el principio se propuso que fuera una experiencia de amor mutuo vivido hasta el más mínimo detalle, un amor digno de la presencia de Jesús en medio de aquellos que desean revivirlo entre ellos.

El programa incluyó una tarde entera dedicada a presentar a nuevas personas este espíritu que anima a la comunidad. Luego, dos días completos para profundizar las riquezas insondables de una espiritualidad, la de la unidad, capaz de llevar nada menos que a la santidad, de generar unidad en cada contexto y en cada fractura, de cambiar los paradigmas de la política y la economía, de responder a las necesidades urgentes de la familia de hoy, de hacer soñar pero también pregustar un futuro mejor que cualquier otro pasado.

Como cualquier familia que se reune alrededor de una mesa para compartir las comidas, los almuerzos y las cenas han sido momentos de alegría y comunión, en una competencia no declarada de quién amaba más serviendo a todos.

 

 

 

 

 

 

 

No faltó la visita al Obispo, Mons. Lozano, que nos ha alentado para seguir adelante por este camino.

Es difícil resumir en pocas palabras lo que para cada uno de los participantes fue compartir estos tres días. Los frutos probados fueron muchos y muchos pudieron compartirlos en una comunión final donde parecía que el tiempo se había detenido. Conversión, emoción, felicidad, gratitud fueron las palabras que más se escuchaban.

El Evangelio vivido por una comunidad no se puede contar ni esquematizar: lo único surge decir es: “Ven a ver. Ven y veras”. El espíritu de la Unidad sigue difundiendose por estas tierras maravillosas.

Queda en cada uno el compromiso de seguir viviendo lo esperiementado en cada ambiente (familia, trabajo, grupos sociales, parroquia, etc.) en el que Dios non llama a vivir.

Al final ha sido difícil tener que partir: los saludos, las lágrimas, los abrazos fueron los signos concretos de una familia que no ve la hora de volver a juntarse. Y así será sin duda: San Juan y Mendoza, después de este viaje, están aún más cerca.

(Colaboración de Luca Pestarino, Mendoza)

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