Nació la Red Latinoamericana de Tierras

 
A finales de Febrero, por iniciativa del Instituto Universitario Sophia Latinoamérica y Caribe y el Programa Latinoamericano de Tierras, dirigentes de 23 organizaciones se reunieron en el Centro Mariápolis de Tocancipá, Colombia, y dieron origen a la Red Latinoamericana de Tierras.

Con la participación de 32 líderes, asesores e investigadores vinculados a organizaciones y experiencias sobre la temática de Tierras, se realizó a finales de febrero (del 25 al 28), en el municipio de Tocancipá (cerca de Bogotá, Colombia), el Primer Encuentro Continental del Programa Latinoamericano y Caribeño sobre Tierras con el lema: “Hacia una Fraternidad Posible”.

La iniciativa, promovida por el Instituto Universitario Sophia y el Programa Latinoamericano de Tierras, se encaminó hacia la creación de una Red Latinoamericana de Tierras. Para ello, los representantes de las instituciones que participaron en el encuentro han coincidido en la oportunidad que representaría contar con una plataforma que posibilite la construcción de estrategias de trabajo conjuntas, al tiempo que permita el intercambio permanente de experiencias significativas y de incidencia continental.

Transformar la realidad

En torno a las múltiples experiencias que se desarrollan a lo largo y ancho del continente con relación a la problemática de tierras –tan ricas como diversas–, la producción de conocimiento con miras a la transformación de la realidad ha sido una de las claves del encuentro. En palabras del Dr. Osvaldo Barreneche, del Instituto Universitario Sophia, “se trata de una de una realidad que no solo queremos conocer sino transformar”.

Para lograrlo, el equipo coordinador del encuentro, conformado por Susana Nuín, Hernán Patricio Apezteguia y Rosario Tapiero, propuso un ‘camino en diálogo’ para hacer posible la convivencia. Sin embargo, “no se trata de un diálogo masificante, ni aplanador, donde todos pensemos de una misma manera”. El diálogo, como camino metodológico, se orientó en torno a una “cultura del encuentro para compartir desde lo que somos”.

Por su parte, el politólogo y analista mexicano, Juan Luis Hernández, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana de Puebla, ha destacado que “la audacia de reunir a un grupo de personas que trabajan en temas sobre tierras, con una amplia representatividad, ha dado paso al compartir de praxis que se desarrollan en América Latina, con sus dolores y esperanzas, a través de presentaciones que han permitido el aprendizaje de unos con otros”. Asimismo, “fruto del itinerario recorrido colectivamente, se escudriñó qué pasos, caminos y procesos podrían derivarse”.

Hernández ha sido uno de los metodólogos del encuentro, junto con la paraguaya Modesta Arévalos, de la Federación Internacional de Movimientos de Adultos Rurales Católicos, quienes animaron los espacios de compartir de experiencias y realidades, desde una mística cristiana, sin dejar de lado las riquezas que brotan de las espiritualidades de los pueblos originarios, en contacto con la Pachamama.

Mística y profecía

Un ‘bioma’ de fraternidad y sororidad, de servicio y compromiso, de mística y profecía, al mismo tiempo, que se fue configurando a medida se fueron compartiendo testimonios y sabidurías de cada uno de los líderes y académicos que hicieron parte de este Primer Encuentro Continental del Programa Latinoamericano y Caribeño sobre Tierras.

Con sus trayectorias –sintetizadas en diez minutos– se hicieron presentes los interlocutores de sus acciones solidarias en cada uno de sus países de procedencia: ¡16 en total! (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).

Este ejercicio de socialización fue, sin lugar a dudas, una oportunidad para volver la mirada hacia los territorios y escuchar los clamores de las más acuciantes realidades rurales del continente que claman por justicia e interpelan a la sociedad en torno a la urgencia de recuperar el imperativo del ‘sumak kawsay’ (‘buen vivir’) de los pueblos originarios o, si se quiere –desde la perspectiva del papa Francisco–, la primacía de la ecología integral y del cuidado y la defensa de la ‘casa común’.

Articulación de narrativas y experiencias

De este modo, el terreno en el que nace la Red Latinoamericana de Tierras se nutre de narrativas que han dado voz a las articulaciones de agricultura familiar, como el Comité de Integración del Macizo Colombiano (CIMA); el Secretariado del Estado de Paraíba para la Agricultura Familiar y el Desarrollo del Semiárido, en Brasil; y la Acción Civil Campesina, en Venezuela.

Pero también la Red se alimenta de quienes se han empeñado en la justa distribución de la tierra y el empoderamiento del campesinado, como la Fundación Escolares, de Argentina; el Movimiento Sin Tierra, de Brasil; las Redes Chaco Pastoraméricas, en Argentina; la ONG Unidad y Participación, en Paraguay; la Vía Campesina –presente en buena parte de los países de América Latina–; y el Movimiento Campesino de Córdoba, también en Argentina.

Otras experiencias ampliamente significativas, que apuestan por el desarrollo integral y sustentable, y se encuentran en la base de esta nueva articulación latinoamericana, son las del Centro para la Integración de la Naturaleza y las Ciudades (CINC), de Panamá; el Centro de Investigación Convivial y Autónoma, de México; la Fundación para el Desarrollo Piscícola y Agrodindustrial (FUNDAPAIN), de Colombia; el Fondo Populorum Progressio (FEPP), de Ecuador; y el Instituto para el Desarrollo Rural de Suramérica (IPDRS), en Bolivia;

En el campo de la educación rural y la investigación con sentido social, algunas universidades que han orientado esfuerzos en la defensa de los más vulnerables en los territorios se han sumado a esta iniciativa de articulación, como es el caso de la Universidad Iberoamericana de Puebla, en México; la Universidad Internacional Antonio de Valdivieso, de Nicaragua; el grupo de investigación Conflicto, Región y Sociedades Rurales, de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia; y el Centro de Análisis y Resolución de Conflictos de la Pontificia Universidad Católica de Perú.

Finalmente, el aporte de las Iglesias en la transformación de las realidades, con sus experiencias de acompañamiento e incidencia junto al pueblo de los territorios en situación de pobreza y exclusión, se suma a este abanico de organizaciones que se integran a la Red Latinoamericana de Tierras. Entre ellas se encuentran la Comisión Pastoral de la Tierra, de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil; la Pastoral Indígena de la Misión Salesiana del Vicariato de Méndez, en Ecuador; la misión de Cáritas en la Diócesis de Santa Ana, en El Salvador; la Pastoral Indígena con el pueblo Mapuche, que lideran los jesuitas de Chile; la Federación Internacional de Movimientos de Adultos Rurales Católicos, de Paraguay; y la Radio Seybo de los dominicos en la República Dominicana, que denuncia los atropellos contra el campesinado, por parte de la Compañía Central Romana Corporation.

De este modo, más de una veintena de organizaciones e instituciones –23, para ser exactos–, no solamente han respondido positivamente a la propuesta de un primer encuentro continental para discutir las problemáticas y oportunidades que devienen de la cuestión de tierras, sino que también han trazado rutas propositivas regionales, hacia la configuración de una red latinoamericana.

Geopolítica de la esperanza

Los diálogos y las retroalimentaciones que suscitaron los espacios de trabajo colectivo –por grupos y por regiones– dieron paso a densos análisis sobre la coyuntura en la que se debate el tema de tierras y de territorialidades, para lo cual fueron ampliamente valorados los aportes de Raúl Zibechi, de Uruguay, especialista en movimientos sociales, y de Juan Luis Hernández, quien exhortó a avanzar hacia una geopolítica de la esperanza, aunque los campos estén minados de ‘trigo y cizaña’.

“Sentipensar la tierra, desde el pensamiento ambiental del Sur”, constituye un tránsito necesario para avanzar en esta dirección, como propuso la profesora Ana Patricia Noguera, de la Universidad Nacional de Colombia en Manizales, en una ponencia que rescató las irrupciones del arte en la construcción de otro mundo posible.

Al concluir el encuentro, el compromiso de generar, efectivamente, una plataforma que materialice la articulación de la Red Latinoamericana de Tierras, representa uno de los principales retos para “continuar avanzando juntos” en tres líneas de trabajo y acción, como recogió la Dra. Susana Nuín, del Programa Latinoamericano de Tierras, en el cierre del evento:

  • “Por una parte, la posibilidad de mantener este espacio abierto a todos, sin distingo de credo/religión, con la posibilidad de nutrirnos de los carismas, los movimientos, las instituciones, para ‘beber juntos del pozo de la fraternidad y unidad en la diversidad’. Por tanto, es claro que se trata de un espacio con espiritualidades múltiples”.
  • “Otra línea es la necesidad de reconocer la ‘feria de semillas’ prácticas consolidadas, que es el continente en el tema de tierras y territorialidad”.
  • “Finalmente, la formación es uno de los elementos que nos desafía, a modo de entretejido, de ‘trama’. Y tenemos el desafío de darle forma. La formación de formadores cobra gran relevancia, y en ella, la de las nuevas generaciones”.

Como “fermento en la masa”, el Primer Encuentro Continental del Programa Latinoamericano y Caribeño sobre Tierras, ha labrado el camino para que muchos más se sumen a esta ‘geopolítica de la esperanza’.

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