Multiplicar los panes

 
Aún si estamos en situación de estrechez económica, en estos tiempos de aislamiento social, podemos mirar a nuestro alrededor. Un testimonio de las focolarinas del Centro Mariápolis de Asunción.

El Centro Mariápolis “María Madre de la Humanidad” está situado en las afueras de Asunción, Paraguay, en medio de una zona arbolada, propicia para encontrar un ambiente familiar para los encuentros que allí se realizan. Como la gran mayoría de las estructuras de servicio tiene una economía que se sustenta en el día a día y no es que tengan una reserva que permita subsistir varios meses. Con la llegada del Covid 19 y el aislamiento social no se pueden realizar reuniones y se suspendieron todas las reservas por varios meses. La situación no es fácil. Hay que pagar los sueldos de las personas que colaboran en las distintas tareas que la casa requiere: cocina, limpieza, parque… La “Providencia” no se hace esperar y va llegando frente a cada necesidad que se presenta. Pero eso no impide a las 3 focolarinas que viven allí y sostienen el Centro Mariápolis mirar a su alrededor y convertirse en “Providencia” para los demás. Lo que sigue es el relato de Regina Ito que cuenta algunos hechos acaecidos en esta semana.

“Nosotras estamos trabajando de lunes a sábado, un tiempo providencial para tareas de archivos, registros y trabajos de mantenimiento que nos cuesta concluir durante el año. Al mismo tiempo no estamos encerradas en el Paraíso del Centro Mariápolis,  sino viviendo con cada uno el miedo, la inseguridad, el hambre. Cuatro de nuestros diez empleados organizan ollas populares y otros apoyan a sus vecinos con otras 5 ollas. Juntamos alimentos o dinero y para ayudarlos. Deseando amar concretamente, nos vimos involucradas en este servicio, de aliviar el hambre de tanta gente. Entre todos son más o menos 1000 personas. Eduardo, nuestro informático, que organiza una de las ollas, nos escribió: ‘Dios quiso que este día haya sido hermoso. Estoy agotado y muy contento. Sin la ayuda de ustedes esto no lo íbamos a lograr’.

Hoy fuimos a visitar y llevar comida suficiente para dos días para una olla comunitaria que una de nuestras empleadas, Andrea, está llevando adelante por esta semana para cerca de 120 a 130 personas. Me emocioné al ver las personas que venían a buscar el almuerzo con su tapper para 5, 7 personas… y la alegría de las tres señoras que con Andrea empiezan a cocinar, a leña, a partir de las siete de la mañana. Estamos viendo también de aportar con otro barrio dónde está otro de nuestros empleados. Una ínfima gota en el inmenso mar de necesidades que vive el Paraguay… una sensación de impotencia a las preguntas que constantemente se me hacen presente: ¿Qué podemos hacer? ¿Qué tenemos que hacer? En la figura de María Desolada al pié de la cruz encontré la respuesta. Ella simplemente sostuvo a Jesús crucificado y abandonado en sus brazos. Así, traté de abrazarlo en toda esa gente y con el alma me puse de rodillas. Volví al Centro Mariápolis con el corazón dilatado, como si hubiera abrazado a toda la humanidad. Ahora estamos organizándonos para conseguir más Providencia para otras ollas.
Después de algunas horas me escribió Mons. Adalberto (Mons Adalberto Martínez, presidente de la Conferencia Episcopal de Paraguay): ‘Me comentaron que estuvieron por Limpio¹. Gracias por esos gestos solidarios con los pobres’. Le respondi compartiendo con él lo que les estoy contando.
Su respuesta: ‘La verdad que las personas son solidarias y esos gestos de amor unidos van sumando. Gracias por el aporte del Movimiento y de ustedes para que los tres panes se multipliquen. La iniciativa fue de Andrea, en proponer esta acción solidaria en su barrio. La solidaridad llama a la solidaridad. Y la providencia llega. Gracias por acudir’.
Ayer Bibiana fue a acompañar a Eduardo para poder llevar la comida para una familia -12 personas que hacía un día y medio que no comían nada y la mamá no logró a llegar a buscar la comida porque se desmayó por el camino. Parecen historias de película pero esto estamos viviendo a diez minutos del Centro Mariapolis.

Este período será largo, pero pasará. Nos damos cuenta que tendremos que agregar a las capacitaciones que periódicamente hacemos con quienes trabajan en nuestra casa, tendremos también que capacitarlos para ser líderes sociales en sus barrios. Son ellos los que pueden transformar sus ambientes con pequeñas o grandes acciones. Nuestra tarea será la de sostenerlos y acompañarlos”.

1. Limpio: ciudad cercana al Centro Mariápolis

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