El momento esperado del día

 
A partir de el aislamiento social declarado en los países latinoamericanos, por iniciativa de una familia de Panamá surgió el Rosario Latinoamericano que cada día recibe más participantes.

Desde la ciudad de Panamá, cercanos a la realidad que el mundo vive en tiempos de suspensión planetaria, en medio de las cuarentenas, una familia del este de ese país pidió a los responsables de Familias Nuevas (del Mov. de los focolares), ayuda tecnológica para rezar virtualmente junto a sus vecinos. “Detrás de esta iniciativa, hemos acogido una inspiración del Espíritu Santo, una ocasión para estrecharnos en oración, no solo una comunidad, sino todos juntos, en una única familia”, cuentan Beto y Adri Lombardo, 20 años de casados y tres hijos. Responsables de Familias Nuevas de Mezoamérica (que abarca los países desde Panamá a México).

Nace así una red de oración en toda esa amplia zona a través del rezo del Rosario.

Ahora esta red de oración se ha extendido a otros países de América Latina, y no solo. Yendo más allá de fronteras, idiomas, horarios. Conectan desde su casa alrededor de 230 puntos a través de zoom, alcanzando las 800 personas. Hoy en día la organización contempla la participación de familias de Brasil, Cono Sur, y Mezoamérica.

El Rosario Latinoaméricano se ha convertido en el momento esperado del día para contribuir con oración y ofrecimiento cotidiano a ayudar a los demás. Para muchos de los que están confinados en sus casas, es un momento que da alegría y esperanza.

Una iniciativa que día a día se abre a parientes, adherentes, simpatizantes, amigos y colaboradores. Participan seminaristas, sacerdotes y obispos. “Esto nos hace experimentar una Iglesia Madre, que con su amor mariano, nos acompaña junto al Santo Padre en estos momentos. – sigue la familia organizadora – “Nunca pensamos que iba a tener tanta repercusión y abrazar a toda América Latina. De verdad se manifiesta el Espíritu Santo. Nos vamos comentando también noticias, añadimos canciones, intenciones. Un juego de unidad a la distancia”.

Es una experiencia de familia en la que se cruzan intenciones, también risas, saludos. Todos se quedan hasta el último minuto para aprovechar de este intercambio. Es un trabajo delicado y profundo que conlleva dedicación y esfuerzo en medio de la pandemia, nacido de cuatro familias que se pusieron de acuerdo de multiplicar el espíritu de unidad.

Santiago Mampel (Montevideo) 

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