Una luz en la barriada
https://vimeo.com/171597196 Copyright 2016 © CSC Audiovisivi – All rights reserved
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“Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia” (cf. 2 Cor 5,14), es la frase de la Sagrada Escritura elegida como título de la edición 2017 de la tradicional “Semana”, convocada por los más importantes organismos que se ocupan de ecumenismo, entre los cuales están el Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos. Una elección extremadamente acertada, especialmente ahora, después de la celebración, en el pasado mes de octubre, de los 500 años de la Reforma, ocasión en la que se unieron en oración, en la catedral de Lund (Suecia), alrededor del mismo altar, exponentes de la Federación Luterana Mundial y el papa Francisco. Junto a estos gestos ecuménicos, de tan alto significado, crece un ecumenismo de pueblo, por así decirlo. Son iniciativas de fieles de confesiones distintas que desean conocerse y reconocerse cada vez más hermanos en Cristo. A menudo se trata de pequeños gestos que, gracias al acción del Espíritu, ya se han difundido en los más variados rincones del planeta. Y que evidencian cuánto el camino hacia la plena unidad de los cristianos ya es una realidad imparable. Citamos algunos de América latina. «Muchos de nosotros, del Movimiento de los Focolares de Perú, habíamos establecido relaciones con fieles de varias Iglesias. Ahora que en la diócesis de Arequipa ha nacido un grupo ecuménico, colaboramos con ellos para la organización de la “Semana”. Ella prevé cada día una iniciativa en una de las distintas Iglesias y una de ellas será también en la sede de nuestro movimiento. También en Lima, dadas las numerosas personas de varias Iglesias que frecuentan periódicamente el focolar, se eligió nuestra sede para la actividad conclusiva de la “Semana” con la presencia de obispos católicos, pastores luteranos, anglicanos, evangélicos y pentecostales. Además, cada mes también nosotros participamos en el desayuno ecuménico en la sede del YMCA, mientras que un joven evangélico de una ciudad del norte del país, está participando, con el permiso de su obispo en un curso de formación de seis meses en la ciudadela internacional de Loppiano, en Italia». «Con miembros de las Iglesias anglicana, metodista, presbiteriana, adventista –comunican las comunidades focolarinas de Brasil– mantenemos relaciones realmente significativas. A veces nos reunimos para dialogar acerca de temas específicos, tal como se dio en un congreso que se llevó a cabo el pasado mes de agosto en la “Ciudadela Ginetta” (Vargem Grande – San Pablo), donde se trató el tema de la Paz». «Fruto de la relación con metodistas y valdenses de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina), armamos juntos un pesebre ecuménico en la plaza, hecho por niños. Más de 150 personas pudieron verlo. Luego hubo un momento de oración con unas velas prendidas como signo de que cada uno era portador de la luz de la Navidad en el propio ambiente». «Nuestra participación en las distintas celebraciones de la “Semana” – escriben de Venezuela – son ocasiones para intensificar las relaciones que ya existen desde hace años y para establecer nuevos contactos. Relaciones que, al concluir las celebraciones, no se interrumpen, ¡por el contrario! A lo largo del año, este conocimiento recíproco nos lleva a menudo a realizar juntos acciones concretas de solidaridad». Finalmente, desde Lima (Perú): «Después de las trágicas inundaciones en la periferia, algunos jóvenes de los Focolares fuimos, con personas de la Iglesia metodista, a quitar el barro que había cubierto las casitas de muchas familias humildes. Un trabajo duro, pero todos estábamos felices de poder amar concretamente a esas familias, reconociéndonos hermanos con ellos y entre nosotros». Por Anna Friso
Más de 40 seminaristas, acompañados por algunos sacerdotes, procedentes de 17 países de los 5 continentes, se pusieron en marcha para pasar en Loppiano las vacaciones de fin de año. «Elegimos la ciudadela internacional de los Focolares para hacer una experiencia de Dios – escriben –, en la comunión y en el intento de ahondar en esa elección evangélica radical que arde en nuestros corazones». Y es precisamente el Evangelio lo que quieren poner como base de su estadía en Loppiano, empezando por la Regla de oro, esa enseñanza que está presente también en otros textos sagrados de grandes religiones: “Todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos” (Mt 7,12). El grupo es acogido en Vinea Mea, la estructura sede de la Escuela residencial para sacerdotes llegados de varias partes del mundo para formarse a la Espiritualidad de la unidad, típica de los Focolares, haciendo una experiencia de Iglesia, tal como la define S. Juan Pablo II: «Casa y escuela de comunión» (Novo Millennio Ineunte, 43). Algunos sacerdotes de la Escuela y otros expertos de la Ciudadela acompañan a estos futuros sacerdotes en esta experiencia. El método con el que exponen sus temas, algunos incluso de un profundo contenido teológico, es experiencial y dinámico, y comprende también la puesta en común de las propias vivencias, acompañando así a los jóvenes para que a su vez hagan una actualización del mensaje de Jesús.
Uno de ellos escribe: «Quedé profundamente impactado por uno de los puntos fundamentales de la espiritualidad de Chiara Lubich, presentado en el tema “Jesús abandonado, ventana de Dios – ventana de la humanidad”. Entendí que su mirada de amor abre el camino de la humanidad hacia Dios, pero abre también el sendero de Dios hacia el hombre de forma siempre nueva». Y otro: «Comprendí que ese Jesús que se hizo hombre por amor y que expresa el culmen de su amor en el abandono en cruz, no es sólo un hermoso concepto teológico, sino que tiene que llegar a ser vida en mí, amor y servicio para quienes están cerca de mí». Además el contacto con los demás ‘ciudadanos’ de Loppiano les dio la oportunidad de ampliar la comprensión de cómo construir la unidad a pesar de las numerosas diferencias. Concluyendo, algunas impresiones: «En estos días descubrí que también en las relaciones interpersonales la clave es lograr hacerse nada frente al otro, como Jesús abandonado, quemando en Él las dificultades que la vida de unidad conlleva». «Como Jesús, yo también tengo que vaciarme de mi “yo”, y estar dispuesto a “dar la vida” por los hermanos, en cada momento de la jornada». «Lo que más me impactó es la alegría con la que los habitantes de la ciudadela afrontan trabajos y tareas, transmitiendo Dios a los demás». Por el Centro Gens
[…] Cuando Dios creó el género humano, modeló una familia; cuando el Verbo de Dios vino a la Tierra, quiso nacer en una familia; cuando Jesús inició su vida pública, estaba festejando una nueva familia. Dios amó tanto a la familia, la consideró una realidad tan importante, que imprimió en ella su propia huella: de hecho, ella refleja la misma vida de Dios, la vida de la Santísima Trinidad […]. Pero, Dios, ¿cómo concibió a la familia? Dios, que es Amor, la ideó como un entramado, un engranaje de amor: amor nupcial entre los esposos, amor materno, paterno hacia los hijos, filial hacia los padres. Amor de los abuelos por los nietos, de los nietos por los abuelos, por los tíos y viceversa. La familia es pues un tesoro, una joya, un misterio de amor. Fue así como Dios la pensó, la creó. Y su Hijo, redimiendo al mundo, sublimó todo este amor natural, del que están impregnados todos los miembros de la familia, con el amor divino que Él trajo a la Tierra, con el fuego que quiere que arda por todas partes. Por eso, la familia ha llegado a ser, además de la célula básica de la Humanidad creada por Dios, la célula básica de la Iglesia fundada por su Hijo. Gracias al amor sobrenatural que le otorga el Bautismo y los otros sacramentos, especialmente el matrimonio, los componentes de la familia están llamados en efecto, personalmente y juntos, a la sublime y vertiginosa tarea de edificarla como pequeña iglesia, como “ecclesiola” […]. [Jesús] quiere que el esposo vea y ame en la esposa no sólo a aquella con la que comparte su vida, sino que en ella lo ame a Él, a Cristo mismo. En efecto, considera hecho a sí mismo lo que le hace a ella y viceversa. A Jesús en la esposa y a Jesús en el marido hay que amarlos con la medida que Jesús pide y que expresó con estas palabras: “Ámense como yo les he amado” (Jn. 13, 34). Es decir, ámense hasta estar dispuestos a dar la vida el uno por el otro. Si durante todo el día, los padres tienen presente esto, ya sea cuando rezan o trabajan o se reúnen para comer, cuando descansan o estudian, o ríen o juegan con sus hijos… todos los momentos serán oportunos para dar testimonio de Dios. Leer más: La Familia y la oración De la intervención de Chiara Lubich en el Congreso “Familia-sociedad: raíces en lo Absoluto para el hoy del hombre”- Castel Gandolfo, 8 de Abril de 1989.
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Piotr, ¿qué te condujo a decidir inscribirte en Sophia? Muchos factores me condujeron a Sophia. En los años del liceo tuve la fortuna de encontrar a un filósofo turinés que se llamaba Costanzo Preve, quien me llevó a acercarme a los estudios de filosofía a partir de la curiosidad que sentía por la política. Su enfoque filosófico hegelo-marxista me abrió un horizonte sobre la globalidad social que hizo que fuera más difícil mi elección profesional; estaba indeciso entre economía, política y filosofía. Terminando el liceo un profesor me habló de Sophia, a pesar de que ofrecía sólo curso de post grado. Al final, para tener “un cartón” que me ofreciera más opciones, opté por un diploma de tres años en Economía, en Génova. Una elección que no te dejó La insatisfacción ante el enfoque “mainstream” (basado en la cultura de masa) de muchos cursos me llevó a formar parte de la red internacional de Rethinking Economics para promover el pluralismo económico, metodológico e interdisciplinario en la enseñanza universitaria de la Economía y a fundar una sede local. Contemporáneamente proseguí en forma autónoma mis estudios de música y de filosofía. Además ingresé en el mundo del periodismo: formo parte de la redacción del Periódico Termómetro Político y desde hace algunos meses dirijo la revista de debate eclesial Nipoti di Maritain (Sobrinos de Maritain). Ahora bien, enfocándome en el punto, en estos años leí algunos artículos del rector Piero Coda y le pedí si podía visitar Sophia. Vine dos veces, antes de inscribirme. Cada vez, la confirmación de mi vocación “sophiana” quedaba más reforzada. ¿Qué itinerario decidiste seguir y cómo te ha ido en los primeros meses de estudio? Elegí el itinerario de ontología trinitaria, también por la posibilidad de aprovechar el convenio con la Universidad de Perugia para la doble titulación, y obtener así, además del título pontificio, una maestría italiana en Filosofía con enfoque didáctico, que eventualmente me puede abrir la posibilidad de dar clases en el liceo. En estos primeros meses casi todos hemos frecuentado los mismos cursos, de filosofía, teología, política y economía, lo que nos permite partir de una base común. Esta interdisciplinariedad, en mi caso, no fue una sorpresa, sino una elección consciente y deliberada. Desde el punto de vista académico, el nivel de Sophia es muy bueno y me ha permitido profundizar temas de interés personal durante los cursos. Desde finales de agosto vivo en la residencia, exactamente los pisos más arriba de las aulas universitarias, junto a nueve chicos de todos los continentes, de Argentina, China, Alemania, Tanzania, e incluso Líbano. Una convivencia óptima, bien organizada también por lo que respecta a las tareas domésticas; desde el primer momento nos hemos sentido realmente hermanos, en las pequeñas necesidades cotidianas. ¿Y tus proyectos? ¿Qué entrevés? Es difícil decirlo, porque por el momento no hago otra cosa que abrirme a nuevos caminos; el objetivo a mediano plazo es terminar y obtener el título, pero para la tesis tengo muchas ideas diferentes y, como sucede a menudo, probablemente ninguna será la definitiva. Después podría pensar en el doctorado, pero se verá. De todas formas quisiera mantener mi actividad periodística y, desde el punto de vista laboral, no me disgustaría dar clases o encontrar un trabajo en el mundo editorial. Pero no quisiera poner obstáculos al Espíritu que podría empujarme también hacia otra parte. Fuente: IUS online