Movimiento de los Focolares
Jubileo de los jóvenes: itinerarios de camino, esperanza, reconciliación

Jubileo de los jóvenes: itinerarios de camino, esperanza, reconciliación

Con motivo del Jubileo de los Jóvenes, del 29 de julio al 1 de agosto de 2025, los jóvenes del Movimiento de los Focolares ofrecen una propuesta a sus compañeros peregrinos que llegarán a Roma: ¡cuatro días de espiritualidad, intercambio, testimonios, oraciones, catequesis, alegría y caminar juntos!

Una oportunidad única para emprender un camino por lugares llenos de historia y espiritualidad, con muchas personas que se encontrarán en el camino, para crecer en la fe y la esperanza.

Cada día se propone una palabra clave, una etapa con un momento de reflexión y oración, una profundización espiritual vinculada al carisma de la unidad con testimonios y cantos, para vivir el Jubileo de los Jóvenes como un viaje basado en cuatro ideas clave: peregrinación (un camino), puerta santa (una apertura), esperanza (mirar hacia adelante) y reconciliación (hacer la paz). Para quienes lo deseen, habrá catequesis en el punto de encuentro Focolare meeting point a cargo de Tommaso Bertolasi (filósofo), Anna Maria Rossi (lingüista) y Luigino Bruni (economista).

La Peregrinación a las siete Iglesias

Esta oferta propone una ruta que sigue un itinerario histórico que ha acompañado a los peregrinos desde el siglo XVI: la Peregrinación a las Siete Iglesias, ideada por San Felipe Neri. Un viaje de fe y comunión fraterna, compuesto de oración, cantos y reflexiones sobre la vida cristiana.

Las etapas de esta peregrinación recorren siete lugares símbolo de Roma: la Basílica de San Sebastián, la Basílica de San Pablo Extramuros, la Basílica de Santa María la Mayor, la Basílica de San Pedro, la Basílica de San Lorenzo, la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén y la Basílica de San Juan de Letrán. 20 km de recorrido total, una experiencia vivida durante siglos por miles de jóvenes y adultos. Además, se prevé participar en los grandes eventos del Jubileo de los Jóvenes: el momento de reconciliación en el Circo Máximo, los encuentros con el Papa León XIV durante la vigilia y la misa final en la explanada de Torvergata, sede de la vigilia y la misa de los Jóvenes en el Jubileo del año 2000. Quienes puedan quedarse unos días más, el 4 de agosto podrán visitar el Centro Internacional de los Focolares en Rocca di Papa (Roma).

Hay muchos eventos para vivir el Jubileo, descubrir Roma y vivir juntos un momento de fe y espiritualidad. Durante el itinerario, los jóvenes recibirán una Credencial del Peregrino: en cada iglesia visitada, podrán describir, con una sola palabra, lo que experimentaron o lo que les impactó. Al final, tendrán un recuerdo único de esta experiencia.

¿Listos para partir? ¡Buen viaje!

Para más información: : sgmu@focolare.org – +39 338 159 3455.

Lorenzo Russo

Descarga el libro de meditaciones “Etapas de espiritualidad”

Descarga el programa del Peregrinaje

El Padre Foresi: los años de su trabajo en la encarnación del carisma

El Padre Foresi: los años de su trabajo en la encarnación del carisma

Tras la publicación de la primera parte de la biografía del Padre Foresi dedicada al período inicial de su vida, salió también la segunda parte, que lleva como título: “La regola e l’eccesso” (La regla y el exceso) de la Editorial Città Nuova, de las tres previstas, que afronta los años que van de 1954 a 1962. ¿Qué surge, para Usted, en este volumen como nota característica de ese período de la vida de Foresi?

Una nota que caracteriza profundamente la vida y la experiencia de Pasquale Foresi en los años indicados se puede expresar de la siguiente manera: era un espíritu libre, de una persona animada por una tensión creativa entre carisma y cultura, movida por la exigencia de traducir espiritual y operativamente la inspiración de Chiara Lubich (el carisma de la unidad) y la necesidad, de alguna manera, de darle espesor teológico, filosófica e institucional, en un contexto eclesial ampliamente preconciliar. El libro lo describe muy bien, como una persona comprometida, junto a Chiara Lubich, en “encarnar” el carisma en formas comprensibles para la Iglesia del tiempo y para el mundo cultural y laico en general. En ese sentido se puede llegar a definirlo, más allá de un cofundador, también como un intérprete eclesial del carisma; como la persona que trataba de hacerlo “explicable” en los códigos de la Iglesia y que quiso ser constructor de puentes entre la dimensión mística de Chiara Lubich y la teología clásica, haciéndola accesible a muchos sin aguarla.

Al mismo tiempo Foresi era un intelectual atípico y un pensador original. A pesar de no haber dejado grandes obras sistemáticas (tampoco se lo había propuesto como tarea específica), ejerció un fuerte impacto en la Obra de María (Movimiento de los Focolares), justamente en el lapso de tiempo descrito en este volumen. Este segundo libro documenta una existencia dinámica, atravesada por un sentimiento de urgencia, como si las palabras del Evangelio relacionadas con el desarrollo del Movimiento de los Focolares tuvieran que encarnarse “enseguida”, sin postergaciones.

“Don Foresi, un espíritu libre, una persona animada por una tensión creativa entre carisma y cultura”.

Nuestro entrevistado, el profesor Marco Luppi, investigador de Historia Contemporánea en el Instituto Universitario Sophia de Loppiano (Italia).

Las más de 600 páginas del texto afrontan no sólo los episodios que se refieren a la vida de Foresi en el período en examen, sino que también trazan la vida y la historia de Chiara Lubich y del Movimiento de los Focolares de esos años, detallando también situaciones y acontecimientos en los cuales él no estuvo presente, como el mismo autor afirma. ¿Por qué piensa Usted que se hizo esa opción editorial?

Zanzucchi incluye eventos y episodios de vida incluso que Foresi no vivió directamente porque su figura no puede separarse de la historia del Movimiento de los Focolares. Contar el contexto, los protagonistas y las dinámicas colectivas permite captar el significado del aporte de Foresi, insertándolo en la trama viva de una experiencia comunitaria. Como afirma claramente en su introducción, Zanzucchi ve en Foresi no sólo un protagonista, sino también un cofundador, o sea uno de los elementos estructurales y constitutivos del Movimiento de los Focolares. Por consiguiente la biografía de Foresi es inseparable de la biografía de la biografía del Movimiento. En otros términos, el autor adopta una perspectiva que podríamos definir “biografía inmersa”: no una simple reconstrucción individual, sino una narración relacional y contextual, en donde el sentido de la figura de Foresi surge del diálogo vivo con otros actores (Chiara Lubich, Igino Giordani, personalidades del ámbito eclesial, etc.) y con la historia colectiva del Movimiento.

El trabajo de Michele Zanzucchi es la primera biografía sobre Foresi. ¿Cuáles cree Usted que son los aspectos de la vida de Foresi que merecerían ulteriores profundizaciones e investigaciones históricas?

A Zanzucchi le gusta decir, a menudo, que él no es un historiador puro, sino más bien un narrador y divulgador atento y escrupuloso y que por lo tanto en varios momentos se tomó esa licencia, con la finalidad de aclarar algún pasaje no demasiado explícito. Pero, sin duda, ése es un trabajo muy importante y un primer esfuerzo por devolvernos la personalidad y la vivencia de Foresi con una mirada completa. Es una mirada, y muchas otras podrá haber, a través de ese mismo espíritu crítico, abierto a múltiples interpretaciones, que debe animar la reconstrucción de la historia de todo el Movimiento de los Focolares y de sus figuras de referencia. Entre las muchas profundizaciones que tienen que ver con posibles futuras investigaciones sobre Foresi, indicaría tres. Una primera sobre el pensamiento teológico y filosófico de Foresi. Zanzucchi destaca que Foresi no fue un teólogo académico, sino más bien un “visionario cultural”, con una producción desperdigada en artículos, discursos y apuntes. Por ello se nota la falta de una exposición orgánica de su pensamiento sobre temas clave como Iglesia, sacramentos, relación fe-razón, etc. Además habría que estudiar la originalidad de su pensamiento eclesiológico, que anticipa algunas intuiciones conciliares. Una segunda investigación podría ser la del rol “político” de Foresi y las relaciones con el mundo eclesiástico romano. El autor menciona repetidamente los vínculos de Foresi con la curia vaticana y con algunas personalidades eclesiásticas. Sin embargo, no queda del todo claro el peso que tuvo Foresi en las mediaciones políticas o eclesiales de la segunda posguerra y por lo tanto sería útil explorarlo, especialmente en los momentos de tensión con la jerarquía. Finalmente, un tercero y estimulante frente podría ser la iniciativa editoral y el “laboratorio cultural” de Città Nuova (Ciudad Nueva). Zanzucchi destaca el rol de Foresi como fundador, director e inspirador de la revista “Città Nuova”. ¿Qué tipo de “cultura” trataba de proponer Foresi? ¿Cómo se posicionaba respecto de otras revistas católicas (Civiltà Cattolica, L’Osservatore Romano, Il Regno)? Tarde o temprano será necesaria una monografía también sobre lo que hizo Foresi como editor y periodista, en el contexto de la prensa católica del siglo XX.

a cargo di Anna Lisa Innocenti
Foto: © Archivio CSC audiovisivi

Buscar la paz: un camino en manos de cada uno

Buscar la paz: un camino en manos de cada uno

“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. (Mt 5,9)

¿Sabes quiénes son los constructores de paz de los que habla Jesús?

No son los que llamamos pacíficos, que prefieren la tranquilidad, que no soportan las disputas y se manifiestan por naturaleza sus conciliadores pero a menudo revelan un recóndito deseo de no ser disturbados, de no querer tener problemas.

Los constructores de paz no son tampoco esas buenas personas que, fiándose de Dios, no reaccionan cuando son provocadas u ofendidas. Los constructores de paz son los que aman tanto la paz que no temen intervenir en los conflictos para procurársela a los que están en discordia. […]

Puede ser constructor de paz el que la posee en sí mismo.

Es necesario ser constructor de paz antes que nada en el propio comportamiento de cada instante, viviendo de acuerdo con Dios y haciendo su voluntad.

Los constructores de paz se esfuerzan además en crear vínculos, en establecer relaciones entre las personas, aplacando tensiones, desmontando el estado de guerra fría que encuentran en muchos ambientes, en la familia, en el trabajo, en la escuela, en el deporte, entre las naciones, etc. […]

La televisión, la prensa, la radio te dicen cada día que el mundo es un inmenso hospital y las naciones están a menudo tan grandemente enfermas que tendrían extrema necesidad de constructores de paz, para sanar relaciones con frecuencia tensas e insostenibles que representan amenazas de guerra, cuando esta no se ha desatado ya. […]

La paz es un aspecto característico de las relaciones típicamente cristianas que el creyente trata de instaurar con las personas con las que está en contacto o que encuentra ocasionalmente: son relaciones de amor sincero sin falsedad ni engaño, sin ninguna forma de implícita violencia, de rivalidad, de competencia o de egocentrismo.

Trabajar y entablar semejantes relaciones en el mundo es un hecho revolucionario. Las relaciones que, de hecho, normalmente existen en la sociedad, son de un estilo muy diferente y, lamentablemente, permanecen a menudo inmutables.

Jesús sabía que la convivencia humana era así y por eso pidió a sus discípulos dar siempre el primer paso sin esperar la iniciativa o la respuesta del otro, sin pretender la reciprocidad: “Yo les digo: amen a sus enemigos… Si saludan a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario?”. […]

Jesús vino a traer la paz. Todo su mensaje y comportamiento están orientados en este sentido.

Pero precisamente esta relación nueva, establecida con las personas, desenmascara a menudo relaciones sociales falsas, revela la violencia escondida en las relaciones entre las personas.

Al ser humano no le gusta que se descubra esta verdad y existe el riesgo, en casos extremos, que responda con odio y violencia contra el que osa disturbar la convivencia y las estructuras existentes.

A Jesús, portador de la paz, lo mató la violencia del hombre. […] “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

¿Cómo vivirás entonces esta Palabra?

Ante todo difundiendo el amor en el mundo. […] Después intervendrás con prudencia cuando la paz a tu alrededor esté amenazada. Con frecuencia basta escuchar con amor, hasta el fondo, a los adversarios y se encuentra una solución pacífica.

. Y para rebajar tensiones, que pueden nacer entre las personas, un medio que no hay que despreciar es el humor. Dice un texto rabínico: “El reino futuro pertenece a aquellos que bromean con gusto porque son constructores de paz entre las personas que pelean”.

Además no estarás en paz hasta que las relaciones rotas, a menudo por una insignificancia, no se restablezcan.

Tal vez puedas ser constructor de paz haciendo nacer, en cualquier entidad o asociación de la que formas parte, iniciativas específicas, dirigidas a desarrollar una mayor conciencia de la necesidad de la paz. […]

Lo importante es que tú no te detengas viendo pasar los pocos días que tienes a disposición sin hacer algo por tus prójimos, sin prepararte convenientemente a la vida que te espera.

Chiara Lubich

(de Parole di Vita, Opere di Chiara Lubich, Citta Nuova Editrice, Roma 2017, pp. 196-197)

El papa Francisco: la Iglesia es el Evangelio

El papa Francisco: la Iglesia es el Evangelio

Un Papa que soñó y que nos hizo soñar… ¿soñar qué? Él mismo lo dijo una vez: que «la Iglesia es el Evangelio». No en el sentido de que el Evangelio sea propiedad exclusiva de la Iglesia; sino en el sentido de que Jesús de Nazaret, aquél que fue crucificado fuera del campamento como si fuera un maldito, en cambio Dios Abba lo resucitó de entre los muertos. Y como Hijo primogénito entre muchos hermanos y hermanas, continúa –aquí y ahora– a través de aquellos que se reconocen en su nombre, llevando la buena noticia del Reino de Dios, que ha llegado y está llegando… para todos; empezando por los «últimos», a los que el Evangelio alcanza y, por ello, son a los ojos de Dios: los «primeros». En verdad y no por un modo de decir. Este es el Evangelio que la Iglesia anuncia y contribuye a hacer la historia, en la medida en que se deja transformar por el Evangelio. Como sucedió, desde el principio, con Pedro y Juan cuando, subiendo al templo, se encontraron en la puerta llamada «Hermosa» con el hombre lisiado de nacimiento. Juntos fijaron su mirada en él, que a su vez los miró a los ojos. Y Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, ¡levántate y anda!».

El Evangelio de Jesús y la misión de la Iglesia. Entregarse para levantarse y caminar. Así nos piensa el Padre, así nos quiere y nos acompaña. Jorge Maria Bergoglio ¬con toda la fuerza y la fragilidad de su humanidad, que nos hizo sentirlo hermano– entregó por esto su vida y su servicio como Obispo de Roma. Desde aquella primera aparición en la logia central de San Pedro, cuando se inclinó pidiendo que el Pueblo de Dios invocara una bendición para él, hasta la última, el Domingo de Pascua, cuando con voz débil impartió la bendición de Cristo resucitado, descendiendo luego a la plaza para cruzar su mirada con la de la gente. Su sueño era el de una Iglesia “pobre y de los pobres”. En el espíritu del Vaticano II, que llamó a la Iglesia a volver a su único modelo, Jesús: que “se despojó de sí mismo, haciéndose siervo”.

El nombre que eligió: Francisco, ya dice el alma de lo que quiso hacer, y ante todo ser: un testigo del Evangelio «sine glossa», es decir, sin excusas ni acomodaciones. Porque el Evangelio no es un adorno, ni un parche, ni un analgésico: es anuncio de la verdad y la vida, de alegría, de justicia, de paz y de fraternidad. He aquí el programa de reforma de la Iglesia en Evangelii gaudium, y he aquí los manifiestos de un nuevo humanismo planetario en Laudato sí y Fratelli tutti. He aquí el Jubileo de la misericordia y he aquí el Jubileo de la esperanza. He aquí el documento sobre la fraternidad universal firmado en Abu Dhabi con el gran Imán de Al Ahzar, y he aquí las innumerables ocasiones de encuentro vividas con miembros de diferentes credos y convicciones. He aquí la incansable labor en defensa de los descartados, de los emigrantes, de las víctimas de abusos. He aquí el rechazo categórico de la guerra.

Francisco tenía muy claro que no basta hacer que el Evangelio vuelva a hablar con toda su carga subversiva, en el complejo e incluso contradictorio areópago de nuestro tiempo. Hace falta algo más: porque no solo nos encontramos en una época de cambios, sino que estamos en medio de un cambio de época. Hay que observar con una mirada nueva. Aquella con la que Jesús nos miró y nos mira, desde el Padre. La mirada que, con acentos tiernos y sentidos, describe en su testamento espiritual y teológico, la encíclica Dilexit nos. Es la mirada –sencilla y radical– de amar al prójimo como a sí mismo y de amarse los unos a los otros en una reciprocidad libre, gratuita, hospitalaria, abierta a todos, todos, todos. El proceso sinodal en el que la Iglesia católica ha sido convocada –y, por su parte, todas las demás Iglesias–, muestra el camino a recorrer en este nuestro tercer milenio: más allá de una figura de Iglesia clerical, jerárquica, al masculino… Un camino nuevo porque antiguo como el Evangelio. Un camino nada fácil, costoso y lleno de obstáculos. Pero una gran profecía, confiada a nuestra creativa y tenaz responsabilidad.

¡Gracias Francisco! Tu cuerpo descansará ahora junto a Ella que, como madre, te acompañó paso a paso, en tu santo viaje. Tú, con Ella, desde el seno de Dios, acompáñanos ahora a todos nosotros, en el camino que nos espera.

Piero Coda

Foto: © CSC Audiovisivi

El camino que une

El camino que une

Una Pascua de esperanza, pero sobre todo para vivirla juntos. A los 1700 años del Concilio de Nicea, en este 2025, las varias Iglesias cristianas celebran la Pascua el mismo día, el domingo 20 de abril.

Una coincidencia maravillosa que representa una invitación a todos los cristianos para que demos un paso decisivo hacia la unidad; es un llamado a reconocer que podemos estar unidos en la pluralidad.

En una época marcada por continuas divisiones en todos los frentes, pero más aún en esta ocasión en la que nos acercamos al misterio de la Resurrección, compartimos algunas palabras que Chiara pronunció en Palermo (Italia) en 1998 acerca de “Una espiritualidad para el diálogo”, y específicamente, una “espiritualidad ecuménica”.

Es una invitación directa a responder al llamado del amor recíproco, pero no cada uno individualmente sino de una manera colectiva. Es la posibilidad de mirar a ese Jesús Abandonado en la cruz como una luz que –aun en el extremo sacrificio– no sólo nos guía sino que también se vuelve el camino por el cual ir moviendo nuestros pasos.

Activar los subtítulos y escoger el idioma deseado.

Foto: © Carlos Mana – CSC audiovisivi

Chiara Lubich: “El prójimo es otro tú”

Chiara Lubich: “El prójimo es otro tú”

¿Con qué ojos miramos el mundo y a nuestros compañeros de viaje en la aventura de la vida? Es una pregunta de vital importancia, en una época como la nuestra, marcada por la polarización y los desacuerdos, por la soledad y las distancias entre los que tienen y los que no tienen. Por no hablar de la presencia cada vez más invasora de la inteligencia artificial. Sin embargo, crece al mismo tiempo la sed de armonía y de verdad.

Chiara Lubich decía que todo depende de los “ojos” con los que miremos a las personas. Si miro con el ojo del corazón, que es el ojo del Amor, no nos detendremos en las apariencias, sino que captaremos la realidad más profunda que se esconde en cada ser humano. Y de la mirada del corazón procede la acción, la calidad de la relación, el hacerse prójimos, cercanos al otro (1).

En 1961 Chiara escribe:

Mira el video

  1. Cfr. Vicinanza, lo stile di Dio nella vita e nel pensiero di Chiara Lubich, A cura di Povilus J. e Ciccarelli L., Città Nuova Editrice, Roma, p. 5.
  2. Ibid. pp. 99-100.