Imágenes dramáticas de los incendios que devastaron una enorme zona, destruyendo todo, desde animales hasta vegetación, han circulado alrededor del mundo durante varios días. Miles de edificios están ahora en cenizas y 25 personas están muertas. Muchas familias lo han perdido todo y todavía hay 26 desaparecidos. Es desgarrador ver todavía hoy estas imágenes de sufrimiento. Y la emergencia aún no ha terminado. Nos comunicamos con la comunidad de los Focolares de la zona para conocer cómo están viviendo esta situación.
“Los incendios en diferentes puntos de nuestro territorio nos generan gran inquietud ya que no se logra extinguir totalmente los focos de incendio debido a los fuertes vientos, escribe Carlos Santos, del focolar de Los Ángeles. Se espera que duren varios días más. Muchos han sido desplazados y muchos lo han perdido todo. Pero también vemos una gran respuesta de muchas personas que han traído comida, ropa, dinero y otras donaciones para los afectados por los incendios. La respuesta caritativa fue tan grande que en la televisión pidieron a la gente no donar más en algunas zonas porque ya no había espacio para lo que había llegado. Sí, la Providencia ha llegado en abundancia y en exceso.
El fuego no alcanzó las casas de ninguna persona de la comunidad local de los Focolares. Pero algunos tuvieron que mudarse porque vivían en zonas donde había riesgo de incendios.
El focolar femenino – continúa Carlos – acogió a una familia durante tres días, hasta que las autoridades dijeron que era seguro regresar a su casa. Nuestro focolar masculino también se ha puesto a disposición para acoger a personas en caso de que lo necesiten. Esto ha dado más tranquilidad a la comunidad porque varias áreas del condado de Los Ángeles podrían tener mandatos de evacuación en caso de que el viento cambie de dirección y mueva el incendio allí. Algunos focolarinos y focolarinas, a través de su trabajo, han tocado con mano el sufrimiento de muchas personas y familias que lo han perdido todo. Queremos acompañar a estas personas, darles consuelo y ayudarles a encontrar una solución estable”, concluye Carlos, agradeciendo los numerosos mensajes de cercanía y oraciones por este gran sufrimiento.
En este link del sitio web de Focolare Media, el órgano de comunicación de los Focolares en América del Norte, se puede leer el artículo sobre el “milagro del tabernáculo” en la iglesia de Corpus Christi en la comunidad de Pacific Palisades en California.
[…] Estar convencidos de que, para que la civilización del amor sea una realidad, hay que hacer estallar en el mundo una corriente de amor que lo invada; sin ella todo queda a nivel de un sueño, y está destinada a morir. […] El amor. Enseñar a amar. Pero sabe amar realmente quien se sabe sinceramente amado. Esta es una constatación humana, pero no es menos válida en el ámbito sobrenatural. Saber que somos amados. ¿Por quién? Por Aquel que es el Amor. Tenemos que abrir los ojos al mayor número posible de nuestros hermanos para que vean, descubran la fortuna que poseen, a menudo sin saberlo. No están solos en esta tierra. Existe el Amor; tienen un Padre que no abandona a los hijos a su destino, sino que quiere acompañarlos, custodiarlos, ayudarlos. Es un Padre que no carga pesos insoportables sobre los hombros de los demás, sino que es el primero en llevarlos; en nuestro caso: que no deja la renovación de la sociedad solo a la iniciativa de los hombres, sino que es el primero en ocuparse de ella. Es necesario que los hombres lo sepan y recurran a Él conscientes de que nada le es imposible. Creer, pues, que somos amados por Dios para poder lanzarnos con mayor fe a la aventura del amor y trabajar junto a Él por una Nueva Humanidad. Después, poner al hombre en el centro de nuestros intereses y compartir con él desgracias y éxitos, bienes espirituales y materiales. Y, para amar bien, no ver en las dificultades y distorsiones y sufrimientos del mundo solo males sociales que hay que remediar, sino descubrir en ellos el rostro de Cristo, que no desdeña esconderse bajo cada miseria humana. Él es el resorte que desencadena las mejores energías de nuestro ser ─especialmente de los cristianos─ en favor del hombre. Y puesto que el amor del que hablamos ciertamente no es solo filantropía, ni solo amistad, ni pura solidaridad humana, sino sobre todo un don que viene de lo Alto, ponerse en la mejor disposición para adquirirlo, alimentarse y vivir de la Palabra de Dios. […] Y que cada uno en su pequeño o gran mundo cotidiano, en la familia, en la oficina, en la fábrica, en el sindicato, en lo vivo de los problemas locales y generales, en las instituciones públicas de la ciudad o de más grandes dimensiones, hasta la ONU, sea verdaderamente constructor de paz, testigo del amor, factor de unidad.
“Ustedes aspiran, ustedes trabajan por un mundo unido” (un mundo de paz y fraternidad).
¿Y qué hacen? Actividades, que pueden parecer pequeñas y desproporcionadas – aunque significativas en su intención– frente al objetivo que se propusieron. Tal vez […] alguno de ustedes llegue a trabajar directamente en los distintos organismos orientados al mundo unido.
Pero pienso que aunque todo eso sea muy útil, no será eso ni lo uno ni lo otro lo que contribuirá a realizarlo de manera decisiva.
Será más bien ofrecer al mundo […] un alma. Y esta alma es el amor. […]
Hoy es necesario “ser el amor”, o sea, sentir con el otro, ‘vivir el otro’, los otros y tender a la unidad […] en todo el planeta. […]
Por tanto, construir lazos de unidad, de solidaridad, que tienen su raíz en el amor.
Y este amor tienen que vivirlo antes que nada entre ustedes.
Y así llegar a extenderlo entre muchos […] entre la gente, entre los que deciden los destinos de los pueblos, en las instituciones, en las organizaciones pequeñas y grandes del mundo… en todas partes. Entonces sí que las intenciones de quienes las crearon alcanzarán el objetivo. Y se trabajará realmente por un mundo unido, (un mundo más pacífico). […]
Chiara Lubich
Questo pensiero è stato letto da Margaret Karram, Presidente del Movimento dei Focolari, durante Collegamento del 28 settembre 2024. Si può vedere facendo click qui.
Han pasado 75 años desde el día en que Chiara Lubich escribió el texto “Tengo un solo esposo en la tierra”, que volvemos a proponer aquí. Un escrito destinado a convertirse desde el principio en un verdadero Manifiesto programático para Chiara y para quienes la seguirían haciendo suya la espiritualidad de la unidad.
El manuscrito autógrafo, conservado en el Archivo Chiara Lubich (en AGMF) y plasmado en una sola hoja a doble cara, registra la fecha de composición: 20-9-49. Publicado por primera vez en 1957 de forma no integral y con algunas variantes en la revista “Città Nuova”, se siguió proponiendo en otras publicaciones de escritos de Chiara, hasta que se retomó, finalmente de forma integral y correspondiente al manuscrito original, en Il grido (Città Nuova, Roma 2000 – Edición en español: “El Grito”, Ciudad Nueva, Madrid, Buenos Aires, 2002), libro que Chiara Lubich quiso escribir personalmente “como un canto de amor” dedicado precisamente a Jesús Abandonado.
El poema nace como una especie de página de diario escrita espontáneamente. Teniendo en cuenta la particular intensidad lírica que lo impregna, podría definirse como un “himno sagrado”. Esta definición parece oportuna si se tiene en cuenta que el término «himno» tiene su origen en el griego hymnos. La palabra, a pesar de ser de etimología discutida, tiene una estrecha relación con el antiguo Hymēn, el dios griego del matrimonio en cuyo honor se cantaba. Por otro lado, la dimensión esponsal en esta composición está más presente que nunca, aunque ─y precisamente porque─ nos movemos en un contexto fuertemente místico. Es precisamente un “canto” de amor a Jesús Abandonado.
El contexto de esta composición nos remonta al verano de 1949, cuando Chiara, con sus primeras compañeras y los dos primeros focolarinos, se encuentra en las montañas –en el valle del Primiero, en Trentino-Alto Adige–, durante un período de vacaciones. Se une a la comitiva, durante unos días, Igino Giordani (Foco), que había tenido la oportunidad de conocer a Chiara en el Parlamento poco antes, en septiembre de 1948, y estaba fascinado por su carisma.
Se trata de un verano “luminoso”, definido así por Chiara misma ya que, recorriendo sus etapas, no dudará en afirmar que precisamente en ese período comprende mejor “muchas verdades de la fe, y en particular quién era para los hombres y para la creación, Jesús Abandonado que todo lo había recapitulado en sí”. “La experiencia fue tan fuerte –señala– que nos hizo pensar que la vida siempre sería así: luz y cielo” (El grito, p. 60). Pero llega el momento –solicitado por Foco mismo– de “bajar de las montañas” para ir al encuentro de la humanidad que sufre, y abrazar a Jesús Abandonado en cada expresión de dolor, en cada “abandono”. Como Él. Solo por amor.
Escribe entonces: “Tengo un solo esposo en la tierra: Jesús Abandonado”.
Maria Caterina Atzori
20-9-49
Tengo un solo Esposo en la tierra: Jesús Abandonado. No tengo otro Dios fuera de Él. En Él está todo el Paraíso con la Trinidad y toda la tierra con la Humanidad.
Por eso lo suyo es mío y nada más.
Y suyo es el Dolor universal, y, por tanto, mío.
Iré por el mundo buscándolo en cada instante de mi vida.
Lo que me hace daño es mío.
Mío el dolor que me acaricia en el presente. Mío el dolor de las almas que están a mi lado (ese es mi Jesús). Mío todo lo que no es paz, gozo, bello, amable, sereno…, en una palabra: lo que no es Paraíso. Porque yo también tengo mi Paraíso, pero es el que está en el corazón de mi Esposo. No conozco otros. Así será por los años que me quedan: sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, de melancolías, de separaciones, de exilio, de abandonos, de desgarros, de… todo lo que es Él, y Él es el Pecado, el Infierno.
Así enjugaré el agua de la tribulación en muchos corazones cercanos y – por la comunión con mi Esposo omnipotente – lejanos.
Pasaré como Fuego que consume lo que ha de caer y deja en pie solo la Verdad.
Pero hay que ser como Él: ser Él en el momento presente de la vida.
Chiara Lubich El grito (Ciudad Nueva, Madrid – Buenos Aires 2000, pp. 60-61)
Chiara Lubich Chiara Lubich lo intuyó en 1977, cuando recibió en Londres (Gran Bretaña) el Premio Templeton por el progreso de la Religión. Desde entonces, la difusión mundial del espíritu de los Focolares ha contribuido a abrir un diálogo con todas las principales religiones del mundo. Un camino que ni siquiera Chiara había imaginado pero que Dios le mostró, le reveló con el tiempo, a través de acontecimientos y circunstancias como un camino a seguir para alcanzar la unidad. En este breve extracto, Chiara, respondiendo a una pregunta sobre la relación con otras religiones, revela el secreto para construir la verdadera fraternidad universal: buscar lo que nos une en la diversidad. La pregunta formulada a Chiara la leyó Giuseppe Maria Zanghì, uno de los primeros focolarinos. (De una respuesta de Chiara Lubich en el encuentro de los amigos musulmanes, Castel Gandolfo, 3 de noviembre de 2002)
Giuseppe Maria Zanghì: La pregunta es esta: “Quisiera preguntar –o quisiéramos preguntar–: cómo se ha encontrado – ¿cómo te has encontrado tú, Chiara–, en la relación con las otras religiones, y qué sientes dentro de ti?”.
Chiara Lubich: En la relación con los fieles de otras religiones ¡yo siempre me he encontrado muy bien! Porque aunque sean diferentes hay mucho en común, tenemos mucho en común y esto nos une; en cambio la diversidad nos atrae, nos produce curiosidad. Por tanto, estoy contenta por dos motivos: porque así conozco otras cosas, me inculturo en la cultura del otro, y también porque encuentro a hermanos iguales, porque creemos en muchas cosas iguales. La más importante – ya lo dije la otra vez – es la famosa “regla de oro”, es esta frase: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” Esta frase está presente en todas las religiones más importantes, en sus Escrituras, en sus libros sagrados. Y también en el Evangelio para los cristianos. Esta frase quiere decir – no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti–: trata bien a tus hermanos, estima mucho a tus hermanos, ama a tus hermanos. Y entonces, cuando ellos descubren esta frase en su Escritura, yo descubro la misma frase en mi Escritura, yo amo, ellos aman, he aquí que nos amamos, y esta es la base para iniciar la fraternidad universal, lo primero, la “regla de oro”. La segunda pregunta: “¿Qué sientes dentro de ti cuando te encuentras con un hermano de otra religión, o con una hermana?” Siento un gran deseo enseguida de fraternizar, de hacer unidad, de encontrarme en una relación fraterna. […]
Es una tensión continua porque nuestra naturaleza se ama a sí misma.
A menudo la crónica registra calamidades, terremotos y ciclones que dejan como saldo víctimas, heridos, personas sin casa. Pero una cosa es ser uno de ellos, otra es ser nosotros.
Y por más que la providencia nos ofrece la ocasión de socorrerlos, nosotros nunca somos los afectados.
En un futuro podremos estar del otro lado: yo en un lecho (¡si puedo acceder a una cama!) de muerte y los otros afuera al sol y, como pueden, disfrutando de la vida.
Todo lo que Cristo nos ha ordenado supera la naturaleza.
Pero también es cierto que el don que él nos da, el don del que le habla a la samaritana, es de naturaleza no humana. Por ello la conexión con el dolor del hermano, con la alegría y las preocupaciones del otro es posible porque tenemos en nosotros la caridad, que es de naturaleza divina.
Con este amor, que es el amor cristiano, el hermano puede verse reconfortado realmente y mañana yo por él.
Y de esa manera es posible vivir, porque de lo contrario la vida humana sería muy dura, difícil, e incluso a veces parecería imposible.
(Del Diario 1964-1980, Chiara Lubich, Città Nuova, 2023)
La edición del Dios de Chiara Lubich fue compilada por Fabio Ciardi. Inviatamos a ver la entrevista realizada por nosotros en el momento de la presentación. Activar los subtítulos en español.