Movimiento de los Focolares
Vietnam: una respuesta a la pobreza provocada por la pandemia

Vietnam: una respuesta a la pobreza provocada por la pandemia

Algunos proyectos solidarios llevados a cabo por la Asociación “Goccia dopo goccia”, también en colaboración con otras organizaciones que operan en el Sudeste Asiático. Las víctimas del coronavirus en todo el mundo siguen siendo muy altos. Pero muchas más son las personas que, a pesar de no haber contraído el virus, debido a la situación económica y social creada, se encuentran en condiciones de pobreza extrema privadas, en algunos casos, incluso de lo necesario para vivir. También en estas situaciones se multiplican las iniciativas solidarias, fruto de redes que en ocasiones trascienden las fronteras nacionales. En Vietnam, por ejemplo, el área de Long An, al sur de la ciudad de Ho Chi Minh, tiene situaciones de pobreza muy profundas. Aquí son los estratos vulnerables de la sociedad los que se ven afectados por las consecuencias de la pandemia. Muchos, incluso entre los ancianos, que vivían de la venta de billetes de lotería, con el bloqueo de actividades, se vieron obligados a permanecer encerrados en casa, muy a menudo reducidos al hambre. En esta región es donde opera la asociación “Goccia dopo goccia” con sede en Suiza, coordinada por un focolarino italiano, Luigi Butori, que vive en Asia desde hace muchos años. Entre los voluntarios y simpatizantes del mismo, en varios países del mundo, hay muchos amigos del Movimiento de los Focolares. “Goccia dopo Goccia” ha estado trabajando desde hace algunos años implementando más de 20 proyectos solidarios en Tailandia, Myanmar y Vietnam. En Long An, la asociación distribuye alrededor de 40 raciones de leche y alimentos cada mes. Entre las personas atendidas, además de los ancianos, también discapacitados, adultos solos, niños abandonados con sus abuelos o personas que sufren las consecuencias de accidentes graves, como An, de 14 años, que quedó paralizada y obligada a vivir en una cama. A nivel local, la asociación cuenta con una persona que interviene cuando es necesario. Gracias a estos colaboradores voluntarios locales intenta llegar a los “últimos de los últimos” y aportar, además de ayuda material, también un apoyo que les haga sentir que no están solos en este período dramático de la historia humana. Esto, para los responsables de “Goccia dopo goccia” es un elemento muy importante de su actividad: hacer sentir a las personas que no están abandonadas, sino que hay alguien que las cuida, empezando por una sonrisa. El proyecto de Long An va adelante desde hace aproximadamente dos años y se sostiene con la ayuda de niños de algunas clases y varias familias en diferentes países del mundo. Mucha gente que envía pequeñas sumas de dinero y que, como dice el nombre de la asociación, como muchas pequeñas gotas permiten llevar grandes cantidades de ayuda. Pero “Goccia dopo goccia” también opera a lo largo de la frontera entre Tailandia y Myanmar, con otro proyecto que apoya a los niños Karen en varios pueblos de Mae Sot, en el campo de refugiados de Mae La, en el orfanato Heavenly Home. Incluso en período de pandemia los voluntarios de “Goccia dopo goccia”  han afrontado recientemente un largo viaje para visitarlos y también entregarles ayuda material. “Tres días maravillosos – dicen – en los que recibimos mucho más de lo que dimos”. Y, finalmente, durante el período de difusión de Covid-19 “Goccia dopo goccia” pudo colaborar con Caritas Singapur  y Caritas Vietnam, junto con otras Asociaciones que operan en el Sudeste Asiático, para un proyecto destinado a distribuir 1.200 paquetes-compra a familias en la zona de Binh Thanh de la ciudad de Ho Chi Minh.

Anna Lisa Innocenti

Aquí el video de la acción

Peru – autoridad y misericordia

Peru – autoridad y misericordia

El testimonio de José Luis Raygada, un médico peruano en primera línea en la lucha contra el COVID-19. Cómo conjugar el rol profesional y de padre, en coherencia con los valores evangélicos.

Soy médico desde hace 25 años y padre desde hace 17 años, y me doy cuenta de que no termino de aprender a ser ambas cosas en coherencia con los valores en los que creo.

En estos tiempos de pandemia, descubro una escuela intensiva para mejorar en ambos roles, también en aspectos hasta ahora poco considerados por mí, así como por la mayoría.

Desde el inicio de esta epidemia mundial, estoy trabajando en un hospital de campaña para enfermos de Covid 19 en la ciudad de Piura (norte del Perú), el primero en esta ciudad. Estoy ayudando a los enfermos internados y he visto morir a más pacientes en estos últimos 3 meses que lo que he visto en mis 25 años como médico.

He sido formado en una de las mejores escuelas de medicina del país, con prestigio académico y rigor científico. He descubierto, ante esta terrible enfermedad, las limitaciones, la impotencia y la frustración de la “medicina científica” ante esta infección desconocida. He visto a mis pacientes sufrir y morir asfixiados por falta de oxígeno, aún suministrándolo a grandes flujos; con todo lo que la ciencia iba proponiéndonos como terapias, pero con todas las carencias de personal y equipos de un hospital en un país pobre. Y cuando la enfermedad se torna agresiva, me he visto, muchas veces frente al paciente, impávido y frustrado con mi ciencia. Es en medio de este desconcierto, que escucho con frecuencia un grito: ¡Tengo sed! … ¡Agua por favor! … ¡Dénme agua! … ¡Agua!… A veces sólo gimen y, sólo cuando te acercas y les preguntas si quieren beber, asienten con un movimiento de cabeza.

A la par de mi labor “científica”, comencé a dar de beber a todo el que me lo pedía, a acomodarles la almohada, a sostener sus manos entre las mías, a acariciar su frente, a darle un masaje a su espalda cuando me lo pedían o a pasarle el balde para que orinen. O tan sólo acompañarlos y hasta rezar con ellos o por ellos; y, finalmente, a consolarlos en su partida.

Me he dado cuenta de mi doble dimensión como médico: la dimensión de autoridad respaldada en lo científico, que muchas veces cura, y mi dimensión como ser humano, fundada en la misericordia y en el amor que provienen de Dios y expresados en actos cotidianos y sencillos que tantas veces sanan el alma. Ciencia y humanidad plena, conocimiento y misericordia, cuerpo y alma, hombre y Dios, razón y fe, una moneda de dos caras que hace pleno nuestro dar y vivir, un balance delicado de lograr.

Entre el trabajo desgastante en el hospital, la sobrecarga de emociones intensas y mis propias debilidades, llegaba a casa a cenar con ganas de descansar y de desahogarme. Mi hijo mayor, en plena adolescencia, frustrados sus proyectos por el encierro y con la energía juvenil, comenzó a enfrentarse con todos, pero especialmente conmigo. Parecía que yo había pasado a ser como su contrincante o enemigo, convirtiendo la mesa en un campo de batalla. Inicialmente, presa de mis pasiones e impulsividad, terminábamos en una agria y hasta insultante pelea. Nuevamente veía “mi autoridad” mellada y, querer imponerla por la fuerza empeoraba las cosas.

Entonces, también en casa he redescubierto el otro aspecto de mi rol como padre: “misericordia y humildad”; y así comenzar a callar y a ofrecer a Dios ante el improperio; expresarle mi perdón y pedir perdón si me excedí; tratar de leer entre sus agresiones un pedido de ayuda y cariño; hacer más silencio para enfriar una discusión y continuar orando en soledad y en familia aunque pareciera inútil.

Poco a poco nuestra relación se va restableciendo dentro de los cauces normales de la relación de un padre y un hijo. Nuevamente estos dos ejes: autoridad y misericordia, que ¿no son, acaso, expresiones de la vida divina?

Experiencia recogida por Gustavo E. Clariá

Nuevos caminos hacia la ecología integral

Nuevos caminos hacia la ecología integral

El 1 de septiembre se conmemora la “Jornada mundial de oración por el cuidado de la Creación”. El compromiso de los Focolares con la adhesión a la iniciativa “El tiempo de la Creación” y con un meeting en octubre de 2020. El 1 de septiembre se celebra la “Jornada mundial de oración por el cuidado de la Creación”. Fue instituida por el Papa Francisco en 2015, el año de la Encíclica Laudato si’.  En ella el Papa invita a todos a comprometerse en el cuidado de la Creación. Es nuestra casa, el bien más precioso. Y pide que superemos el actual sistema socio-económico.  Ya no podemos explotar el planeta tierra como si hubiese recursos naturales ilimitados. Hay que actuar de prisa y encontrar un modelo de desarrollo diferente.  ¿Qué podemos hacer para ser más concretos? La Laudato si’ muestra un camino hacia una “conversión ecológica”: cambiar estilos de vida y tratar de poner en práctica los principios de la ecología integral. En este texto, por lo tanto, no se habla sólo de ambiente sino también de política, economía, sociedad.  Tenemos que partir de nosotros mismos, de nuestras opciones cotidianas de consumo, de las elecciones para que haya políticos más atentos al cuidado de la naturaleza; incidir más en la sociedad para aumentar las energías renovables y disminuir la utilización de las fuentes fósiles. Este año también el Movimiento de los Focolares adhiere a la iniciativa “El Tiempo de la Creación”, la celebración anual de oración y acción por nuestra casa común que empieza justamente el 1 de septiembre y termina el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, patrono de la ecología, amado por muchas confesiones cristianas. Esta red global alienta a todos a organizar eventos y registrarlos en la página web. Una iniciativa de carácter ecuménico cuyas raíces tienen ya treinta años: en 1989 fue el  patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla, Dimitrios quien dio el puntapié decisivo a las diferentes Iglesias cristianas para declarar conjuntamente el 1 de septiembre “Jornada mundial de oración por el cuidado de la Creación”. Para este año el tema sugerido es: “Jubileo para la Tierra: nuevos ritmos, nueva esperanza”. Un evento útil para considerar la relación integral entre el descanso de la Tierra y las formas de vida ecológicas, económicas, sociales y políticas, sobre todo como consecuencia de los efectos de vasto alcance causados por la pandemia global de Covid-19. Del 23 al 25 de octubre en Castel Gandolfo (Italia), además, habrá un meeting organizado por  EcoOne –la red ecológica de los Focolares– que comprenderá la participación de expertos, políticos, docentes universitarios, entes y asociaciones, para examinar el impacto de la Laudato sì’  en el mundo contemporáneo y los nuevos caminos explorados hacia una ecología integral. El evento quiere mostrar el rol que individuos y entes sociales pueden desempeñar en el cuidado de nuestra casa común. Éste, entre otras cosas, es también un año especial, porque el 24 de mayo pasado, con ocasión del quinto aniversario de la encíclica, el Papa Francisco anunció un año especial  –hasta el 24 de mayo de 2021– de la Laudato si’. La urgencia de la situación es tal que requiere respuestas concretas e inmediatas que involucren a todos a nivel nacional, regional, nacional e internacional. En particular, es necesario crear “un movimiento popular” desde abajo, y una alianza entre todos los hombres de buena voluntad.  Para ello es importante participar en iniciativas como “El Tiempo de la Creación” o el meeting de EcoOne de octubre próximo. Como el Papa Francisco nos recuerda, “todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno con su propia cultura y experiencia, sus propias iniciativas y capacidades.” (LS, 14)

 Lorenzo Russo

 

Un amor al servicio de los demás

En muchos países las restricciones debidas a la pandemia del coronavirus han bloqueado también todas las formas de encuentros religiosos, de culto, de oración. Sin embargo, el deseo de los fieles de estar con Dios no ha disminuido. ¿Qué podemos hacer? Chiara Lubich propone un modo original. Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). […] Jesús dirige estas palabras a los discípulos […] (pero) nos tenía presentes también a nosotros, que habríamos tenido que vivir sumergidos en la existencia compleja de cada día. Ya que es Amor encarnado, habrá pensado: quisiera estar siempre con los hombres, quisiera compartir con ellos cualquier preocupación, quisiera aconsejarlos, quisiera caminar con ellos por las calles, entrar en sus casas, reavivar con mi presencia su alegría. Por eso quiso permanecer con nosotros y hacernos sentir su cercanía, su fuerza, su amor. […] Si vivimos lo que Él nos propone, especialmente su mandamiento nuevo, podemos experimentar esa presencia suya también fuera de los templos, en medio de la gente, en los lugares donde uno vive, por todas partes. Lo que se nos pide es ese amor recíproco, de servicio, de comprensión, de participación en los dolores, en las preocupaciones y las alegrías de nuestros hermanos; ese amor que cubre todo, que perdona todo, típico del cristianismo. Vivamos así, para que todos tengan la posibilidad de encontrarse con Él ya en esta tierra.

Chiara Lubich

Extraido de: Palabra de Vida, Mayo de 2002, en: Chiara Lubich, Parole di Vita, pag. 657. Città Nuova Ed., 2017.

“La experiencia” de la Mariápolis Lía ahora tendrá reconocimiento universitario 

“La experiencia” de la Mariápolis Lía ahora tendrá reconocimiento universitario 

La escuela de la ciudadela argentina que desde hace cincuenta años forma a miles de jóvenes de todo el mundo es reconocida ahora como un “programa de extensión universitaria y formación profesional”. Hasta hace poco más de un mes se lo podía definir como una especie de máster en “vida según la cultura de la unidad”, pero ahora la “experiencia”, como con razón se define el curso anual para jóvenes de la Mariápolis Lía, en Argentina, consta con un certificado universitario. El nuevo programa de estudios es el resultado de la elaboración conjunta entre los equipos pedagógicos de la Fundación Centro Latinoamericano para la Evangelización Social (CLAdeES)  y la Escuela Juvenil Mariápolis Lía, en acuerdo con la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Unnoba). El “programa de extensión universitaria y formación profesional” –es éste el título académico que los estudiantes obtendrán en O’Higgins– articula la dimensión formativa integral según  cuatro ejes temáticos: antropolítico-filosófico, histórico-cultural, comunitario y trascendente.  Dura 11 meses y el que lo completa tendrá acceso a la extensión de la universidad y a la acreditación de la formación profesional con tres posibles orientaciones: educación, eco-responsabilidad y gestión multicultural; liderazgo de la comunidad y desarrollo de los procesos participativos; o arte, comunicación y  producción multimedial. La propuesta formativa se desenvuelve a través de semimarios especializados, pasantías laborales e investigaciones de aplicación en el campo a partir de los valores del pensamiento social cristiano. Además se prevé también una próxima integración con la sección latinoamericana del Instituto Universitario Sophia. Ubicada cerca del pueblo de O’Higgins, en la provincia de Buenos Aires, la Mariápolis Lía ofrece a los jóvenes una experiencia formativa que integra trabajo, estudio, actividades culturales  y recreativas, deporte e intereses particulares. Estas actividades se entienden como aspectos distintos de una misma formación integral.  De hecho, el concepto de estudiante coincide con el de ciudadano, por lo cual se presume que todos son constructores de la ciudad. Un equipo de expertos y docentes en las distintas disciplinas les hace un seguimiento en al aprendizaje desde el punto de vista espiritual, antropológico, social y doctrinal. Los más de 6000 jóvenes que han transcurrido un período en la Mariápolis son, ellos mismos, la prueba del valor formativo en sus vidas, que ha fructificado en los más variados ambientes (gerentes de empresa, economistas, educadores, profesionales, trabajadores, padres, personas consagradas…).  “La experiencia” sigue siendo un punto luminoso a lo largo de todo el recorrido de la vida, contribuyendo a superar momentos humanos y profesionales difíciles.

Stefania Tanesini

Evangelio vivido/2 – Los unos por los otros

¡Cuántas veces Dios se vale de alguien para acercarnos a Él!   No deberíamos olvidarlo nunca pues nosotros también podríamos ser un día instrumentos de Dios para alguien. Una nueva esperanza Estando en Estados Unido por mis estudios, había decidido volver a mi país por la insistencia de mi familia, pero me quedé bloqueado por la cuarentena en un instituto cerca de la frontera junto con otras 500 personas.   Con la sensación exacta de encontrarme en una cárcel.  Por suerte el celular me mantenía conectado con el mundo exterior.  Cuando tuve la posibilidad de ver a alguien, leía en ellos mis mismas preguntas sobre lo que estaba sucediendo. En esos días conocí  “a la distancia” a un sacerdote salesiano. Aunque estaba aislado como yo, emanaba una paz que ni los demás ni yo teníamos.  Era como si él no se sorprendiese por nada.  En un primer momento celebraba él  solo en su habitación, luego empecé a participar con él en la misa.  En pocas palabras, volví a los sacramentos y a la vida de fe de antes, si bien ya no como antes.  Mi novia también notó que yo había cambiado.  A veces pienso: si se dio en mí esta transformación, ¿no puede ser que se dé en otras personas?   Y entonces nace dentro de mí una nueva esperanza, que ese mundo que antes parecía quitármela ahora pueda retomar el camino sobre otros rieles. K. – Eslovaquia Cochecito para recién nacidos Había conocido a una joven gitana que esperaba a un hijo.  Necesitaba de todo, desde  ropa hasta todo lo que se necesita ante un nacimiento.  Había leído en el Evangelio “Todo lo que pidan al Padre… él se lo concederá”.  Ese día con fe le pedí a Jesús, durante la misa, un cochecito para recién nacidos.  Más tarde, ya en el colegio, me esforcé más por amar a compañeros y profesores.  Cuando volví a casa por la noche, supe por mi madre que una vecina de mi casa, al saber que ayudo a los pobres, había dejado algo para mí. ¡Era una cochecito para bebés!  Me conmovió esa tan rápida respuesta de la Providencia. C. – España Bendición Siendo enfermero desde hacía un mes, justamente en el período del coronavirus, en el hospital en donde prestaba servicio compartí la soledad de muchos pacientes que pasaron a la otra vida sin el sostén de sus seres queridos. Pero la experiencia más fuerte fue cuando, habiendo sabido por mi madre que, según las palabras del papa, los médicos y los enfermeros también estaban habilitados a dar una bendición a los pacientes difuntos, pude hacer un signo de la cruz en la frente y el pecho de varios de ellos antes incluso de que se hiciesen los trámites para confirmar la muerte y enviar los cuerpos a la morgue. Giuseppe – Italia

Recogido por Stefania Tanesini

Una espiritualidad ecuménica

Una espiritualidad ecuménica

El carisma de Chiara Lubich por la unidad de los cristianos. Entrevista con Lesley Ellison, anglicana, la primera focolarina no católica en seguir a Chiara. Vivir el Evangelio juntos, la Palabra de Dios; amar al hermano como lo hizo Jesús, hasta morir por el otro; vivir por la unidad entre los creyentes en Cristo, más allá de toda pertenencia y división. En estas dimensiones se desarrolla el potencial ecuménico del carisma de la unidad de Chiara Lubich. “Una espiritualidad completamente ecuménica” la define el cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, en el prefacio del libro “Una spiritualità per l’unità dei cristiani. Pensieri Scelti”, editado por Città Nuova , que recoge algunos discursos y respuestas en el contexto ecuménico de la fundadora del Movimiento de los Focolares, cien años después de su nacimiento. La introducción fue hecha por la presidenta del Movimiento de los Focolares, Maria Voce, y el epílogo ofrecido por el ex Secretario General del Consejo Ecuménico de Iglesias, reverendo Olav F. Tveit, ahora presidente de la Conferencia de obispos luteranos en Noruega. Lesley Ellison, focolarina anglicana, es la primera focolarina no católica que sigue a Chiara: Tu experiencia ha abierto el camino para muchos. ¿Alguna vez has dudado? “Crecí en una familia protestante con prejuicios contra los católicos, y en ese momento en Liverpool las dos comunidades estaban separadas. Al igual que Chiara, yo también quería darle mi vida a Dios. Cuando la escuché por primera vez, en 1967 en Canterbury, desde hacía un año frecuentaba a las focolarinas de Liverpool, tratábamos de vivir el Evangelio, pero no sabía que eran católicas. No conocía la comunidad de personas alrededor del focolar. Cuando me di cuenta de que todos eran católicos, me molestó, pero en Canterbury, al escuchar a Chiara, entendí que Dios ama a todos, y que “todos” también incluye a los católicos. Sentí que tenía que dar un paso dentro mí y dejar a un lado los prejuicios. Llegando a Liverpool, una pareja católica me ofreció llevarme a casa. Era inaudito: “Pero soy protestante”, dije. “¡Está bien! ¡Nos amamos!”, me respondieron. ¡Fue mi primera experiencia ecuménica!”.! ¿Cuándo sentiste que la espiritualidad de la unidad podría ser tuya? “En 1967 fui a visitar la ciudadela de Loppiano. Durante la visita hubo una misa católica pero yo, anglicana, no pude recibir la Eucaristía. Esta grieta entre nuestras Iglesias me parecía absurda, tan dolorosa que dentro de mí le grité a Jesús: “¿Qué puedo hacer?”. Y me pareció oírle responder: “Dame tu vida por la unidad”.  Vivir el Evangelio es el camino que Chiara ha indicado para la unidad. ¿Por qué, como anglicana, te llamó la atención esta propuesta? “Mi formación como joven anglicana me pidió “escuchar, leer, destacar, aprender y digerir internamente” la palabra de Dios. Entonces, la idea de “vivir el Evangelio”, que escuché por primera vez en el focolar, era de una novedad absoluta y le dio a mi vida cristiana una nueva dimensión comunitaria”. Jesús nos pide que nos amemos como él hizo, hasta dar la vida por el otro. ¿Qué significa esto para ti al tratar con personas de otras Iglesias? “En la palabra ‘cómo’, encuentro todo el carisma de Chiara, en Jesús crucificado y abandonado que es la Vida. Es la forma con la que Dios mismo ha querido dialogar con la humanidad, y es el modelo que nos ofrece para cualquier diálogo entre nosotros y con él. Para mí, dar la vida significa acoger al otro, escuchar, dejar de lado pensamientos y juicios. Pero también ofrecer mis pensamientos con desapego de ellos. Así es como Chiara hizo conmigo y con cada persona que conoció. Y así es como tratamos de vivir entre nosotros en el Movimiento”.

 Claudia Di Lorenzi

Cada idea, una responsabilidad

La pandemia del Coronavirus ha hecho saltar los programas, estructuras y procedimientos en todos los ámbitos de la vita humana. Por todas partes hay mucha necesidad de creatividad para encontrar nuevas respuestas a los retos que presenta esta situación. Es de gran actualidad lo que Chiara Lubich propuso ya en el año 1983. Dios nos habla de distintas maneras. Una de estas es a través de las inspiraciones del Espíritu Santo. Debemos, por tanto, servir a Dios siguiendo, además, las indicaciones de la voz sutil del Espíritu que habla en nosotros. ¡El Espirito Santo! ¡La tercera Persona Divina que es Dios, como el Padre es Dios y como lo es el Verbo! (…) Él está en el corazón de los cristianos y por tanto está aquí, en mi corazón. Él está en el corazón de nuestros hermanos. (…) Seamos discípulos atentos y asiduos de este gran Maestro. Prestemos atención a sus misteriosos y delicadísimos toques. No desperdiciemos ninguna de sus posibles inspiraciones. Si en los primeros tiempos [de nuestro Movimiento] pudimos avanzar tanto en nuestro camino, poniendo en práctica el lema: “Cada idea, una responsabilidad”, recordemos que las ideas que florecen en la mente de una persona que se ha propuesto amar, son a menudo inspiraciones del Espíritu Santo. Y, ¿para qué nos la da? Para beneficiarnos a nosotros y al mundo a través de nosotros, con el fin de que llevemos adelante nuestra revolución de amor. Atención pues: cada idea, sobre todo si creemos que puede ser una inspiración, considerémosla como una responsabilidad que hay que acoger y poner en práctica. Haciendo así, habremos encontrado un modo excelente para amar, honrar y agradecer al Espíritu Santo.

Chiara Lubich

  (En una conferencia telefónica, Mollens, 1 de septiembre de 1983) Cf. Chiara  Lubich “Cada idea, una responsabilidad”, La Vida un Viaje, Ciudad Nueva 1994, págs.124-126.