Como resultado del interés generado por el “Día de los cinco mil millones”, que se celebró el 11 de julio de 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas, decidió continuar con la iniciativa para aumentar la concienciación sobre las cuestiones relacionadas con este ámbito, incluidas sus vinculaciones con el medio ambiente y el desarrollo. El Día Mundial de la Población se celebró por primera vez el 11 de julio de 1990 en más de 90 países.
«Mi país, Líbano, durante muchos años vivió bajo el control de Siria. Por esta razón entre los dos países se desarrolló una fuerte tensión, empeorada por la llegada de un gran número de refugiados sirios, casi dos millones de personas más que se sumaron a los cuatro millones y medio de habitantes, es decir casi la mitad de la población. Al comienzo de la guerra en Siria, algunas familias de la comunidad de los Focolares de Alepo se radicaron en Líbano para alejarse durante algún período de la guerra. A continuación, habiendo empeorado la situación en su país, no pudieron más volver a su patria y fueron recibidas en un centro del Movimiento. En el clima de hostilidad general que los rodeaba, ayudarlos era una decisión en contra de la corriente, que exigía que hiciéramos el esfuerzo de cancelar todos los prejuicios que el pueblo libanés tenía hacia los sirios. Queríamos testimoniar la paz y el amor entre nosotros. Comenzamos a visitarlos, construyendo con ellos un fuerte vínculo. Padres, jóvenes y niños, todos nos comprometimos en esto, para que estas familias no se sintieran solas en un momento tan difícil. Pasábamos juntos cada día, organizando veladas con ellos, tratando de aliviar sus angustias, de comprenderlos y escucharlos. No podíamos resolver los problemas de los Estados, pero podíamos por lo menos construir un oasis de paz a nuestro alrededor. No teníamos nada, ellos llegaron sin traer objetos ni ropa. Hicimos entre nosotros la comunión de bienes, juntando sobre todo ropa, que les ofrecimos con delicadeza, no era fácil para ellos aceptar ayuda material. Las condiciones de vida para ellos eran duras. Estaban sin trabajo, en tierra enemiga, a menudo a la espera de noticias de sus parientes o amigos. Nosotros los jóvenes íbamos con ellos a la playa, para tratar de calmar la atmósfera de tensión. Lo hacíamos a menudo. Comenzamos a conocernos, a transcurrir mucho tiempo juntos, también leyendo con ellos la palabra de vida, para compartir nuestras vidas y experiencias. Comenzamos a sentirnos integrantes de una única familia. Un año más tarde, estas familias tuvieron que comenzar a buscar una vivienda. Estaban angustiadas y con grandes dificultades financieras. Pero creímos juntos en la providencia de Dios. Buscando casa y trabajo junto con ellos, éramos conscientes de las dificultades que íbamos a encontrar. Entrábamos en las casas para buscar alojamiento “para nuestros amigos sirios” y recibíamos en cambio reacciones muy duras. Por ejemplo, los propietarios de los apartamentos nos proponían alquileres excesivamente caros, para no recibirlos. Antes de dejar el centro, el último día, sólo una familia no había encontrado ni casa, ni muebles. Una de nosotros nos recordó que teníamos que tener confianza en la intervención de Dios. Con gran alegría por parte nuestra, al día siguiente encontramos gratis una casa y otra persona que debía mudarse les regaló todos sus muebles. También encontramos escuelas cuasi gratuitas para sus hijos. Con un grupo de docentes comenzamos una escuela de francés, que les permitió a los niños de las familias sirias comenzar a asistir a la escuela. Ahora todas estas familias dejaron Líbano y se mudaron a Canadá, Bélgica, Holanda. Nos escribieron para decirnos que en Líbano se sintieron apoyados, en su casa. Una familia dijo: «Sin el apoyo de las familias libanesas no hubiéramos nunca podido recomenzar todo desde cero tan fácilmente».Cuando se fueron, dejaron todo lo que tenían para las familias que habrían llegado después. Ahora disponemos de tres alojamientos que usamos para ayudar a las familias sirias e iraquíes que están de paso por Líbano para emigrar, tratando de estar siempre dispuestos a amarlos y custodiando esta relación de paz».
¡Te he encontrado en muchos lugares, Señor! Te he sentido palpitar en el silencio profundo de una ermita alpina, en la penumbra del sagrario de una catedral vacía, en el palpitar unánime de una muchedumbre que te ama y llena las arcadas de tu iglesia de cantos y de amor. Te he encontrado en la alegría. Te he hablado más allá del firmamento estrellado, mientras, de noche y en silencio, volvía del trabajo a casa. Te busco y a menudo te encuentro. Pero donde siempre te encuentro es en el dolor. Un dolor, cualquier dolor, es como el sonido de la campanilla que llama a la esposa de Dios a la oración. Cuando aparece la sombra de la cruz, el alma se recoge en el sagrario de su intimidad y, olvidando el tintineo de la campana, te «ve» y te habla. Eres Tú, que vienes a visitarme. Soy yo que te respondo: «Heme aquí, Señor. Te quiero. Te he querido». Y en este encuentro mi alma no siente su dolor, sino que está como embriagada por tu amor, invadida por ti, impregnada de ti: yo en ti, Tú en mí, a fin de que seamos uno. Luego, abro de nuevo los ojos a la vida, a la vida menos verdadera, divinamente aguerrida, para conducir tu guerra. De Chiara Lubich, “La doctrina espiritual”, Editorial Ciudad Nueva, Madrid 2002, págs.140-141.
Después de una violenta guerra civil que duró unos largos 12 años, Burundi, está actualmente sufriendo una crisis política que produce una gran fractura entre las instituciones y los ciudadanos. Hay numerosas manifestaciones de protesta en contra del gobierno y muchos jóvenes fueron arrestados. Se producen homicidios y secuestros, y muchos huyen dejando los propios pueblos o inclusive el país.
Los gen, jóvenes de los Focolares, se comprometieron en “vivir por la propia gente”, reconociendo en cada dificultad o persona que sufre un rostro de Jesús crucificado y abandonado, para amarlo concretamente. «Fuimos a socorrer a muchos heridos – cuenta Lewis. Durante una de las visitas a un hospital de la capital lavamos la ropa de los enfermos y compartimos comidas con algunos de ellos. Fuimos a visitar a los niños de un asilo de huérfanos. Jugamos y compartimos la tarde con ellos, tratando de que estén contentos. Aprovechamos también para ayudar en la limpieza». Los gen, muchos de ellos estudiantes universitarios, organizaron una “Conferencia de paz” en la Universidad de Burundi, que estuvo muy concurrida. «La sala estaba llena y esto nos confirmó que las personas aspiran de verdad a la paz. Nuestro grupo musical, el “Gen Sorriso” cantó algunas canciones que fueron muy bien recibidas por parte de los presentes. En especial la canción “I Believe” (ver el video) compuesta por ellos, alienta a los jóvenes de nuestro pueblo a ir contra la corriente, siendo sensibles al sufrimiento de los demás, con la invitación de hacer la propia parte para cambiar el mundo. Cuando hicimos las tomas de este videoclip nos tuvimos que esforzar para ir más allá de las situaciones adversas que nos rodeaban y creer, que, a pesar de todos, la paz es siempre posible». Para que sea más visible y eficaz su compromiso, junto con la comunidad local de los Focolares, los jóvenes comenzaron el proyecto “TOPA” (Proyecto por la paz en Burundi), que incluye una serie de iniciativas en favor de la paz y de la reconciliación. «A través de conferencias temáticas, programas de radio, actividades de beneficiencia, concursos de arte, de poesía y de canto y una gran fiesta de clausura, iniciativas que fueron siempre difundidas en las redes sociales, tratamos de involucrar al mayor número de personas a que se comprometan con nosotros para construir la paz en nuestro país». https://www.youtube.com/watch?v=Q2fobgsqI7c
«El pasado 25 de marzo se conmemoró el 60° aniversario de los Tratados de Roma, que hicieron nacer concretamente aquella “comunidad de pueblos” que Robert Schuman había entrevisto plenamente. El 7 de mayo de 1950, de hecho, había propuesto a Adenauer“una solidaridad de producción” de carbón y acero, que hiciera imposible cualquier forma de guerra entre Francia, Alemania y los demás Países que adhirieran. Un acto extraordinario para reconciliar a pueblos postrados por el más terrible conflicto experimentado hasta el día de hoy. Europa estaba devastada, más de 35 millones de muertos, no sólo escombros, sino también destrucción social, política, moral. Sin leyes, sin orden público, sin servicios… En aquellos estremecedores días ya habría sido mucho salvaguardar la seguridad de los confines y vigilar sobre los acuerdos de paz. ¿Cómo se ha llegado, en cambio, a imaginar la curación profunda de las heridas de tal modo que de tantos pueblos en contraposición formen un solo pueblo europeo? ¿Quién inspiraba a Schuman, Adenauer, De Gasperi y a otros más? Queremos pensar que ha sido Dios quien suscitó las ideas y la fuerza para Europa. Dios que testimonió su amor por los hombres hasta morir por ellos con una muerte atroz e infame, que se identificó con todos los dolores de la Humanidad, comprendidos los que derivan de las violencias y las guerras. Dios, que también hoy puede pedir a los pueblos que se reconcilien y formen una única familia universal. Los fundadores de Europa hicieron esa experiencia. No se dejaron aplastar por lo absurdo del mal, de las dictaduras deshumanas, del conflicto, de la Shoah… Chiara Lubich, la fundadora del Movimiento de los Focolares, a propósito de la cultura que nace de una profunda reconciliación, decía: “…Cada persona puede aportar una propia, típica contribución a todos los ámbitos: a la ciencia, al arte, a la política, a las comunicaciones y así sucesivamente. Y su eficacia será mayor si trabaja juntamente con otros, unidos en el nombre de Cristo. Es la Encarnación que continúa, encarnación completa que se refiere a todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo. Así nace y se difunde en el mundo, la que podríamos llamar “cultura de la Resurrección”: cultura del Resucitado, del Hombre nuevo y, en Él, de la Humanidad nueva”. Y si ésta fue en cierto modo la aventura de los fundadores de Europa, podemos – y diría: debemos – aspirar a continuar su obra. Todos estamos llamados a ello. La unidad de los pueblos de Europa es un itinerario educativo, cultural, espiritual, y al mismo tiempo, también político, económico, social, comunicativo. He aquí, por tanto, algún posible paso ulterior: ante todo se nos pide a nosotros los cristianos no sólo la reconciliación sino un camino de común testimonio, camino que ha visto recientes encuentros históricos: en Lund, en Suecia; en Lesbo, en Grecia; en Cuba. A todos nosotros nos toca la tarea de contribuir en los pasos hacia la plena y visible comunión, sabiendo que esto será muy determinante para la unidad de Europa y para servir mejor a la Humanidad. Queremos además ensanchar la mirada a toda Europa – del Atlántico a los Urales – y esto significa el reconocimiento recíproco de los valores y los espacios de colaboración entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste. Las guerras, los regímenes totalitarios, las injusticias, han dejado heridas que hay que curar. Para ser verdaderamente constructores de la unidad europea, debemos lograr reconocer que lo que hoy somos es fruto de una historia común y de un destino europeo que tenemos que tomar íntegramente en nuestras manos. Si como consecuencia se renovaran las relaciones entre la Unión Europea y los Países europeos que no adhieren a ella, éste sería un paso importante para la paz, particularmente para Oriente Medio. También en Europa hay una fuerte necesidad de participación de los ciudadanos en la vida de la ciudad y de todo el continente. En otras palabras, hay que regenerar la democracia que nació en Europa que, sin embargo, hoy tiene necesidad de una nueva dimensión, más efectiva, más densa, más adecuada a este siglo. Y prosigue: En un contexto europeo multicultural y multireligioso hay una gran necesidad de una nueva capacidad de diálogo. Diálogo que puede sustentarse en la “Regla de oro“, que dice: “Haz a los demás lo que querrías que te hicieran a ti” (Cf. Lc 6,31); regla común a todas las principales religiones de la Tierra y que acogen con gusto también quienes no tienen un referente religioso. Sería necesario además revisar y aplicar, también a nivel institucional, el lema elegido por la Unión Europea “unidad y diversidad”. Sería un don también para los pueblos que, en otros continentes, están buscando caminos para unirse. En la visión de los fundadores, nunca se pensó en una Europa cerrada en sí misma, sino abierta a la unidad de la familia humana. Es significativo reafirmarlo aquí en Malta, el Estado europeo más al Sur, inmerso por alimentación, lengua y, sobre todo, por vocación, en el Mediterráneo, que de ‘tumba azul’ debería volver a ser “Mare nostrum”: de Europa, de África y de Oriente Medio unidos. Las muchas crisis internacionales actuales nos dan la nítida percepción de que es muy largo el camino para llegar verdaderamente a ello. Decía todavía Chiara Lubich: “Hace falta un estudio paciente, hace falta sabiduría, hace falta sobre todo no olvidar que hay Alguien que sigue nuestra historia y desea – si colaboramos con nuestra buena voluntad – realizar sus designios de amor sobre nuestro continente y sobre todo nuestro planeta”. Podemos concluir que para un fin tan alto vale la pena, sin duda, comprometer toda nuestra existencia. Que también este Forum contribuya a poner en pie aquella “Europa familia de pueblos” que, según el Papa Francisco, es “capaz de dar a luz un nuevo humanismo basado en tres capacidades: la capacidad de integrar, la capacidad de dialogar y la capacidad de generar”». María VoceMalta, St John’s Cathedral, 7 de mayo de 2017
Se viaja por varios motivos: por curiosidad, por sed de conocer, por espíritu de aventura, para encontrar respuestas o para conocerse a sí mismos. No es así para Gianni Ricci, autor junto con Delfina Ducci de un volumen editado por Cittá Nuova, El largo camino del “hacerse uno”, quien ha recorrido muchos kilómetros. Su vida es una “vida en viaje”, se podría decir, pero para acercarse a las infinitas modalidades de la humanidad que sufre. Nace en Ripalta, Cremasca, en el Norte de Italia, en una familia sencilla pero digna, crece en la autenticidad de los valores cristianos. A los veinte años conoce el Ideal de la unidad de Chiara Lubich, que revoluciona su modelo de vida cristiano, a tal punto que comprende que el camino del focolar es un camino para recorrer durante toda la vida. En 1964 parte para Loppiano (Florencia, Italia), ciudadela del Movimento que estaba en sus inicios, a la que se dedica durante más de veinte años con gran empeño. Después de Loppiano, su adhesión a los planes de Dios lo lleva a trasladarse, primero a Turquía, para seguir los desarrollos de la comunidad naciente, después va a Líbano, Tierra Santa, Argelia, Jordania, Iraq, Egipto, Siria, Túnez, Marruecos. «¡Cuántos cambios imprevistos en mi vida! ¿Qué posibilidades o gracias me faltan para hacerme santo? Aquí hay mucho trabajo por hacer» Gianni Ricci, globe trotter del alma, anota todo lo que encuentra, desglosando detalles en las dificultades encontradas, especialmente en la forma de relacionarse con pueblos tan distintos. Inclusive mostrando la tragedia de las guerras, que causan heridas profundas en la población y empañan las esperanzas de un posible futuro de estabilidad y paz, no busca soluciones o posibles explicaciones en la historia. Simplemente vive al lado de quien encuentra, con el corazón libre y abierto hacia una humanidad “esparcida”, que habla el mismo idioma del corazón y del sufrimiento. «A fines de enero de 1986, con Aletta (focolarina de los primeros tiempos), comienza el primer viaje desde Estambul a Ankara y desde allí a Beirut, en Líbano. ¡El aeropuerto está casi destruido por las bombas! Líbano había sido sacudida por la guerra civil (…). Los controles son implacables, las autoridades sospechan de todo y de todos. Cada cabina de control es manejada por facciones distintas. Después de ocho días, Gianni parte para Estambul. A lo largo de los 120 Km que separan Beirut de la frontera con Siria, lo esperan 13 puestos de control. En la primera arriesga la vida. Gianni se detiene delante de un puesto, donde un soldado armado hasta los dientes le pide los documentos. Se los da y parte. Después de pocos metros un joven le pide que vuelva atrás y le hace notar que el guardia tiene el fusil apuntándolo y que no le había dado el permiso para proseguir. No apretó el gatillo, gracias a Alá, le dice».No es un relato político, sino exquisito y “solamente” humano. La humanidad de la que habla no tiene color o idioma, no tiene pasaporte, fronteras, leyes o costumbres. En cada lugar donde fue destinado, Gianni cuida especialmente la relación con las Iglesias locales, con el Islam, con el mundo judío, se dedica a sostener a las personas que encuentra desafiando el miedo, la incertidumbre por el mañana, la tensión provocada por la guerra. Una sucesión de recuerdos en la perspectiva de la unidad. Esta es la “lógica” que todavía mueve a Gianni, una persona que observa con asombro las cosas de Dios. Las citas son extraídas de “El largo camino del `hacerse uno´”. Experiencias en Medio Oriente, Cittá Nuova, 2016.
Toda vida conlleva una esperanza. También en el oscuro túnel de la dependencia se puede encender una luz. En 1983, en la ciudad de Guaratinguetá, en el Estado de San Pablo (Brasil), Nelson Giovanelli se acercó a un grupo de drogadictos, animado por el Padre Hans Stepel, franciscano alemán. Nelson se conquista su confianza. Uno de ellos, Antonio Eleuterio, pide ayuda para salir del círculo de la droga. Son los primeros pasos de la gran familia de la Fazenda da Esperança. En1989, Iraci Leite y Lucilene Rosendo, dos jóvenes chicas de la misma parroquia, siguiendo el ejemplo de Nelson, dejan todo para dedicarse totalmente a esta nueva misión. En el 2007, el papa Benedicto XVI visita la primera comunidad en Pedrinhas, en Brasil, cerca del Santuario de Aparecida. Desde entonces la propuesta de vida de la Fazenda da Esperança empieza a difundirse en todo el mundo. Los trabajadores de las actuales 118 Fazendas, esparcidas en 17 naciones, son personas voluntarias, a menudo provenientes de un pasado de droga y alcohol, quienes después de un camino de recuperación han advertido el llamado de Dios a ser también ellos portadores de la esperanza para cuantos han precipitado en su misma oscuridad. Los primeros días de mayo de 2017, 60 voluntarios de varias Fazendas del mundo fueron a Asís, la ciudadela de San Francisco y Santa Clara, y a Loppiano (Italia), para iniciar una nueva “misión esperanza” a lo largo de las vías de Europa. Durante dos semanas con ellos estuvo también el conjunto internacional Gen Rosso.Alemania, finales de mayo. Cuentan algunos miembros del conjunto: «Cada mañana una caravana de automóviles y camionetas partía para un nuevo destino, en un área de 400 kilómetros: escuelas, comunidades, grupos, cárceles. Los chicos y las chicas de la Fazenda comparten el testimonio de sus vidas atormentadas; suscitan interrogantes, responden a las preguntas. Sobre todo encienden la esperanza, si ellos lo lograron ¿por qué yo no? Son historias de droga, desesperación, soledad, temor, crímenes, cárcel. Cuando la oscuridad era total, una luz se encendió en sus vidas: Dios me ama, así como soy, así como estoy reducido. ¿A qué aferrarse para renacer? A la “Palabra de vida”, al amor recíproco, pan cotidiano para volverse a levantar y recomenzar». Un mensaje detonador, que va con el sonido de las palabras, pero también al ritmo de la música y siguiendo los pasos de la danza, haciéndose cada vez más atrayente. Primero suscita simple interés y momentos de suspenso, Después la duda se disipa, en la boca de muchos chicos se abre la sonrisa. Hasta llegar a momentos de profundo intercambio. «También hoy el anuncio de la esperanza se ha abierto brecha en muchos corazones». El tour “Every Life Has Hope”recorre kilómetros, atraviesa ciudades y regiones, dando testimonio de la presencia de Dios en el hoy de la sociedad, y de la posibilidad para todos, sin excluir a nadie, de volver a empezar. En la cárcel de Bielefeld, la “caravana” se encuentra con cien detenidos. En Arnsberg, ciudad del noreste de Alemania, se reúne con los miembros del Movimiento Shalom. El día de Pentecostés, en Colonia, el viaje prevé una etapa en una comunidad parroquial, en la tarde tiene lugar el encuentro con la Cáritas. Por invitación del obispo auxiliar, el conjunto canta la misa en la Catedral, proponiendo “Yo estaba allí”, una canción compuesta para esa ocasión. En Gut Hange festejan los primeros 5 años de la apertura de una Fazenda femenina. Y todavía: visitas a lugares de acogida de mendigos, enfermos terminales, encuentros con estudiantes y con chicos drogadictos que están en una institución pública, con una congregación de hermanas que se dedica a la acogida de chicas en serias dificultades. El tour hace una etapa en Bélgica, en la comunidad de Peer, una ciudad donde pronto se abrirá una nueva Fazenda. Después de dos semanas intensas y alegres, el grupo de la Fazenda prosigue hacia Berlín y Polonia, mientras que el Gen Rosso regresa a Loppiano en vista de las próximas etapas del musical “Campus” en Puglia (en el sur de Italia), donde se inaugurará una nueva Fazenda. Nuevamente juntos para encender una nueva esperanza.
¿Cuántas veces se debe perdonar? «Hace tres años mi hermanastro mayor vino a nuestra casa y ofendió a mi esposa cuando yo estaba afuera, en el trabajo. Cuando volví a casa me enojé mucho, pero juntos decidimos no reaccionar. Después supimos que su hija, que vivía con nosotros en ese período, había vuelto a su casa diciendo que debía prepararse ella sola el almuerzo. Además, ante nuestra gran sorpresa, mi hermano comenzó a contar a las personas de nuestra comunidad que lo habíamos insultado y que nos perdonaría solamente después que le expresáramos nuestras disculpas. En ese momento, para nosotros, era demasiado y durante un año no le dirigimos más la palabra. Un día me acordé que Jesús nos enseñó que debemos perdonar hasta setenta veces siete, cualquiera sea la situación que se presente y además rezar por nuestros enemigos. Así, el último día del año, organicé una reunión de reconciliación entre nosotros, con la presencia de toda nuestra gran familia. Fui el primero en hablar. Les dije a los miembros de la familia que no estábamos allí para hacer grandes discursos, ni para juzgar al otro, sino simplemente para pedir perdón a mi hermano mayor y que estábamos entristecidos por haberlo ofendido. Después me levanté y me arrodillé delante de él, un gesto que significaba humildad y magnanimidad, dos virtudes cristianas. Los miembros de la familia, incluido mi hermano, quedaron asombrados por este gesto y ninguno de ellos se animaba a decir ninguna palabra. Después de un momento, él dijo que me había perdonado. Volvimos a casa felices y serenos por haber restablecido la paz entre nuestras familias.» (Christopher e Perpetua Idu – África)Una perla de gran valor «Estaba viviendo un matrimonio verdaderamente duro. Mi marido, que en un tiempo era un hombre amable, inteligente y culto, se había vuelto alcohólico debido al período en que había vivido bajo las armas. Cuando volvió del frente (de guerra) a Inglaterra, retomó la vida de forma normal, pero pronto le apareció una úlcera duodenal que le dolía mucho. Era incurable y muy a menudo no estaba en condiciones de trabajar. Fue en ese momento que descubrió el alcohol como una eficaz solución para no sentir el dolor… Bebía mucho. Viví con él este momento terrible. Fue un verdadero trauma tanto físico como mental: ¡no podía más! Pedí consejo a varios médicos y profesionales pero sin éxito. Después de algunos años encontramos el Movimiento de los Focolares. Escribí a una persona a la que le tenía mucho respeto y confianza. Su respuesta me asombró: «Gracias por compartir conmigo tu “perla de gran valor”…». ¿Cómo podía llamarse a la enorme dificultad que estábamos viviendo, una “perla de gran valor”? Se necesitaron años para comenzar a comprender de qué modo podría transformar el sufrimiento en amor, saber perder todo lo que creía que era necesario para nosotros, ser aceptados socialmente, y no fingir que todo estaba bien. En el fondo se trataba de decir “sí” en vez de “no”. Al final me rendí, permitiendo que Dios me envolviera entre Sus brazos. Y Él se manifestó. En el último período de su vida, mi marido hizo una experiencia profunda del amor personal de Dios y no tomó más. También yo logré liberarme de la depresión. Es cierto que llegar a esta meta me llevó una gran parte de mi vida. Pero era, y es, mi “perla de gran valor”.» (Fuente: New City – Londres)