Jul 3, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
¿Cuántas veces se debe perdonar? «Hace tres años mi hermanastro mayor vino a nuestra casa y ofendió a mi esposa cuando yo estaba afuera, en el trabajo. Cuando volví a casa me enojé mucho, pero juntos decidimos no reaccionar. Después supimos que su hija, que vivía con nosotros en ese período, había vuelto a su casa diciendo que debía prepararse ella sola el almuerzo. Además, ante nuestra gran sorpresa, mi hermano comenzó a contar a las personas de nuestra comunidad que lo habíamos insultado y que nos perdonaría solamente después que le expresáramos nuestras disculpas. En ese momento, para nosotros, era demasiado y durante un año no le dirigimos más la palabra. Un día me acordé que Jesús nos enseñó que debemos perdonar hasta setenta veces siete, cualquiera sea la situación que se presente y además rezar por nuestros enemigos. Así, el último día del año, organicé una reunión de reconciliación entre nosotros, con la presencia de toda nuestra gran familia. Fui el primero en hablar. Les dije a los miembros de la familia que no estábamos allí para hacer grandes discursos, ni para juzgar al otro, sino simplemente para pedir perdón a mi hermano mayor y que estábamos entristecidos por haberlo ofendido. Después me levanté y me arrodillé delante de él, un gesto que significaba humildad y magnanimidad, dos virtudes cristianas. Los miembros de la familia, incluido mi hermano, quedaron asombrados por este gesto y ninguno de ellos se animaba a decir ninguna palabra. Después de un momento, él dijo que me había perdonado. Volvimos a casa felices y serenos por haber restablecido la paz entre nuestras familias.» (Christopher e Perpetua Idu – África)
Una perla de gran valor «Estaba viviendo un matrimonio verdaderamente duro. Mi marido, que en un tiempo era un hombre amable, inteligente y culto, se había vuelto alcohólico debido al período en que había vivido bajo las armas. Cuando volvió del frente (de guerra) a Inglaterra, retomó la vida de forma normal, pero pronto le apareció una úlcera duodenal que le dolía mucho. Era incurable y muy a menudo no estaba en condiciones de trabajar. Fue en ese momento que descubrió el alcohol como una eficaz solución para no sentir el dolor… Bebía mucho. Viví con él este momento terrible. Fue un verdadero trauma tanto físico como mental: ¡no podía más! Pedí consejo a varios médicos y profesionales pero sin éxito. Después de algunos años encontramos el Movimiento de los Focolares. Escribí a una persona a la que le tenía mucho respeto y confianza. Su respuesta me asombró: «Gracias por compartir conmigo tu “perla de gran valor”…». ¿Cómo podía llamarse a la enorme dificultad que estábamos viviendo, una “perla de gran valor”? Se necesitaron años para comenzar a comprender de qué modo podría transformar el sufrimiento en amor, saber perder todo lo que creía que era necesario para nosotros, ser aceptados socialmente, y no fingir que todo estaba bien. En el fondo se trataba de decir “sí” en vez de “no”. Al final me rendí, permitiendo que Dios me envolviera entre Sus brazos. Y Él se manifestó. En el último período de su vida, mi marido hizo una experiencia profunda del amor personal de Dios y no tomó más. También yo logré liberarme de la depresión. Es cierto que llegar a esta meta me llevó una gran parte de mi vida. Pero era, y es, mi “perla de gran valor”.» (Fuente: New City – Londres)
Jul 1, 2017 | Sin categorizar
«Contemplando la inmensidad del universo, la extraordinaria belleza de la naturaleza y su potencia, me remonté espontáneamente al Creador de todo y adquirí una nueva comprensión acerca de la inmensidad de Dios. La impresión que tuve fue tan fuerte y tan nueva que enseguida me habría arrojado a tierra de rodillas para adorar, alabar y glorificar a Dios. Sentí la necesidad de hacerlo como si ésta fuese mi vocación actual. Y casi como si ahora se abrieran mis ojos, comprendí como nunca Quién es el que hemos elegido como ideal; o mejor dicho, Quién es el que nos ha elegido a nosotros. Lo vi tan grande, tan grande, tan grande que me parecía imposible que hubiera pensado en nosotros. Esta impresión de su inmensidad ha permanecido en mi corazón durante algunos días. Ahora, al rezar: “Santificado sea tu nombre” o “Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo” es otra cosa para mí: es una necesidad del corazón. (Rocca di Papa, 22.1.87) «[…] Contemplar, tal vez, la infinita extensión del mar, una cadena de montañas altísimas, un glaciar imponente, o la bóveda del cielo punteada de estrellas… ¡Qué majestuosidad! ¡Qué inmensidad! Y a través del esplendor deslumbrante de la naturaleza, nos remontásemos a Aquél que es su autor: Dios, el Rey del universo, el Señor de las galaxias, el Infinito. […] Él está presente en todas partes: está en el centelleo de un arroyo, en una flor que se abre, en una aurora clara, en un rojo atardecer, en una cumbre nevada … En nuestras metrópolis de cemento, construidas por la mano del hombre entre el ruido del mundo, la naturaleza pocas veces se ha salvado. Y sin embargo, si queremos, basta con un retazo de cielo azul descubierto entre los tejados de los rascacielos, para acordarnos de Dios; es suficiente un rayo de sol, que no deja de penetrar ni siquiera a través de los barrotes de una cárcel; es suficiente una flor, un prado, el rostro de un niño… […] Esto nos ayudará a regresar entre los hombres, donde tenemos nuestro sitio, sintiéndonos fortalecidos, igual que se sentía Jesús cuando, después de haber rezado al Padre durante toda la noche en los montes, bajo el cielo estrellado, volvía entre los hombres a hacer el bien». (Mollens, 22.9.88) De Chiara Lubich – “Buscando las cosas de arriba” – Editorial Ciudad Nueva, Madrid 1993, págs. 18 – 20
Jun 30, 2017 | Sin categorizar
Guerras, amenazas nucleares, terrorismo. Son muchos los desafíos. Usted ha dicho que el ecumenismo es importante para la paz. ¿Puede explicarnos por qué y cómo? «El ecumenismo es importante para la paz porque el ecumenismo es unidad. La unidad es la paz. La unidad es ser un corazón solo y un alma sola. Es amarse. Es compartir los propios bienes, los dolores, las alegrías. Y esto conlleva la paz. ¿Qué es la paz? La paz no es ausencia de bombardeos. No es un acuerdo que se firma. La paz no es nada de esto. La paz es la unidad de los corazones. El ecumenismo sirve para construir y ampliar la unidad de los corazones y, por lo tanto, sirve para la paz, sirve muchísimo para la paz. Si después, los cristianos se presentan unidos, seguramente influirán más. Y realizarán juntos también proyectos de paz, sobre todo, allá donde la paz está continuamente amenazada. Ayudarán a poner en práctica la coparticipación en los bienes del mundo, y a quienes huyen de los Países en guerra buscando una vida mejor, les acogerán. Pero ayudarán si están unidos. Y si están unidos ayudarán a dar esos pasos necesarios para que la paz pueda realizarse». ¿Qué contribución está dando el Papa Francisco al Movimiento ecuménico y qué tipo de estilo está comunicando a la Iglesia? «Yo advertí su contribución desde el primer momento en el que se asomó a la ventana, cuando se presentó ante el mundo como obispo de Roma. Y ésa fue la primerísima contribución del Papa al camino ecuménico de las Iglesias. Es una contribución que prosigue, también en esta continua ansia suya de reforma de las Iglesias y de la Iglesia dirigida hacia una mayor colegialidad y participación, tanto de los pastores, como de los fieles, así como de una mayor humildad recíproca y reconocimiento de los errores cometidos. Todo un proceso que va en el sentido del camino ecuménico.»
Los participantes en la Semana ecuménica 2017 asistieron a la audiencia general en la que el Papa Francisco habló de María como madre que estuvo junto a su Hijo hasta la Pasión. ¿María es modelo del camino ecuménico? «Diría que sí. Porque María es madre, es madre de Dios y madre de Jesús y, por tanto, madre de todos los hombres. Seguramente una madre quiere ver a sus hijos unidos. Trata de hacer todo lo que puede para que los hijos se reúnan, reconozcan que Dios bajó a la Tierra y se hizo hombre por ellos. Quiere que se amen, que no peleen, que no discutan con odio el uno contra el otro, sino que busquen modos cada vez nuevos para comprenderse. María nos ayuda en esto. Y además, yo creo que María nos ayuda precisamente en su estar bajo la cruz. Con su desolación. Me parece que allí, ella misma pierde su tesoro más grande y nos enseña a saber perder algo, también esa riqueza que cada Iglesia tiene pero que está llamada a recomponerse con las riquezas de las demás. Si María logró perder al Hijo, nosotros podemos perder una idea, un recuerdo, una herida que arrastramos dentro, un prejuicio, para construir y llegar a ser constructores de unidad.» Maria Voce Por M. Chiara Biagioni Fuente: SIR Lee la primera parte
Jun 29, 2017 | Sin categorizar
“La revolución del Evangelio. Regresar al Evangelio y a la vida del Evangelio en el mundo”. Radica en esto, en poner en práctica la Palabra de Dios, hoy como en los tiempos de los primeros cristianos, el proyecto ecuménico que inició hace 50 años Chiara Lubich y que lleva adelante el Movimiento de los Focolares en todo el mundo. Un proyecto en el que los cristianos de todas las Iglesias pueden reconocerse plenamente, participar y juntos ser semillas de paz por doquier, en un mundo herido por las guerras y las divisiones. Habla María Voce, presidente del Movimiento de los Focolares. La encontramos con un grupo de periodistas de diferentes diarios, en el marco de la 59ª Semana ecuménica que se ha realizado en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo del 11 al 13 de mayo. La sala está llena. Están presentes casi 700 cristianos de 69 Iglesias y Comunidades eclesiales, de 40 Países del mundo. Las cabinas para las traducciones están todas encendidas: 17 las lenguas presentes. Los participantes, de todas las edades, tienen colores y vestidos que hacen intuir proveniencias y pertenencias distintas. Entre los momentos fuertes de esta Semana, la oración por la unidad en las catacumbas de san Sebastián en Roma, en el mismo lugar donde rezaron los primeros cristianos y mártires. Aquí, estrecharon un “Pacto de amor recíproco” intercambiándose un signo de paz y de perdón por las heridas infligidas en el pasado y para que,“renovados por el amor, llevemos este testimonio vivido entre nosotros, a nuestras comunidades, a nuestros Países, a nuestra sociedad”. “Hemos construido mucho juntos”, comenta María Voce. “Ahora se trata de acelerar el paso, para que la comunión sea plena y visible. Es necesario ir adelante”. Nunca como hoy el mundo anhela la fraternidad universal. ¿Usted cree que es posible? ¿Es posible en este siglo? «No sé si será posible en este siglo, pero sé que es posible. Más aún, es seguro que llegaremos porque es el deseo de Dios. Dios quiere que toda la familia humana sea una familia de hermanos. Si Dios lo quiere, este designio de unidad del género humano no puede dejar de realizarse. No sé si se logrará en este siglo. Pero lo importante no es realizarlo en este siglo. Lo importante es que se realice y que nosotros demos el paso que Dios nos pide hoy, y hoy Dios nos pide trabajar en esta dirección y, por lo tanto, al menos entre cristianos reconocernos como hermanos».
En el mundo ecuménico por varias partes se advierte sufrimiento por la imposibilidad de que cristianos de distintas Iglesias puedan participar en la misma mesa eucarística. ¿Cómo responde usted? «Ciertamente es un dolor para todos. Pero sentimos también que la presencia de Jesús en el mundo no se limita a la presencia eucarística. Jesús está presente en el mundo de muchos modos. Está presente con su amor, está presente en el prójimo porque reconocemos a Jesús en el hermano; está presente en los pobres, está presente en los que nos guían en el magisterio de la Iglesia y en las distintas Iglesias e instituciones. Nosotros, como Movimiento de los Focolares, sentimos particularmente importante dos cosas. La primera es el dolor y la presencia de Jesús en el mundo. Jesús asumió todos los dolores de la Humanidad y, por tanto, también el dolor de la división. Es un dolor que Jesús vivió fuertemente en el momento en el que fue crucificado y abandonado. La segunda que consideramos importante es cuando Jesús dijo: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre…”. No dijo unidos en la Eucaristía, dijo “en mi nombre”. ¿Y qué quiere decir estar unidos en el nombre de Jesús? Quiere decir estar unidos en el amor recíproco que Él trajo a la Tierra. Por eso, donde dos o más están unidos en su nombre, está Jesús presente. Esta presencia de Jesús en el mundo en cierto sentido es la prueba de que nosotros vivimos ya una verdadera comunión y, por esto, también nosotros podemos decir: ¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? No podremos recibir juntos la Eucaristía, pero podemos recibir el amor de Dios, podemos vivir este amor entre nosotros, todos juntos, en la esperanza de que se pueda llegar a esa comunión aún más completa que se añadirá a la comunión que ya tenemos ».(continuará) Por M. Chiara Biagioni – Fonte: SIR
Jun 28, 2017 | Sin categorizar
El órgano de prensa oficial de los Focolares de los Estados Unidos, Living City, ha sido premiado per la Asociación Católica de la Prensa de Norteamérica (CPA). Primeros, por la “Mejor cobertura en temas ecuménico/interreligiosos” a los artículos “Crecer juntos”, “Comenzar a construir puentes ahora” y “Una brújula para nuestro camino”, de Sarah Mundell, Susanne Janssen, David Shaheed e Jordan Denari. Excelentes textos que cuentan historias comprometidas, como construir puentes con fieles de otras religiones, han comentado los jueces. Tercero, en la categoría “Excelencia general — revistas nacionales de interés general”. En la categoría “entrevista”, “Qué es el trabajo?” realizada por Susanne Janssen a Andreas Widmer, director de los programas de emprendimiento en la Universidad Católica de América, ha recibido una mención de honor. En la categoría “Essay” premiados los artículos de Amy Uelmen “Escuchar más allá de la cámara de eco” y “También ser ‘anti’ puede abrir un diálogo”, de Sarah Mundell. Las temáticas están llenas de anécdotas interesantes y ofrecen profundidad, intuición y variedad, ha comentado el Jurado.
Jun 28, 2017 | Palabra de vida, Sin categorizar
Fatigados y sobrecargados: palabras que nos sugieren la imagen de personas –hombres y mujeres, jóvenes, niños y ancianos– que de distintos modos llevan pesos a lo largo del camino de la vida y esperan que llegue el día en que se puedan liberar de ellos. En este pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús les dirige una invitación: «Venid a mí…». Jesús tenía a su alrededor a la muchedumbre que había venido a verlo y a escucharlo; muchos de ellos eran personas sencillas, pobres, con poca formación, incapaces de conocer y respetar todas las complejas prescripciones religiosas de su tiempo. Además pesaban sobre ellos los impuestos y la administración romana, una carga muchas veces imposible de sobrellevar. Se encontraban en apuros y buscaban a alguien que les ofreciese una vida mejor. Con su enseñanza, Jesús mostraba una atención especial por ellos y por todos los que estaban excluidos de la sociedad porque se los consideraba pecadores. Él deseaba que todos pudiesen comprender y acoger la ley más importante, la que abre la puerta de la casa del Padre: la ley del amor. Pues Dios revela sus maravillas a quienes tienen un corazón abierto y sencillo. Pero Jesús nos invita hoy, también a nosotros, a acercarnos a Él. Él se manifestó como el rostro visible de Dios, que es amor, un Dios que nos ama inmensamente tal como somos, con nuestras capacidades y nuestras limitaciones, nuestras aspiraciones y nuestros fracasos. Y nos invita a fiarnos de su ley, que no es un peso que nos aplasta, sino un yugo ligero capaz de llenarles el corazón de alegría a cuantos la viven. Esa ley requiere que nos comprometamos a no replegarnos sobre nosotros mismos, sino a hacer de nuestra vida, día a día, un don cada vez más pleno a los demás. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso». Jesús también hace una promesa: «…os daré descanso». ¿De qué modo? Ante todo, con su presencia, que se hace más neta y profunda en nosotros si lo elegimos como punto firme de nuestra existencia; y luego, con una luz especial que ilumina nuestros pasos de cada día y nos hace descubrir el sentido de la vida incluso cuando las circunstancias externas son difíciles. Si además comenzamos a amar como Jesús mismo hizo, encontraremos en el amor la fuerza para seguir adelante y la plenitud de la libertad, porque de esta manera la vida de Dios se abre paso en nosotros. Escribe Chiara Lubich: «Un cristiano que no esté siempre en la tensión de amar no merece el nombre de cristiano. Porque todos los mandamientos de Jesús se resumen en uno solo: amar a Dios y al prójimo, en quien vemos y amamos a Jesús. El amor no es un mero sentimentalismo, sino que se traduce en vida concreta, en servir a los hermanos, en especial a los que tenemos al lado, y empezar por las pequeñas cosas, por los servicios más humildes. Dice Carlos de Foucauld: “Cuando amamos a alguien, estamos realmente en él, estamos en él con el amor, vivimos en él con el amor; ya no vivimos en nosotros mismos, estamos desapegados de nosotros mismos, fuera de nosotros mismos”1. Y precisamente gracias a este amor se abre paso en nosotros su luz, la luz de Jesús, según su promesa: “El que me ame… me manifestaré a él” (Jn 14, 21). El amor es fuente de luz: amando se comprende más a Dios, que es Amor»2. Acojamos la invitación de Jesús a acudir a Él y reconozcámoslo como fuente de nuestra esperanza y de nuestra paz. Acojamos su mandamiento y esforcémonos por amar como hizo Él, en las mil ocasiones que nos suceden cada día en la familia, en la parroquia, en el trabajo: respondamos a la ofensa con el perdón, construyamos puentes en lugar de muros y pongámonos al servicio de quienes sienten el peso de las dificultades. Descubriremos que esta ley no es un peso, sino un ala que nos llevará a volar alto. LETIZIA MAGRI _____________________________
- C. DE FOUCAULD, Scritti spirituali VII, Città Nuova, Roma 1975, 110.
- Cf. C. LUBICH, «Palabra de vida», mayo 1999: Ciudad Nueva 354 (1999/5), p. 26
Jun 28, 2017 | Focolare Worldwide
En junio de 1967, hace cincuenta años, los israelitas ocuparon los territorios palestinos. Desde ese día ha sido una contínua cadena de choques violentos y de muerte. Muchos, a pesar de todo, siguen construyendo un futuro de paz. Entre ellos Margaret Karram, quien fue miembro de la Comisión episcopal para el diálogo interreligioso en la Asamblea de Obispos Católicos de Tierra Santa y colaboradora con la dirección del Interreligious Coordinating Council en Israel (ICCI). Desde el 2014 trabaja en el Centro internacional del Movimiento de los Focolares (Italia). Margaret K.: «Nací en Haifa, una ciudad de Galilea, mi tierra desde siempre ha sido una tierra de conflictos, de guerras, bajo la dominación de pueblos diferentes. Nuestra casa se encontraba en el Monte Carmelo, en el barrio judío. Éramos la única familia árabe cristiana, de origen palestino. Recuerdo que siendo pequeña, tenía seis años, unos niños empezaron a ofenderme pesadamente diciéndome que era árabe y no podía estar en ese barrio. Corrí llorando donde mi mamá, preguntándole el porqué de esa situación. Como única respuesta, mi madre me pidió que invitara a esos niños a casa. Había preparado pan árabe y se los dio pidiéndoles que lo llevaran a sus familias. De ese pequeño gesto nacieron los primeros contactos con los vecinos judíos que quisieron conocer a la mujer que había tenido ese gesto. Este hecho me enseñó que un pequeño acto de amor hacia el prójimo hace superar montañas de odio». La historia de Margaret prosigue con el relato de recuerdos y acontecimientos que dan testimonio de cuántas dificultades ha tenido que afrontar. Árabe, cristiana-católica, Margaret es ciudadana israelí. Muchos de sus familiares, como tantos cristianos, tuvieron que escapar al Líbano durante los años de la guerra. Por lo que no pudo conocer a gran parte de su familia, porque su papá quiso quedarse con los abuelos. En ella fue creciendo el deseo de construir puentes de fraternidad. «Desde pequeña soñaba la paz. A menudo iba a los barrios árabes de Jerusalén, a Belén o a otros territorios palestinos. Si hablaba árabe –que es mi primera lengua– las personas reconocían en mi acento que provenía de Galilea que se encuentra en territorio israelí. Viceversa, si hablaba en hebreo, me hacían notar que mi acento era distinto al de ellos. Esto me creó un sentido de pérdida de mi identidad: no era ni palestina ni israelí… Cuando tenía 15 años encontré el Movimiento de los Focolares y la espiritualidad de Chiara Lubich que me dio alas para volar. Sentí que no tenía que cambiar a las personas, sino cambiar yo, mi corazón. Volví a creer que el otro es un don para mí y que puedo ser un don para el otro.
Viviendo en Jerusalén a menudo tenía la tentación de desanimarme, especialmente durante la Intifada. Vivimos momentos muy duros en la ciudad: a menudo había atentados en lugares públicos, también en los autobuses que yo usaba todos los días para ir al trabajo. Tenía miedo. Fui adelante gracias al sostén de la comunidad con la que compartía la espiritualidad del Focolar. Finalmente encontré mi verdadera identidad: la de ser cristiana, católica, testigo de la esperanza. Fue una etapa importante en mi vida, que me liberó del temor y de la incertidumbre. Podía amar a todos, árabes e israelitas, respetando su historia y hacer todo lo posible para crear espacios de diálogo, para construir puentes, confianza, asistiendo a pequeños milagros, viendo a judíos y musulmanes cambiar de actitud y tratar de trabajar juntos por la paz». Existen muchas iniciativas. Muchas organizaciones trabajan por la paz a través del arte, de la educación, de la acción social. Muchas personas como Margaret tratan de encender pequeñas luces, que pueden iluminar la oscuridad y hacer entrever espirales del cielo. En junio del 2014 fue invitada a formar parte de la delegación cristiana en la oración de “invocación de la paz”, junto al Papa Francisco, al Patriarca Bartolomé I, Shimón Péres, entonces Presidente Israelí y a Abu Mazen, Presidente palestino. «Poco después de este encuentro estalló la guerra en la Franja de Gaza. Parecía que había sido vano el intento del Papa de reunir a los dos Jefes de Estado para trabajar por la paz entre los dos pueblos. Pero fue un momento histórico, una etapa importante. Percibí la potencia de la oración y entendí que el corazón de los hombres sólo Dios lo puede cambiar. Tenemos que seguir invocando la paz a Dios. Como los árboles de oliva que sembramos ese día, espero que la paz eche raíces y se puedan ver los frutos». Video integral (Italiano)
Jun 27, 2017 | Sin categorizar
Joseph Absi, vicario patriarcal de Damasco, fue elegido para guiar la Iglesia greco-católica. El nuevo Patriarca, que sucede a Gregorio III Laham, de 85 años, estudió Teología en Francia y en Líbano (Harissa), obtuvo una licenciatura en Filosofía en la Universidad estatal libanesa y un doctorado en Música en la Pontificia Universidad de Kaslik. Mons. Absi, quien es miembro de la Sociedad de los Misioneros de San Pablo (Paulinos), es sacerdote desde 1973 y superior general desde 1999. Consagrado obispo en 2001, fue presidente de Cáritas siria promoviendo, con sus colaboradores, más de 40 proyectos en Damasco, Alepo y Hassaké. Uno de los temas al que el nuevo Patriarca melquita es especialmente sensible, es la unidad entre las Iglesias católicas orientales.
Jun 27, 2017 | Focolare Worldwide
Jun 26, 2017 | Sin categorizar
Luego de que llegara a Panamá la “Cruz Peregrina”, donde se desarrollará la Jornada Mundial de la Juventud 2019 (JMJ),el Arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A., ha lanzado la iniciativa de “rezar juntos” el día 22 de cada mes, por este importante evento. La oración del pasado 22 de junio ha sido guiada por la comunidad local de los Focolares. A conclusión de la celebración eucarística, el arzopispo ha consignado la “Cruz Peregrina” y un ícono que representa la Virgen María, a los jóvenes de los Focolares. «Ha sido muy bonito recibir la Cruz de la JMJ – escriben los jóvenes – y hemos aprovechado de la ocasión para asegurarle al arzobispo que puede contar con nosotros; ´l nos respondió: “Sí, cuento con ustedes”. Ha sido una fiesta de la familia de la Iglesia!»