May 24, 2017 | Focolare Worldwide
«¿Qué hay en nuestro corazón? ¿Hacia dónde está orientado? ¿Cómo aprender a conocerlo mejor? Los caminos del corazón, ¿no son tal vez unas verdaderas montañas rusas?». Algunas preguntas que estimularon el diálogo, como símbolo visible del deseo de comunión, entre cristianos y musulmanes que participaron en un encuentro, a fines de abril, que comenzó en el centro cultural musulmán y se concluyó en la Parroquia protestante. Comenzó con los aportes teológicos del pastor protestante Martín Hoegger y del Imam Djalel Meskaldji. Ambos constataron que tanto la Biblia como el Corán amplían el significado de la palabra “corazón”. No sólo como sede de los sentimientos, sino más bien como centro de nuestro ser. Es el espacio donde se dialoga consigo mismo, con los demás, y con Dios. «La enfermedad más común no es la gripe, sino la ‘esclerocardia’, es decir la dureza del corazón», ironizó M. Hoegger. Y Djalel Meskaldji agregó: «Según el Corán, el corazón puede estar endurecido como las piedras. Estar cubierto de herrumbre». El corazón, se enfatizaba, es lo más precioso que tenemos, pero la experiencia nos dice que a menudo puede endurecerse. De aquí surge la constatación de que “custodiar el corazón” es un tema frecuente en la Biblia y en los Padres de la Iglesia, teólogos de los primeros siglos. Por lo tanto, mantener el corazón firme es “una verdadera batalla espiritual”. Sería éste, según Meskaldji, el verdadero significado de la palabra “Jihad”, en la tradición musulmana. El Pastor Hoegger recordó que los profetas bíblicos «anuncian que Dios esculpirá un día su ley de amor en nuestros corazones y pondrá en nosotros un corazón nuevo, un corazón de carne». Y también dijo: «Los cristianos se dirigen a Jesús, en Él se realiza esta promesa». El Imam, agregó que: «El Corán afirma repetidamente que el corazón tiene necesidad de ser purificado por el agua límpida de la palabra de Dios. Ella despierta mi corazón, lo sana, desarma su dureza y pule el herrumbre que deriva en primer lugar del orgullo». Desde Argelia, por conexión internet, Sheherazad y Farouk, musulmanes, contaron que el descubrimiento de Dios amor, a través de la espiritualidad del Movimiento de los Focolares, revolucionó su vida de pareja: «Aprendimos a amar al otro por sí mismo, y a dejar actuar a Dios que está presente en el corazón de cada uno para ser un testimonio vivo de la unidad de Dios. Pero sobre todo experimentamos la gracia de Dios que inunda nuestro corazón de su misericordia». También, Anne Catherine Reymond y Fabien, cristianos de la comunidad de San Egidio, compartieron el camino que han hecho, contando que la presencia de Dios transformó su corazón a través de la oración y la vida fraterna, pero también a través del acercamiento a los pobres. «La fe en Dios es una brújula en los desafíos que la pareja debe enfrentar, sobre todo en la educación de los hijos. Ellos nos empujan a ponernos en segundo plano para colocar a Dios en el primer lugar». En el diálogo por grupos se puso en relieve lo que los cristianos y musulmanes tienen en común. Una musulmana de Lyon, concluyó: «En una época en la cual muchos tratan de dividir nuestras comunidades, ¡qué útil que es encontrarnos en una atmósfera de estima recíproca!». Por unanimidad, los participantes de esta jornada que parecía una fiesta, expresaron el deseo de continuar el diálogo, también a través de nuevas iniciativas de encuentro.
May 23, 2017 | Sin categorizar
May 21, 2017 | Sin categorizar
El 21 mayo es una fecha importante para los que trabajan en favor del diálogo y la cooperación internacional, intercultural e interreligiosa: todo el mundo celebra, hoy, la Jornada Mundial de la Diversidad cultural para el Diálogo y el Desarrollo, instituída por la ONU en el 2002, luego de la adopción por parte de la UNESCO de la Declaración Universal de la Diversidad Cultural, en el 2001. La Jornada representa una invitación dirigida a todos – sociedad civil, organizaciones, individuos, asociaciones – a que promuevan la colaboración y el encuentro entre publos y culturas, en una óptica que valoriza y sostiene, en el respeto recíproco.
May 21, 2017 | Sin categorizar
En plena conmemoración de los 500 años de la Reforma, que ve un nuevo impulso en el camino hacia la unidad de los cristianos – desde el histórico encuentro en Lund (Suecia) hasta el reciente viaje del Papa a Egipto –, los Focolares aumentan el compromiso del así llamado “diálogo de la vida” o “del pueblo”. Lo han afirmado en la Declaración de Ottmaring (21/02/2017) y lo hacen cotidianamente, involucrando a miles de cristianos en todo el mundo. Apenas ha terminado la quincuagésima novena edición de la “Semana Ecuménica” (9 al 13 de mayo en Castel Gandolfo, Roma) con 700 participantes de 69 Iglesias diferentes, y con representantes de todas las latitudes.
Era el 4 de abril de 1997 cuando, también durante un encuentro ecuménico en Roma, se le preguntó a Chiara Lubich acerca de este tipo de diálogo. Chiara respondió espontáneamente: «Verónica, focolarina anglicana de Gran Bretaña, pregunta qué contribución específica podemos dar a la unificación de las Iglesias. Nuestra contribución hay que verla en todo el ámbito del ecumenismo. Existe el diálogo de la caridad, que favorece el sentirnos hermanos y que nos ayudemos. Es muy importante. Quizás inició en tiempos de Atenágoras, cuando el Papa Pablo VI fue a visitarlo y viceversa. Después, la oración en común, otro diálogo que pasa a través de Dios. Es también muy importante, sobre todo durante la Semana de Oración [por la unidad de los cristianos, ndr]. Existe el diálogo teológico, que realizan los expertos; también éste prosigue, no obstante algunos digan que el ecumenismo no avanza; por el contrario, va adelante. Nosotros aportamos un diálogo nuevo: el diálogo del pueblo. Ha brotado de la espiritualidad [de la unidad, ndr] que vivimos en todas las diferentes Iglesias – son 300 las Iglesias cuyos fieles participan en el Movimiento –; este diálogo lo ha generado nuestra espiritualidad que es comunitaria, que nos une, nos pone juntos. Si yo te amo y tú me amas, ¿qué se establece entre nosotros? Jesús en medio. Pero Jesús en medio nos une y como dice Pablo: “¿Quién me separará del amor de Cristo?” Del mismo modo, nosotros decimos: “¿Quién nos separará? Es la caridad la que nos une, es Cristo mismo quien nos une. Nadie podrá separarnos si nosotros vamos adelante con nuestra espiritualidad.
Por tanto, viviendo esta espiritualidad en la Iglesia católica, anglicana, luterana, metodista, etc., ha nacido, sin darnos cuenta, un pueblo; ha florecido de esta espiritualidad que genera un pueblo. ¿Qué ha sucedido? Viviendo juntos, conociéndonos, amándonos, practicando el amor recíproco, hemos descubierto que tenemos muchas cosas en común, que ya somos una sola familia, que ya somos un pueblo cristiano. Yo tengo el Bautismo, pero también Verónica lo tiene, y también ustedes lo tienen. Yo tengo el Antiguo Testamento, pero también lo tienen ustedes. Tengo el Nuevo Testamento, también lo tienen ustedes. Y además, tenemos los Concilios y muchas otras cosas, en común. Ahora bien, si tenemos todo esto en común, ¿por qué no nos ponemos juntos, como en una sola familia y en un solo pueblo? Esto es lo característico que nosotros aportamos, una contribución esencial. Por otra parte, no lo aportamos nosotros, es un carisma que vino del Cielo para este tiempo, que es el tiempo ecuménico: el carisma de la unidad, que tiene mucho que ver con el ecumenismo». Fuente: Centro Chiara Lubich
May 20, 2017 | Sin categorizar
May 19, 2017 | Focolare Worldwide
«En el Municipio de Savignano sul Rubicone, le propusimos al alcalde dar un mensaje de fraternidad coloreando un lugar público – cuentan Matteo y Giosuè, jóvenes italianos por un mundo unido . Nos puso a disposición un pasaje subterráneo que conecta la calle principal con la estación de trenes. Realizamos un mural en el cual, al lado del puente que es el símbolo de la ciudad, escribimos “Let’s bridge” y “Ciudadanos del mundo”, en varios idiomas, con la ayuda de chicos extranjeros que están aquí de paso». El resultado fue un trabajo colectivo, un signo visible de paz. El proyecto del mural fue la ocasión para tener un primer contacto con el imam de la mezquita de Ravena, Mustapha Soufi (Presidente del Congreso Islámico Europeo de los Imames). Después de tres meses de trabajo se celebró el estreno del pasaje subterráneo, con la presencia de dos alcaldes y de un europarlamentario, que había pedido participar porque una iniciativa como ésta, tres días después del terrible atentado de Bruselas – estábamos en marzo de 2016 –, además promovida por chicos, le infundía esperanza en un futuro de paz. El pasaje subterráneo se convirtió en un lugar simbólico. Matteo y Giosuè son dos jóvenes Embajadores de Paz. Un reconocimiento otorgado por el Círculo Universal de los Embajadores de Paz, con sede en Ginebra, que tiene como objetivo poner de relieve a todos los que trabajan por la paz, también a jóvenes, adolescentes y niños (en la categoría de los 6 a los 18 años). Desde hace varios años organizan en su región, junto con otros jóvenes, la Feria Primavera, una de las iniciativas de los Chicos por la Unidad quienes, en colaboración con escuelas, asociaciones y administraciones municipales, quieren construir acciones de paz y fraternidad. «En el mes de julio del año pasado – sigue contando Matteo – junto con 50 Chicos por la Unidad participamos en la Jornada Mundial de la Juventud. El Papa Francisco concluyó su discurso diciendo: “El Señor bendiga vuestros sueños”. Son muchísimos los sueños que quisiéramos realizar, antes que nada el de ser constructores de un mundo de paz y fraternidad». Después del terremoto que afectó el centro de Italia, se sintieron nuevamente cuestionados. Entre muchas ideas, decidieron realizar dos cenas, en Módena y Cesena, para recolectar fondos. «Involucramos a un centenar de chicos, les servimos la mesa a unas 350 personas y recaudamos más de 4 mil euros». En Cesena está también el imam Mustafa, quien les propuso conocer a los jóvenes musulmanes y empezar juntos un camino para la paz en la mezquita de Ravena, una de las cuatro oficiales en Italia. El 22 de enero fueron acogidos de forma muy cálida. Entraron descalzos, las chicas con la cabeza cubierta. Se pusieron en círculo, las chicas por un lado, los chicos por el otro. «Empezó un juego con preguntas y respuestas sobre la Biblia y el Corán. ¡Cuántos elementos comunes! En fin de cuentas no somos tan distintos, y todos deseamos vivir y construir un mundo más unido. A las 12 nos paramos y, tomándonos de las manos, hicimos un minuto de silencio para pedirle a Dios el don de la paz». Después de un almuerzo a base de cous cous, preparado por las madres musulmanas, hubo una visita guiada a la mezquita y un momento de diálogo. «La paz la hacen los jóvenes – dice el Imam – tenemos que unirnos y cambiar la manera de pensar para derrumbar los muros de los prejuicios». Los amigos musulmanes, a su vez, pidieron visitar una iglesia católica. «Nos parece fantástico – concluye Giosuè . Para construir la paz hay que respetarse y no tenerle miedo a las diferencias. ¿Cómo no pensar en esos chicos musulmanes que encontramos en el colegio o nos cruzamos de pronto por la calle? También ellos son nuestros hermanos, constructores de paz junto con nosotros. No son terroristas, como los medios de comunicación quieren hacernos creer».
May 18, 2017 | Sin categorizar
May 17, 2017 | Sin categorizar
Desde el 2005, cada año se celebra el 17 de mayo la Jornada mundial de las Telecomunicaciones y de las Sociedades de la Información, instituída por la Unión internacional de las Telecomunicaciones (UIT), agencia de las Naciones Unidas. Con el objetivo de valorizar el aporte que los instrumentos como internet y las tecnologías de la información pueden dar a la sociedad, a la economía y al progreso de la humanidad. Y porqué de instrumentos se trata, con un potencial que puede enriquecer a la sociedad global, mucho depende del uso que se les da.
May 17, 2017 | Sin categorizar
«Hay preguntas realmente difíciles: ¿por qué existe la muerte?, ¿por qué las guerras, la violencia, las separaciones, la brecha entre ricos y pobres?… A menudo hablaba de estos asuntos con los amigos de la universidad – estudio idiomas y literatura en la Universidad de Porto, en el norte de Portugal – pero nadie lograba satisfacer mis inquietudes. Un día alguien me habló del Evangelio y me propuso vivirlo. No puedo creerlo, contesté, conozco a mucha gente que se profesa cristiana, y yo con ellos, pero después de dos mil años las cosas siguen iguales. Dado que por fin alguien me estaba realmente escuchando, mi desahogo de dudas y prejuicios continuó por un buen rato. Cuando llegó la hora de dejarnos, a esa persona le quedó sólo el espacio para una única palabra: “¡Prueba!” En Porto vivo en un apartamento con otras chicas. Ese día fui la única que se quedó en casa porque debía preparar un examen. Una mujer pobre tocó la puerta. Mi primer impulso fue despacharla a las apuradas, pero me detuvo ese “prueba” que de vez en cuando volvía a flote y me cuestionaba. En casa no había mucho, pero encontré algo para darle a esa mujer. Después de un tiempo, llamó mi madre quien, estando en la ciudad para un control médico, quiso asegurarse de que yo estuviera en casa: tenía una bolsa de frutas y carne para nosotros. Mi corazón estaba lleno de alegría, no tanto por esa abundancia que nos habría alimentado por toda la semana, sino porque era la confirmación de que el Evangelio es verdadero. Lo poquito que acababa de dar a esa mujer, se me había devuelto centuplicado, según la promesa “Den y se les dará”. Empezó así una nueva relación con Jesús, que se fue consolidando cada vez que intentaba reconocer su rostro en la persona que me pasaba al lado. Por mi cumpleaños había recibido un par de guantes de piel. Hacía tiempo que los esperaba porque aquí a veces uno se congela. En el bus vi a una mujer que temblaba por el frío. Y ¿si le diera mis guantes? Tal como lo pensé lo hice. Esa vez, de hecho, quise jugar al anticipo, porque con ese regalo de cumpleaños, Jesús ya me había dado el céntuplo, así que podía dar y le di mis guantes a ella que los necesitaba más que yo. Estaba yendo a clases, cuando me detuvo una señora con un niño en sus brazos, que lloraba. No quería atrasarme, me justifiqué conmigo misma intentando alejarme. Pero dentro de mi surgió un pensamiento: “¿Cómo puedo decir que amo a Dios a quien no veo, si no amo al hermano a quien veo?”(cf 1 Gv 4,20). Miré el reloj y casi no lograba resistir al pensamiento de irme, pero luego me detuve y me interesé en su situación. Me contó que acababa de dejar a su hijo muy débil en el hospital. Con su esposo y sus 8 niños, vivían en dos míseras habitaciones. En ese momento, estando sola, no pude hacer mucho, pero le prometí que iría a visitarla. Ese mismo día hablé de ella con otros jóvenes y familias de la comunidad de los Focolares que había empezado a conocer, y cada uno de ellos se ofreció para ayudar en lo que podía. Juntos atendimos a sus primeras necesidades (comida, ropa, cosas para la casa) y organizamos unos turnos para ayudar a los niños en las tareas y para hacerlos jugar mientras la madre estaba con el otro hijo en el hospital. Al mismo tiempo, tratamos de entender cómo hacer presente la situación a la Alcaldía, pidiendo una vivienda digna. Después de algunas semanas, por fin, llegó el tan esperado camión del Municipio para la mudanza a una vivienda social. A mí me tocó el privilegio de llevar al niño más pequeño a la nueva casa. Nunca olvidaré ese viaje en bus con el bebé entre mis brazos que dormía serenamente, desconociendo el cambio que yo advierto desde que me puse a vivir el Evangelio. Ahora los grandes interrogantes, que aún existen, ya no quedan sin respuesta: sé que haciendo el primer paso no sólo se involucran a otras personas en amar, sino que además se puede realmente influir en la sociedad».
May 16, 2017 | Sin categorizar