Mirar juntos alrededor en tiempos de pandemia

 
Testimonio de la comunidad local de los Focolares en Granada... una gran familia que vive por los demás.

Nada de insólito al inicio del curso. Tras el verano, la comunidad de los Focolares de Granada se reunió como cada año para dar comienzo a una etapa que se nos presenta rica en iniciativas y, sobre todo, llena de desafíos a todos los niveles. El contexto sí que es completamente diverso: la pandemia ha marcado y marca de forma evidente los ritmos y las prioridades de la vida cotidiana. Y nos sentimos interpelados con urgencia a dar una respuesta a cuanto está sucediendo. Tantas voces nos llaman a la fraternidad y no la última, ciertamente, la Encíclica de Papa Francisco.

Nos preguntamos qué podemos hacer como comunidad para salir al encuentro de tantas situaciones de pobreza que uno u otro conocemos y que ponemos en común. De forma que esa familia de emigrantes, que se ha dirigido a una madre de familia, es ya “nuestra familia de emigrantes”, y las necesidades del comedor social en el que colabora un matrimonio, es ahora “nuestro” comedor social….y podríamos enumerar una larga lista de personas e instituciones que nos proponemos ayudar trabajando juntos.

Surge enseguida una propuesta: pongamos en común recursos, medios, dinero, ideas…Y allí sobre la marcha, durante esa hora de encuentro, alguien cuenta: “justo hace unos días una alumna me dio un sobre….contenía 100€…le pregunté porqué me los daba y me respondió: el año pasado me ayudaste cuando yo lo necesitaba, ahora puedo dártelos para quien los necesite…”; tenemos ya una parte del alquiler para una familia necesitada! Otra persona manda una foto por WhatsApp: una cortadora de embutido, con este comentario “está sin estrenar, no la necesito….quizás en un comedor sea útil”.

Es el arranque de una movilización espontánea que no hubiéramos previsto…En una semana se organiza una recogida de mantas y ropa de abrigo para los sin techo….se llenan tres coches hasta arriba. Y eso significa que se amplía el círculo de la generosidad.

Nuestro enlace con el comedor social nos comunica que necesitan alimentos de primera necesidad…con el dinero recogido se hace una compra abundante que les llevamos teniendo en cuenta también que muchos de los que frecuentan el comedor social son musulmanes y no pueden comer ciertos alimentos. Yendo a llevar estos alimentos nos enteramos que escasean también los productos de higiene personal. Enseguida hay quien, siendo experta en el diseño de carteles, elabora uno para hacer la recogida de estos productos.

Otra persona pone en común su trabajo. Arregla máquinas de coser que otros consideran ya inservibles… la ganancia de estas ventas se destina también a estas necesidades sociales. Quien arregla máquinas de coser… y quien con perspicacia comercial consigue de las empresas la donación de algunos productos. Se escriben algunos correos para empresas de alimentación: una responde en pocos días con un palé de zumos, destinados a las meriendas de los casi 100 niños que una parroquia de la periferia acoge cada tarde para el apoyo escolar.

Hay en paralelo, si sirve esta expresión, otra “recogida”: la riqueza que el vivir los unos por los otros deja en cada corazón. He aquí algunos comentarios: “nunca hubiera imaginado que la pobreza pudiera generar tanta riqueza…son nuestros hermanos los pobres quienes disponen, abren, unen, mejoran y hacen de vasos comunicantes para nuestros corazones”…..Yo no puedo hacer la obra social que otros hacen pero sí se la puedo hacer más fácil y darles aquello que nos caracteriza: la unidad y la fraternidad”.” He recibido cien veces más de lo que he dado…todo el esfuerzo de ir recogiendo la ropa, de no dejarme ganar por el miedo al contagio, de dejar mis nervios ante ciertas situaciones, se ha quedado en nada delante de la alegría que sentía al poder dar algo de mí a estas personas…y no hacerlo sola sino junto a vosotros”. “Ha sido como un volver a echar las redes y tener una pesca milagrosa, posible solo si pienso que hemos tirado de ella todos juntos”. “Empaquetar la ropa apenas lavada y poner etiquetas señalando lo que había en el interior de cada paquete, nos ha llevado la mañana entera…pensar en cada persona que lo recibiría ha sido un resorte continuo para no dejarnos ganar por el cansancio”.

Y este “contagio” saludable continúa….ahora son ya nuestros familiares, amigos, vecinos, alumnos, compañeros de trabajo que hemos involucrado, los que nos empujan a seguir…nos llaman y nos dicen: mira, que aún tengo dos mantas para darte y fulanito me ha dicho que me traería….Mirar juntos a nuestro alrededor se ha convertido en la chispa de una corriente nueva de fraternidad.

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