Comienzan las vacaciones de invierno y hacemos realidad la invitación a sumarnos al grupo misionero “Ntra. Sra.de Lujan”, de Tornquist, provincia de Buenos Aires, Argentina, que desde hace 5 años visita Esteros, un paraje del monte santiagueño donde vive un grupo de familias en situaciones de carencia y privaciones, abiertos a la vida y la fe, ¡y cuánto!, ¡tanto, que emociona!
Este viaje es distinto y único –el 3º, para mí- por dos cosas: la primera es que vamos a terminar e inaugurar la Capilla que empezamos a construir con mucha esperanza hace un año atrás… La segunda, vamos acompañados por otros jóvenes y adultos que se suman para trabajar en la obra (pintura, techado, instalación de juegos para chicos, ornamentación), entre los cuáles contamos -casi increíblemente- a mi hijo, Christian! y como una gran, gran sorpresa también a Pancho un joven que ha caminado en la “Fazenda de la Esperanza“, de Carhué (con la cual colaboro desde hace varios años junto a un grupo de jóvenes del Movimiento de los Focolares de Saliquelló y alrededores). No puedo menos de alegrarme y dar gracias a Dios por estos regalos!
¿Qué decir de lo vivido? Compartimos una hermosa semana, en la que viajamos, trabajamos juntos el grupo misionero y los lugareños desde las capacidades de cada uno (unos trabajando en albañilería, hachando leña, instalando los juegos; otros, visitando casas, cocinando y ocupándose de la organización de las instalaciones de la escuela donde vivimos y de la celebraciones); también, viviendo las mismas carencias que la gente del lugar: sin luz, sin teléfonos, sin gas y sin más agua que la de los baldecitos del aljibe o del reservorio, bañándonos con palangana y jarrito… y compartiendo la eucaristía y oraciones cotidianas.
Podríamos decir que esto ha sido vivir la unidad desde la diversidad: la misa de inauguración de la Capilla fue hermosa!, también las empanadas y el locro que prepararon los santiagueños y que sirvieron de almuerzo. La capilla quedó preciosa y, el infaltable picadito de fútbol con los chicos, muy bueno! La despedida fue conmovedora y difícil pero nos dejamos en la seguridad de que nos encontramos en cada eucaristía, ellos allá y cada uno, donde se encuentre. Como decimos siempre: con Jesús en medio.
Elena Arias (Comunidad Salliquelo)