Ponte di legno, foto di tzzimone - Licenza di Creative CommonsComo respuesta a la crisis cultural que atraviesa no sólo el Occidente, en el contexto de una transición histórica hacia nuevos paradigmas culturales, a partir de la espiritualidad de la unidad se están diseñando líneas de pensamiento, que contribuyen a renovar la cultura.

Un desarrollo del carisma de la unidad es también el inicio de un diálogo, caracterizado por la reciprocidad con el mundo de la cultura en sus varias expresiones, en sus diferentes disciplinas: la política, la economía, el arte, la comunicación social, la pedagogía, la psicología, la sociología, la medicina, el derecho, la arquitectura, la ecología, el deporte.  Está promovido por Secretarías Internacionales y por grupos, que están surgiendo en diferentes países, mediante congresos, seminarios, encuentros, foros, talleres, utilizando los medios de comunicación. Se trata de ofrecer el aporte de un bagaje de ideas, de contribuciones culturales, y también de experiencias existenciales constructivas.

La finalidad. El diálogo está abierto a cuantos advierten la urgencia de ofrecer una respuesta a los desafíos que tenemos delante, para elaborar un pensamiento y una doctrina, inspirados en el paradigma de la unidad, en los varios ámbitos de la cultura.  Esto no significa uniformidad, todo lo contrario, se trata de un discurso plural con distintas formas de pensar, abierto a las ideas y perspectivas, de ayer y de hoy, no tanto para contraponerlas sino para generar un “producto cultural” innovador.

La propuesta. Los mensajes que provienen de la sociedad moderna ponen en evidencia una nueva y creciente complejidad. La fragmentación actual afecta particularmente el saber, las ideas, el pensamiento. Los diferentes mundos culturales no sólo no interactúan sino que se evitan, se rozan e incluso chocan, desencadenando relaciones conflictivas en el tejido social y a nivel internacional.  Por todo esto, se hace necesario y urgente promover una “cultura de la unidad”, portadora de valores positivos, capaz de poner en el centro de los intereses culturales a la persona humana con toda su dignidad, con su capacidad de relacionarse, con su apertura a la trascendencia, como sujeto idóneo para donar al mundo un rostro y una dinámica más acorde a las aspiraciones de los individuos y de los pueblos.

La historia. Tiene sus orígenes en los primeros años del Movimiento de los Focolares y está marcada por tres etapas relacionadas entre ellas, tres fases que Chiara Lubich resumió en tres lugares emblemáticos del camino socio-cultural de nuestros tiempos.

1. Asís. La elección de Dios como padre.  En un primer momento, que duró decenios, Dios impulsó a los miembros del Movimiento a encarnar este amor en sus vidas. 

2. París. La búsqueda de la Verdad. En un segundo momento, después de que este estilo de vida se había bien precisado y delineado, los miembros del Movimiento comenzaron a recabar de la vida y de la espiritualidad, personal y comunitaria al mismo tiempo, la doctrina subyacente: su verdad.  Era -hablando en términos franciscanos- “París”, ciudad de los estudios, que se unía a “Asís”, ciudad de la vida.  Nunca se temió que París destruyera la etapa anterior: Asís.  Es más, la experiencia de casi un decenio confirma que la luz de la verdad ayuda enormemente a la vida centrada en el amor evangélico.

3. Hollywood. La comunicación de la vida en sus aspectos positivos. En un tercer momento, que actualmente, se advierte la exigencia de manifestar no sólo la bondad de Dios en la vida, no sólo la Verdad del Evangelio en la cultura, sino también la belleza de Dios a través de cada una de las formas del saber humano.  A esta época, se le ha dado el nombre de otra ciudad, emblema del comunicar y dar a conocer la existencia y la búsqueda de modelos culturales: “Hollywood”.  Es una fase, que no anula ni a Asís ni a París, sino que las contiene y que no puede existir sin las otras dos.

Los reconocimientos. La influencia de la espiritualidad de la unidad en el mundo de la cultura ha sido reconocida en los últimos años, por numerosas universidades católicas y laicas, que han asignado a Chiara Lubich doctorados Honoris Causa en varias disciplinas.

Contacto:

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