Hace 2 años cuando me trasladé a Bahía Blanca (ciudad que no conocía), un amigo me dijo: “ Seri, cuando vos no sepas que hacer, cantá!
A los pocos días de haber llegado me invitaron a participar de un grupo ecuménico de la ciudad con miembros de distintas Iglesias cristinas que estaba preparando una jornada de oración interreligiosa a pedido de los veteranos de la guerra de Malvinas. La idea era intercalar momentos de oración, con momentos artísticos, así que enseguida me pidieron si podía hacer mi aporte con algunas canciones. Fue una jornada muy especial por las relaciones que se comenzaron a construir con todos. Este fue el puntapié para que cada actividad que se prepara con el grupo estén presente estos momentos artísticos. Tanto que también los miembros de la comunidad judía, me pidieron si podía cantar alguna canción para acompañar en el día del aniversario por el atentado a la AMIA. Me di cuenta que los momentos compartidos de esa manera nos permiten conocernos más, penetrar en lo que cada uno vive, sufre, sueña y en definitiva nos hace más hermanos.
Esta relación va creciendo cada vez más y también la confianza recíproca, fue así que por primera vez nos invitaron a participar del Iom Kipur en la sinagoga de la ciudad o a fin de año compartir la fiesta del Januka y el significado de la Navidad para los cristianos compartiendo platos típicos.
Teniendo en cuenta esta confianza, sentí que esta experiencia de conocimiento recíproco no podía quedármela solo para mí y pensé que una ocasión podía ser que mis alumnos del colegio donde doy “Formación religiosa” pudieran conocer la sinagoga y compartir un momento de intercambio. ¡La experiencia fue espectacular para todos! Para los cristianos conocer la cultura del pueblo judío en vivo y en directo y para la comunidad judía la posibilidad de abrir por primera vez las puertas de la sinagoga a otros grupos.
Me doy cuenta que casi sin pensarlo van surgiendo propuestas de ir a cantar en un cumpleaños de una señora judía, a una tarde de te, a un acto público con pedido de solución para una situación de injusticia.
Todas estas actividades que se realizan en la ciudad, se publican en los diarios locales, en la tv local y entonces en el colegio mis alumnos y mis compañeros de trabajo cuando me ven me comentan, me preguntan y es la posibilidad de seguir compartiendo, o en el supermercado de la esquina de mi casa, cuando la cajera me dice: “Señora, ¿usted es la que canta?”.
La verdad que cada día descubro un poco más que el don que gratuitamente he recibido, cuando lo dono a los demás, contribuye a crear una realidad de fraternidad, de familia, de amor que circula y que me da mucha esperanza y el poder soñar que un mundo más unido es posible.
Eealimentación
Qué hermoso lo que nos contás! Yo te escuché muchas veces y siempre me conmueve la profundidad de tus interpretaciones. Es genial que sigas construyendo puentes de fraternidad con el don que tenes para expresar los sentimientos más profundos que tenemos las personas.