La luz de la experiencia “Streetlight” sigue iluminando el sur de la provincia de Buenos Aires. Esta vez con la jornada de comunión y familia que vivimos en Carhué con los jóvenes de la Fazenda de la Esperanza, de Esperanza Viva (que han terminado su período de rehabilitación en la Fazenda y están tratando de reinsertarse en la ciudad) y jóvenes y adultos del Movimiento de los Focolares de Bahía Blanca, Punta Alta y Salliqueló. La excusa fue compartir lo vivido en los talleres “Fuertes sin violencia” realizados en Junio en Buenos Aires y de los cuales todos participamos, ya sea directamente, que en la recolección de fondos y en la preparación. “Estar con ustedes es estar en familia” nos decía Víctor, coordinador de la Fazenda… y es realmente así. Cocinar el pollo al disco, compartir el almuerzo, recorrer la granja con los que iban por primera vez, compartir experiencias de vida… todo era una ocasión para sentir esa fraternidad única que nos une.
Un pedido concreto era ropa de abrigo para los jóvenes de Fazenda, al cual muchas personas respondieron con gran generosidad llenando de “amor y misericordia concreta” los 4 autos en los que viajamos. A nuestro paso por la ruta también otras comunidades de la zona fueron sumando su aporte – como la “cajita feliz de Pigüé”- así llamaron los adolescentes de esa ciudad a la caja que armaron llena de golosinas, una carta y la Palabra de vida para los jóvenes de la Fazenda.
La voz a algunos de los participantes:
“Sentí una presencia de Dios muy fuerte en cada uno de los chicos de la fazenda… Volví con el compromiso de rezar x cada uno y hacer casa a los que regresaron a la ciudad e intentan recomenzar. Hermoso ir todos en comunidad.”
“Qué bueno compartir con jóvenes que están tratando de vivir en sus ciudades como nosotros tratamos de vivir aca en la Fazenda…da mucha fuerza”
“Conocer la Fazenda me permitió empezar a entender, no sólo la realidad compleja que pueden vivir las personas por causa de las adicciones, sino también lo que la fuerza de voluntad puede lograr cuando el camino que se recorre se hace juntos. Fue muy fuerte ver la tenacidad de estos jóvenes cuando deciden terminar con su adicción; sin duda superar estas cosas no es fácil, pero entre ellos existe una especie de pacto implícito que genera una ayuda mutua, que además está iluminada por la certeza de que son hijos de un Dios que los ama y que por tanto los quiere ver felices. Es increíble ver cómo, a pesar de las necesidades que tienen, vale más las ganas de ser felices y de cambiar sus vidas para empezar un nuevo camino.”
“Escuchar esas historias te dilata el alma; ponerle nombres a esas historias te hace estar en otra dimensión… te queda la sensación de recibir mucho más de lo que das”