“Nuestra familia tiene sentido”

 
Aureliana y Julián son de Lambaré, Paraguay. Llevan 30 años de casados, tienen 5 hijos y dos nietas. En enero de este año fueron una de las parejas que participó de la “Escuela Loreto” en la Mariápolis Lía, O’Higgins- Argentina. Nos cuentan su testimonio

Se trata de una experiencia de poco más de 3 semanas dirigida a familias de distintos países, quienes conviven durante ese tiempo rodeados de abundante naturaleza, en un ambiente de trabajo, formación e intercambio de experiencias, que buscan fortalecer a las familias ante los desafíos que ella misma representa en el mundo de hoy.

La Escuela Loreto combina momentos de formación y meditación dirigidos a cada miembro de la pareja, con otros en donde se realizan actividades de manera conjunta. También se dedica un tiempo al trabajo, por lo tanto uno sale y el otro permanece haciendo las tareas domésticas de limpiar, cocinar, etc. turnándose por días en esta dinámica. Solamente hacer esto, que por lo general no lo hacemos en la vida diaria, significa una revolución para varios de los participantes.

“Ha sido una experiencia maravillosa, porque hemos aprendido que podemos vivir como lo hacía la familia de Nazareth, dándole tiempo al trabajo, a la reflexión, a la recreación y dedicándonos tiempo a nosotros mismos como pareja”, dice Aureliana, contando parte de su experiencia durante una reunión con otras familias, que se reunieron en su casa para escucharlos contar lo que habían vivido.

“Realmente fue un regalo para el que creemos Dios nos vino preparando hace tiempo. Cuando nos hablaron de esta posibilidad creíamos que no íbamos a encajar, primero porque era difícil que vaya algún hijo con nosotros. Ya están grandes, la mayoría con sus compromisos y al menor no le convenció la idea de acompañarnos. Pero evidentemente Dios quería que fuéramos, dimos nuestro sí y el resto lo hizo Él”, cuenta.

Dijo que todo fue conducido por la Providencia desde el inicio, ya que incluso pocos días antes del viaje tuvo que someterse de urgencia a una cirugía, que por poco trunca los planes. “Pero yo estaba tan tranquila y hasta la Doctora que podría haberme dicho que suspenda todo, me dijo dame unos días, todo saldrá bien y vas a poder viajar. Y fue así, viajamos y desde que llegamos olvidé incluso que debía guardar cierto reposo. Sentí que nunca había pasado nada de lo anterior”, cuenta.

Julián coincide en que la previa al viaje no fue fácil, pero que valió la pena haber dado el paso. “Nunca viví algo similar, relató. Me impresionó la gente, como nos atendieron, las demás parejas con las que nos conocimos y nos hicimos amigos durante ese tiempo y el espacio que nos sobraba para hacer todo. En el día a día por el trabajo, los hijos y tantos compromisos el tiempo nos agobia y allá todo era posible. Traemos la lección y el compromiso de tratar de vivir lo mismo en nuestra casa y en nuestra realidad diaria”, asegura.

Mirarse de otra manera.

Aureliana y Julián dicen haber pasado muchas pruebas en sus años de matrimonio, algunas muy duras pero las han superado. Sin embargo, admiten que muchas veces las urgencias de lo diario, la atención a los hijos, al trabajo o a cualquier otra cosa que ellos mismos priorizaban como un mecanismo de defensa han postergado hablar sobre sus problemas de pareja, las cosas que les importaban, gustaban o disgustaban. “Poder hacerlo allá para nosotros fue una gran novedad y una bendición”, aseguran.

Cuentan la experiencia increíble del contacto con las demás familias y compartir sus distintas realidades. Había parejas con años juntos y por ejemplo una que fue a hacer la Escuela como parte de su Luna de Miel. Todas tenían tanto que compartir, tanto que enseñar, que realmente nos sentimos plenos y muy bendecidos estando con ellos, afirmaron.

Vivir la Escuela cada día

Dicen haber venido con “otro chip”. A nosotros ya no nos falta nada, gracias a Dios los años de trabajo nos han dado una casa, una hermosa familia y una pequeña empresa que ahora estamos administrando todos juntos. “Pero con esto nos hemos dado cuenta que existen muchas cosas que debemos hacer como pareja y una de ellas es aprovechar mejor nuestro tiempo. Ver las cosas que realmente deben ser importantes y prioritarias. Tratar de hacer cosas por los demás y que ellos también sientan lo que nosotros sentimos ahora”, dice Julián.

Aureliana cuenta que apenas llegaron tomaron una primera decisión que consideran importante. “Reunimos al personal de nuestra empresa y redujimos el horario de trabajo. Les dijimos saldrán antes, pero la condición es que ese tiempo lo utilicen para estar con sus familias, que lleven a jugar a los hijos, que tomen un terere con sus parejas, que hagan planes juntos, que conversen. Creemos que así podemos colaborar para que otras familias puedan vivir esta experiencia”, señala.

“Apenas volvimos se presentaron ciertas dificultades por una pequeña pelea entre dos de nuestros hijos. Tal vez en otras épocas hubiésemos impuesto un castigo o tratábamos de solucionar todo a los gritos. Esta vez les pedimos rezar juntos. Luego de ese momento se abrazaron y cada quien siguió con lo suyo. Ahora en cualquier momento uno de nosotros llama a los demás para rezar y lo hacemos. Es una nueva manera de ver y vivir la vida”, dice.

“Sé que en esos momentos difíciles -cuenta Julián- como esposos, padres, incluso en el trabajo, era Jesús abandonado que pude profundizar durante esos días. Ahora lo reconozco y realmente me llena ver las cosas de otra manera. Todo tiene sentido, nuestra familia tiene sentido, todo lo que pasamos y creemos que en el futuro seremos mejores en todo”, concluye.

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