Filipinas: entre las cenizas del volcán Taal

 
La vuelta a casa después de que las erupciones fueron bajando el nivel de virulencia. Aun si hay muchos daños y mucho trabajo por hacer, no todo fue cubierto por las cenizas.

En medio de los extenuantes trabajos de limpieza y de reparaciones que estamos llevando cabo, un equipo de focolarinos, focolarinas y voluntarios de la Mariápolis de Tagaytay fuimos, el sábado pasado a visitar a Aries y Gemma (una pareja de docentes, focolarinos en formación) y su hija de 2 años, Hiara, a su casa en Laurel -un pueblito que sufrió más de cerca la erupción del volcán Taal ya que están a 7 km del crater- que apenas se había habilitado para el regreso de los pobladores después de que la alarma de emergencia descendió al nivel 2.

Agradecidos por habernos encontrado con los tres y su casa milagorosamente sin grandes daños, nos dispusimos, junto a ellos, a visitar a sus alumnos y sus familias en las áreas que recibieron la ira del volcán más directamente. Antes de comenzar creamos un grupo de whatsapp con un nombre particular “Team TAAL” (que para nosotros, en inglés significa Tagaytay escuchA A Laurel), para recordarnos fundamentalmente lo que queríamos hacer: escuchar a las personas, compartir los dolores y entender juntos cómo podemos ayudar a estas hermanas y hermanos en el sufrimiento, empezando por los que tenemos más cerca.

Durante el día nos encontramos cara a cara con padres, madres, hijas e hijos que quedaron agradecidos e impresionados por haber sido visitados por primera vez en sus casas destruidas (después de una experiencia aterradora sin duda), por personas que no traen una gran carga de ayuda material -solo una olla de guiso de arroz para compartir el almuerzo, algunos barbijos y juguetes para los niños- pero a los que podían contar libremente sus historias, aun entre lágrimas. El pensamiento del día expresa lo que sentíamos profundamente: “Nuestras fragilidades pueden convertirse en nuestra fuerza”.

Los primeros frutos no son grandes, aun si algunos nos parecen significativos: los datos geográficos y socio-sistémicos que recogimos y que sin duda serán muy útiles; las nuevas amistades que creamos con las personas que encontramos por la calle; las nuevas ideas y evaluaciones profundas que hicimos con el Team al final del día. Pero nos parece el comienzo de una fuerte experiencia de discernimiento comunitario y fundamentalmente el ir más allá de nuestro propio dolor y salir juntos al encuentro de Jesús Abandonado en las periferias. En todo momento nos sentimos acompañados y alentados -visita tras visita- por una fuerte presencia de Jesús entre nosotros que nos iba guiando.

Ahora que las puertas volvieron a abrirse estamos atentos a las indicaciones que la Providencia nos indica para encontrar el camino que nos ayudará a resurgir de las cenizas… junto a nuestros prójimos.

(Colaboración de Paul Segara – Filipinas)

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