Caricias del Cielo

Esperaba el lunes con ansiedad porque durante el fin de semana desde una empresa que tengo como cliente me habían informado acerca de unas modificaciones en la realización de unos procesos (de sistemas) para una presentación a AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos) que vencía ese día.

Resulta que ya había terminado ese trabajo y asumido que estaba bien, sólo que se produjeron cambios de criterio a última hora. Como se trata de un asunto bastante complejo, sabía que me iba a demandar mucha concentración y tiempo para poder lograr los resultados correctos antes del vencimiento.

Fue así que el lunes me dispuse a comenzar con esta tarea a primera hora, cuando veo que me llegan unos mensajes al teléfono. Me había propuesto no leer ni atender a nadie hasta tanto hubiera avanzado un poco como para quedarme tranquilo de que había encontrado la solución y podría concluir a tiempo. Sin embargo, y por una razón un tanto misteriosa, miré quién era el que enviaba esos mensajes y resultó ser una chica con la que desde hace un tiempo tengo una relación muy profunda, que nació a partir de una publicación suya en un grupo donde comentaba que se sentía mal y era evidente que necesitaba ayuda. En esos días comencé a hablar con ella en privado, ya que la conozco (mensajes de texto, audio, llamadas), y a partir de entonces cada vez que tiene episodios donde no se encuentra bien acude a mí de manera natural, incluso familiar (siempre le digo que soy como su tío).

Por lo tanto ese lunes, ni bien constaté que era ella y que se estaba sintiendo mal, levanté mis ojos al Cielo y reconocí que Jesús en este prójimo estaba en primer lugar, antes que mi trabajo o lo que sea. Ofrecí al Padre lo que tenía que hacer y mi preocupación, la llamé y estuvimos hablando largos minutos hasta que noté que su estado mejoró notablemente. Volví a mis tareas y al poco tiempo recibí una comunicación donde me informaban de una prórroga para esta presentación. Primera respuesta de Dios. A la tarde esta chica me comentó que le había hecho tanto bien hablar conmigo que se durmió un rato y que tenía ánimos y fuerzas para continuar. Segunda caricia del Cielo.

Después de dos días de intenso trabajo pude terminar a tiempo, con la certeza de que si Dios está en primer lugar lo demás viene por añadidura.

Daniel Chiappero (El Trébol, Prov. Santa Fe, Argentina)

Un trabajo de a dos

Como psicóloga, intento darle a mis pacientes no solo mis conocimientos profesionales sino también mi experiencia de vivir el evangelio.

Un paciente viene atravesado por el dolor con todos sus problemas, lo escucho -como tantas veces- pero esta vez casi al final, adecuando las palabras, le hablo de Jesús Abandonado, de ese dolor asumido, pero que realmente encierra la resurrección, noto en su rostro un alivio, y profundo agradecimiento.

Compruebo una vez más que, si bien son importantes mis conocimientos académicos y me actualizo permanentemente, porque para nosotros es una obligación ética, es en saber escuchar la voz del Espíritu Santo, a quien invoco antes de empezar a atender, donde encuentro la respuesta adecuada a cada situación.

Ana María de Ávila, (San Miguel de Tucumán, Argentina)