La humildad y generosidad del Padre Temón lo convierten en Ciudadano Ilustre

 
El Padre José “Pepe” Temón el 16 de agosto cumplió 90 años. Pocos días antes, el 13, fue declarado ciudadano ilustre de Concordia (Entre Ríos, Argentina).

Para quienes viven en Entre Ríos o participaron de las Mariápolis, el Padre José Temón, es conocido. “La humildad es su gran virtud; la unidad, un carisma que descubrió y que lleva a la práctica en cada proyecto que inicia; y la opción preferencial por los más pobres el sello distintivo de su ministerio sacerdotal”, lo definen en una nota del DECOS (Departamento de comunicación de la diócesis de Concordia).

José Roque Temón nació en la ciudad de Paraná. Es el cuarto hijo y último miembro de una familia de inmigrantes profundamente cristiana. De Italia directo a Argentina, vivieron primero en Buenos Aires pero se establecieron finalmente en la ciudad de Paraná, Entre Ríos.

A los 5 años toda la familia fue a vivir a la Catedral de Paraná porque su padre había sido nombrado sacritán y “Pepe” muy pronto se convirtió en un pequeño monaguillo. A los 12 años ingresó en el Seminario. Allí inició el camino de discernimiento vocacional que llegó a su plenitud y entrega definitiva el 5 de diciembre de 1954, cuando fue ordenado sacerdote.

Sus primeros destinos en la provincia de Entre Ríos fueron las localidades de Urdinarrain, Federación y Villaguay. Cuando fue creada la diócesis de Concordia en 1961, estaba en la ciudad de Colón y el primero obispo lo destinó como vicario parroquial de la Catedral. De allí en más estuvo en distintas parroquias de Concordia. En la plenitud de su vida, el Padre Pepe lejos de dedicarse al descanso sigue acompañando a las familias en su camino de fe.

El Concejal Gastón Etchepare, quien fue el responsable de entrevistar al sacerdote para redactar los fundamentos de la ordenanza, indicó que “es la primera vez que este concejo nombra a una persona ciudadano ilustre”. El legislador local expresó además que “Por su trayectoria, por su humildad y generosidad merece que el ejecutivo y todos los ciudadanos de Concordia le hagamos este homenaje”.

El acto, reducido e íntimo por el aislamiento social debido a la Pandemia, no estuvo exento de emociones y profundo agradecimiento hacia su persona.

Y llegó el domingo 19. La comunidad de la parroquia “Nuestra Señora de Pompeya” había organizado la celebración de la misa en acción de gracias por el cumpleaños número 90 respetando los protocolos preventivos en vigencia pero también con la cuidada intención de que las comunidades que el P. José había ayudado a formar en Concordia estuvieran representadas. Y fue así. El sol espléndido de este domingo de un invierno que poco a poco emprende su retirada fue un hermoso marco para la celebración eucarística.

Con el acompañamiento del obispo de la Diócesis de Concordia, monseñor Luis A. Collazuol, el párroco, pbro. José Zabaleta y de dos sacerdotes más, se vivió una celebración con serena y fraternal alegría. El celebrante principal fue el Padre José Temón quien, durante la homilía, expresó: “Dios me eligió para ser sacerdote, pero la elección más grande que hizo fue la de hacerme su hijo, por el Bautismo. La vida del sacerdote es un desafío para hacer realidad ese gran anuncio que hizo Jesús en la sinagoga de Nazaret, continuando su obra de salvación. Allí Dios entra en la historia humana; Jesús comienza su vida pública en ese pequeño y humilde pueblo. Imagino que aquella sinagoga también sería pequeña y humilde. Anuncia ese mundo nuevo, esa nueva humanidad que comienza con él y de la que todos los hombres están invitados a participar. Todos podemos ser consagrados a Dios. Esas palabras nos indican lo que Jesús vino a traer al mundo y que cada cristiano debe continuar”.

Por su parte, y ya en la conclusión de la misa, monseñor Luis Collazuol agradeciendo al Padre Pepe, expresó: “(…) Yo llegué aquí hace unos cuantos años, pero el P. Pepe ya llevaba muchos más caminando estos lugares pastoralmente. Y uno de a poco va conociendo y se va sorprendiendo de esa obra que Dios quiso realizar a través de su sencillez, de su trato afable, de su serenidad, pero también de su profundidad de vida.

(…)

Otra cosa que he visto es cómo él se ha convertido en un referente para nosotros los sacerdotes. Venimos a hablar con él, nos confesamos, hablamos…, escuchamos su palabra serena. Quizás no tenga una vida tan activa, pero con esa calma que lo caracteriza el Señor sigue sembrando a través de su palabra, de su escucha atenta, de su ejemplo.

Esa espiritualidad de comunión que él alimentó en la Obra de María –el Movimiento de los Focolares- también ha sido para nosotros un estímulo. En las diferencias que siempre hay en todas las comunidades y aún en el presbiterio, ha sido un aliento para ir superándolas hacia lo más profundo que es la comunión en Dios”.

Y el P. Temón concluyó: “Antes de la bendición final quisiera agradecerle mucho a Mons. Luis por sus palabras. Nosotros, los sacerdotes, estamos llamados a vivir en comunión, como todo cristiano. Formamos el presbiterio, somos como una familia, en la que el Obispo es el padre, y todos tenemos que trabajar en unidad. La Iglesia es un misterio de comunión, que es la gran verdad que nos hizo ver el Concilio Vaticano II. Todos los sacerdotes formamos esta familia de Dios, y es en la unidad donde realizamos nuestra vocación”.

“Y eso es lo que le falta al mundo: aprender a vivir como una familia. En esto me ha ayudado mucho el Movimiento de los Focolares. Yo lo conocí siendo sacerdote y para mí fue toda una gracia porque Dios me hizo ver que no podemos trabajar individualmente, porque, de hecho, lo que le falta al mundo es vivir en comunión. Jesús vino a proponernos un mundo donde todos seamos hermanos, por eso nos dejó este mandamiento: ‘Ámense los unos a los otros como yo los he amado’. Yo agradezco mucho haber conocido este Movimiento que me enseñó a descubrir la necesidad de la comunión”.

(Con la colaboración de la comunidad de Concordia)

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