Sep 11, 2012 | Sin categorizar
““Si cada uno de nosotros se comprometiera a comunicar aunque sea a cinco jóvenes lo que hemos vivido en estos días aquí en Budapest, entonces tal vez podremos de verdad cambiar el mundo”. Lo dijo con coraje y determinación un joven musulmán palestino de Jerusalén, que concluyó: “No se olviden de rezar por la situación de Palestina”. Le hizo eco un joven de Argelia, también musulmán: “Si fue posible vivir en estos días con jóvenes de razas, culturas, idiomas y religiones distintas entonces esto también es posible en los ambientes de donde venimos”. Son algunas de las expresiones “en caliente”, concluyendo la ultima mañana del Genfest dedicada al mundo del diálogo interreligioso.
Entre los protagonistas del evento Genfest realizado en el SportArena, hay jóvenes musulmanes, budistas e hindúes que se comprometieron en primera persona, en el desarrollo de la manifestación.
El domingo de mañana, mientras los jóvenes católicos asistían a la S.Misa católica en la plaza San Esteban, más de doscientos jóvenes de varias Iglesias pudieron rezar en las celebraciones litúrgicas según su propia procedencia eclesial: Ortodoxos -de 8 Patriarcados e Iglesias´Coptos-ortodoxos, Anglicanos, Metodistas, Bautistas, Pentecostales. La Santa Cena que los Luteranos y los Reformados quisieron celebrar juntos fue presidida por elSecretario General del Sínodo de la Iglesia reformada húngara, el pastor Zoltan Tarr.
Para los fieles de otras religiones se realizó un programa alternativo que les permitiera encontrarse para intercambiar experiencias de vida vivida y de compromiso en el diálogo.
Un encuentro interreligioso que tomó el corazón y la mente de todos los presentes. Un momento especial que fortaleció los puentes entre la diversidad de religiones y de cultura. Actuaron de moderadores un musulmán de Argelia, un budista japonés y una cristiana de Jordania.
La sala ofreció un verdadero caleidoscopio: los asistentes, provenían de USA, Uruguay, Japón, Tailandia, India, Argelia, Líbano, Israel y los Territorios palestinos, Macedonia, Bosnia, Bulgaria, Francia, Italia y otros países más. Entre ellos había hebreos, musulmanes, budista mahayana y theravada, hindúes, una giainista y representantes de la Tenri-kyo, una de las religiones nacidas en Japón en el siglo XIX. Estaban presentes también algunos jóvenes católicos que quisieron compartir este momento con sus amigos.
El trabajo por los derechos humanos de las organizaciones juveniles hebreas en el laico Uruguay, el compromiso de los jóvenes musulmanes argelinos y macedonios en el vivir la fraternidad en lo cotidiano en el trabajo y en la universidad; acciones sociales con las organizaciones gandhianas en el sur de India: los representantes de las distintas tradiciones religiosas comentan entre ellos lo que han ya hecho para construir la paz y la fraternidad universal. Hay jóvenes de la Tenri-kyo que explican cómo tratan de llevar la alegría al mundo; los Budistas de la Myochikai, con una propuesta para la educación ética de los muchachos a través de una red interreligiosa; y los de la Rissho Kosei-kai, con sus actividades por la paz, entre ellos la campaña “da una comida”
Casi dos horas que concluyeron con un minuto de profundo silencio en el cual cada uno rezó en el fondo de su corazón con las palabras y la sensibilidad de su fe por la paz en el mundo y por el compromiso a la fraternidad, para ser de verdad constructores de puentes. Saliendo, dos jóvenes hebreos del Uruguay comentaron: “¡Una experiencia increíble! Debemos trabajar juntos para llevar este espíritu donde vivimos! Dos jóvenes hindúes: “No existen palabras para decir lo que hemos vivido en estos días”. Una japonesa budista: “He encontrado la fuerza de enfrentar las situaciones difíciles con amor”, y grita junto con los otros: “Let’s bridge!”.
Sep 10, 2012 | Focolare Worldwide
‘‘Ustedes han iluminado Egipto’, una frase que acostumbran dirigir como bienvenida al huésped que los visita. Pocas palabras dictadas por la sabiduría de una cultura milenaria que ven en el huésped la presencia de Dios y, por consiguiente, lo consideran un don. Son palabras que sintetizan los varios momentos de diálogo que Maria Voce y Giancarlo Faletti tuvieron con distintos grupos del Movimiento de los Focolares en Egipto. Muchos de ellos deseaban establecer un contacto personal, principalmente por los desafíos en que el País se encuentra enfrentado hoy, pero también en lo que respecta a los problemas que se refieren a la relación entre las Iglesias.
¿Qué significa en este contexto vivir el Evangelio hoy? ¿Cómo hacer para estar abiertos a todos en una sociedad donde existe discriminación? ¿Cómo comprender las elecciones de vida para el propio futuro cuando uno es joven, o las elecciones para la propia familia? ¿Es posible vivir un espíritu de comunión en una sociedad compleja y en rápida evolución, pero también con un futuro incierto? Son todas preguntas apremiantes, sobre todo en el Egipto del 2012, a dos años de la revolución de Plaza Tahrir, con una población joven y donde los cristianos miran el futuro con desconfianza: una comunidad que desciende de la Iglesia apostólica, fundada por el evangelista Marcos, pero que es minoría, aunque está profundamente arraigada y forma parte de la sociedad y de la historia socio-cultural del País.
Las ocasiones para un diálogo con la presidente y el copresidente fueron varias: el encuentro de los 350 miembros y adherentes más próximos a los Focolares, el momento transcurrido con los focolarinos y las focolarinas que viven en la comunidad de El Cairo y de Sohag, la velada con un centenar de jóvenes que animan las diversas actividades juveniles en el espíritu de los Focolares.
María Voce y Giancarlo Faletti, en primer lugar, escucharon y maduraron respuestas nunca imaginadas y a menudo provocativas por el radicalismo que proponían, dirigiéndose siempre al Evangelio como clave de lectura ya sea del presente como del futuro. Pero sobre todo, expresaron gratitud a todos los que encontraron por su compromiso en vivir el mensaje del amor evangélico con el signo de la unidad por la cual rezó Jesús antes de morir.
“La vida de ustedes refleja gran precariedad”, reconoció el copresidente Faletti. “Está ocurriendo un cambio histórico que presenta imprevistos. Compartimos con ustedes esta inseguridad. Los vemos como nuestros hermanos predilectos. No están solos. En nuestros viajes hemos encontrado Países en situaciones parecidas a la de ustedes, y también peores, donde las seguridades eran mínimas. Siento una gran gratitud por la vida de ustedes”. Recordando, luego, la experiencia de Chiara Lubich, en los primeros días del Movimiento cuando transcurría la segunda guerra mundial, concluyó: “…Chiara volvió a su ciudad sin seguridades ni certezas. Dios la llamaba allí… Mientras les resulte posible quedarse en la ciudad donde Dios los ha puesto, ustedes colaboran con el camino de Dios en la humanidad”.
Los desafíos, por otro lado, se dan en la cotidianidad. A un joven padre de familia que preguntó: “¿Cómo enseñar a los hijos a enfrentar la sociedad de forma evangélica sin ser débiles?”, María Voce recordó que era justo ésta la sociedad en que Jesús vivió, llevando una ley nueva, la del amor al hermano y el perdón. No es una debilidad, sino una muestra de fortaleza.
En todos está vivo el recuerdo de los días de plaza Tahrir, y de la revolución que hizo soñar a millones de egipcios. “¿Cómo ser verdadera revolución para ser luz que ilumina?”, preguntó un joven. Aprovechando esta pregunta, María Voce lanzó un desafío: “La única respuesta es la vida de Jesús. La revolución en la vida de un joven que quiere vivir la espiritualidad de los Focolares es vivir a Jesús, que dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8, 12)). Esta es la verdadera revolución: preguntarse qué cosa haría Jesús aquí, hoy. ‘Ustedes realizarán cosas más grandes que yo’ (Jn. 14, 12). El lo dijo y nosotros podemos hacerlo. Ser revolucionarios por excelencia”.
De Roberto Catalano
Sep 9, 2012 | Focolare Worldwide
“Faraones, griegos, beduinos, nubios, cristianos, musulmanes…. El Egipto de hoy es la síntesis de estas culturas que condujeron a la unicidad del carácter egipcio, con sus bellezas, su originalidad, y, también, con sus contradicciones” Sally, una joven del Cairo, acompañó a Maria Voce, Giancarlo Faletti y todos los presentes en un recorrido por la historia religiosa y cultural de este País fascinante.
Es viernes de tarde, día de fiesta para Egipto, país de mayoría musulmana. Estamos en el gran College de los Jesuitas, en las cercanías de la estación ferroviaria central y no lejos de Plaza Tahrir.
La Presidente y el Copresidente entran en la sala en oscuridad: parece que están penetrando en el corazón de las antiguas pirámides rodeados por misterio y presencia de lo divino. Los 350 presentes mantienen a duras penas el deseo de recibirlos con el entusiasmo que finalmente despliegan apenas se encienden las luces: parece una verdadera fantasmagoría de colores y de sonidos, para expresar la alegría súbitamente incontenible.
Poco antes, un grupo de niños le entregó a Maria Voce, la llave de Ankh, el símbolo que, en la tradición del antiguo Egipto representa la inmortalidad. Y es justo con la llave de Ankh y con la ayuda de Sally que pasan una hora recorriendo milenios de historia de este pueblo: desde la civilización que surgió a lo largo del recorrido del Nilo hasta la revolución de Plaza Tahrir símbolo de aquella primavera árabe, que representa la realidad en la cual el País y sus habitantes se encuentran hoy enfrentados.
En esta historia milenaria se injerta también la pequeña historia del Movimiento de los Focolares, comenzada con la llegada de Aletta Salizzoni, Mariba Zimmermann y Marise Atallah, el 26 de enero de 1981. Fue un momento que cambiaría la vida de muchos dentro de la comunidad cristiana, produciendo, también en esta tierra, el nacimiento de un grupo de personas que vive para construir comunidades donde, por el amor recíproco, pueda estar presente Cristo.
Hoy, la espiritualidad de la unidad se ha difundido en Sohag, Luxor, Aswan, Alessandría, Ismailia y otras ciudades, inclusive en pequeños pueblos. No faltan representantes del Sudán, de Eritrea, de Etiopía, de Siria y de Irak. Hay grupos que provienen de estas y otras localidades reunidos en El Cairo para saludar a Maria Voce y a Giancarlo Faletti y para contar las últimas páginas de la historia de su País, las escritas a partir de la ‘revolución’, como todos la llaman aquí. En esas semanas, recuerda también Sally, “era difícil salir de casa, no existía seguridad y nos dedicamos a vivir el momento presente. Rezamos más y tratamos de ayudar a los demás. El resultado de esta actitud fueron relaciones con nuestros vecinos de casa y entre cristianos y musulmanes. El miedo se transformó en amor recíproco y comunión festiva. Hemos sentido la unidad de toda nuestra gran familia”
Finalmente, algo de folklore, música contagiosa, colores vivos, como los rostros que se ven en el palco. La atmósfera se vuelve cálida en espera de un diálogo con Maria Voce y Giancarlo Faletti, pero de esto hablaremos mañana porque estos días los diálogos con los niños, jóvenes, familias, se sucedieron, todos interesantes, estimulantes, sinceros y directos.
De Roberto Catalano
Sep 8, 2012 | Sin categorizar

Trasmissione Telepace – saludos en inglés
Eran 1.700 los jóvenes de 41 países del mundo en la audiencia del miércoles, en representación de los 12 mil que, del 31 al 2 de septiembre, participaron en el Genfest, manifestación promovida en Budapest por el Movimiento de los Focolares con el título “Let’s Bridge”, es decir “Construyamos puentes”. En los saludos en inglés, haciendo referencia al título del Genfest, el Papa dirigió a los jóvenes un llamado a “promover la unidad de la familia humana, construyendo puentes con valentía”. “Puedan – agregó el Santo Padre – la alegría sencilla, el amor puro y la paz profunda que provienen del encuentro con Jesús, volverlos testimonios radiantes de la Buena Noticia para los jóvenes de sus países”.
Ante las palabras del Papa –quien, durante el Genfest, les mandó un mensaje – los “jóvenes de Budapest” respondieron ondeando las mismas bufandas y pancartas que hicieron desfilar el sábado pasado por las calles de la capital húngara en el flashmob en el puente de las Cadenas. Después, al final de la audiencia, una pequeña delegación de 4 jóvenes –de México, Iraq y Paquistán- pudieron saludar personalmente al Santo Padre a nombre de los 12 mil jóvenes del Genfest. A Benedicto XVI le regalaron el CD del Genfest con las canciones del conjunto internacional.
Los jóvenes de los Focolares prosiguen con una escuela de formación en el Centro Mariápolis de Castelgandolfo y en Sassone que terminará el domingo 9 de septiembre. El programa está profundizando en los temas de la “fraternidad” que han sido el marco de la manifestación de Budapest. Sobre todo se está discutiendo acerca de cómo llevar adelante el proyecto “United World Project” que prevé la constitución de un Observatorio internacional permanente para examinar las acciones e iniciativas que de hecho han podido generar un “incremento de fraternidad” mediante propuestas culturales específicas. Después se está analizando también la solicitud a la ONU de reconocer el interés internacional de la Semana mundo unido, confirmando y ampliando todavía más la cita anual que desde hace quince años ve a los jóvenes de los Focolares –junto a muchos otros- comprometidos en “dar voz a la fraternidad universal”. (Fonte Sir).
Para adherir al proyecto se puede firmar la petición on line en http://www.unitedworldproject.it/2/i_commit_myself_329906.html.
Mira el video de la audiencia (un fragmento de la transmisión en directo TV de Telepace).
Sep 6, 2012 | Sin categorizar
Desde el lunes 3 de septiembre, en El Cairo, Egipto, está en curso el encuentro anual de los obispos de varias Iglesias, animado por la espiritualidad de comunión del Movimiento de los Focolares. El encuentro, que llega este año a su 31a. edición, reunión en la megalópolis egipcia a obispos provenientes de 22 Iglesias cristianas, de todos los continentes. La elección de El Cairo como sede asume en este momento un significado especial. De hecho los obispos quisieron dar testimonio de su solidaridad y cercanía con los hermanos cristianos de todo Medio Oriente y especialmente de la Iglesia copta de Egipto, ofreciendo, con su presencia, un signo de que, delante de las dificultades externas, estrecharse en una mayor unidad es una necesidad improrrogable.
El programa alternaba momentos de reflexión sobre la “relación fraterna entre diversos” que pide el Evangelio mediante el amor al prójimo, momentos de intercambio eclesial y personal y celebraciones litúrgicas con las varias comunidades cristianas. El día jueves Maria Voce, presidente del Movimiento de los Focolares, y Giancarlo Faletti, el co-presidente presenciaron el trabajo. La presidente de los Focolares desarrolló una reflexión sobre el tema del congreso –“Encontrar al prójimo con amor”- y después respondió a las preguntas de los presentes.
En la jornada inicial del congreso el pequeño grupo de obispos animadores de la iniciativa fue a visitar el patriarcado copto ortodoxo, donde se encontraron con Anba Bakhomios, el actual administrador de la Iglesia, en espera de la elección del sucesor del papa Shenouda III. El encuentro, que tuvo lugar en la Catedral de San Marco, fue cálido. De hecho Bakhomios había hablado de la importancia de la unidad y de la centralidad de la cruz en la vida cristiana, especialmente en la comunidad copta. Si bien no se dice, la vida de la comunidad cristiana en Egipto ha sido, a lo largo de los siglos, objeto de varias formas de discriminación y persecución. Hoy día se siente la presión social a veces sutil, pero insoportable por las injusticias que lleva a cometer y por los asesinatos a cristianos en varios casos de violencia que se han verificado en varias partes del país.
Los obispos de las varias Iglesias aprovecharon la ocasión para agradecer a la Iglesia copta ortodoxa por su fidelidad a la tradición que se remonta a Marco evangelista y por el compromiso y el valor de mantener la integridad de la fe. Era un abrazo entre Iglesias de Oriente y de Occidente, en la oración y el amor: por una parte la estima y el reconocimiento por la fe defendida durante milenios delante de errores doctrinales, persecuciones y, también, agradecimiento por la oración, el apoyo y la cercanía en el momento de la prueba y del sufrimiento.
Con esta experiencia de comunión inter-eclesial, el día martes 4 de septiembre, los obispos visitaron dos monasterios a más o menos tres horas de El Cairo para descubrir el patrimonio del monaquismo, tan típico de la Iglesia copta que se remonta al tercer siglo. Precisamente del estilo de vida monástico provenía el papa Shenouda III, muy amado por su gente. «Toda la experiencia de estos días entre los obispos ha sido de solidaridad en acto» afirmó Anba Thomas, estrecho colaborador del administrador de la Iglesia. «Los cristianos de Egipto han sentido la unidad de los cristianos del mundo. Es el Espíritu Santo quien se mueve entre nosotros y, está demostrando que, si nos comprometemos y tenemos confianza los unos en los otros, la unidad entre las Iglesias es realmente posible». Se puso de relieve la experiencia de unidad como una realidad espiritual antes que institucional y teológica. De hecho el aspecto espiritual sigue siendo el esencial sin el cual nada es posible.
Saliendo del gran complejo de la catedral de San Marco y del patriarcado copto, es imposible no pensar en el proverbio árabe: «Quien bebe el agua del Nilo, regresará a Egipto». Y fue lo que quiso expresar Anba Bhakomios al saludar a Giancarlo Faletti quien le aseguró las oraciones de los Focolares por la elección del nuevo papa copto: «Los invitaremos, los invitaremos», respondió el Administrador de la Iglesia copta, confirmando que la relación nacida es de verdaderos hermanos y hermanas, parte de la única Iglesia de Cristo.
de Roberto Catalano
Sep 6, 2012 | Sin categorizar
En años recientes, Hurgada, sobre el Mar Rojo, Luxor y las proximidades de Alejandría fueron sede de las Mariápolis del Movimiento de los Focolares en Egipto. Son lugares ricos de bellezas artísticas y naturales, símbolo del pueblo egipcio profundamente religioso, abierto, alegre, hospitalario, dotado de un equilibrio que se funda en su gran capacidad de sufrir y soportar las adversidades. Lo han demostrado al mundo a través de todo lo ocurrido a partir de diciembre del 2011.
La historia de la espiritualidad de la unidad en Egipto se remonta a fines de los años ‘50 cuando Marco Tecilla, el primer focolarino, desembarca en Alejandría para encontrarse con uno de los primeros franciscanos que había conocido el Movimiento, el Padre Nazareno Beghetto. Terminando los años ‘60 desde Algeria los focolarinos llegan a Egipto solo por algunos días, mientras que en el ’75, Aletta Salizzoni, una de las primeras focolarinas visita la tierra de los faraones, acompañada por Matta del Líbano, invitada por las religiosas del Buen Pastor, que después de haber participado en una Mariápolis en Líbano, formaron una comunidad focolarina.
Hacia fines de los años ’70 se expanden los “grupos de la Palabra de Vida”. Y es por este medio que en 1980, un grupo de gen participa en un congreso internacional en Roma. Volviendo a su patria piden que se abra un focolar. Su sueño se hace realidad el 26 de enero de 1981: Aletta llega al Cairo junto con dos focolarinas y encuentran una casa en Shoubra. El 13 de octubre de 1983 se abre también el focolar masculino.
El Padre Morcos Hakim es elegido en el ’82, obispo de Sohag (Alto Egipto) quien dará vida a una floreciente comunidad de jóvenes y adultos de la ciudad y de los pueblos circundantes, gente simple, a veces analfabeta, que recibe y vive la Palabra de Vida con plenitud. Mientras tanto, se multiplican los viajes de las focolarinas y de los focolarinos a distintas partes del País. Se realizan Mariápolis tanto en el Cairo como en Sohag. Algunos estudiantes comienzan a difundir el ideal de la unidad también en Assiut y, notando este inesperado florecimiento de vida, Mons. Morcos pide que se abra un focolar también en el sur. En 1995 tres focolarinas, entre ellas la primera egipcia, se trasladan a Zohag. Desde allí, a través de periódicos viajes, transmiten a mucha gente la espiritualidad del Movimiento, en Minia, Luxor y Assuan. En la década de los ’80 también en Alejandría se forma una pequeña comunidad alrededor de sor Cecilia, salesiana; un grupo que continúa reuniéndose incluso después de la partida de la religiosa, encontrándose alrededor de la Palabra e intercambiándose experiencias.
Si bien, entre tanto, se desarrollan todas las expresiones de los Focolares – son muchos, por ejemplo, los sacerdotes y los seminaristas que adhieren a la espiritualidad de la unidad – son sin embargo las familias las que tienen impacto en el territorio y una visibilidad notable. Alrededor de una pareja ítalo-libanesa, se forma un grupo de parejas, cuya experiencia llevará a la creación de un Centro de formación de novios y jóvenes parejas a la vida matrimonial y a la maternidad y paternidad responsable, además del recibimiento del don de la vida. Este centro, alentado por la Conferencia episcopal y por el Patriarca Stephanos II, está ubicado dentro de la sede del Patriarcado.
Los Focolares en Egipto, hoy, tienen una clara fisonomía ecuménica: es una comunidad compuesta por miembros de la Iglesia católica de los varios ritos orientales y de la Iglesia copto-ortodoxa. Muchos re descubren la belleza de su propia Iglesia y se comprometen en primera línea a trabajar para que sea cada vez más conforme al plan de Dios. El carácter ecuménico demuestra cómo el diálogo de la vida permite superar prejuicios, que a menudo existen desde hace siglos.
Se crean relaciones nuevas no solo entre cristianos (aproximadamente el 10% de la población) sino también con los musulmanes y esto anima, infunde esperanza y da la certeza de poder construir un mundo unido más allá de cualquier diferencia.
Del enviado Roberto Catalano..
Sep 5, 2012 | Focolare Worldwide
4 de septiembre, 2.00 p.m.: después de 20 horas en bus regresamos a la base, los Castillos Romanos (Italia), distintos de cómo nos fuimos. ¿Cuántos éramos? 96 en el bus, 20 en avión y después… ¿a quienes encontramos en Budapest? A 4 venidos en carro para ahorrar, a otros en camper, los amigos que estaban en el sótano del Pala Arena para los varios servicios tras bambalinas: la directora, el coordinador de la transmisión en directo vía Internet, los chicos de las redes sociales y muchos otros. Más o menos cien, de esta pequeña parte del mundo. El grupo es surtido, una representación de las proveniencias del Genfest: variado por la edad (hay quien todavía no ha cumplido 14 años, la mascota del grupo, quien a pesar de tener más de 30 no se pierde esta ocasión única, son los extremos de este grupo de universitarios y colegiales), vario por el credo (muchos son católicos, practicantes, otros curiosos de hacer una experiencia nueva, son agnósticos y no creyentes, van con nosotros también una religiosa y un sacerdote).
La crónica del Genfest la podemos seguir por varios medios (basta ver la amplia reseña de prensa, el boom de las redes sociales, il repeticiones de la transmisión), pero ¿cómo recoger lo que este evento –que no se repetía desde hacía 12 años- ha sido para cada uno de los participantes? Sólo el tiempo lo dirá, pero una primicia la hemos recibido. En Budapest, antes de regresar, delante de la “Iglesia del centro”, a pocos metros del Puente de las Cadenas, teatro del más grande flashmob de la historia realizado en un puente (¡que temblaba por el peso ‘exultante’ de los 12 mil!), este grupo exuberante y muy italiano, se sentó en el prado bajo los 35° de la tarde húngara, y detuvo el tiempo.
Ya no se oía el ruido del tráfico, ni la voz de los transeúntes, ni el calor ni la sed, sino sólo el río de vida compartida por quien, superando la timidez, se levantaba para decir en voz alta, que había sucedido dentro de él o ella. “Tener el valor de dejarme herir por el dolor del otro, si pasar de largo” –recuerda Tiziana, de 22 años, estudiante de Economía; y Francisco, de 18 años no cumplidos todavía: “Me decidí a venir a última hora, para hacer algo interesante al final del verano. Nunca habría esperado un cambio así. Empezó cuando recogí una manzana que había rodado a mis pies, y se la di a una chica que estaba frente a mí sonriendo. En estos días sólo he tratado de amar a quien tengo al lado, y nunca me había sentido tan vivo como ahora”. Anna en cambio tiene 14 años, y cuenta: “Este años estaba un poco triste, pensando en tantas de mis amigas a las que había tratado de comunicar este Ideal, que poco a poco se habían alejado. Por eso, cuando supe del Genfest hice todo lo posible para poder venir; y con la carga de estos días, viendo todos los que somos, creo que el mundo unido es posible, quiero volver a casa gritando a todos este gran sueño”. Freddy, 18 años: “En el grupo que frecuento todos somos agnósticos, ateos, no creyentes. Pero para nosotros la acogida del otro es fundamental. En estos días hemos hecho juntos esta experiencia, nos sentimos todos hermanos a pesar de las diferencias”.
Ahora sí, podemos regresar, el Genfest ha ganado la apuesta. Hace un año, cuando se organizó el viaje, los jóvenes líderes del grupo habían dicho: necesitamos una semana, porque para nosotros la cosa fundamental es construir relaciones, vínculos fuertes con nuestros amigos. Así tomó forma este viaje, que nos vio pasar por Viena, para una primera etapa, y quedarnos en Budapest todavía un día y medio más para descubrir las maravillas de esta ciudad. El corazón de todo fueron los dos días en el Sport Arena, el Puente de las Cadenas, y la Plaza frente a la Catedral de San Esteban. “En cuanto puse pie en el Sport Arena algo sucedió”, dice Paolo; el concierto de la noche del 31, el lenguaje de la música que une a los jóvenes de todo el mundo, la necesidad de saltar, de abrazarse, de transmitir las emociones. Pero la emoción después se transforma en vida (las experiencias contadas lo demuestran), en elecciones, en valor. El valor de volver a casa y ser “Let’s Bridge”, un puente viviente hacia quien quiera que encontremos.
Sep 4, 2012 | Sin categorizar
Soy Sam y vengo de Tailandia. Soy budista y conocí a los “Jóvenes por un mundo unido” a través de un amigo, también é budista. Viviendo junto a nuestros amigos cristianos he visto que podemos ser verdaderamente hermanos, aunque tengamos religiones diferentes.
Durante el pasado octubre, mi país sufrió un aluvión. Hubo enormes e incalculables destrucciones; se necesitará mucho tiempo para recuperar todo lo que se ha perdido: casas, fábricas, poblados enteros y ciudades han permanecido sumergidos durante algunos meses.
Al mismo tiempo, esta terrible calamidad provocó un gran sentido de solidaridad entre todo el pueblo Tailandés. Fue un fenómeno inesperado. El país estaba saliendo de un largo periodo de luchas políticas, incluso violentas, a causa de las elecciones. Quizás recordarán en fuego cruzado con los militares y los muertos en las calles. En cambio, el aluvión nos ha unido a todos.
En aluvión me afectó también a mí. Una noche el agua inundó el barrio donde habito. Vivo en un apartamento compartido y no tenía muchas cosas que perder. Muchos en cambio perdieron la vida debido a las descargas eléctricas y vivimos una estampida general para podernos salvar. También yo me escapé y fui a un centro para damnificados, donde me puse a disposición.
Encontré muchísimas personas, había ancianos y niños; algunos habían abandonado sus casa y llevaban sólo la ropa que tenían puesta, ya que no podían llevarse nada: algunos estaban en estado de shock, otros seriamente enfermos: ¡un cuadro tremendo!
Junto a los “Jóvenes por un mundo unido” que vinieron a visitarme al campo, tratamos de dar ayuda material, pero también de animar a las personas que estaban desmoralizadas. Ayudamos a distribuir la comida y juguetes para los niños y jugamos con ellos; en fin, ¡compartimos con tantos su desesperación!
Pero lo más urgente en ese momento era salvar la ciudad de Bangkok, la capital. Los estudiantes y muchas otras personas se movilizaron para reforzar los diques de los canales y de los ríos y construir algunas barricadas para desviar el agua que estaba llegando. También nosotros, fuimos a llenar los sacos de arena que traían con grandes camiones. […] Cuando llegamos al lugar donde se preparaban los sacos de arena, trabajamos día y noche en medio el barro, sin detenernos. La arena estaba sucia y olía muy mal. El trabajo era extenuante y tuvimos que saltar algunas comidas y horas de sueño. Fue una verdadera lucha contra el tiempo. Pero conocí a muchos amigos y nos ayudamos entre todos.
A un dado momento estaba sin fuerzas, pero me mantenía el ideal del Mundo unido y mis amigos que estaban cerca y me sostenían. Así logramos construir y reparar los diques de los canales evitando que las aguas llegaran a Bangkok. Al final el aluvión pasó , pero quedó la alegría de habernos donado para construir un mundo más solidario y de haber entrelazado relaciones de amistad y de fraternidad.
Sep 3, 2012 | Sin categorizar
Sep 3, 2012 | Sin categorizar