María es la mujer más mencionada en el Evangelio. Más que cualquier otra mujer en la historia ha sido fuente de inspiración, luz y consuelo para muchas personas. Innumerables las personas que han llevado su nombre a lo largo de los siglos. Y ¿quién podría contar las plegarias a ella dirigidas? Su presencia y su intervención en momentos críticos de la historia marcó el camino de variados países. Basta pensar en lo que la Virgen de Guadalupe, la Morenita, aparecida en 1531 a Juan Diego, significó, y significa hasta hoy, para los mexicanos y para toda América Latina. La fascinación de María inspiró, desde los primeros siglos cristianos, poesías y cantos, entre los cuales el antiguo himno oriental “Akatisthos”. Y no podemos olvidar de qué manera la figura de María incidió en la cultura en el segundo milenio. Basta pensar en la alabanza que le dirige San Bernardo en el último canto del Paraíso de Dante: «Virgen Madre, hija de tu hijo», o en el bellísimo comentario al Magnificat que hace Martín Lutero. Pensemos también en los innumerables frescos, pinturas, retablos, estatuas, que se encuentran en las iglesias y galerías de arte de todo el mundo, por no hablar de los sublimes íconos marianos de la tradición ortodoxa. A pesar del secularismo que caracteriza a nuestra época respecto de las anteriores, María sigue siendo aún hoy un punto de referencia. Aquí presentamos la experiencia de una mujer de nuestro tiempo, que no se preocupaba por presentar una reflexión actualizada de la figura de María, pero sin embargo la hizo redescubrir y volver a comprender en clave innovadora y actual a través de su experiencia espiritual que ha arrastrado a miles de hombres y mujeres, y no sólo católicos sino también personas de distintas Iglesias y de diferentes religiones. Como pincel en las manos del pintor, en la humildad de reconocerse como “nada”, Chiara Lubich, con toda su creatividad, fue elegida por Dios para dar vida a un Movimiento que, en el momento de su aprobación oficial por parte de la Iglesia Católica, recibiría el nombre de “Obra de María”. El resultado: una experiencia profética que nos hace descubrir en una luz nueva la actualidad de María. Ciudad Nueva
Jésus adandonné l’homme-monde
Face à un monde bouleversé par le développement technologique, l’explosion des moyens de communication et les tensions internationales, l’homme d’aujourd’hui est peu préparé à absorber autant de violence. Existera-t-il un homme monde modèle, qui ressente, qui ait senti en lui un terrible raz de marée qui menace d’engloutir ce qu’on avait cru jusqu’alors intangible ? Nous sommes au Golgotha, aux pieds du Crucifié qui expérimente un mystérieux et terrible abandon. Celui des hommes mais surtout celui de son Père du Ciel. « Mon Dieu, mon Dieu, pourquoi m’as-tu abandonné ? » Le cri de Jésus sur la croix est une réalité tellement inconcevable, inaudible, que durant des siècles, la chrétienté n’a pas eu le courage de l’approfondir, de s’engouffrer dans cet abîme de souffrance divine, privilégiant d’autres aspects de la passion. « J’ai attendu vingt siècles pour me révéler à toi. Si tu ne m’aimes pas, qui m’aimera ? » Telle est la question qui s’impose un jour à la jeune Chiara Lubich, initiatrice d’un mouvement de spiritualité qui allait devenir le mouvement international des Focolari. Dès l’aube de cette aventure spirituelle, elle avait ardemment demandé à Jésus : « Donne-moi la passion de ta passion. » Dans le cri de Jésus en croix, Chiara Lubich met en lumière l’amour le plus grand qui soit, la clé de l’unité, le visage de Dieu le plus en mesure de parler à l’humanité d’aujourd’hui. Nouvelle Cité

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