“¿Qué aprendí de los filipinos?”

 
Agustin Steinbach, originario de General Lamadrid (Pcia de Buenos Aires, Argentina), es un joven focolarino que está en Filipinas. Desde allí nos escribe contándonos cómo vivió la visita del Papa Francisco

Después de estar un año trabajando en el Centro gen 3 Mundial, desde hace 3 meses estoy viviendo en el focolar de Cebú, Filipinas. Somos 6 de 3 naciones distintas (3 focolarinos de Filipinas, uno de Corea y uno de China).
Filipinas02Puedo decir que en estos pocos meses no faltaron los desafíos por el tipo de comida, la cultura, el impacto frente a las desigualdades sociales, etc. Pero así como hay desafíos, también hay cosas que te llenan el corazón de alegría y te hacen ver que no es necesario tenerlo todo para ser feliz.
En este periodo tuve la posibilidad de ir a visitar a las comunidades del Movimiento de Focolares que se encuentran en otras islas. Los viajes son una aventura ya que para llegar al lugar se emplean unas cuantas horas entre colectivo y barco y a veces las condiciones climáticas le suman algunas horas más al viaje. Pero llegar y ver que toda la comunidad te espera, te abre su casas, te presenta la familia. Hay una vida de familia muy grande entre las comunidades, enseguida te hacen sentir parte de ella y eso hace que el cansancio del viaje pase a un segundo plano.
Filipinas07En estos días, junto con otro focolarino, estuvimos en Tacloban donde hace 14 meses pasó el Tifón Yolanda y por esa razón el Papa Francisco visito el lugar el 17 de Enero.
Junto con la comunidad del Movimineto trabajamos como voluntarios durante toda la noche ayudando en la ubicación de las personas en los lugares asignados, poco a poco el lugar se fue llenando de peregrinos y el viento y la lluvia empezaban hacerse presente tanto que cuando estaba llegando el papa los impermeables que teníamos para cubrirnos ya filtraban el agua y estábamos todos mojados y con frío, pero las ganas de ver por primera vez al papa (para muchos) eran más fuertes y el predio era una gran fiesta.
Un momento en que me impresionó especialmente fue cuando, en la homilía, el Papa, usando palabras simples que venían del corazón los invitó a recordar a las víctimas y lo vivido durante el tifón Yolanda haciendo un momento de silencio, era un silencio absoluto que era fruto de un dolor muy grande, de un pueblo que lo perdió todo, un silencio de un pueblo que más allá del sufrimiento no se dejó vencer por el dolor.
Filipinas06Después de la misa el viento y la lluvia era siempre mucho más fuerte y el Papa tuvo que cancelar el resto de las actividades y volver a Manila por las condiciones climáticas. Pero para los peregrinos no fue un problema, el hecho de poder ver al Papa y compartir la misa era el regalo más grande que Dios les había dado y eso bastaba para emprender el regreso a casa en procesión, mojados, pero cantando y agradeciendo al Papa por la visita.
Para concluir comparto con ustedes la respuesta del Papa Francisco cuando le preguntaron “¿Qué aprendió de los Filipinos?” Expresa muy bien la riqueza del pueblo Filipino y nos invita a reflexionar. Gracias.

«Los gestos que me conmovieron, no fueron gestos protocolares, sino sentidos: gestos del corazón. Casi hacen llorar (el Papa tenía los ojos llenos de lágrimas, ndr.). La fe, el amor, la familia, el futuro, en ese gesto de los papás cuando levantaban a los niños para que el Papa los bendijera. Levantaban a los niños, un gesto que en otras partes no se ve. Es como si dijeran: ‘Este es mi tesoro, este es mi futuro, por esto vale la pena trabajar y sufrir’. Un gesto original, brotado del corazón. La segunda cosa que me sorprendió mucho fue un entusiasmo no falso: la alegría, la felicidad, la capacidad de hacer fiesta. Incluso bajo el agua… Las mamás que cargaban a sus hijos enfermos… Muchos niños discapacitados, con discapacidades que pueden impresionar; no escondían a sus niños, los llevaban para que el papa los bendijera: ‘Este es mi niño, es así, pero es mío’. Todas las mamás hacen esto, pero es la forma de hacerlo lo que me sorprendió… Un gesto de maternidad y de paternidad. Un pueblo que sabe sufrir, que es capaz de volver a levantarse y de seguir adelante.»

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