Enrique Jorge González (Quique)

 
“Allí donde está tu tesoro…” (4 de Agosto de 1941 - 22 de julio de 2017)

Nació el 4 de Agosto de 1941 en la ciudad de Buenos Aires. A los 19 años Quique militaba en la Legión de María, donde había conocido a su novia Reina Victoria (Pochi). “Conocí unos tanos que hablan del Evangelio, de Dios, ¿los querés conocer?”, le preguntó un amigo mientras conversaban en un café. Unos días más tarde se encontró con Dante Orlandi, uno de los focolarinos que acababan de desembarcar en estas tierras con su ideal de la unidad. “Quedó fascinado. Este Ideal le arrebató el alma”, cuenta Pochi.

Fruto de una relación con una raíz muy fuerte en Dios, se regalaron un tiempo para discernir si su vocación era el matrimonio y el 25 de Marzo de 1966, se casaban. Al regreso de la luna de miel, cuando ni siquiera había desarmado las valijas, lo invitaron a un encuentro de varios días. Al regreso, radiante, le dijo a su flamante esposa: “Te acordás que nos prometimos ser santos?. Yo quiero ser focolarino”. ‘Si es ese tu camino, yo estoy contenta”, le respondió ella.

Fue uno de los primeros focolarinos casados de Argentina, siempre con la sensación de no merecerlo pero al mismo tiempo con un deseo grande de serlo. El recomenzar siempre fue la clave que le permitió vivir bien esa exigencia.

Tuvieron 6 hijos (Paulo, Javier, Mariángeles, Damián, Marysol y María de la Paz) que les regalaron años después 12 nietos. Una familia abierta, numerosa y vital, origen de muchas familias enamoradas del Ideal. Fueron durante años encargados de varios grupos de Familias Nuevas. Preparando el FamilyFest del 1981, como a una familia no le alcanzaba el dinero para viajar a Italia, se miraron y… “ nosotros ¿qué podemos dar?”. “Tenemos las alianzas” responde él. Se las sacaron y las pusieron en común.

Tenía un buen trabajo, como dibujante especializado en cálculo de estructuras, en una empresa de construcción. En 1984 le diagnosticaron un tumor en el cerebelo. Si bien era benigno había que realizar una operación que presentaba muchos riesgos. La principal preocupación de Quique era dejar a los hijos solos, aún pequeños. Toda la comunidad vivió esos momentos al unísono con la familia González, infundiéndole tranquilidad, coraje y una renovada fe en Dios Padre. Al operarlo para extraer el tumor, tocaron una parte del cerebro que le produjo secuelas en el habla y en la motricidad. Siempre había sido muy activo, por lo que el sufrimiento era grande, peo sobrellevó la prueba en forma admirable. Con sus esposa debieron intentar distintas actividades que no tenían que ver con su profesión para sostener a la familia, sin dejar de brindarse en el Movimiento de los focolares. Un período en el que las raíces en Dios fueron creciendo a la par de las pruebas y dando nuevos frutos.

En 1995, invitado a participar de la conmemoración de la “Noche de los cristales rotos”, conoció a dos rabinos con los que nació la semilla de un diálogo que habría de tener un desarrollo impensado. Sería el nacimiento de su pasión por el diálogo interreligioso, del cual fue referente en la zona de Buenos Aires durante años. Al tiempo, un amigo judío que había traìdo un olivo de Tierra Santa se consultó con él y decidieron plantarlo en la Mariápolis Lía, dando origen a las Jornadas de la Paz que se vienen sucediendo año tras año. El día de hoy ese olivo es acompañado por cinco palmeras que representan los cinco pilares del Islam (fruto de la amistad con los musulmanes) y un retoño del castaño original de la casa de Ana Frank en Holanda.

En los últimos 15 años de su vida hubo un deterioro progresivo de sus condiciones de salud, y aunque fue perdiendo paulatinamente autonomía, siempre mantuvo una gran lucidez, atención hacia los demás. Sus características: la humildad y la fidelidad, la autoexigencia y la autenticidad. Partió el 22 de julio, por las consecuencias de una fuerte neumonía. La familia pidió que el velatorio fuera en el focolar. Cientos de personas se hicieron presentes, agradecidas por lo que Quique había representado en sus vidas. Entre tantas, la de una amiga de sus hijas, que no conocía el Movimiento: “Qué emotivo ver tanta gente junta, nunca fui a un velatorio donde el amor, el cariño, las palabras que recordaban anécdotas, homenajes, la gente cantando, los abrazos, las sonrisas…en fin.. todo un resumen de lo que genera una familia tan bella como la de uds! Y con Quique a la cabeza que los seguirá guiando y acompañando desde el cielo!! A pesar del dolor, hoy tienen que estar más que orgullosos de todo lo que generan, de eso se trata de la vida, de trascender!”. 

Allí donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt 6, 21) es la Palabra de Vida que le regaló Chiara. Para él Dios, familia y unidad, eran sinónimos. Allí estaba su Tesoro. Allí estaba su corazón.

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