Diario desde Siria / 29

 
Las bombas siguen cayendo sobre los edificios y las personas, y son muchos los que están buscando cómo salir del país, aunque no faltan los signos de esperanza.

“De un momento a otro a todos podría pasarnos de todo, y esto nos agota mentalmente. De hecho las noticias de la TV no tranquilizan en ningún sentido, parece que no se vislumbra ninguna solución política o diplomática, al contrario, algunas entrevistas o imágenes dejan entrever que algo irreparable está por suceder en Siria y en toda la zona, también a causa del número exorbitante de prófugos que podrían desestabilizar los países vecinos.

Basta saber lo que con lucidez y claridad ha dicho el patriarca Bechara Raiha a los periodistas a su regreso en Líbano después de la elección del Pontífice. La situación es realmente grave y se ha tomado mayor conciencia después de la noticia de la bomba química caída cerca de Aleppo: el pánico lo dominó todo y en las redes sociales y especialmente en facebook se han multiplicado las peticiones de ayudar para huir y dejar el país.

El golpe ha sido fuerte: una amiga de Aleppo que trabaja en un hospital de la periferia -entre los primeros que acogieron heridos- se ha contaminado, y está todavía bajo control médico. No nos esperábamos algo así, sobre todo porque teníamos todavía en el corazón la inolvidable misa del Papa Francisco.

Será quizás porque la palabra paz -aquí y en este momento- tiene una consistencia distinta que en otras partes, pero nos habían impresionado las palabras del Papa, y sobre todo su ser, sustanciado de amor por todos (así nos lo ha parecido), de auténtica misericordia, por lo que ese intercambio de la paz, entre personalidades religiosas y civiles y políticas tan diferentes, fue como un ángulo de cielo azul entre los nubarrones de la guerra.

Como si dijera: vamos, que los conseguiremos, el Bien al final triunfará, porque el amor está en el ADN de cada hombre. Y después, ha sido precioso ver la fila que pasaba delante de él en la basílica, de representantes diplomáticos, acogidos como “hijos únicos”, sin barreras; una verdadera conversión, como decir: aprende a desarmarte, a mirar a cada persona, a cada acontecimiento, incluso una guerra, con los ojos de la misericordia.

No es fácil pero queremos intentarlo, cada día.”

Por Maddalena Maltese
Fuente: Città Nuova

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