Tras los pasos de Francisco en Paraguay

 
El testimonio directo y conmovedor de Mónica, una argentina que pudo seguir los pasos del Papa Francisco en Paraguay.

He tenido la posibilidad de poder participar de la visita del Papa Francisco al Paraguay, realmente y como bien se ha dicho fue un Tsunami de alegría. Era la primera vez que yo visitaba Paraguay por lo tanto me ha sorprendido la realidad social que se vive pero también me ha sorprendido, y mucho más, la riqueza de su gente, la fe que sostiene la vida de tantos que habitan esas tierras. Nos han recibido con mucha alegría.

11194581_10207315138856094_8361742126205796992_oConversando con algunos sentí cuanta expectativa de cambio suscitaba la visita del Santo Padre, sin embargo Francisco en cada una de sus intervenciones delinea que cualquier cambio comienza por cada uno, desde el lugar y la responsabilidad que tiene en la sociedad.

Hemos estado a la orilla de los caminos junto a todos los que esperaban su paso en el papa móvil, emociones, comentarios, y cuando nos descubrían “argentinas” nos acogían con un corazón amplio.

Tantísimos jóvenes “servidores” que aún en la diversidad de espiritualidades palpitaban en un solo desafío, justamente el de servir a la iglesia una.

La Misa en Ñu Guasu, aún en la dificultad del terreno fangoso, del clima, no limito a nadie a estar allí desde la madrugada. Algunos tuvimos el regalo de poder estar más adelante, de esta manera, quizás pudimos apreciar un poco más el altar y la presencia del Papa allí. Me conmovió escucharlo después de tanto tiempo “en vivo y en directo”, a su primer saludo me dije: … es el Cardenal Jorge Bergoglio, su inconfundible tono de voz, apocado… sin embargo sus palabras abrazaron a todos los que allí estaban. Dos momentos fuertes para mí fueron: el intentar rezar el Padre Nuestro en guaraní (nos habían dado el texto impreso) y la oración a la Virgen, con lágrimas sentí que Francisco era el instrumento de Dios que nos hacía hijos de un solo Padre y de una sola Madre, aún con las diferencias culturales y sociales, éramos todos iguales. Sus palabras volvían a confirmar en mí la riqueza del carisma que Dios a través de Chiara nos regalo.

11713760_10207314990012373_3746884376725592264_oEl encuentro con los jóvenes y muchos adultos, me lleno de esperanza, Francisco (que era la última actividad antes de su regreso, y después de un día intenso) con un ímpetu impresionante les hablo a su altura, dejo de lado su discurso original para hacerse “uno” con la realidad que ellos a través de sus testimonios viven, me convirtió el corazón, me volvió a enseñar cuanto se “gana”, “perdiendo” todo lo que uno tantas veces tiene pensando, decir, hacer. Los jóvenes lo ovacionaban pero también lo escuchaban con profundo silencio, rezaban junto a él como si estuvieran cada uno solo, conmovedor. Quienes estábamos entre ellos vibrábamos con ellos. Los jóvenes con la transparencia que los caracteriza le dieron su vida y su corazón.

La distancia de nuestro alojamiento con la ciudad (20kms) hizo que tuviéramos que manejarnos en colectivo de línea, esto nos permitió conocer más de cerca la realidad que la mayoría del pueblo paraguayo vive, y muchas veces conversar con algunos que nos manifestaban con gozo el poder recibir al Papa. En uno de los viajes una joven mujer nos conto emocionada que su mamá a quien le faltaban las dos piernas y un brazo y vivía en el Bañado Norte, el Papa la bendijo y le regalo un rosario, nos decía: “su foto salía en los diarios ayer”.

También pudimos visitar con un sacerdote amigo de Quilmes, que ahora vive en el Bañado Sur, su realidad pastoral, impactante, una comunidad de consagrados/as que entregan su vida allí cada día intentando acompañar la vida de aquellas personas, muchas veces tan olvidadas. Otro rostro del Paraguay.

El habernos alojado en el Centro Mariápolis, nos hizo sentir en familia, y poder compartir estos días con otras personas que allí se encontraban.

Doy gracias a Dios por haberme permitido estar en Paraguay, como bien dijo Francisco hoy (domingo 19) en el Ángelus, “un viaje a Latinoamérica inolvidable”, haber sido testigo privilegiado de una parte de este viaje histórico me compromete a renovar mi amor y servicio a la Iglesia.

Mónica Gangemi (Plátanos, diócesis de Quilmes, Buenos Aires)

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