En Chile por la inclusión social

 
Una Escuela de verano, desarrollada a principios de enero, ofreció una contribución del mundo académico con investigadores, profesores y jóvenes de nueve países de América y Europa.

La igualdad es reconocida como la base de las sociedades democráticas. Sin embargo, las discriminaciones continúan en muchos países del mundo. Hablamos del tema con Paula Luengo Kanacri, psicóloga y profesora de la Universidad Católica de Chile, investigadora del Centro de Investigación sobre Conflictos y Cohesión Social.

Desde hace años se ocupa de exclusión social. ¿Qué la llevó a estos problemas?
Yo diría la historia de mi pueblo y la mía personal. Chile es un país con fuertes contrastes: un fuerte crecimiento económico y una considerable desigualdad. Además, mi madre venía de una familia rica y mi padre de una familia pobre. He experimentado el dolor de la iniquidad. Estudié psicología y, en contacto con los jóvenes de los Focolares, abracé la idea de otro mundo posible. Después de graduarme, comenzó mi interés por los comportamientos pro sociales (que van a favor del otro) y la empatía, que pueden promover la inclusión social. Una experiencia que me ha marcado fue la que hice en Roma entre las personas sin hogar. He “tocado” el dolor de muchos que quedan marginados, no solo invisibles, sino invisibilizados. Para comprender los mecanismos que pueden favorecer o negar la inclusión, debemos pensar en ello desde diferentes perspectivas, disciplinas, saberes. Esto es lo que hemos intentado proponer a través de la Escuela de verano “Desarrollo humano para todos y todas: ciencias sociales en diálogo para una sociedad inclusiva”, realizada recientemente en Chile.

¿Cómo nació la idea de la Escuela de verano?
Los movimientos estudiantiles chilenos, activos desde 2011, han logrado una reforma histórica que hoy ofrece educación universitaria gratuita a los más desfavorecidos. Pero también necesitamos una fuerza creativa del mundo académico. La Escuela de verano nació dentro de mi participación en redes internacionales de investigadores y estudiosos en el campo de la psicología y la sociología, inspiradas en Chiara Lubich: “Psicología y Comunión” y “Social-One”. Tuvimos el apoyo del Centro de Investigación sobre Conflictos y Cohesión Social (COES) y la Universidad Católica de Chile.

¿Quién participó ¿Cómo se hizo?
La escuela reunió a 67 jóvenes y 21 profesores de 8 disciplinas sociales diferentes de 9 países de América y Europa. También participaron cuatro organizaciones de la sociedad civil chilena. Cuatro líneas de investigación: inclusión y equidad de género; inclusión y migración; inclusión y desigualdad; inclusión y violación de los derechos. Hemos propuesto 8 talleres sobre técnicas de encuesta para el estudio de la inclusión desde una perspectiva unitaria. El espacio dedicado al diálogo con la sociedad civil también fue importante. Más de la mitad de los jóvenes presentaron proyectos de investigación. La propia Escuela fue concebida como una experiencia de inclusión social, capaz de iniciar un diálogo de calidad científica y de ir más allá de las polarizaciones. Participaron personas con ideas y orientaciones, también políticas, diferentes. Tratamos de que los diferentes temas no se trataran de manera polémica o polarizada, sino en el camino común hacia la inclusión social y, por lo tanto, con el objetivo de combatir la discriminación y la segregación de género, raza, etnia y clase. Para una sociedad inclusiva, se necesitan respuestas que integren el nivel individual con los niveles micro, medio y macro social. La próxima Escuela nos gustaría hacerla considerando el tema ambiental en la reflexión sobre la inclusión.

(Con la colaboración de Claudia Di Lorenzi) 

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