Palabra de vida Abril 2024

 
“Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima” (Hechos de los Apóstoles, 4,33)

 

 

Esta palabra, que se lee en el tiempo de Pascua, nos invita, con la plena libertad de quien ha recibido el mensaje evangélico, a ser también nosotros testigos de lo que ha signado la historia: ¡Jesús ha resucitado!

Para comprender en profundidad el significado de este versículo de los Hechos de los Apóstoles conviene citar la frase que lo precede: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos”[1].

 

“Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima”.

En el texto es presentada la primera comunidad cristiana animada por la potente fuerza del Espíritu, caracterizada por la comunión que la impulsa a proclamar a todos el Evangelio, la Buena Nueva, que Cristo ha resucitado.

Son las mismas personas que antes de Pentecostés estaban asustadas y desanimadas frente a los últimos acontecimientos y ahora salen públicamente dispuestos a dar testimonio hasta el martirio, gracias a la fuerza del Espíritu que ha barrido miedos y temores.

Eran un corazón solo y un alma sola, practicaban el amor recíproco hasta llegar a poner en común los bienes. Y así esa realidad abarcaba un número cada vez mayor de personas.

Mujeres y hombres siguiendo a Jesús habían escuchado sus palabras, habían vivido con él en el servicio. En el amor reservado a los últimos, a los enfermos, habían presenciado hechos prodigiosos obrados por Jesús, y sus vidas habían cambiado al sentirse llamados a vivir una nueva ley. Fueron los primeros testigos de la presencia viva de Dios entre los hombres. Pero para nosotros, seguidores hoy de Jesús, ¿qué significa dar testimonio?

 

“Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima”.

La manera más eficaz de dar testimonio del Resucitado es mostrar que él está vivo y habita entre nosotros. “Si vivimos su Palabra, manteniendo encendido en el corazón el amor hacia el prójimo, si nos esforzamos de manera especial por conservar siempre el amor mutuo entre nosotros, entonces el Resucitado vivirá en nosotros, vivirá entre nosotros e irradiará su luz y su gracia, transformando los ambientes con frutos incalculables. Y será él, a través de su Espíritu, quien guiará nuestros pasos y nuestras actividades. Será él quien dispondrá las circunstancias y nos ofrecerá las ocasiones para llevar su vida a las personas que lo necesitan”[2].

 

“Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima”.

Escribe Margaret Karram[3]: “‘Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación’[4] es la extraordinaria orden que hace dos mil años los apósteles recibieron directamente de Jesús y que cambió el curso de la historia. Hoy Jesús nos dirige también a nosotros la misma invitación y la posibilidad de llevarlo al mundo con toda la creatividad, las capacidades y la libertad que él mismo nos ha entregado”[5].

Es un anuncio “que no termina con su muerte. Cobra nueva fuerza después de la Resurrección y de Pentecostés, cuando los discípulos se convirtieron en testigos valientes del Evangelio. Y ese mandato hoy llega hasta nosotros. A través de cada uno de nosotros, Dios quiere proseguir y narrar su historia de amor con quienes pasamos breves o largos momentos de vida”[6].

 

Patrizia Mazzola y equipo de Palabra de Vida

 

NOTAS

[1] Hechos 4,32.

[2] Lubich C. Palabra de Vida, enero 1986.

[3] Presidenta del Movimiento de los Focolares.

[4] Marcos 16,15.

[5] Margaret Karram, Llamados y enviados, 15 de septiembre 2023.

[6] Ibid.

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