Hay tiempo hasta el 1º de marzo, para participar en el concurso de diseños#FraterniTALES, organizado por United World Project, para convertirse en “Embajadores del mundo unido”. Los Embajadores seleccionados colaborarán con las Comisiones Nacionales de la UNESCO, presentando las buenas prácticas promovidas durante la Semana del Mundo Unido en sus respectivos países. «Además de transmitir acciones y proyectos de paz, los jóvenes deberán dar muestras de poseer una cierta destreza para descubrir hechos y decisiones a favor de la fraternidad», explicó Marco Desalvo, presidente de la ONG New Humanity que promueve el concurso y el más amplio United Word Project junto con los Jóvenes por un Mundo Unido de los Focolares. Pueden participar jóvenes entre los 18 y los 24 años, con competencia, pasión e interés por temas como la fraternidad universal, ciudadanía global, desarrollo sustentable, educación en Derechos Humanos, funcionamiento de las instituciones internacionales y liderazgo ético. Todos los #FraterniTALES serán publicados en las páginas de Facebook e Instagram del Concurso. Los 30 candidatos más calificados se convertirán en verdaderos y reales portavoces del United World Project en su país natal después de un recorrido de formación que consta de dos fases, de los cuales, la segunda fase será en Manila, durante el Genfest. Para información y envío de los proyectos elaborados (video o texto): United World Project http://www.unitedworldproject.org
Jesús es el pobre cuya vida tuvo inicio en un pesebre y terminó en una cruz –como hijo del carpintero, cuando dio inicio a su gran actividad pública, no tenía un lugar donde estar, ni donde apoyar la cabeza. Nada que comer. Su obra no actúa sobre el dolor ni sobre los abismos de las personas desde fuera, Él entra personalmente, lleva nuestros pesos, y los lleva hasta llegar al abandono y la muerte. No anula como un rayo el gran poder de sus enemigos, sino que se deja flagelar y escarnecer, y perdona a quien le hace daño. No trasforma las piedras en pan para saciar su hambre, pero suscita en nosotros el hambre de la Palabra de Dios, hambre de vida, de justicia, de verdad, mucho más grandes de lo que sacia y da bienestar en el momento. Cuando encuentra a los pequeños, a los pobres y a los que sufren, Jesús no pasa de largo porque tiene cosas más importantes que hacer que ayudarlos. El niño, el enfermo, el pecador, la madre adolorida cambian sus programas, le tocan el corazón. Jesús no tiene intereses ocultos, no tiene una personalidad oculta y misteriosa, él es totalmente franco y transparente. Quien lo ve a Él ve al Padre. Ante la culpa del mundo, ante nuestra miseria, Jesús no dice: “¡Pero mira!”; toma todo sobre sí, y así instaura la paz con su propia sangre. Jesús no se aleja de las contradicciones, sino que las lleva hasta las últimas consecuencias, y es el primero de la infinita cadena humana de perseguidos y desheredados. Éste es Jesús, y las personas que lo siguen experimentan ya desde ahora una libertad, una alegría, una profundidad en su propia humanidad que va más allá de cualquier cosa que hubiesen encontrado antes. (De una homilía del 11.1979)Klaus Hemmerle – La luce dentro le cose – Città Nuova 1998 pp. 49-50
La fiesta de la primavera (春節, 春节, chūnjié) o capodanno lunare (農曆新年, 农历新年, nónglì xīnnián), en Occidente conocido como el Año Nuevo chino, es una de las fiestas tradicionales más importante y sentida, que celebra el comienzo del año nuevo de acuerdo con el calendario chino. Las celebraciones comenzarán el 16 de febrero y durarán alrededor de dos semanas hasta el Festival de los Faroles, con numerosas actividades, espectáculos y mercados. En la víspera de Año Nuevo, las familias se reúnen para la “cena de encuentro”, la comida más importante del año. En esta ocasión, varias generaciones se sientan alrededor de mesas redondas, probando comida y disfrutando juntos. Las calles, casas y edificios están decorados de rojo, el color principal de las vacaciones. Rezar en un templo durante el Año Nuevo se considera de buen augurio para el año que comienza. En Shanghai, miles de personas llegan al Templo de Longhua, el más grande de la ciudad. En Loppiano, la ciudadela internacional de los Focolares, donde muchos residentes provienen del continente asiático, celebrarán la entrada en el “año del perro” con una fiesta, el sábado 17 de febrero, una oportunidad para entrar en las culturas asiáticas a través de juegos, arte, música y bailes.
Hace poco concluyó. en Castel Gandolfo (Roma), el Curso internacional para novios organizado por las Familias Nuevas de los Focolares en el que participaron 65 parejas. Se habló de la elección personal y de cómo identificar y superar las crisis en la relación, con amplias aclaraciones sobre comunicación, afectividad y espiritualidad, hubo momentos de intercambio, pero lo que tuvo mayor incidencia fueron las historias de vida. ¿Una entre todas? Massimo y Francesca de Roma, casados hace 17 años, él gerente de una compañía de telecomunicaciones y ella profesora de italiano para extranjeros. Francesca: Según los médicos no podríamos ni debíamos tener hijos y si quedase embarazada, era seguro que no lograría llegar a término. Una condena sin posibilidad de apelación. Sobre el desconsuelo de los primeros momentos llegó una tranquilizadora convicción: la fecundidad no es sólo la capacidad biológica sino el saber generar amor alrededor. Así seguimos llevando adelante con el mismo entusiasmo las iniciativas que habían acompañado nuestras elecciones juveniles en favor de los demás. Abiertos a la vida, a pesar del temor producido por los abortos seguidos y traumáticos. No habían pasado dos años cuando descubrimos que esperábamos un niño. Como era previsible fue un embarazo difícil que llegó a término no obstante el veredicto de los médicos, quienes no dejaron de recordarnos los grandes riesgos y los muchos cuidados que teníamos que tener. En muchos momentos difíciles apelamos a Dios, el autor de la vida. Esto nos hacía todavía más conscientes de la preciosidad de esa personita que quería crecer dentro de mí a pesar de la severa opinión de los médicos”. La ternura del uno hacia el otro se intensificó, alejando los temores y dando sentido a nuestro dolor. Alessandro nació bien, sanísimo. También yo bien. Los médicos quedaron sorprendidos, pero nos dijeron: ahora tienen un hijo, no se arriesguen más. Massimo: Nosotros en cambio seguimos abiertos a la vida y después de dos años llegó un nuevo embarazo, seguido por una nueva ola de incredulidad, escepticismo y recomendaciones por parte de los médicos. Ya cuando el embarazo iba avanzado surgió la sospecha del síndrome de Down, que había que confirmar con una amniocentesis. Una vez más, a pesar de lo traumático de la noticia, sentimos que era más fuerte la certeza en el amor de Dios por nosotros y por nuestro hijo, a quien queríamos dar una acogida incondicional. Por esto, renunciamos al test y a los riesgos que éste implicaba y nos quedamos con la duda hasta su nacimiento. Fueron meses de temor y de desaliento que superamos haciendo el esfuerzo por no dejarnos dominar por el dolor sino tratando de vivirlo como una posibilidad de amarnos entre nosotros y a todos. Cuando nació Matteo nos dijeron que no tenía síndrome de Down, sino una malformación cardíaca que requería una cirugía que se podía hacer sólo cuando tuviera 4 meses de vida. Francesca: Fueron cuatro meses en los cuales el cansancio y sobre todo la impotencia ante el dolor inocente nos llevaban a momentos de incomprensión. A veces, la disponibilidad de querernos parecía desvanecerse, porque yo tenía que quedarme en el hospital con Matteo y Massimo en casa con Alessandro o tenía que ir al trabajo; nos veíamos sólo en el reparto del hospital y a menudo una frase poco acertada provocaba una discusión. Massimo: Una noche, después de ir a verlos al hospital, al despedirnos en el pasillo ambos advertimos la exigencia de un diálogo sincero, benéfico, a corazón abierto. Comprendimos que en medio de todas las preocupaciones, la única que requería espacio era la de querernos. Y también ahora, cuando las inevitables tensiones cotidianas parecen tomar preminencia, recordamos nuevamente esos momentos de luz en los cuales como familia el dolor regeneró en nosotros un amor más auténtico.
Robert Chelhod, en el centro, con los focolarinos de Alepo
Robert Chelhod, generación 1963, nació en Siria, en Alepo. Se encuentra en Italia, en la sede de la Amu (Acción Mundo Unido), en los alrededores de Roma, para hacer un balance de los proyectos sociales y la organización de las ayudas. En 1990 regresó a su país de origen para abrir el primer Centro de los Focolares, y permaneció en Alepo durante 18 años, antes de ir a Líbano en el 2008. ¿Cuál es tu recuerdo de Siria? «El régimen no ha impedido el progreso. Asistí a un florecimiento en todo nivel: Siria estaba repleta de turistas, la economía estaba al máximo. Antes de la guerra el sueldo mínimo era de $500, ahora, para dar una idea es de $50. El ápice se alcanzó en el 2010. Con la primavera árabe en el 2011 empezaron los problemas internos de los que derivó la guerra». ¿Cómo has vivido los años de la guerra en Siria, estando en Líbano? «Habría querido estar cerca de mi gente, pero no era posible dejar Líbano en ese momento. El dolor más grande era ver los refugiados sirios llegar a Líbano. ¡Esas personas las conocía! Gente honesta, buenos trabajadores, que habrían sido un recurso para el país». En enero del 2017 regresarte a Siria, un mes después de la liberación de Alepo. «Me quedé “en casa” tres meses, en un círculo reducido. Sólo después de tres meses encontré el valor para salir y ver la parte más bella de la ciudad en ruinas. Volver a ver esos lugares de los que siempre había “presumido”, o mejor dicho, ver que no existían más, fue un shock. Cuando fui por primera vez al viejo Suk, donde encuentras sólo escombros, alguien me explicó: “aquí entraron los rebeldes, aquí vino el ejército…”. Pensaba en cuántas personas habían muerto en ese lugar. Y sentía que no debía juzgar ni siquiera a quienes habían destruido mi ciudad». ¿Cómo encontraste a las personas a tu regreso? «Desanimadas y desilusionadas. Pero también deseosas de seguir adelante. Hay un cansancio por los años pasados, por las condiciones de vida, pero al mismo tiempo la voluntad de volver a empezar». ¿Qué se puede hacer por Siria hoy? «Por quien tiene fe, se puede seguir rezando. Y después apostar, junto con los sirios que el país está vivo. En Siria tenemos necesidad de apoyo. No sólo desde el punto de vista económico que ciertamente es importante, pero también para creer junto con nosotros que este país, cuna de civilizaciones, puede renacer. Que todavía la paz es posible. Tenemos necesidad de sentir que el mundo siente nuestro sufrimiento, el de un país que está desapareciendo». En el lugar coordinas los proyectos sociales sostenidos a través de la Amu. ¿Cómo hacen para moverse? «Los proyectos van desde ayuda para la comida a la ayuda para la escolarización. Después hay ayuda para la salud, porque la salud pública, por la escasez de médicos, medicinas e instrumental, no logra responder ni a los estándares mínimos de acceso. Además de la ayuda a las familias, se han estructurado algunos proyectos estables: dos de refuerzo escolar, en Damasco y en Homs, cada uno con 100 niños, cristianos y musulmanes; dos centros de salud, para la atención del cáncer y de diálisis; y una escuela para niños sordomudos, que había empezado antes de la guerra. Estos proyectos ofrecen una posibilidad de trabajo a tantos jóvenes del lugar. La cuestión del trabajo es fundamental. Estamos soñando en un futuro próximo la posibilidad de trabajar con microcrédito para hacer que las actividades vuelvan a empezar. Alepo era una ciudad llena de comerciantes, que hoy podrían volver a empezar, pero hace falta el capital inicial». Muchos en cambio siguen emigrando… «El éxodo, sobre todo de los cristianos, no se logra detener. El motivo es la inseguridad, la falta de trabajo. La iglesia sufre, ésta es históricamente tierra de cristianos, antes de la llegada del Islam. Se trata de hacer lo posible para ayudar y sostener. Pero los recursos son muy pocos. La mayor parte de los jóvenes está en el ejército. Encuentras algún universitario, o chicos. Pero la generación entre los 25-40 no está. En la ciudad de Alepo se calcula una disminución de cristianos de 130 mil a 40 mil, y mientras tanto han llegado muchos musulmanes que han emigrado de sus ciudades destruidas». ¿Qué incidencia tiene esto en el diálogo interreligioso? «En Alepo los cristianos se consideraban un poco la élite del país. Con la guerra, dado que las zonas musulmanas fueron destruidas, muchos se refugiaron en las zonas cristianas. Entonces los cristianos se abrieron a los musulmanes, tuvieron que acogerlos. El obispo emérito latino de Alepo, Mons. Armando Bortolaso, durante la guerra me dijo: “Ahora es el momento de ser verdaderos cristianos”. Al mismo tiempo los musulmanes conocieron más de cerca a los cristianos. Quedaron impresionados por esta ayuda concreta. Hay cosas positivas, hay cosas negativas. Lo positivo es que esta guerra nos ha unido más entre sirios». Fuente: Città Nuova
«Tenía sólo 12 años cuando conocí a Chiara Lubich. Si no hubiese sido por la amistad con ella y por el carisma de la unidad no hubiera resistido en un ambiente tan competitivo y lleno de arenas movedizas. Siento una profunda gratitud hacia todos aquéllos con quienes comparto este desafío». Fernando Muraca, después de sus estudios universitarios en Roma, empezó su actividad como director de cine y escritor de obras de teatro. Después del éxito obtenido como director en algunos capítulos de dos series de televisión, entró en el mundo del cine con la C mayúscula. Entre sus trabajos más recientes, está la audaz “La tierra de los santos”, una película intensa sobre el papel de las mujeres de la mafia calabresa, que recibió numerosos premios y reconocimientos. A una platea muy atenta Fernando cuenta su historia: «Una noche me llegó un e-mail de mi amigo Giampietro, un misionero que estaba en Brasil. Tiempo atrás le había filmado gratuitamente un documental para recoger fondos para su comunidad, comprometida en salvar mujeres, hombres y niños que vivían debajo de los puentes de San Pablo. En el correo me preguntaba si estaba dispuesto a dejar por algunos años mi trabajo para documentar lo que estaba sucediendo allí. El acercamiento sin prejuicios, basado en el amor evangélico, ya había salvado 10 mil personas destinadas a una muerte segura. El resultado tenía que ser documentado». «En el correo –prosigue Fernando- Gianpietro me explicaba un hecho que había sucedido. Un hombre muy rico, después de haberlo conocido y de haber descubierto quién era verdaderamente, había decidido ofrecerle la mitad de su riqueza. Gianpietro no podía aceptar, tenía voto de pobreza. Pero tenía un deseo, que yo fuera a Brasil a documentar el trabajo de la misión. Entonces ese hombre se había ofrecido a pagar todos los gastos, incluidas las facturas de mi casa durante mi ausencia». Sonríe Fernando: «Parece de película, lo sé, pero sucedió realmente». Y continúa: «Hablé el asunto con mi esposa y con nuestros hijos. Se trataba de dejar mi trabajo por dos o tres años, salir del ambiente, poner en juego mi carrera, y mi esposa tendría que sostener la familia sola durante mi ausencia. Ella contestó que estaba dispuesta a este sacrificio, si era útil para visibilizar los sufrimientos de esas personas. Y el más grande de mis hijos dijo: “Papá no podemos darle la espalda”. También mis amigos me animaron a aceptar. Mi película estaba por presentarse en los cines y yo me tenía que ir 15 días después. Era una locura. El largometraje tenía una distribución reducida. Sin mi presencia para promoverlo quizás moriría y quemaría así mi única oportunidad de hacer carrera como cineasta. Pero la respuesta de mi hijo, “No podemos darle la espalda”, fue decisiva para mí». «Estando en San Pablo, tratar de documentar la vida de personas que vivían debajo de los puentes al principio era casi imposible. Odiaban ser retratadas, ¡mucho menos filmadas! Para darles a entender que no quería aprovecharme de su imagen tenía que hacer como los misioneros. También yo empecé a dormir debajo de los puentes, a compartir su jornada, y así me aceptaron. Después de un mes regresé a Italia para descansar un poco. El impacto había sido duro. Tenía que pensar y revisar el material que había filmado y organizar un nuevo viaje de más tiempo. Mientras tanto en Italia sucedió lo que todos habían previsto. Sin dinero para la promoción y sin la presencia del director, mi película estaba desapareciendo rápidamente de los cines. Después sucedió un hecho imprevisto. En Roma, el último día de una proyección se presentó un importante crítico de cine. Al día siguiente, en un periódico de cobertura nacional, tanto en la edición impresa como en aquélla en línea, salieron dos críticas muy positivas. La película empezó a recibir invitaciones a los festivales, en Italia y en el extranjero. Ganó muchos premios, algunos prestigiosos.Desde entonces han pasado tres años. Al terminar el trabajo en Brasil, retomé el ritmo de mi vida. No he filmado otras películas, pero tengo varios proyectos, sobre temas que antes no me había atrevido a afrontar. He escrito dos novelas y un ensayo sobre la experiencia de “encarnación” de mis ideales en el arte. Estoy madurando también el proyecto de dedicarme a los jóvenes. En este “oficio” hay mucha necesidad de intercambio de ideas y de apoyo. Y de puntos de referencia. Chiara Favotti
Para la Iglesia católica y otras iglesias cristianas, está por comenzar la Cuaresma, el período del año litúrgico que precede a la celebración de la Pascua. Es del 14 de febrero al 29 de marzo según el rito romano, y del 18 de febrero al 31 de marzo según el rito ambrosiano. Este período, caracterizado por la invitación a la conversión a Dios, tiene una duración de casi cuarenta días, número que se repite con frecuencia ya sea en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, el pueblo de Israel pasó 40 años en el desierto, el diluvio universal o el período de permanencia de Moisés en el Monte Sinaí fue de 40 días. En el Nuevo Testamento: Jesús ayunó durante 40 días en el desierto. En el calendario romano, la Cuaresma comienza con el rito de las cenizas, durante el cual el sacerdote derrama una pequeña cantidad de cenizas benditas, sobre la cabeza o sobre la frente de los fieles, simbolizando la caducidad de la vida terrena y el compromiso penitencial.
.“Estamos gozando juntos por esta sorpresa”. Son las palabras de María Voce, Presidente del Movimiento de los Focolares, quien comentó con alegría la noticia de la visita del papa Francisco a Loppiano el próximo 10 de mayo. Una sorpresa, que despertó gran entusiasmo entre los miembros y adherentes al Movimiento en todo el mundo, comenzando por los habitantes de la ciudadela que recibirán al Santo Padre. Loppiano, en las cercanías de Florencia (Italia), nació en 1964 por voluntad de la fundadora del Movimiento,Chiara Lubich, es una verdadera y particular ciudad, con escuelas, empresas, centros de formación, universidad y polos económicos. Un lugar “especial” que es en sí mismo un laboratorio de convivencia: viven en la ciudad casi mil personas procedentes de 65 países distintos y de edades diferentes, condición social, culturas y religiones diversas. Viven juntos con el deseo de construir la fraternidad universal, a través de la vivencia cotidiana del Evangelio y la “ley” del amor mutuo. Un lugar donde se vive y se trabaja con la intención de concretar el carisma de la Unidad – que es el corazón espiritual del Movimiento- y para responder al Testamento de Jesús “Que todos sean Uno”. En la ciudadela la noticia de la visita tuvo una resonancia avasallante: “Un segundo después de saber la noticia a través de María Voce – nos dicen desde Loppiano- la noticia fue difundida entre los habitantes de la ciudad y lanzada por todas las redes sociales del mundo con una lluvia de ecos de alegría y de asombro, fue recibida como una bomba atómica, una oleada que nos envolvió y transformó”. Quisiéramos – explicó María Voce anunciando la visita- que en Loppiano “el Papa pueda encontrar ése pueblo de Chiara que vive el Evangelio y que está unido solamente por el amor mutuo, que pueda ver en la ciudadela un reflejo de la vida trinitaria en la tierra”. Y para los preparativos, subraya, quedan “apenas un centenar de días”, para vivir – agrega dirigiéndose a los miembros del Movimiento- intensificando “la oración para que todo ocurra en el mejor de los modos y que no existan obstáculos irremontables”, pero sobre todo intensificando “el amor evangélico, el compromiso de ser verdaderamente Palabra viva, día tras día” La Presidente de los Focolares manifestó su alegría también por la visita del Pontífice ala comunidad de Nomadelfia (Grossetto, Italia), fundada por el Padre Zeno Saltini, donde el Santo Padre estará – primera cita de una mañana de ritmo acelerado- antes de viajar para el centro del Movimiento: “Sabemos que el Papa no va solamente a Loppiano, antes va a Nomadelfia, que forma parte del programa de viaje de esa mañana, y estamos muy contentos”. Las dos ciudadelas, vecinas por razones geográficas, están ligadas por una amistad que nació hace varios años, y tienen en común el reconocimiento de la centralidad del Evangelio y el compromiso por la fraternidad universal en especial hacia los últimos. Muchos recuerdan con alegría, que recientemente, grupos de jóvenes de Nomadelfia, participaron en la fiesta organizada por los jóvenes de Loppiano el primero de mayo, que tradicionalmente se realiza en la ciudadela de los Focolares contando con la asistencia de muchos chicos y chicas procedentes de toda Italia.
La Virgen se le presentó a Bernardette bajo el aspecto que la humanidad más esperaba: la Inmaculada Concepción, cuya pureza resplandece sobre una montaña de basura; lo que quiere decir que es Ella quien purifica el mundo de la podredumbre en la que con todos sus valores se estaba descomponiendo. María, la hija del pueblo, nacida en una aldea humilde de gente pobre, se aparece a Bernardette, una hija de obreros, de una humilde aldea de montaña, en un momento en el que la reciente proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, realizada por Pío IX en 1854, había puesto en la más cruda evidencia el contraste entre el Ideal de la pureza, encarnado por la Madre de Dios y transmitido a la doctrina y la práctica cristiana, y la realidad de la degradación en el vicio y en las pasiones desenfrenadas promovidas por corrientes filosóficas materialistas y positivistas y favorecida por una política interesada en demoler la ética de la Iglesia para demoler la dignidad de la persona. El urgente valor de esa aparición se consolidó enseguida por los milagros de la gruta de Lourdes, con los cuales la Madre divina ayudó a innumerables hijos de esta tierra a recuperar la salud el cuerpo y la pureza del alma. Y su valor se amplió y creció después de que se comprendió la urgencia de los cristianos, quienes vieron que esa agua liberaba del mal físico y al mismo tiempo del moral: María, agua que brota de lo Eterno, purifica la sangre humana para liberarla de toda fealdad. El Papa (Pío XII), en su Encíclica por el centenario, puso en evidencia la actualidad de esta acción restauradora, mediante la cual la Virgen, quien es la Pureza sin mancha, se eleva cada vez más contra la corrupción de las costumbres y de las ideas, llevada adelante con instrumentos como el arte, la política y el ejemplo. María, vestida de blanco y azul, representa el Ideal de la Vida contra la Muerte, de la que todo vicio es precursor. Nueva Eva, ante la primera que cedió ante el Adversario desde el primer encuentro. Por los méritos del Hijo, Ella posee desde su concepción el privilegio de la “Inmaculatización”. Con Ella entró en la vida humana un elemento nuevo: la pureza absoluta, la humanidad sin mancha, esa sanidad divina de la que el ser humano tenía más necesidad para frenar su descomposición moral e intelectual. La Inmaculada Concepción significa por lo tanto la más radical –divina- intervención para provocar un vuelco en el curso de la historia, encaminada a la disolución. El significado de las apariciones y de los milagros es fácil de entender y fue expresado por una jovencita tosca y sin cultura, y es universal ya que se ha difundido entre las gentes de todas las condiciones, lugares y categorías. La pureza es una condición esencial, preliminar, de vida y de convivencia, para todos y para siempre, pero especialmente para nuestros tiempos, cuando se cree que se exalta el valor fisiológico de la carne degradándola a perversiones que van contra la naturaleza humana.Maestra de vida, la Iglesia la ofrece a los pueblos, como un ideal de belleza sin sombras, la Inmaculada, aquella que, Virgen y Madre, nos transmite a Dios y nos da a Jesús, quien es, “Camino, Verdad y Vida”, y es la Salud de todo ser humano. Igino Giordani,Il significato di Lourdes, Città Nuova, n.3, 5.2.1958, p.5.
Mi familia está compuesta por mi hermana, mi madre y yo. Mi madre fue la que nos crió a nosotras dos. Pasamos momentos muy críticos: a mi madre le costaba encontrar trabajo. Además había fricciones con la dueña de la casa porque no teníamos la plata para pagar el alquiler. Para mi madre era de verdad un calvario administrar el poco dinero que ganaba. Por esto fue muy importante el apoyo que recibimos a través de la asociación Acción por Familias Nuevas onlus (AFN) del Movimiento de los Focolares. A partir de allí, poco a poco, se abrió en la zona sur de nuestra ciudad Cochabamba, el Centro Rincón de Luz, en el cual se ofrece apoyo escolar y una comida al día a los niños y a los chicos que asisten a las escuelas del barrio. El centro fue de una gran ayuda para mí, me devolvió la sonrisa y me ofreció importantes momentos de formación. En el Centro éramos como una gran familia en la cual los profesores a menudo eran como nuestros “segundos padres” Gracias a las personas que tuvieron confianza en mí, hoy puedo contar con orgullo que terminé mi ciclo de estudios con buenos resultados y estoy cursando el primer semestre en la Universidad. Pronto será una profesional. Trataré de que le llegue la ayuda que yo recibí, a las personas que están a mi alrededor, comenzando, por ejemplo desde el Centro para transmitir mis conocimientos a los niños. Quisiera también abrir un lugar para las personas que viven en la calle, ofreciéndoles a ellos un modo de ir adelante. Comprendí que es cierto que puedo cambiar la vida de un niño e indicarle el camino para un futuro mejor. Por esto invito a todas las personas a ayudar: ¡todos podemos! Para mí la cosa más importante no fue solo la ayuda económica, sino la confianza que me dieron: ella es una semilla de esperanza, es una luz que se enciende no sólo en el joven, sino también en sus padres. Fuente:Teens (nuestra traducción)
LaComunidad de San Egidio cumple 50 años. Una historia que empezó el 7 de febrero de 1968, en Roma, a través de Andrea Riccardi junto a un pequeño grupo de colegiales que querían cambiar el mundo. «Descubrimos en estos años, junto a tantas personas del mundo, la alegría del Evangelio», declaró el presidente de la Comunidad, Marco Impagliazzo.«Desde San Egidio, en el corazón de Trastevere (Roma) – se lee en el comunicado difundido para la ocasión – inició una aventura que ha llevado a la Comunidad a las periferias humanas y existenciales de distintos continentes, desde el compromiso con los pobres de todo tipo de condición hasta los programas de tratamiento del Sida y el su registro etnográfico, del diálogo interreligioso al trabajo por la paz». El próximo sábado 10 de febrero “el pueblo de San Egidio” se reunirá en la Basílica romana de San Juan de Letrán para una celebración precedida por el Cardenal Secretario del Estado Vaticano, Pietro Parolin. A nombre de los Focolares estará presente la presidente María Voce, junto con algunos de sus colaboradores. En su cálido mensaje agradeció «vivamente al Espíritu Santo por el Carisma que ha otorgado a la Iglesia y a la humanidad y por los frutos surgidos en estos cincuenta años de vida, gracias también a la fidelidad de ustedes». Agregó que «la Comunidad, esparcida hoy en 70 países, ha contribuido y contribuye a edificar la paz en el mundo, mediante un diálogo valiente a todo nivel con una atención muy especial hacia los más olvidados por la sociedad», y recordó la paz obtenida en 1992 en Mozambique y los “pasillos humanitarios” en favor de los refugiados. María Voce subrayó, entre los tantos momentos vividos juntos, uno “especial”: «el feliz compromiso asumido al unísono y en forma del todo especial por Chiara Lubich y Andrea Riccardi, después del histórico encuentro de los Movimientos con el Papa en Pentecostés de 1998, que produjo muchos frutos para la gloria de Dios». Y concluyó con el augurio suyo y de los Focolares «de realizar plenamente el designio de Dios sobre su Comunidad». Mira el nuevo sitio:www.santegidio.org
Es con este título que se está por inaugurar, en menos de tres semanas, una cita promovida por el Movimiento Humanidad Nueva, que tendrá lugar en el Hotel Príncipe a Pomezia (Roma). Cinco días de intercambio de experiencias, reflexiones, balances y nuevas pistas de trabajo: una auténtica “escuela” para “aprender”, una vez más, coómo actuar la fraternidad en la ciudad, a partir de la riqueza que comporta la diversidad de cada uno. ProgramaPara informaciones: Movimiento internacional Humanidad Nueva Telf +39-06 943156 35 newhumanity@focolare.org
También el Movimiento de los Focolares adhiere, el próximo 23 de febrero, a la Jornada de oración y ayuno por la paz y en contra de toda forma de violencia.La iniciativa, que promueve el Papa Francisco con un anuncio sorpresivo, ante 20 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en ocasión del acostumbrado Ángelus dominical, se dirige de modo especial a las poblaciones de la República Democrática del Congo y del Sud Sudán que están sufriendo una grave escalada de violencia y opresión, pero sin olvidar todas las situaciones de conflicto que están produciéndose ya de modo prolongado en cada parte del mundo. Se trata de una iniciativa que no es nueva: ya en el pasado el Papa Francisco había invitado a «todos los creyentes, también a los hermanos y hermanas no católicos y no cristianos» a unirse en un momento común de oración, con las modalidades que cada uno considere más oportuna, para implorar juntos el don de la paz y para preguntarse qué contribución cada uno puede dar para detener la violencia. «Las victorias obtenidas con la violencia – dijo el Papa- son falsas victorias»
¿Qué mueve a un grupo de jóvenes, de los 22 a los 34 años, provenientes de las tres regiones lingüísticas de Suiza, a transcurrir algunos días en la montaña junto a ocho focolarinos y focolarinas, una pareja de focolarinos casados y un sacerdote? “El focolar tras las bambalinas”, un fin de semana con el espléndido marco de los Alpes del Vallese, no sólo para gozar de la naturaleza, sino también para plantearse, en un ambiente ideal, una serie de preguntas existenciales sobre la vida transcurrida y la futura, cuando la primera es mucho más breve que la segunda. Entre estas preguntas: ¿Cuál será mi camino? Una pregunta que a menudo no es fácil responder, si se formula cuando existe la extraordinaria y a menudo irrepetible posibilidad de elegir a 360°, entre todos los caminos posibles. Para emprender conscientemente uno –pensaron los organizadores– ayuda bajar el volumen del bullicio cotidiano y encontrar un espacio donde sea más fácil escuchar una sugerencia, a menudo susurrada a los oídos del corazón. «A partir de esto surgió la idea de pasar un fin de semana juntos, donde nos pudiéramos expresar con libertad y sinceridad, y donde Jesús –si así lo quería– pudiese hablar en la intimidad de cada uno. Una mezcla de reflexión profunda y vida en común, constituída por paseos, juegos, limpieza, cocina, oración, para expresar de la mejor forma la belleza y también la “normalidad” de seguirlo también hoy». “Tras las bambalinas” de la vida del focolar hay un llamado personal de Dios, a realizar una convivencia de laicos, vírgenes y casados (según su estado), plenamente injertados en el mundo, pero fuertes por la presencia espiritual de Jesús en medio de ellos, fruto del amor recíproco. Una “presencia” que quieren llevar a todas partes, con el objetivo y el horizonte de la unidad entre las personas y entre los pueblos, en un mundo más fraterno y unido, en el respeto de la diversidad. Algunos de los jóvenes presentes nunca habían reflexionado sobre esta posibilidad, otros ya habían decidido formarse una familia, otros en cambio nunca se habían planteado la pregunta. Pero en todos había un deseo común de profundizar una relación personal con Dios y conocer lo específico de esta forma de convivencia según el modelo de la familia de Nazaret, nacida a partir del carisma de Chiara Lubich. “¿Están en medio de todos, no tienen un convento que los proteja, cómo hacen?” “Bello, pero ¿no es demasiado fatigoso?” “¿Qué significa hoy día seguir a Jesús?”. Fueron muchas las preguntas espontáneas y muchas las respuestas, a partir de las experiencias personales y de los escritos, meditados juntos, sobre la espiritualidad evangélica de la unidad.Kati e Istvan, casados, compartieron sus propias alegrías y dificultades y las elecciones fundamentales de su familia. «Quedé muy impresionado por la profundidad de los temas que tratamos a pesar de que no nos conocíamos» dijo un joven. «Vine con muchas preguntas y recibí muchas respuestas», concluyó una chica, regresando a su ciudad. Peter, sacerdote, comentó: «Un fin de semana inesperado. Algunos de los chicos expresaron el deseo de seguir confrontándonos también después, vivimos por ustedes y con ustedes, en la incertidumbre ante la elección del propio camino, pero con la certeza de que ya no están solos en la búsqueda».
Punto central del congreso que tendrá lugar en Roma, del 20 al 22 de abril, será el papel del deporte ante el límite y las barreras de cualquier tipo: físicas, psicológicas, relacionales, culturales, sociales, ambientales. La experiencia deportiva es por su naturaleza un lugar de confrontación con el límite. ¿Por qué el deporte se revela terreno eficaz para hacer las paces con los propios límites y para incluir, integrar y abatir las barreras? ¿Dónde está su magia? El objetivo es, como dice la misión de Sportmeet, afrontar este importante argumento a través de reflexiones culturales, testimonios y talleres prácticos, dialogando con los protagonistas de experiencias significativas en curso, en especial, en la ciudad de Roma. ¿Estás interesado? ¿Quieres inscribirte? Para informaciones: Sportmeet
Todo comenzó con una batería verde, en el Centro internacional de Loppiano, en diciembre de 1966. Un regalo poco común para un grupo de chicas. El instrumento se convirtió en el símbolo de una revolución permanente para contribuir a realizar un mundo más unido y fraterno. Así nació el Gen Verde: brío, capacidad, palabras, gestos y profesionalidad en sinergia para decir con la música que la humanidad tiene todavía y siempre una oportunidad, que se puede elegir la paz en lugar de la guerra, la comunicación en cambio de los muros, el diálogo en vez del silencio. En casi 50 años de actividad, el conjunto ha llegado a plazas, teatros y estadios de todo el mundo con más de 1500 espectáculos y eventos, cientos de giras, 69 álbumes en 9 idiomas. A la fecha son 147 las cantantes, músicos, actrices, bailarinas y técnicos que han formado parte del Gen Verde, cuyo aporte profesional ha dado vida a producciones artísticas diversificadas cuyos géneros van desde conciertos en vivo hasta musicales, sin olvidar la actividad didáctica y formativa dirigida a los jóvenes, a través de talleres y cursos específicos. Se requiere mucho trabajo para preparar un proyecto, días intensísimos para vivirlo, pero después ¿qué queda? Lo preguntamos a los protagonistas de algunos lugares donde llegó la iniciativa en muchos países del mundo. De lo que nos relataron emergen algunas características comunes. La primera: el concierto actual que presentamos en las giras “Start Now” motiva a relacionarse con los demás desde una forma distinta de vivir, basada en la confianza, la apertura, la atención al bien común. Este estilo prosigue también después, en lo cotidiano. La segunda: el valor de ser los primeros en cambiar el mundo alrededor de sí, porque “Juntos somos más fuertes. Podemos soñar en grande si hacemos las cosas juntos”. Alguien lo llamó “espíritu de fraternidad”. La tercera característica, podríamos llamarla compartir: el impulso, el deseo de comunicar al otro la experiencia vivida, de contagiar e involucrar a todos en la empresa de mejorar el mundo, allí donde está cada uno. “Logramos relacionarnos mejor con la gente y a veces influir también en otras personas para que hagan como nosotros”, nos cuenta un chico. Y un profesor, hablando de sus alumnos con quienes participó el en proyecto, dijo: “Han sabido demostrar que tienen una profunda humanidad que quizás yo había subvalorado en estos años. Ya no los veo como chicos a veces inmaduros, sino como personas capaces de comprometerse”. El deseo de difundir esta forma constructiva de afrontar la realidad ha hecho florecer distintas iniciativas. En Palermo, en el sur de Italia, por ejemplo, ya están trabajando para una segunda edición de Start Now 2018. En La Spezia, en el norte, los jóvenes que participaron en el proyecto inventaron una tarde de “lavacar” a favor de Nigeria y un “baile con disfraces de los años Sesenta” para recoger fondos para un dispensario en Man, en Costa de Marfil. Una conexión, Via Skype antes de la fiesta, con los amigos del país africano les hizo sentir la fraternidad. En Huétor Tájar (España), el espíritu de Start Now animó la tradicional “carrera de solidaridad”: “Comprendimos –escribe una chica– que la vida es más bella si va acompañada por la sonrisa y la alegría”. Siempre en España, en Azpeitia, nos pidieron que presentáramos el proyecto en su Universidad. Son pequeños pasos con grandes horizontes, que hacen que todos se sientan parte de un coro donde no puede faltar la voz de ninguno. Y todavía muchos otros efectos, aquí y allá en el mundo, suscitados al compartir el proyecto Start Now. No son fuegos artificiales que después se apagan dejando sólo el recuerdo y la nostalgia, sino una chispa que se enciende, que contagia y se expande. Chiara Favotti
El 5 de febrero es el vigésimo aniversario de la muerte del Card. Eduardo Francisco Pironio (1920 – 1998), de quien está en curso la causa de canonización. Nacido en Nueve de Julio, Argentina, era el vigésimo tercer hijo de una familia de origen italiano; fue ordenado sacerdote en 1943. Pironio, primero fue obispo titular en Ceciri y sucesivamente en La Plata, se convirtió en el secretario general y después en el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericana (CELAM). Fue llamado a Roma por el Papa Pablo VI, quien lo nombró Prefecto de la Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares y Cardenal en 1976. Juan Pablo II lo nombró presidente del Consejo Pontificio para los Laicos. Y desde esa función, el Card. Pironio, mediante un Decreto el 29 de junio de 1990, entregó a Chiara Lubich la aprobación definitiva de los Estatutos Generales de la Obra de María (Movimiento de los Focolares). Con una misa en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján iniciaron, el 4 de febrero, las celebraciones, promovidas en su honor por la Acción Católica argentina, que tendrán su momento central el próximo 31 de mayo, en Buenos Aires. El Movimiento de los Focolares se asocia con gratitud a la memoria de una de las figuras más eminentes de la reciente historia eclesial.
«El diálogo a 360 grados con todos, también con personas de otras convicciones, se convirtió en la característica de nuestra familia, con los hijos Pietro, Elena y Matteo». Annamaría y Mario Raimondi son un rio que fluye cuando cuentan sobre las innumerables experiencias vividas en su familia orientada al diálogo. Ahora viven en Lecco, pequeña ciudad tranquila del norte de Italia, sobre el lago Como (“que está solo a tres cuartos de hora de Milán”, puntualiza Annamaría). El es profesor de Química-Física de la Universidad de Milán, ella es maestra, ambos están jubilados. Pero sólo “formalmente”. Son muy vivaces y están en plena actividad, además de sus actividades familiares pues tienen ya tres nietos, también trabajan para la Diócesis, con una función referida al ecumenismo, y están al servicio de la comunidad de los Focolares del lugar. «Por mi trabajo – explica Mario- viajamos mucho siempre, especialmente a Inglaterra, a París y a USA. Conocimos la comunidad de los focolares de Boston, cuando estaba allá para hacer una investigación. La espiritualidad de la unidad nos abrió el corazón y la mente hacia muchos hermanos de culturas y credos religiosos distintos. Joe, un colega que conocí en París, es uno de éstos que con el correr del tiempo es ya casi un hermano». «En 1975- continúa Annamaria- con los hijos pequeños fuimos alojados en Bristol, en Inglaterra, en la casa de su familia.
Mario y Joe
Joe era hijo único de una familia judía, su padre era ruso y su madre era húngara, que por causa de la persecución habían escapado de Vienna, donde vivían, y se instaló en Inglaterra. La esposa de Joe, Zaga, hija de un coronel comunista de la ex Yugoslavia, era una mujer de grandes valores humanos y se consideraba atea. Sus cuatro hijos eran de la misma edad que los nuestros. Compartimos con ellos la vida de cada día, los juegos, el trabajo, en el respeto de las elecciones y de los distintos estilos educativos. Cuando volvimos a Milán, donde vivíamos en aquella época, la relación con Joe y Zaga continuó a través de cartas, llamadas telefónicas y muchos viajes de trabajo. Tiempo después Joe quiso acercarse a la fe, encontrando la relación con sus propias raíces. Fue inesperadamente, ya habían pasado 20 años, cuando se le diagnosticó una grave enfermedad. Los médicos dijeron: “Tiene un solo mes de vida” y nosotros corrimos hacia donde él estaba. Durante el funeral, en el que estábamos presentes, uno de sus hijos guió una oración judaica. Lo recordamos como un momento muy conmovedor» «También ahora, después de tantos años – cuenta Mario- la relación con Zaga y su familia continúa. Ella ahora está mayor y no goza de buena salud. A menudo hemos ido a visitarla, por ejemplo en ocasión del casamiento de las hijas y del nacimiento del primer nieto, que no por casualidad, ¡se llama Mario!. Compartimos todas las etapas de la vida: el crecimiento de los hijos, las vacaciones, la investigación científica… Entre nosotros no sólo existía un gran entendimiento humano sino algo mucho más profundo. Cada uno se siente libre de ser sí mismo y entre nosotros circula un amor desinteresado. Zaga, que también se considera no creyente, participó en la ordenación sacerdotal de Pietro, en la profesión religiosa de Elena y (¡tenía una pierna enyesada!), al casamiento de Matteo. Todavía hoy la relación entre nuestras familias continúa, compartiendo momentos sencillos, importantes y profundos». «El verano pasado – continúa Annamaría- supimos que un señor inglés de 80 años había sufrido un infarto mientras estaba con un grupo de amigos paseando por el lago de Como. El hospital estaba bastante cerca de nuestra casa. Él y la esposa, no conociendo el italiano, estaban en dificultades. El resto de la comitiva, había regresado a Inglaterra. Durante su estadía en el hospital, que duró dos semanas, fuimos a visitarlo cada día, ayudándolo a comunicarse con los médicos, a encontrar un alojamiento para la esposa en el convento de las hermanas que vivían cerca del hospital, los ayudamos en las cosas cotidianas como si nos conociéramos desde siempre. Les llevamos la Palabra de Vida y compartimos momentos sencillos pero intensos. Cuando se volvían a su país, los acompañamos al aeropuerto. Fue allí que Antony, así se llama el esposo, nos dijo: “¿Les puedo dar una bendición?”. En ese momento descubrimos que era un ministro anglicano. El recuerdo de ese saludo tan especial está siempre con nosotros. Volviendo a Londres, Antony y su esposa, ya en estrecho contacto con la comunidad de los Focolares, nos agradecen todavía hoy recordando aquel momento con gratitud». Chiara Favotti
«Hagamos nuestro el lema: “Amar con los hechos” (1 Jn 3,18). Jesús quiere hechos, quiere un amor hacia el prójimo que sea servicio concreto. Él mismo fue un modelo para nosotros con el lavatorio de los pies, por ejemplo. Amar con las obras. Sabemos que podemos hacerlo […] durante todo el día: una acción concreta en favor de un hermano, otra acción en favor de otro o de otros, y así sucesivamente. […] Entonces, al final de la vida, por estas acciones concretas, Jesús nos dará un premio proporcionado. Si ni siquiera un solo vaso de agua ofrecido a Él en el prójimo quedará sin recompensa (Cf. Mt 10,42), ¿qué será si damos muchos vasos de agua? […] Me ha impresionado saber […] que personas de nuestro Movimiento han promovido espontáneamente en el mundo, más de 200 obras o actividades en favor de los hermanos que se encuentran en distintos tipos de necesidad. Son obras de caridad en favor de enfermos, ancianos, desempleados, discapacitados; de personas solas, de estudiantes extranjeros; obras en favor de niños con problemas, de personas sin casa, de encarcelados, de toxicodependientes, de alcohólicos; son cursos de promoción humana y de catecismo; iniciativas en el campo de la economía, del trabajo, de la educación; son acciones en favor de todas las necesidades de los Países en vías de desarrollo, u originadas por calamidades naturales… He alabado a Dios porque ya desde los primeros años del Movimiento las, así llamadas, obras de misericordia fueron para nosotros, como nos sugería el Evangelio, condición imprescindible para un buen examen final y, por tanto, para una buena conclusión del Santo Viaje de la vida. En esta Conexión querría sugerirles que tomen en consideración una de estas obras, que la tengan en el corazón de una manera especial, que se interesen por ella, que ayuden a que se desarrolle, que la impulsen con los medios que estén a su alcance, que se sientan corresponsables de ella. […] Miremos a nuestro alrededor. Habrá actividades y obras concretas suscitadas en el Movimiento “Humanidad Nueva” o por “Jóvenes por un Mundo Unido” o por “Familias Nuevas” o por el “Movimiento Parroquial”. Estarán en sus Zonas o en otras. Vean cómo ponerse en contacto, quizás consultando con sus responsables. Acérquense a ellas con delicadeza, sin descomponerlas, sino sólo con el deseo de servirlas, aunque sea sólo con su oración. […] Entonces, así: amar con las obras y dar una mano a alguna de ellas. Que, por nuestro amor concreto y también por esa obra en particular, el Señor pueda repetir, refiriéndose a cada uno de nosotros: “Vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sus obras” (Ap 22,12)». Chiara Lubich, Rocca di Papa, 12 de mayo de 1988 De CHIARA LUBICH – Buscando las cosas de arriba – Ciudad Nueva 1993 – págs. 94-96.
Llega de sorpresa el anuncio de la visita del papa Francisco a Loppiano, ciudadela del Movimiento de los Focolares, prevista para el 10 de mayo de 2018. Será la presidente María Voce quien lo acogerá junto con el Ordinario del lugar, Mons. Mario Meini, obispo de Fiésole. “El anuncio ha suscitado en mí sorpresa y profunda alegría”, ha comentado espontáneamente María Voce. “Es un gran honor para el Movimiento de los Focolares acoger a un Papa entre nosotros, en una de nuestras ciudadelas. Pero, sobre todo, es un impulso para intensificar el compromiso de vivir el amor y la unidad, cuyas raíces están en el Evangelio. Este soplo de Evangelio vivido es lo que querríamos que el papa Francisco pueda encontrar cuando llegue a Loppiano. Y ahora que la noticia empieza a difundirse en las comunidades del Movimiento, esta alegría y este compromiso se compartirán en todo el mundo”. Loppiano es la primera de las ciudadelas de los Focolares, nacida en 1964, en las colinas toscanas cerca de Florencia (Italia). Actualmente cuenta con casi 850 habitantes: hombres y mujeres, familias, jóvenes y niños, sacerdotes y religiosos, de 65 naciones de los cinco continentes. Más de la mitad de los habitantes viven allí establemente, mientras que otros participan en una de las 12 escuelas internacionales que prevén una permanencia de 6 a 18 meses. La composición internacional y multicultural, que ha hecho suya la ley del amor recíproco, hace de Loppiano un laboratorio de convivencia entre personas de distintas edades, condiciones sociales, tradiciones, culturas y fe religiosa.
«Me encuentro por un período en Italia, para trabajar, junto con los otros jóvenes de mi edad, por el próximo Genfest 2018 en Manila». Se intensifican los preparativos del primer Genfest de la historia fuera de Europa. Al grupo internacional de chicos que está trabajando en los preparativos se unió Nelson, quien llegó a Italia en el 2017, primero a Loppiano (Florencia, Italia), después al “Centro Internacional Gen 2” en las cercanías de Roma, donde lo entrevistamos. «Provengo de El Salvador, el estado menos extenso pero más poblado de Centroamérica. Un país bellísimo, pero afectado por años por una guerra civil que duró 12 años y terminó en 1992 y que dejó todo destruido». Explica Nelson: «Después que terminó la guerra, muchas familias tuvieron necesidad de buscar un sustentamiento en otra parte y muchos padres emigraron, confiando sus hijos a parientes o a quien podía hacerse cargo de ellos. Pero en el clima de desorientación general, esto comportó que a una generación de niños y jóvenes les hizo falta una guía, o sencillamente quien se interesara por ellos verdaderamente. A esto se sumó la dificultad de hacer llegar el dinero ganado en el extranjero a su destino, en el país de origen, y muchos chicos quedaron privados de todo y empezaron a abandonar la escuela, a vagar por las calles, a buscar en la delincuencia la atención que no recibían de nadie. En breve tiempo se formaron muchos grupos criminales, reclutando a adolescentes y a chicos jovencitos, cada vez más radicales y peligrosos, cada uno con un nombre y una identidad precisa, caracterizada por símbolos, rituales de iniciación y gestos». Cada grupo se identifica con un tatuaje, que fija para siempre la pertenencia de sus miembros, los cuales no tienen la posibilidad de volver a salir, solo muertos, o en la cárcel o escapando del país. «Para erradicar aquello que al principio parecía fácil de resolver –prosigue Nelson- el gobierno puso en marcha un plan, también violento, en el que llevaban a la prisión a cualquiera que llevara un tatuaje. El resultado fue una escalada de violencia sin precedentes, con una respuesta feroz por parte de las pandillas que empezaron a matar sin motivo, a amenazar a chicos cada vez más jóvenes y a obligarlos a entrar en su grupo». «Antes de llegar a Italia, trabajaba en San Miguel, en una escuela salesiana que se dedica, con verdadero espíritu de acogida, a más de mil estudiantes que provienen de las afueras de la ciudad cada semana. Muchos de ellos tienen graves problemas familiares o parientes enrolados en los grupos criminales, o peor todavía, ellos mismos están a punto de entrar. Daba clases de Educación Física. Un día, durante la hora de natación, un chico quería entrar en la piscina sin quitarse la camiseta, a pesar de que el reglamento lo impide. Estaba molesto y atemorizado. Entonces lo llamé aparte para hablar a solas con él, y le pregunté el motivo. Me contestó que se había hecho el tatuaje de un grupo, y no quería que nadie lo supiera. Le di permiso para entrar en el agua con la camiseta, pero después, en clase, retomé el argumento y empezamos a hablar de las formas de encontrar caminos alternativos a la criminalidad. Así, hasta el final del año, todos juntos tratamos de explicarle que siempre hay una salida, otra forma de vivir, lejos de la violencia. Después de un par de meses lo volví a ver, llevaba con orgullo un uniforme de trabajo, había logrado dejar el grupo, que gracias a Dios lo había dejado en paz. Ahora ayuda a su familia. “Gracias profe. Y gracias a todos ustedes entendí que podía convertirme en una persona distinta de la que estaba empezando a ser. Y sobre todo a cambiar el rumbo de mi vida”». Chiara Favotti
Una respuesta inmediata Al inicio del verano siempre comprábamos leña y querosén para el invierno, pero ya era otoño y todavía no teníamos el dinero para asegurarnos la calefacción. Un día, hablando en familia, nos dijimos: “El Eterno Padre conoce nuestras necesidades y lo importante es tener confianza en él”. Ni siquiera habíamos terminado de hablar cuando llegó un amigo nuestro con un sobre que tenía dinero, fruto de una colecta. ¡Nunca habíamos tenido una respuesta tan inmediata de Dios quien provee a sus hijos! I.S. – SerbiaEn el dentista Un chico de nuestra comunidad tenía los dientes muy dañados, pero siendo de una familia pobre no podía arreglárselos. Un día lo acompañamos al dentista pero, llegando a la clínica donde ella trabajaba, nos dimos cuenta de que era frecuentada por personas ricas. Confiados en la providencia, igualmente entramos. Después de la consulta la doctora nos preguntó si podíamos pagar un trabajo tan costoso. Le explicamos que con los amigos, íbamos a organizar una venta de garaje para cubrir todos los gastos. La doctora, sorprendida, quiso saber algo más y concluyó diciendo, “Me pagan con lo que tienen”. Mientras estábamos saliendo nos volvió a llamar, y agregó: “Saben, tengo muchos problemas y se me ocurrió que puedo hacerles el trabajo gratis si en cambio ustedes rezan por mí”. Así hicimos. Tiempo después la doctora nos dijo que nuestra presencia había llevado a su trabajo una nota de alegría y serenidad. G.B. – FilipinasEncuentros en la cárcel Sabiendo que hay tantas personas solas que tienen mucha necesidad de alguien que esté a su lado, pensamos ir a visitar a los enfermos de un hospital, a los presos y a los chicos de una casa para huérfanos. A los últimos les llevamos pequeños objetos, juegos y ropa. Después nos dijimos, ¿por qué no utilizamos también los medios de comunicación para llegar a la mayor cantidad de personas posible? En la radio local obtuvimos media hora de programa exclusivamente para nosotros. Muchas personas siguieron nuestra transmisión. Cuando volvimos a la cárcel, nos acogieron diciendo que, después de haber escuchado nuestra transmisión, nos estaban esperando. Por lo general a los chicos de nuestra edad no se les permite entrar a la cárcel, Pero por ser nosotros hicieron una excepción. Con cantos y experiencias del Evangelio hablamos a un centenar de detenidos, hombres y mujeres, y una decena de guardias. Nos pidieron que regresáramos. También el periódico local dio la noticia de estos encuentros dentro de la cárcel. Un grupo de amigos – UgandaLa enfermedad Cuando supe que Monique se había enfermado de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), aunque no nos veíamos desde hacía ya dos años, regresé para volver a contactarme con ella y ponerme a su disposición. El nuestro había sido un gran amor, pero por varios motivos nos habíamos alejado. La fe sencilla de Monique chocaba con mi agnosticismo. Junto a ella, que aceptaba serenamente su nueva situación, viví una auténtica transformación mental. Los cristianos la definirían como “conversión”. Cuando su enfermedad alcanzó una etapa terminal, me sentía cambiado. No digo que encontré la fe, pero el respeto hacia Monique creó en mi un espacio nuevo. J.M. – Francia
Camerún, en la región ecuatorial de África occidental, se compone, después de haber sufrido dos historias coloniales paralelas, de dos regiones que hablan respectivamente francés e inglés. Las diferencias no se limitan a la lengua, sino que incluyen también aspectos de la administración pública. Una escalada de violencia está amenazando al país, a los 23 millones de habitantes de un territorio de 475 mil quilómetros cuadrados. Raphaël Takougang, abogado camerunés, miembro de los Focolares, quien se encuentra en este momento en Italia, explica: «La zona francófona se independizó el 1º de enero de 1960. La zona anglófona realizó un referéndum, el 1º de octubre de 1961 para decidir si se unían a la vecina Nigeria (ya anglófona) o permanecían unidos a Camerún. Nació así una República Federal con dos Estados, Camerún Oriental y Camerún Sureño, cada uno con sus propias instituciones (Parlamento, gobierno, sistema jurídico, etc.), y otras instituciones a nivel federal. El 20 de mayo de 1972 en otro referéndum nació la República Unida de Camerún. En 1984, una simple modificación de la Constitución quitó la palabra “Unida” y el país tomó desde ese momento el nombre de República de Camerún. Desde 1972 en adelante el malestar de los anglófonos, una fuerte minoría del país, aumentó cada vez más y tomó el nombre de “anglophone problem”»Desde el 2016 esta situación de crisis en la parte anglófona ha desencadenado una serie de huelgas, primero fueron los docentes, después de los abogados. Los habitantes de la ciudadela de los Focolares de Fontem, ubicada en el corazón la selva camerunés explican: «Si por un lado los obispos siempre alentaron al diálogo, el boicot de las instituciones dedicadas a la educación y a la justicia provocó un vuelco inesperado a la crisis, que se vio agravada con una escalada de huelgas también del sector comercial y del transporte, según una estrategia definida como “Ciudad Muerta”. Al principio del año escolar, en el pasado mes de septiembre, ningún estudiante se presentó. A pesar de la amenaza de tomar represalias contra los transgresores, aquí y allá, valientemente, algunas escuelas abrieron sus puertas y otras están siguiendo su ejemplo. También nuestro colegio de Fontem retomó las actividades». La ciudadela nació del testimonio de amor concreto de algunos médicos, que llegaron en 1966, después del llamado que el obispo local realizó a Chiara Lubich, para que atendieran al pueblo Bangwa, afectado por una altísima mortandad infantil que estaba causando su extinción. En breve tiempo, gracias a la contribución de personas de todas partes del mundo, Fontem tuvo sus escuelas, un hospital y otras estructuras de servicio. Desde ese momento, el pueblo Bangwa y otros pueblos fronterizos se encaminaron por la vía de la fraternidad, visible ahora también en otras ciudadelas que nacieron en estos años en el continente africano. Con sus 80 mil habitantes, Fontem es un centro de encuentro y formación para personas que llegan de todas partes de África y del mundo. Aquí descubren que el intercambio y la colaboración entre los hombres y mujeres de razas, culturas y tradiciones distintas puede dar frutos de fraternidad también en regiones martirizadas por conflictos. «El Colegio de Fontem sufrió un ataque – explican los habitantes- pero muchas personas del pueblo acudieron a ayudar a los estudiantes y a los docentes, aun poniendo en riesgo su vida. Al acercarse el 1º de octubre, fecha histórica para Camerún anglófono, por la conmemoración del referéndum citado, se temían manifestaciones violentas, y la comunidad de los Focolares organizó una cadena de oraciones a la que adhirieron personas de otras regiones del país y del extranjero. Hasta el momento en Fontem nadie ha perdido la vida. Cada ocasión es propicia para cultivar relaciones con las varias autoridades civiles, tradicionales y eclesiales. Tratamos de ayudar a todos los que se acercan e ir más allá del miedo, creando momentos de familia, comenzando por los que están más cerca, a menudo confundidos por muchos rumores y por los medios de comunicación. Los jóvenes han organizado “noches de talentos” y el evento “Sports for peace” para promover un espíritu positivo». «En todo este período, aún en medio de dificultades – concluyen- la vida de la comunidad de los Focolares ha seguido adelante también aquí. Nos auguramos que este desafío de amor hacia todos nos dé la capacidad de discernir y actuar por el bien de nuestro país».
Se promulgó el Decreto Vaticano del martirio de los 7 monjes de Tibhirine, de Monseñor Pierre Claverie, obispo de Orán, y de otros 11 religiosos y religiosas. Todos asesinados entre 1994 y 1996, durante la guerra civil argelina, que causó la muerte de millares de personas inocentes, entre ellos periodistas, escritores, iman y civiles. La historia de los 7 monjes, que fueron raptados en su monasterio de Nuestra Señora del Atlante (a 80 km de Argelia) y asesinados en circunstancias que todavía no se han aclarado, fue narrada en la película “Hombres de Dios”. La violencia tuvo su punto más álgido en agosto de 1996 cuando el obispo dominico de Orán, ferviente defensor del diálogo entre muslmanes y cristianos, fue asesinado junto al chofer musulmán a causa de una bomba que estalló en la puerta de su domicilio. «Son mártires del amor –dijo el portavoz de la Conferencia episcopal francesa– porque amaron hasta el final, dando la vida por sus amigos argelinos. Para nosotros es un signo de que el amor no es en vano y triunfará». «Nuestra Iglesia siente alegría», comentaron los obispos argelinos, asociando a su homenaje «las miles de personas que no tuvieron miedo en arriesgar su propia vida por fidelidad a la fe en Dios, a su país y a su conciencia».
En el ámbito de la Causa de Beatificación de la Sierva de Dios Chiara Lubich, abierta el 27 de enero de 2015, en la Diócesis de Frascati, está a disposición, por el momento en italiano, un brochure ágil y rico de contenidos sobre la figura de la fundadora del Movimiento de los Focolares. La nueva publicación tiene el objetivo de ilustrar, con un lenguaje accesible a todos, su intensa vida y las numerosas obras e iniciativas promovidas por ella. Se articula en tres partes: Chiara y el carisma de la unidad; las “grandes aperturas” o diálogos en el campo ecuménico, interreligioso y con la cultura contemporánea; la intuición espiritual sobre el misterio de “Jesús Abandonado” , comprendido, vivido y propuesto por ella como la “clave” para realizar la unidad con Dios, y entre las personas y los pueblos. La idea de preparar un perfil biográfico nace del deseo de hacer conocer el intenso trabajo de “compilación” que la Postulación de la Causa de beatificación de Chiara está desarrollando, comenzando por lo que ella dijo sobre la santidad, cómo la vivió y propuso a todos, a partir de las cartas de los primeros tiempos. La redacción del texto fue compartida en todas las fases de elaboración no sólo por los miembros de la Postulación sino también por expertos, amigos, adultos y jóvenes. Quien desee recibir una o más copias impresas, puede dirigirse a: Postulación de la Causa de Beatificación de Chiara Silvia Lubich Movimiento de los Focolares Via Frascati, 306 – 00040 Rocca di Papa (RM) – Italia Telefono +39 06 947 981 39 – Cell. +39 389 343 9529 E-mail: postulazionechiaralubich@focolare.org
El próximo 10 de febrero tendrá lugar en Loreto, en el centro de Italia, el Congreso Nacional“La ciudad: ¿lugar de Fraternidad?”. Es organizado por la Asociación Ciudades para la Fraternidad, es un organismo nacido en 2008, inspirado en el pensamiento de Chiara Lubich y en la vida del Movimiento de los Focolares, que agrupa actualmente casi 140 pequeñas y grandes administraciones comunales para difundir el espíritu de la unidad en los Entes locales. La Asociación otorga cada año el “Premio Internacional Chiara Lubich por la Fraternidad”, a una administración (o a más administraciones lideradas por un Alcalde) que se haya destacado en la puesta en marcha de un proyecto a través del se vive uno o más aspectos del principio de la fraternidad aplicado a las políticas públicas, y que haya promovido también en los ciudadanos en el desarrollo de una cultura de la ciudadanía activa e inclusiva. En el congreso participarán autoridades ciudadanas y eclesiales. Durante la tarde disertarán Elena Granata, Docente de urbanística del Politécnico de Milán, y Marco Luppi, docente de Historia del IU Sophia, sobre los temas de la fraternidad vivida en la ciudad.
Cinco años antes, regresando del Genfest de 1980, Andrew Basquille, Eugene Murphy y yo, en esos tiempos estudiantes del University College de Dublín, empezamos a dedicar más tiempo, juntos, a la música. Empezó para nosotros un período de gran creatividad, que desembocó en la composición de muchas piezas, en conjunto e individualmente. “Yes to you”, la canción que llevamos al Genfest de 1985, se remonta a esa época. Es así como nació. En 1981 Chiara Lubich visitó la comunidad de Londres, y gran parte de las personas de los Focolares de Irlanda se pusieron en viaje hacia Inglaterra, para participar en el evento. Una tarde, mientras un grupo de nosotros irlandeses estaba almorzando cerca del lugar donde tenía que hablar Chiara, empecé a tocar algunos acordes en el piano y salió una melodía con una secuencia de acordes, Mi-Do minore-Fa, ligeramente inusual (en la guitarra no se me habría ocurrido utilizarla). Joe McCarroll, cantautor muy talentoso, que estaba cerca de mí, se unió agregando a la melodía las palabras “So many times that I’ve said maybe” (“Muchas veces he dicho quizás”). Entonces yo continué con las palabras “So many times that I said no” (“Muchas veces he dicho no”), cuando se sumó también Andrew, y completó el primer párrafo. En los días siguientes Andrew y yo escribimos otros tres párrafos, pero todavía no nos había venido ninguna inspiración para el coro. Al final fue Eugene quien lo agregó –el texto y la música, y le dio a la canción un énfasis especial, haciendo cantar el coro en Do mayor y después, con un maravilloso intermedio entre el mayor y el menor, en Fa, para expresar y enfatizar el nuevo nivel de convicción en la elección de Dios, con las palabras “Yes to you”. Nos pidieron que tocáramos la canción en el Genfest, que sería un mes después. Ensayamos y ensayamos, y dedicamos mucho tiempo a perfeccionar nuestra canción. Ese día, tras bambalinas, mientras esperábamos pacientemente nuestro turno de cantar, empezamos a darnos cuenta de que el tiempo se estaba acabando. Nos dijeron que habían cortado nuestra pieza. ¡Qué desilusión! Mientras guardaba mi guitarra en el estuche, pensaba en los meses de ensayo y en el esfuerzo que se habían cancelado en un instante. Después, repentinamente, la decisión fue revocada y nos encontramos en el palco, enorme, sin siquiera el tiempo de probar el sonido y sin poder mirarnos entre nosotros. No tuve ni siquiera el tiempo de agarrar mi guitarra, que había guardado en la funda, y me encontré entre las manos una guitarra española con cuerdas de nylon, ¡un instrumento al que no estaba para nada acostumbrado! Fue así que cantamos “Yes to You” en el Genfest 1985: completamente privados de puntos de referencia ni de certezas, obligados a depender sólo de la fuerza de la relación de amor recíproco entre nosotros y del deseo de merecer por eso la presencia de Jesús entre nosotros. Mi experiencia en el Genfest de 1985 fue la prueba y la contraprueba de mi elección de vivir por la unidad, y la verificación de que es posible. Participé en muchos otros grandes eventos –festivales, partidos de fútbol, conciertos- pero ninguno como el Genfest. Allí no había ni odio, ni hostilidad, ni enemistades, como cuando los equipos rivales pelean en los partidos de fútbol, y tampoco la euforia fugaz provocada por el alcohol o la droga, que a menudo acompaña los conciertos o las grandes manifestaciones. Allí, en esa gran concentración de jóvenes, sólo había una alegría profunda y duradera.
Un país martirizado, sin paz, donde los grupos terroristas compiten para reivindicar los atentados perpetrados. Tres atentados en una semana provocaron un gran número de víctimas entre la población civil: se habla de más 150 muertos entre Kabul y Jalalabad, con más de 400 personas heridas. En Kabul consideraban atacar a un hotel y, no llegaron al segundo objetivo que era el palacio del Alto Consejo de la Paz, dado que el terrorista fue detectado y se hizo estallar en el checkpoint. En Jalalabad fue asaltada la sede de “Save the Children”, la organización internacional que desde hace años trabaja en este territorio. Según los datos de la ONU, el año pasado en el país perdieron la vida 17 trabajadores humanitarios, 33 fueron heridos y 48 fueron raptados.El Papa Francisco se refirió a estos ataques durante el Ángelus del 28 de enero pasado: «¿Hasta cuándo – se preguntó el Papa- el pueblo afgano tendrá que soportar esta inhumana violencia?. Recemos en silencio por todas las víctimas y por sus familias, y recemos por todos aquéllos, que en este país, siguen trabajando para construir la paz» El Movimiento de los Focolares expresa su cercanía al pueblo afgano, esperando una resolución de paz que pueda llevar lo más pronto posible, serenidad al país.
Enero de 1998. Palermo se prepara al gran Jubileo del 2000 llevando consigo signos de luz y de sombra. Una ciudad que cambia, ensangrentada por las pasadas y recientes matanzas perpetradas por la mafia, pero también decidida a rescatarse, mostrando su verdadero rostro. Enero de 2018. Hoy, la capital siciliana se presenta como una expresión de vanguardia del diálogo entre las distintas culturas europeas y el mundo árabe, puntera de la cultura medioriental dentro del tejido europeo. Una “ciudad mosaico”. Ante la presencia del Alcalde Leoluca Orlando, de las autoridades y de algunos representantes de las instituciones, el pasado 20 de enero se quiso rememorar –como signo del “compromiso” de proseguir en la misma dirección- un acontecimiento que representó para la ciudad una etapa de su “magnífico designio providencial”, según la expresión que usó en esa ocasión Chiara Lubich. Durante las distintas intervenciones emergieron algunos aspectos de la vida de los Focolares de los últimos veinte años: el compromiso social y en el mundo de la educación, en especial en algunos barrios de la periferia como Ballarò, Brancaccio y el Zen; la promoción de eventos y la reflexión sobre algunos grandes temas, como el ecumenismo, el compromiso con las nuevas generaciones, la puesta en marcha de escuelas de participación civil y el diálogo con personalidades de la economía, de la política, de la cultura y del arte. En estos años, la comunidad de los Focolares ha dado un aporte al camino de toda la ciudadanía hacia la construcción de una “ciudad de la acogida y de los derechos”, con los valores de la fraternidad y de la continua búsqueda del diálogo. «El recuerdo de la ciudadanía honoraria a Chiara Lubich – afirmo el Alcalde Orlando – es la posibilidad para reflexionar sobre la marcha de la ciudad, en nombre del respeto por la persona humana y la construcción de una comunidad basada en los valores de la unidad y la fraternidad, en los que Chiara basó su Movimiento y que hoy acomunan a millones de personas del mundo. Hoy día esos valores forman parte de la vida cotidiana de Palermo, mediante la acogida y la solidaridad de la que ha dado prueba, que también confirman la voluntad del pueblo palermitano de construir una ciudad acogedora a medida del hombre, como continuamente lo ha demostrado el comportamiento de la sociedad civil». El Arzobispo de Palermo, Mons. Corrado Lorefice, auguró proceder por este camino de fraternidad, mediante el diálogo a todo nivel, en vista de una meta «indicada proféticamente entonces por Chiara Lubich, que Palermo se pueda convertir en una ciudad sobre el monte a la cual mirar para realizar el designio de Dios sobre la comunidad humana». «La celebración de dicho evento –agregó- expresa la profunda sintonía entre la ciudad de Palermo y los valores contenidos en el carisma de Chiara: cooperar con la recomposición de la unidad de la familia humana». María Voce, presidente de los Focolares, a través de un mensaje animó a todos a «compartir los muchos fragmentos de fraternidad que se han consolidado en estos años para promover la acogida, la legalidad y la paz», con el augurio de «que la ciudad se distinga cada vez más por su testimonio activo en varios frentes del diálogo, multiplicando iniciativas basadas en la esperanza y valorando los talentos de todos desde la perspectiva de la unidad». La adhesión a la Asociación “Ciudades por la fraternidad”, querida por la Municipalidad de Palermo, compromete ulteriormente a sus ciudadanos a inspirar en la fraternidad universal cada futura decisión y acción.
El apóstol Juan escribe el Libro del Apocalipsis para consolar y animar a los cristianos de su tiempo ante las persecuciones que se habían difundido en aquella época. Este libro, lleno de imágenes simbólicas, revela la visión de Dios sobre la historia y su cumplimiento final: su victoria definitiva sobre todo poder del mal. Este libro es la celebración de una meta, de un fin pleno y glorioso que Dios destina a la humanidad. Es la promesa de la liberación de todo sufrimiento: Dios mismo «enjugará toda lágrima […], y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas» (Ap 21, 4). «Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente»[1]. Esta perspectiva tiene sus brotes en el presente para quienes ya hayan comenzado a vivir buscando sinceramente a Dios y su Palabra, que nos manifiesta sus proyectos; para quien siente arder en él la sed de verdad, de justicia y de fraternidad. Sentir sed, estar en búsqueda es para Dios una característica positiva, un buen inicio, y Él nos promete incluso la fuente de la vida. El agua que Dios promete se ofrece gratuitamente. De modo que no solo se ofrece a quien espera ser grato a los ojos de Él con su esfuerzo, sino a cualquiera que sienta el peso de su debilidad y se abandone a su amor con la seguridad de ser sanado y de encontrar así la vida plena, la felicidad. Preguntémonos pues: ¿de qué tenemos sed? Y ¿a qué fuentes vamos a apagarla? «Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente». Quizá tengamos sed de que nos acepten, de tener un lugar en la sociedad, de realizar nuestros proyectos… Aspiraciones legítimas pero que pueden empujarnos a los pozos contaminados del egoísmo, de la cerrazón en nuestros intereses personales e incluso al abuso sobre los más débiles. Las poblaciones que sufren la escasez de pozos con agua pura conocen bien las consecuencias desastrosas de la carencia de este recurso indispensable para garantizar vida y salud. Y sin embargo, excavando más adentro en nuestro corazón, encontraremos otra sed que el mismo Dios ha puesto ahí: vivir la vida como un don recibido y que hay que dar. Acudamos, pues, a la fuente pura del Evangelio, liberándonos de esos detritus que tal vez la recubran, y dejémonos transformar también nosotros en fuentes de amor generoso, acogedor y gratuito para los demás, sin pararnos ante las inevitables dificultades del camino. «Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente». Además, cuando ponemos en práctica entre cristianos el mandamiento del amor recíproco, permitimos a Dios intervenir de un modo muy especial, como escribe Chiara Lubich: «Cada instante en que tratamos de vivir el Evangelio es una gota de esa agua viva que bebemos. Cada gesto de amor por nuestro prójimo es un sorbo de esa agua. Sí, porque esa agua tan viva y preciosa tiene esta particularidad: brota en nuestro corazón cada vez que lo abrimos al amor por todos. Es una fuente –la de Dios– que da agua en la medida en que su veta profunda sirve para calmar la sed de los demás con pequeños o grandes actos de amor. […] Y si seguimos dando, esta fuente de paz y de vida dará agua cada vez más abundante, sin secarse nunca. Y hay otro secreto más que Jesús nos reveló, una especie de pozo sin fondo al que acudir. Cuando dos o tres se unen en su nombre, amándose con su mismo amor, Él está en medio de ellos. Y entonces nos sentimos libres, llenos de luz, y torrentes de agua viva brotan de nuestro seno. Es la promesa de Jesús, que se hace realidad porque de Él mismo, presente en medio de nosotros, mana agua que quita la sed para la eternidad»[2].
LETIZIA MAGRI
[1] En el mes de febrero proponemos esta Palabra de Dios que un grupo de hermanos y hermanas de distintas Iglesias ha elegido en Alemania para vivir a lo largo de todo el año. [2] Cf. C. Lubich, «Ser gotas de agua viva», en Ciudad Nueva 385 (3/2002), p. 24.
En la vida de Giordani encontramos un acontecimiento que nos estimula a una particular reflexión, la primera persona que escribió una biografía suya en 1985 no fue un católico, sino un pastor bautista, el escocés Edwin Robertson[1]. No podemos limitarnos a decir que es “una ironía de la historia” […] Giordani se ganó ese acto de amistad, ante el Cielo y ante la historia humana. Giordani presidió un congreso de ecumenistas ya en el otoño de 1967 en la sede del Movimiento de los Focolares en Rocca di Papa. En él participó el archimandrita Mons. Eleuterio Fortino, quien años después (2004), dio este testimonio: «En ese congreso Giordani, gracias a su serenidad interior, logró aplacar los tonos encendidos del debate; y aclaró los aspectos teológicos y pastorales del decreto del Vaticano II Unitatis redintegratio (1964), haciendo caer las últimas resistencias de los opositores italianos a la oración en común entre todos los cristianos en la Semana por la unidad de las Iglesias»[2]. Por su parte ya desde 1940 Giordani seguía esta Semana, que para ser precisos es un Octavario, del 18 de enero (fiesta de la cátedra de San Pedro en Roma) al 25 de enero (fiesta de la conversión de San Pablo). En 1940 Giordani escribe: “Durante los preparativos de esta Octava se esparció la noticia, al principio muy imprecisa, que en un monasterio de monjas trapenses de Roma se rezaba con especial intensidad para que cesaran las divisiones entre los cristianos. Yo supe que, en esa Trapa, una ‘humilde monja’ se había ofrecido por la unidad de la Iglesia y su inmolación había impresionado profundamente a una comunidad de hermanos separados en Inglaterra. La noticia, aunque era muy vaga, ampliaba inmensamente –al menos para mi punto de vista- el horizonte del movimiento unitario y abría nuevas perspectivas, y, como un retazo azul en medio de las hendiduras de la tempestad, mostraba la cara del cielo por encima de la humanidad pendenciera. En fin, iluminaba verdaderamente la Octava y sus objetivos. Probablemente estas monjas no sabían nada de todos los debates, comisiones y comités constituidos alrededor del tema. Estando delante del problema de los cismas, ellas lo contemplaron con sencillez, a la luz del Reglamento, que nunca se desvía, es decir comprendieron que había que buscar la unidad donde está, es decir en su matriz, en otras palabras, que había que pedirla al Padre, en quien todos los hermanos se unifican. Es decir, estas criaturas humildes, que no veremos nunca en un congreso, encontraron enseguida lo que había que hacer y nos pusieron en el camino directo a la unidad. Alguno podía tener la tentación de interrogar a Hegel, a Loisy e incluso a Marx; de hecho, en las revistas y en los congresos se citaban estos nombres, que sin embargo estos solo podían dar soluciones parciales, porque la unidad no es una obra de los hombres sino de Dios, no se obtiene con el estudio, sino con la gracia. Acepta Padre, este ofrecimiento puro, ante todo por tu Iglesia, para que te dignes purificarla, custodiarla y unificarla…”[3]. El ecumenismo, enfocado por Chiara Lubich como «ecumenismo de la vida» y vivido en el Movimiento de los Focolares mediante una experiencia propia, madura a la luz de grandes almas como la de Juan XXIII y la de Pablo VI y del espíritu del Vaticano II, y se convierte en un compromiso fundamental de Giordani en los últimos años de su vida. Se puede decir que por Él todos los cristianos son verdaderamente hermanos que se han reencontrado. Él vive y difunde el nuevo espíritu ecuménico que esencialmente lo constituye el amor y tiende a la comunión de las almas, en la certeza de que «de la unidad de los corazones surge la unidad de las mentes»[4]. Es conmovedor pensar que su último artículo sobre el ecumenismo, El viaje hacia la unidad, lo escribió en diciembre de 1979, cuatro meses antes de su partida al Cielo. Y también en este artículo cultiva tenazmente una visión profética, en donde presenta la unidad de los cristianos como base y levadura para «dar un impulso al ideal de la unidad universal entre los pueblos»[5]. _______________________ (Tomado de: Tommaso Sorgi, Il percorso ecumenico di Igino Giordani (El itinerario ecuménico de Igino Giordani), «Nuova Umanità» n.199). [1] E. Robertson, Igino Giordani, Città Nuova, Roma 1985. Ed. inglese col titolo: The Fire of love. A life of Igino Giordani ‘Foco’, New City, London 1989. [2] E. Fortino, Igino Giordani e la preghiera per l’unità dei cristiani, in «Besa-Fede», Rivista greco-albanese, Roma, febbraio 2004, pp. 7-9. [3] I. Giordani, Questa ottava, Presentazione in: M. G. Dore, Suor Maria Gabriella (1914-1939), Morcelliana, Brescia 1940, pp. 9-25. [4] I. Giordani, Sette giorni per l’unità, «Città Nuova», 1978, n. 23, p.30. [5] I. Giordani, Il viaggio verso l’unità, «Città Nuova», 1979, n. 23, p.27.
El primer día de la semana dedicada a la unidad de los cristianos (18-25 de enero) tuvo lugar una jornada de estudio, que los Movimientos y Comunidades eclesiales quisieron dedicar al tema “Carisma e Instituciones”. La misma se realizó en el Palacio Renacentista Romano de la Cancillería, bajo la espléndida cúpula pintada con frescos por el célebre pintor Vasari en sólo cien días. Empezó con una invocación al Espíritu Santo. Fue promovida por el Movimiento de los Focolares, Nuovi Orizzonti,Fazenda da Esperança, la Comunidad Católica Shalom, la Comunidad Emmanuel y la Comunidad Juan XXIII, junto con el Centro de formación especializada “Evangelii Gaudium” del Instituto Universitario Sophia y bajo el patrocinio de la Asociación Canonista Italiana. La jornada representó una nueva etapa de la profunda “sintonía afectiva y efectiva” entre los Movimientos y realidades eclesiales, como subrayó en su intervención de apertura María Voce, quien fue la representante de todos los promotores. «Nos hemos comprometido a afrontar, día tras día, de acuerdo a los carismas que hemos recibido, los desafíos que conlleva el camino hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, tratando de acrecentar la comunión dentro de nuestros Movimientos y entre nosotros». La jornada también ofreció la posibilidad de profundizar un tema específico, el de la relación entre los carismas, dones del Espíritu, y las formas institucionales, a la luz del Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Iuvenescit Ecclesia” (mayo de 2016), que presenta los dones carismáticos y los dones jerárquicos como “coesenciales”, y afirma que «la presencia de los carismas garantiza que nunca faltará el anuncio del Evangelio – como manifestó el Card. Kevin Joseph Farrell, Presidente del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida-, la presencia de la institución es la garantía de que no faltará nunca quien los reciba con apertura de corazón». Después de su aparición en el seno de la Iglesia, «en medio de la sorpresa y del desbarajuste que su inesperado e inédito florecimiento provocó»; de su aprobación, a menudo fruto de un camino largo y difícil, ahora los Movimientos–dijo Mons. Piero Coda, Rector del IUS- «están a las puertas de una tercera fase, en donde la efervescencia carismática está trabajando para buscar los canales oportunos para una equilibraba institucionalización (…) con el objetivo de expresar de la mejor forma posible su aporte específico». Una cuestión que está todavía abierta se refiere a la naturaleza de los movimientos eclesiales, que en virtud de sus carismas fundantes no sólo tienen necesidad de una nueva forma jurídica de asociación (en el Código vigente de Derecho Canónico no existen los términos “movimientos ni comunidades eclesiales” y los mismos han sido colocados jurídicamente entre las “asociaciones de fieles”), pero tampoco existen categorías de naturaleza jurídica aptas para sostener de la mejor forma posible las riquezas y especificidades carismáticas de cada uno. De hecho, es necesario tener en cuenta de que son miembros de estas “asociaciones”, a todos los efectos, laicos, sacerdotes y religiosos, conformando la que Mons. Christoph Hegge, Obispo auxiliar de Muster, define como “unidad comunional”, refiriéndose al “testimonio comunitario” que ofrecen todos los miembros de los Movimientos, si bien con “elasticidad y flexibilidad según su pertenencia”. Un testimonio que ofrecen juntos, como pueblo de Dios, acogiendo y viviendo el anuncio de la Iglesia de nuestro tiempo. Sobre la necesidad de diferenciar los estatutos jurídicos en relación con la variedad y peculiaridad de los carismas se expresó también Mons. Luis Navarro, Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, para quien «no existe una solución jurídica unitaria. Es necesario hacer para cada uno un vestido a la medida». Pero, para hacerlo, es necesario «conocer e indagar cada carisma en su vida eclesial concreta». «En la historia de la Iglesia, los Movimientos han sido siempre la respuesta concreta a una necesidad» afirmó Laurent Landete, casado y padre de seis hijos, responsable en Francia de la Comunidad Emmanuel, quien estuvo entre los participantes en la mesa redonda de la tarde, dedicada a la presentación de los Movimientos y de las realidades eclesiales que trabajan en todas las latitudes. El porvenir de sus Estatutos fue el tema de fondo de la reflexión. La frescura, actualidad y variedad de formas con las que trabajan, movidos por el Espíritu, en las calles del mundo, suscitaron maravilla y sorpresa, así como cuando se está ante los colores y perfumes de un inmenso jardín en primavera. Lee el adjunto
El aniversario internacional del 27 de enero, establecido mediante una resolución de la Asamblea general de la Naciones Unidas, se celebra en conmemoración de todas las víctimas de la Shoah. El 27 de enero de 1945 las Fuerzas Aliadas derribaron el portón de Auschwitz y liberaron a los prisioneros sobrevivientes al exterminio del campo nazi Más allá de ese portón, además del lema «Arbeit macht frei» (El trabajo hace libres), el mundo vio con horror lo que había sucedido y conoció el alcance de un proyecto de eliminación masiva que causó la muerte de seis millones de personas.73 años después del fin de la Shoah, en varias partes de Europa y del mundo, se proponen cada año encuentros, ceremonias, iniciativas y momentos de relato de los hechos por parte de los sobrevivientes, en especial en las escuelas, en todos los niveles, para “no olvidar” uno de los más terribles ejemplos de odio racista y para que símiles atrocidades no se repitan en ninguna parte del planeta.
Un rostro redondo, con dos ojos azules y atentos. Encuentro por primera vez a Peter Grimheden en Lund, Suecia, en el histórico encuentro entre católicos y luteranos para celebrar los 500 años de la Reforma. Peter es un joven pediatra muy apasionado de su trabajo al que se dedica con gran entusiasmo. Su particularidad es la de ser sueco, luterano y focolarino. Eligió un camino de donación total a Dios. Vive en Estocolmo en una pequeña comunidad con otros 4 focolarinos católicos: un belga, un argentino, dos italianos. ¿Creciste en un ambiente y en una familia cristiana? Formo parte de la Iglesia luterana sueca y provengo de una familia muy ligada a las tradiciones. Cuando era chico tenía la costumbre de ir a visitar a los abuelos. Antes íbamos a la Misa y después cenábamos juntos. Durante la cena, después de que la abuela había lavado los platos, nos sentábamos y debíamos escuchar a mi abuelo que nos leía un sermón de Lutero. ¡Como si el de la Misa no hubiera alcanzado! Lo único que me acuerdo es que jugaba a mantener la respiración. Mi récord fue el de resistir sin respirar durante un minuto seguido. Era una educación rígida y severa. Todo era o blanco o negro y no podía nunca ir al cine ni a jugar al hockey en el hielo. ¿Cómo conociste a los Focolares? Era muy amigo de una chica que me invitó a un concierto del Gen Verde, una banda musical inspirada en la espiritualidad de los Focolares. Me gustó la música, las palabras, la atmósfera que se construyó. El hermano de una de las que cantaban había muerto en una guerra civil y ella fue capaz de perdonar. Me gustaba un cristianismo positivo, no basado en las prohibiciones y en lo que no hay que hacer. Las personas de los Focolares se convirtieron en mis amigos y los visitaba junto con mi novia. Pero después de poco tiempo me sentía limitado en la relación con mi novia y terminamos. Seguí visitando a los Focolares y me sentí muy atraído por las personas que se donaban completamente a Dios viviendo en una comunidad. Para mí fue como resbalar en una cáscara de banana más que hacer una gran elección. Fue como enamorarme. Así, a los 21 años, viajé a Italia a Loppiano, cerca de Florencia, para asistir a la escuela de formación para focolarinos. Fue una ocasión única para conocer personas de todo el mundo aunque me sentía un poco “exótico” porque casi todos eran católicos. Hoy vives en un comunidad de Estocolmo. ¿Significa una dificultad convivir con personas de otra Iglesia? Tendríamos más o menos las mismas dificultades si viviéramos con personas de la misma Iglesia. El pertenecer a una Iglesia u otra no tiene un impacto en la vida cotidiana porque compartimos los mismos ideales. Tenemos en común la vida cristiana y no advierto diferencias entre nosotros. Me sentía un poco solo cuando asistía a mi iglesia luterana, pero, ahora mis amigos, de vez en cuando me acompañan porque están interesados en conocer mejor mi Iglesia, como yo también estoy interesado en conocer la de ellos. Tratamos de vivir con la presencia de Jesús entre nosotros y todos somos sus discípulos. Fuente: Città Nuova
Arresto domiciliario Los primeros días de diciembre de 2016 recibí una llamada telefónica de una madre desesperada que me pedía auxilio para uno de sus hijos. La justicia había concluído su causal y había sentenciado 11 meses de arresto domiciliario. Ella no podía recibirlo porque no tenía una casa y nadie lo quería recibir. Yo era la única esperanza para ella y no podía cerrar los ojos ante esta solicitud. ¿Qué hacer? Tres días después, mientras me preparaba para hacer alguna llamada telefónica para encontrar a alguien que pudiera ayudarme , alguien golpeó en mi puerta. Era una persona que a menudo viene a visitarme. Lo recibí, le preparé un cafe y comenzamos a conversar. En un determinado momento me preguntó: «¿qué estabas haciendo?». Una voz interior me impulsó a hablarle de lo que me estaba pasando. Y él dijo: «Pero ésto, ¿puedo hacerlo yo?». Le pregunté si había entendido bien de qué se trataba el asunto. Sí, comprendió bien y sabía qué hacer y cómo hacerlo. Tiene un pequeño apartamento, pero él se mudaría a dormir a la sala para dejarle su cama al muchacho. Al día siguiente se ocupó de concluir los trámites burocráticos. Los meses pasaron volando, todo salió muy bien, tanto que el joven tuvo un descuento de su prisión domiciliaria. Durante todo el período, fuimos dos veces por semana a llevarle lo que precisaba para comer, dado que este amigo un tenía una situación económica muy aliviada. Alcanzó con que yo diga mi „Sí” para permitirle a Dios que haga milagros. (N.C. – Italia) Podía mirarlo a los ojos Un día, mientras iba a la escuela, fui agredido por una banda de muchachos en un túnel. Me agarraron a patadas y a los piñazos y me tiraron al piso. Querían mi celular. Cuando finalmente se fueron, no lograba levantarme del dolor que sentía en el cuerpo y en el alma. Me preguntaba «¿por qué me pasó justo a mi?». Sentía mucho rencor. En la escuela conté a algunos compañeros el incidente que me había ocurrido, pero nadie comprendió mi dolor y ésto me hirió más aún. Durante algunas noches no podía dormir, lloraba de rabia, mientras que, como en una película volvía a ver la escena del túnel. Solamente después de un poco de tiempo logré hablar con algunos amigos, que como yo, viven el Evangelio. Confiarme a ellos me ayudó a hacer lo que antes consideraba imposible: perdonar a los agresores. Cuando fui al tribunal para reconocerlos y para el proceso, sentía en mi corazón que los había perdonado, y, sin didicultad, podía mirarlos derecho a los ojos. (Dal blog di T. Minuta) La apariencia engaña Tenía que ir al shopping que queda en el centro. No tenía mucho tiempo. Imprevistamente sentí que alguien me pedía una moneda. En general nunca doy plata, no es posible ayudar a todos, y además ¿si con esa plata compran droga?. Ese muchacho tenía la cabeza rapada y la mirada oscura. Tuve la impresión de que era parecido a uno de esos muchachos que años antes me habían agredido. Me apuré. Cuando estaba solo, me pregunté: “¿Cómo hago para cultivar mi unión con Dios, y descuidar a este joven que me pidió ayuda?”. Volví atrás a buscarlo. “¿qué precisás?. Sorprendido, me respondió que tenía sed. Lo invité a sentarse en un bar. El respondía a mis preguntas con un seco “sí” o “no”. Entonces empecé a contarle mis experiencias y el esfuerzo que estaba haciendo adaptándome en un país nuevo. Parecía que no estuviera interesado y estaba un poco desanimado. Cuando me levanté para concluir me dijo: “¿por qué no sigues?”, Nunca nadie me contó de su vida. Es una experiencia nueva para mi y tengo que acostumbrarme a eso. Cuéntame de tu país. ¿Por qué viniste aquí?”. Pedí otra Coca y nos quedamos juntos otras dos horas. Al final nos abrazamos. Volviendo a casa le confié a Jesús este muchacho, de quien ni siquiera sabía su nombre. (U.K. – Argentina)
Un espectacular río de bicicletas atraviesa las calles de la ciudad, despertando la curiosidad de los peatones. Estamos en Foggia, ciudad comercial del Sur de Italia. Muchos ciudadanos, aprovechando la jornada de sol, andan por la calle, en el tradicional paseo dominical, y las señoras, ocupadas con el almuerzo del feriado, se asoman por los balcones. Bicicletas familiares, acondicionadas con sillas para los más pequeños, tándem que llevan a bordo no videntes como segundos pedaleadores, dos ruedas dotadas de micrófonos, amplificadores y carteles, bicis de todas formas y dimensiones, una larga y colorida manta con cascos y casquitos y una alegre campanillazo. Se trata de la bicicleteada ecuménica organizada por el Consejo Ecuménico de Foggia junto a los franciscanos de la parroquia de Jesús y María, al Consejo de Agrupaciones Laicas, del que forma parte el Movimiento de los Focolares, a la Asociación Fanny Bike y a la Asociación de Cicloamigos, con motivo del aniversario del “Espíritu de Asís” y de la Jornada para la Defensa de la Creación. La iniciativa –que se remonta a algunos meses atrás- ofrece a la ciudad pugliesa la posibilidad de reflexionar juntos, personas de buena voluntad y creyentes de distintas confesiones religiosas, sobre la importancia de custodiar lo Creado, como don de Dios, confiado al ser humano para el bien de todos, y para sensibilizar a la ciudadanía para que asuman un estilo de vida más ecológico, a partir de su cotidianidad, y comprometer a la administración comunal a asumir decisiones políticas que permitan sanear la ciudad haciéndola más bella, más vivible, menos contaminada. Simbólicamente el recorrido de la bicicleteada empezó en la plaza donde tiene la sede la Curia Arzobispal, con la entrega al Alcalde de un convenio entre los ciudadanos y la administración, que contenía el compromiso recíproco, según las propias competencias, de realizar los motivos inspiradores de la manifestación, prosiguió el recorrido visitando los lugares de culto de todas las confesiones cristinas presentes en el territorio de la ciudad que adhirieron a la iniciativa: la Iglesia de Santo Domingo de la comunidad ortodoxa griega, la Iglesia de Jesús y María de la comunidad ortodoxa rumana, la Iglesia Evangélica ADI, la Iglesia Valdense, hasta el Parque de San Felice, pulmón verde y lugar de encuentro de la ciudadanía para un breve momento de oración ecuménica.
La humanidad está viviendo una tercera guerra mundial a pedazos; la pobreza y el hambre están lejos de ser superadas; las relaciones personales y sociales se están deshilachando progresivamente debido a la falta de esperanza en el cambio. Y mucho más todavía. Ante estos dramas, ¿cuál es el aporte del “carisma de la unidad”, en colaboración con todas las personas de buena voluntad que trabajan por el bien de nuestro planeta? La respuesta llega de los numerosos hechos de vida y de las iniciativas de personas que, en todo el mundo, han abrazado los ideales de Chiara Lubich y se han comprometido sobre todo a transformarse a sí mismas, generando en todas partes numerosas obras sociales que dicen que un cambio de ruta en la humanidad todavía es posible. Son muchas las historias e innumerables las implicaciones en todos los países del mundo. Algunos ejemplos. En Sicilia (sur de Italia), uno de los epicentros italianos del fenómeno migratorio, Salvatore Brullo, con el proyecto “Hacer un sistema más allá de la acogida”, ha podido acoger a más de 40 menores extranjeros no acompañados que, gracias a la colaboración de muchas familias y empresas de distintas ciudades, se han podido formar en varias profesiones abriéndose a un futuro mejor que su pasado. En otra parte del mundo, en Bolívar, a 3.500 metros de altura en los Andes peruanos, 250 niños hoy reciben educación en la nueva estructura escolar surgida gracias al proyecto “Una escuela en los Andes” de Acción Mundo Unido (AMU). Otros 1129 niños en todo el mundo han encontrado una familia gracias al proyecto de las adopciones internacionales de Acción para Familias Nuevas (AFN), la organización sin fines de lucro que promueve proyectos de apoyo y formación para la familia. Son sólo algunas de las iniciativas, pequeñas y grandes, que en este décimo aniversario sustanciarán, en todas partes del mundo, encuentros, celebraciones, conferencias. En Castel Gandolfo (Roma), la celebración se realizará el 3 de marzo. «En este evento se presentarán obras e historias que se han convertido en motores de transformación social y presentan otro rostro del Carisma de Chiara, con el título “El gran atractivo del tiempo presente”», explica Tim King, uno de los dos consejeros del Centro Internacional de los Focolares para el aspecto de la evangelización. «Estará enfocado – continua – en el rostro social del carisma de Chiara Lubich, presentado mediante la atención a las heridas de la humanidad, la pasión y la creatividad de empresarios, jóvenes, familias y gente común que han dado vida a una red mundial de pequeños proyectos o acciones de mayor escala inspiradas en las palabras de Chiara». La misma fundadora de los Focolares explicaba así el sentido de su forma de actuar en los inicios del Movimiento, de ese compromiso que entonces, en tiempos de guerra, de personal se volvió comunitario: «Todo empezó con un programa bien preciso: ayudar a resolver el problema social de Trento, nuestra ciudad». El evento del 3 de marzo será transmitido en directo vía streaming (de las 16.00 a las 19.00, hora de Roma) en italiano, inglés, español, francés y portugués.
Con gratitud por “su ejemplo de fidelidad heroica a su designio” María Voce, presidente de los Focolares, comunicó a todos los miembros del Movimiento en el mundo, la muerte de Gisella Calliari que esta tarde se apagó serenamente, después de una larga vida con la consigna de la unidad. “Aún en el dolor de esta gran pérdida”, dice la presidente, “permanecemos con ella, un corazón solo y un alma sola”. Gisella Calliari nació en Lavis (Trento, Italia) el 18 de abril de 1920. Conocida simplemente como Gis, fue una de las primeras jóvenes, que, junto con su hermana Ginetta, siguió a Chiara Lubich en aquella “aventura de la unidad” que marcó los comienzos del Movimiento de los Focolares y sus desarrollos en el mundo. Era la tercera de tres hermanas, se encontró con Chiara en 1944, en el pequeño apartamento que alojaba al primer focolar, en Piazza Cappuccini, en Trento. El día después había ya madurado la elección de seguirla por el mismo camino. La inicial hostilidad de la familia fue menor cuando la mamá conoció a Igino Giordani (Foco), de quien Gisella era secretaria en Roma. En su larga vida Gis vivió con Chiara durante más de 40 años. Después de haber sido la responsable de algunos focolares de Italia (en la ciudad de Trento, Roma, Milán, Florencia) se le confió la sección de las focolarinas. A continuación, trabajó al lado de la fundadora, junto con Oreste Basso, siguiendo los desarrollos de toda la Obra de María. Por esta tarea confiada, visitó varias veces las distintas comunidades del mundo. La suya fue una vida profundamente ligada al carisma de la unidad, al cual se mantuvo fiel hasta el final, con los efectos de una gran fecundidad espiritual en ella y alrededor de ella. Próximamente en focolare.org se publicará un perfil más amplio de ella.
Existe un solo camino, y hasta el momento, yo no logro ver ningún otro, para poder vivir aquí y ahora el máximo de la unidad y de la comunión entre nosotros: este único camino coincide […] en que tú y yo, ustedes y yo y todos nosotros, con pasión, día tras día, en cada situación de nuestra vida y en cada situación que se interponga entre nosotros, nos afirmemos de forma sólida solo en Su Palabra (pág. 266) La Palabra de Dios supera las barreras que existen entre nosotros y crea la comunión. […]. Esto no puede quitárnoslo nadie, no nos lo puede prohibir nadie. Aquí no se puede volver atrás: éste es el punto esencial en donde se abre el camino para ir adelante […]. Si vivimos la Palabra en una realidad de reciprocidad y en forma radical, de tal modo que lo que tú vives y lo que yo vivo sean una única Palabra, somos todos juntos Su Palabra, entonces crece entre nosotros la unidad […]. Nos podemos preguntar: pero, ¿cómo hacemos para vivir en el único Espíritu que es la realidad más profunda e íntima de Dios, y cuál es la realidad más profunda e íntima de mí mismo? En el hecho de que en ti busco con tenacidad los dones del Espíritu, en ti que eres cristiano y creyente como yo. Te pregunto cosas durante largo tiempo, hasta que en ti haya descubierto el Espíritu. No me conformo con un compromiso diciendo: “En el fondo no estás mal, y no estoy mal tampoco yo: yo puedo encontrar un punto de encuentro ¡en el medio!”. No digo ni siquiera: “Tomo algo de lo tuyo y algo de lo mío para combinar una fórmula dentro de la cual ambos podamos ponernos de acuerdo sin modificar los fundamentos”. Yo en cambio, me pregunto: “¿Dónde está el Espíritu en ti?”. Ante la insistencia de esta pregunta no te obligo y no te limito, sino que te hago libre, para que tú puedas donarme los dones del Espíritu en ti. Estoy dispuesto a dejarme interrogar por ti hasta el último punto y hasta el extremo, de manera que, confiando en el Espíritu, también yo pueda ofrecer y donarte mis dones como dones de Dios. Donarse recíprocamente los dones, descubrir en la reciprocidad los dones del Espíritu en el otro: éste es el camino para el único Espíritu. (págs. 265-266). (15.6.79, diálogo con el Teólogo Evangélico Lukas Vischer)El que vive desde hace mucho tiempo la espiritualidad de la unidad no puede detenerse y decir: ¿Qué me cae bien de lo que está diciendo el otro? ¿Qué no me cae bien? ¿En qué tema coincide con mi opinión? ¿En qué no es compatible? Yo, en cambio, tengo que hacerme uno con el otro, trato de pensar a partir del otro, no de forma de renegar lo que afirmo con seguridad en base a Cristo, sino en el sentido de que delante del otro me pregunto: ¿Qué luz quiere darme? Me miro por lo tanto a mí mismo partiendo del otro. Me hago uno con el otro y trato de releer mi verdad a través de la luz del otro. (pág. 268) (Extraído de Preguntas y respuestas en la Escuela ecuménica de Ottmaring) Winfried Hagemann: KLAUS HEMMERLE, enamorado de la Palabra de Dios- Città Nuova 2013.
¿Sobre cuáles vías y con qué perspectivas se mueve el compromiso ecuménico de los Focolares? En su intervención en un reciente Congreso de obispos en Katowice, Jesús Morán Cepedano (español, nacido cerca de Ávila, en España, en 1957), desde el 2014 co-presidente del Movimiento de los Focolares, trazó las premisas y características de una espiritualidad que la II Asamblea Ecuménica Europea, en 1997, definió como “ecuménica”. «Con la palabra “espiritualidad” quiero decir una forma de traducir en vida la fe cristiana». Una referencia personal: «Conocí a Chiara Lubich y al Movimiento de los Focolares en 1974. Como español, crecí en un ambiente católico, meditaba el Evangelio en la Iglesia, pero estos nuevos amigos me propusieron ponerlo en práctica. Quería cambiar la sociedad, pero la primera sorpresa fue que el Evangelio me cambiaba a mí». Eran los años de los contactos de Chiara Lubich con personalidades de varias Iglesias, entre ellas, el Patriarca ecuménico de Constantinopla Athenágoras I y el arzobispo Robert Runcie, entonces primado de la Iglesia de Inglaterra. «Este carisma suscitaba gran interés también, y a todavía más, en quien no era católico». Recordando las palabras de la fundadora de los Focolares, dirigidas a una platea de 7 mil sacerdotes y religiosos, reunidos en 1982 en el Aula Pablo VI en el Vaticano «la Obra de María no pertenece sólo al mundo católico. Somos una sola realidad entre todos nosotros, si bien con los límites que comportan las divisiones que todavía existen», Morán explica: «El carisma donado por Dios a Chiara entierra sus raíces en una dimensión eclesial que puede ser compartida por todas las confesiones, porque se nutre en el corazón del Evangelio. Y ésta está vinculada con la naturaleza de la espiritualidad que nace de este carisma: una espiritualidad de comunión, a imagen de la Trinidad». Una espiritualidad que hace que, en las relaciones ecuménicas, se le dé la prioridad al “diálogo de la vida”, al “ecumenismo del amor”, “de la verdad”, “del corazón”; todas formas que subrayan la reciprocidad del amor, el cual no sustituye al diálogo teológico pero que hace posible el «acercamiento, en un profundo ‘intercambio de dones’ que enriquece a unos y a otros”. La unidad y la reconciliación empiezan en el corazón, a partir del encuentro entre las personas, de la apertura acogedora, subraya Morán. Pero «la unidad que vivimos y que buscamos –argumenta- no es uniformidad, es el Espíritu Santo mismo quien suscita la diversidad».No es un enfoque teórico, por lo tanto, sino una experiencia viva de amor evangélico, un “taller ecuménico” que, en la experiencia de los Focolares, reúne a cristianos pertenecientes a más de 300 Iglesias y que se ha expandido, al menos como autoconciencia, dentro de innumerables contextos eclesiales. «El diálogo de la vida es fructífero –agrega- también en y entre las parroquias de varias Iglesias: mediante alianzas que ayudan a conocerse recíprocamente y a encontrar nuevas formas de colaboración para proyectos sociales y culturales. También los jóvenes pertenecientes a distintas Iglesias están comprometidos en primera línea en sostener acciones de primera necesidad y ayudas a los más necesitados». ¿Cuáles son las repercusiones a nivel teológico? «Algunas personas expertas han sido llamadas para participar de procesos de diálogo oficiales. También a nivel regional y sobre todo diocesano, y muchos están comprometidos en primera persona». Un ejemplo, entre otros, son los simposios teológicos instaurados entre los profesores de la Facultad rumano-ortodoxa de Cluj-Napónica (Romania) y los del Instituto Universitario Sophia de Loppiano (Italia), donde ha sido instaurada, el 14 de diciembre pasado, una cátedra ecuménica dedicada al Patriarca Athenágoras y a Chiara Lubich. «Silenciosa, pero tenazmente, Dio está trazando un camino irreversible para alcanzar su designio sobre la humanidad, la fraternidad universal». La reflexión de Morán concluyó con las palabras de la “Declaración de Ottmaring” con las que el Movimiento de los Focolares inauguró las celebraciones por el quinto centenario de la Reforma: «Con todas nuestras fuerzas queremos sostener a las Iglesias en su compromiso de llegar a la plena y visible comunión. Haremos todo lo posible para que nuestras actividades e iniciativas se caractericen por esta actitud de apertura y fraternidad entre los cristianos». Lee el texto integral
El abuelo de Mirvet Kelly era Diácono: «Recuerdo la alegría de ir con él, cuando era chica, cada domingo a la Divina Liturgia sirio-ortodoxa. Orgullosa, lo miraba vestido de blanco recitar desde el altar sus oraciones». En Ad Homs, en Siria, donde Mirvet creció, están presentes varias Iglesias: la armenio-apostólica, la greco-ortodoxa y católica de varios ritos, la maronita, la melquita y la sirio-católica. Antes de la guerra, estando unidos a la propia iglesia, los fieles asistían también a otra iglesia sin problemas. No obstante esto, por conversaciones aquí y allá, ella percibía también las dificultades de esta pluralidad, por ejemplo que un joven no había podido casarse con su novia porque era católica, o viceversa. «Creciendo- continúa- muchas cosas cambiaron: el abuelo falleció y la Divina Liturgia me parecía larga y anticuada. En la escuela era la única cristiana en medio de muchos musulmanes. En Navidad y Pascua era la única que me ausentaba de la escuela y cuando volvía mis compañeros me hacían muchas preguntas a las que no sabía responder: “¿Por qué existen tantas Iglesias? ¿Por qué el Jesús de ustedes es crucificado y resucita en fechas distintas, según las Iglesias?”. Con otras amigas decidimos no volver a pertenecer a una u otra iglesia sino ser cristianas y basta. Y como muchas de ellas, también yo dejé de asistir a mi Iglesia». Después de algunos años, Mirvet encontró un grupo que trataba de vivir el Evangelio a la luz de la espiritualidad de los Focolares. «Con ellas descubrí que Dios es Padre de todos y que todos somos amados por Él como hijos. Mi vida comenzó a cambiar. Cada vez que trataba de amar, yendo por ejemplo a visitar a los ancianos y a los pobres, la alegría y la paz me llenaban el corazón. Un día, en un escrito de Chiara Lubich encontré la frase: “Debemos amar a la Iglesia de los otros como a la propia”. Yo no sólo no amaba a la Iglesia de los demás, sino que no amaba ni siquiera a la mía, que había criticado y abandonado. Hoy estoy agradecida a los Focolares que me acompañaron a integrarme nuevamente en ella. Comencé en el servicio, ayudando en el catecismo, en el coro y en otras instancias.Fue éste un primer paso para abrirme, en el tiempo, a conocer y amar también a las otras Iglesias». En ese momento, la historia de Mirvet, ya tan fecunda en el plano personal y ecuménico, tiene un nuevo salto de calidad. Advierte que Dios la llama a la extraordinaria aventura de donarse totalmente a Él. «En los distintos focolares donde viví – explica– me encontré siendo la única ortodoxa junto a católicas que eran de edades, países, idiomas, culturas, iglesias y pensamientos distintos. Tratar de vivir la unidad con todas estas diferencias es siempre un desafío, porque cada una de nosotras tiene sus propios gustos e ideas también en las pequeñas cosas. Pero cuando se trata de que la realidad del otro sea la propia, experimentamos que las diferencias se convierten en una riqueza. A menudo rezamos una por la Iglesia de la otra, en un crecimiento que es el mismo en la fe y en la relación con Dios. Y casi sin darnos cuenta llevamos el fruto de nuestra comunión a nuestras respectivas Iglesias, al trabajo, a la vida cotidiana. Parece una gota en el mar, pero también los pasos más pequeños, unidos a los de muchos otros en el mundo, pueden hacer la diferencia. En los países de Medio Oriente donde viví, por ejemplo, vi sacerdotes que ayudaban a las personas sin preguntarse a qué Iglesia pertenecían, o hacían proyectos entre Iglesias distintas a favor de muchos que se encontraban en necesidades, indiferentemente si eran cristianos o musulmanes. El año pasado, católicos y ortodoxos festejaron la Pascua el mismo día. Dos amigos sirios, que ahora viven en Viena, me contaban recientemente que ellos y muchos otros fueron ayudados por un párroco y por focolarinas católicas a encontrar la casa, las medicinas, el trabajo, y formaron un grupo en el que comparten y se ayudan en la común experiencia cristiana. Algunas sirias, que están ahora en USA me decían que son más de cincuenta los emigrantes sirio ortodoxos que se reúnen con periodicidad, una vez en la casa de los ortodoxos y otra en la de los católicos, experimentando que Dios está siempre con nosotros y que debemos rezar, vivir y amar a fin de que el testamento de Jesús: “Que todos sean uno”, se realice lo más pronto posible».
Desde hace 110 años, del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de oración por la unidad de los cristianos, una iniciativa ecuménica instituida en 1908 por el Rev. Paul Wattson en Graymoor (Nueva York), entre la fiesta de San Pedro y la de la conversión de San Pablo. En el hemisferio sur, en cambio, se celebra en los días de Pentecostés.La iniciativa tuvo una primicia aproximadamente en 1740, en Escocia: un predicador evangélico-pentecostal invitó a un día de oración por la unidad. La misma invitación fue dirigida desde la primera asamblea de obispos anglicanos en Lambeth (1867) y por el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Joaquín III (1902). En 1894 también el Papa León XIII promovió un “Octavario de oración por la unidad”. La Iglesia Católica, con el Concilio Vaticano II, subrayó que la oración es el alma del Movimiento ecuménico. En 1966 el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias establecieron que prepararían conjuntamente los textos oficiales para la Semana de oración, un trabajo que, desde hace treinta años, se confía todas las veces a un grupo ecuménico local distinto. Para el 2018 fueron elegidas las Iglesias del Caribe, y un grupo ecuménico compuesto por católicos, bautistas, anglicanos, metodistas, presbiterianos y de Iglesias unidas, para editar el subsidio. El Movimiento de los Focolares está comprometido en promover la Semana, según la oración de Jesús “Que todos sean una sola cosa” (Jn. 17, 21).
Desde hace dos días el Francisco está en “su” tierra, en donde desde el 15 de enero, luego del aterrizaje en el Aeropuerto de santiago, ha comenzado el viaje que tocará en una semana dos Países sudamericanos. «Deseo encontrarlos, mirarlos a los ojos, ver sus rostros» había dicho el Papa Francisco antes de partir. Casi 15.000 voluntarios están trabajando, ofreciendo sus talentos, tiempo y compromiso para prestar un servicio fundamental en los distintos eventos que se sucederán durante la primera etapa en tierra chilena. «Esta experiencia rompe los límites de una tarea confiada: es la expresión sincera de un compromiso que marcará a los voluntarios para siempre», han dicho algunos de ellos. «A contramano de la apatía que promulgan algunos medios, los jóvenes de Chile dan su nota de entusiasmo y emoción por la venida del Papa que no olvidarán en su vida», bien expresada por la canción compuesta para la ocasión por Claudio González Carrasco, de la comuninidad de los Focolares de Temuco (sur de Chile). Acogido por la Presidente saliente, Michelle Bachelet, el Papa se ha luego dirigido a la Nunciatura apostólica, en donde alojará durante esta etapa. Entre los numerosos momentos fundamentales del viaje en Chile, se cuenta el encuentro con las poblaciones mapuches chilenas, en lucha por la salvaguardia de la propia identidad, y la Misa del 17 de enero para los pueblos aborígenes de la región. (más…)
El 20 de enero de 2018, en el año en que Palermo fue elegida como capital italiana de la cultura, se festejará el 20º aniversario de la entrega de la ciudadanía honoraria a Chiara Lubich. Una ocasión para echar un vistazo a los procesos para difundir la fraternidad, la acogida y la paz, que se pusieron en marcha a partir de este evento. “Palermo desea ser un lugar donde sea posible dialogar, donde el carisma de la unidad pueda ser el fundamento de la vida. Por esto Chiara Lubich es nuestra conciudadana”, afirmó en aquel momento el Intendente Leoluca Orlando. Será el mismo Intendente, veinte años después, quien recuerde aquel evento y su significado actual, en la histórica sala del Concejo del Palazzo delle Aquile. Se contará también, con la presencia de autoridades civiles y religiosas. Se continuará con una velada en los Centro Cultural de Zisa, con una representación teatral inspirada en el romance “Vento di scirocco… a Palermo”, de Roberto Mazzarella, periodista y escritor de Palermo quien falleció de forma prematura, que trata sobre el amor a la propia ciudad y al compromiso político orientado a la fraternidad.
«Distintas circunstancias nos indicaban que ya no podíamos quedarnos más en nuestro país, Venezuela. Armando fue despedido de su trabajo y una carta que llegó de Perú nos abría una esperanza. Parecía que Dios nos llamara allí». Con estas palabras comienza el relato de Ofelia y Armando, obligados a dejar en su patria a los hijos mayores de edad, Daniel y Felix, para encontrar una casa, trabajo y un futuro para todos en otro país. «Sin un peso en el bolsillo comenzamos a prepararnos. Nos llegó también una cantidad para enfrentar los gastos del viaje. Dejar el propio país es algo traumático. Nuestra hija había salido para Perú en octubre, y en la frontera le quitaron la computadora y la plata. Con estas premisas nos fuimos hacia la frontera». Armando y Ofelia dejaron todo, pero llevan con ellos una foto de Domenico Mangano: persona de gran fe, comprometido con la comunidad de los Focolares, del centro de Italia y político luchador, que murió en 2001 y de quien, recientemente se abrió la causa de beatificación. «Le pedimos a él que se ocupara de nuestro viaje». «Atravesaron la frontera, increíblemente, no hubo ninguna dificultad. Pasamos casi como si fuéramos invisibles, y una mujer joven, como un ángel, nos indicó lo que teníamos que hacer. Después de un único control de nuestro equipaje, pasamos, sin tener que hacer la cola de personas que se había acumulado los días anteriores. Casi no podíamos creerlo. Pensamos que era por la ayuda de Domenico, y nos confiamos nuevamente a él. Por un contratiempo llegamos a Quito y pasamos la noche en el Focolar femenino. Algunas personas de la comunidad del lugar nos llevaron a cenar y al día siguiente a pasear. Después de siete días de viaje logramos finalmente llegar a Lima». En Lima, Ofelia y Armando fueron alojados en la casa de Elba y Mario, recibieron ropa, una bolsa de comida y plata. «Visitamos ambos Focolares, fuimos al Centro Fiore para ayudar a preparar el almuerzo de Navidad que los miembros de la comunidad de Lima ofrecen a las chicas que fueron salvadas de la esclavitud blanca, que están viviendo en la casa de unas religiosas. Estaban felices. Encontramos también a Silvano y a Nilde que antes que nosotros habían dejado Venezuela. Fuimos recibidos por todos con mucho amor, nos sentimos como en una verdadera familia». «El día de Navidad una familia nos invitó a su casa, y después del almuerzo dimos un paseo. Ahora le pedimos a Dios que nos ayude a encontrar una casa y un trabajo. Vivimos muchas cosas y sabemos que Domenico y Chiara Lubich siguen ayudándonos desde allá arriba. Una noche, mientras dormíamos – continúa Ofelia- una joven con los pies descalzos y con una niña pequeña en sus brazos tocó a nuestra puerta. No era nuestra casa, pero decidimos igualmente abrirle, porque era el mismo Jesús en ella que nos interpelaba. Era la vecina del piso de arriba. Su marido estaba ebrio y la maltrataba. Nos dijo que antes de ese momento nunca se había animado a tocar en otra puerta del edificio, pero que se había fijado en nosotros, algún día antes, mientras bajábamos la escalera, y en su corazón había pensado que podría confiar. Ahora estaba allí, delante de nosotros. Armando fue a hablar con el marido, mientras que yo trataba de consolar a la joven mujer. Después de un tiempo ella pudo volver a su apartamento y ahora Armando y ese hombre están en constante contacto. Estamos felices de haber amado a Jesús en esa familia. En cuanto a nosotros, Dios nos guiará para comprender qué quiere. Pero tenemos una renovada esperanza: Estamos seguros de que el corte con nuestra familia, con nuestro país y los amigos dará sus frutos». Gustavo Clariá