El sábado 25 de junio pasado, se realizó este panel en la magnífica Aula Magna de la Universidad Católica del Uruguay, movidos por la afirmación del Papa Francisco en la Evangelium Gaudium Nº 49: “…prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades…”

Casi un centenar de personas se convocaron en la mañana fría de Montevideo, porque el tema y los panelistas prometían profundizar en la temática, que supieron ajustarse a los tiempos previstos logrando responder las preguntas de un público atento y reflexivo, equilibradamente moderados por la Escribana María Sara Corbelle.

Además del apoyo de la Universidad Católica del Uruguay, se contó con el invalorable auspicio de la Editorial Ciudad Nueva, que ha prometido ir publicando mes a mes, las conferencias íntegras de los expositores en su Revista Mensual.

En el comienzo, el Dr. Roberto Almada Carreño, médico psiquiatra y logoterapeuta de larga trayectoria, quien a su vez estaba en la víspera de su ordenación sacerdotal que se realizaría el domingo 26 en la Catedral Montevideana de manos del arzobispo Daniel Sturla, dio el “la” en la temática convocante, en base a un principio presentado por el Papa Francisco y que dio título a su ponencia: “El tiempo es superior al espacio”. Transcribimos algunas ideas-fuerza: “Trataré en esta breve exposición aportar desde la psiquiatría fenomenológica algunas luces para comprender el principio y su valencia humana y pastoral. La pastoral de la Iglesia coincide con el camino del hombre. Y por otro lado, la imagen de la “Iglesia enferma” abre la puerta a que los médicos colaboren en la pastoral. Puede tratarse de un fruto positivo de la flexibilidad y la conectividad post-moderna.

La cristalización del tiempo entonces puede volverse patológica. Es la imagen bergogliana del encierro. Ejemplo, el melancólico y el deprimido se constituyen a partir de un espacio de culpa. En la persona sana la culpa inicia un proceso de reconciliación, crecimiento y cambio. El obsesivo se enlentece en detalles, listados, horarios, agendas, programas que lejos de vehicularlo, de dinamizarlo en el camino de la vida lo detienen en una vida que debiendo ser temporal se empantana en el pensamiento espacial. El mismo delirio psicótico en su incapacidad de revertirse o modificarse supone una detención histórica de quien lo padece. El delirante no puede ser más de lo que dice el relato de su delirio. En el trastorno bipolar el depresivo desliza el terreno del presente hacia un pasado congelado en el remordimiento y el maníaco lo desliza reemplazándolo por el ahora con su vertiginoso y a la vez inútil deseo de expandirse”.

A continuación Monseñor Milton Tróccoli Cebedio, Obispo Auxiliar de Montevideo, exRector del Seminario Interdiocesano, Doctor en Teología Espiritual y fundamental apoyo para la concreción de este Panel, nos iluminó en base al Magisterio del Papa Francisco. Y transcribimos algunos apuntes: “Es una idea-fuerza que atraviesa su pontificado pero sobretodo sus gestos, que nos coloca justamente “en salida”, no sólo físicamente sino espiritualmente, porque a todos nos ha movido de nuestra baldosa, nos ha sacado del lugar donde estábamos parados, para ubicarnos en otra perspectiva. Nos ha dicho, que hay que ir a las periferias, porque desde las periferias se puede contemplar mejor la realidad.

Y la primer pregunta es ¿hacia dónde?, o en este caso, ¿hacia quiénes tenemos que ir? (…) Salimos para generar la cultura del encuentro, del diálogo….”.

Luego, la Dra. Alicia Zanotti de Savanti, médica y Licenciada en Psicología, especializada en el acompañamiento psicoterapéutico de consagrados, autora del libro “PENSAR LAS CRISIS”. Algunas ideas que compartimos: “No digo que la Iglesia es un sistema sino que podemos pensar la Iglesia desde el punto de vista de los sistemas. Entonces podemos decir que cada sistema está animado de cierta energía (en este caso la Iglesia tiene su energía de su contacto con Jesucristo). Si pensamos cómo circula esta energía, puede provenir desde adentro o desde afuera. Y que esa energía tiene una utilización. Algo de ella se gasta en su mantenimiento. Pero lo que da identidad es la Meta Externa, porque en la fidelidad a esa meta está la realización y logros de la organización. Cuando por alguna razón esa meta se pervierte se entra en disfuncionalidad y hay una gran insatisfacción en los miembros que la componen. Entonces la organización se ve recalentada internamente en un lugar cerrado, y es (como en un Gran Hermano) cuando acontece la endogamia, el incesto, las perversiones (… ) Los sistemas vivos nunca pueden ser cerrados”.

Finalmente, el Padre Vilson Groh, sacerdote diocesano que trabaja en los morros de Florianópolis, Brasil, desde hace 40 años, nos aporta: “… hay dos palabras en la comprensión del Papa Francisco que son fundamentales: una es la cultura del encuentro y la otra es la palabra misericordia (donde el rostro de Dios no es más Dios, es misericordia). Y cuando salgo y voy al encuentro, reencuentro a otro a otra y entonces tengo que entrar en otro tema: la cuestión de la corporeidad. Es un rompimiento con la invisibilidad, porque la primera expresión profunda en la relación con el otro, conl a otra, es tocar la piel del otro, es tocar el cuerpo del otro (…) El Papa Francisco, cuando piensa en esta dimensión trae el concepto de la belleza de la corporeidad. Y pensar la belleza de la corporeidad, en esta comprensión, es un desafío mirando a nuestro continente latinoamericano. Es la base de la dimensión de una Iglesia en salida, de una Iglesia que va el encuentro, que se hace presencia, que es respetuosa”.

(Con la Colaboración de Claudio Larrique, Montevideo, Uruguay)