“Y yo, ¿cómo hago para ayudar?”

 
Desde Rosario nos escriben dos adolescentes contando lo que vivieron durante el fin de semana largo de Julio: un Campamento de Chicos por un Mundo Unido junto a chicos de otra ciudad. En los días de los festejos por el Bicentenario de la independencia argentina comprendieron que el mundo unido no es una utopía.

En la plaza (1)El fin de semana del 9, 10 y 11 de Julio pasamos un feriado diferente. 31 Chicos por un Mundo Unido de Rosario (Santa Fe, Argentina) viajamos a la ciudad de Venado Tuerto (en el interior de la provincia) para conocer a otros 45 chicos que forman un grupo parroquial de adolescentes, con los que compartimos un campamento en el que experimentamos que el Mundo Unido es real, y que está en nuestras manos.

Después de la experiencia Hombre Mundo y su consecutivo campamento de verano, el grupo de chicos adquirió una fuerza y compromiso nuevos, lo que nos impulsó a movernos y salir a contar esa alegría que experimentamos haciendo felices a los demás y siendo útiles para otros chicos, quienes al escuchar nuestras experiencias y el amor que queremos reflejar en acciones concretas, nos preguntaban: “y yo cómo hago para ayudar?”

Estas ganas de crear lazos de fraternidad con otros chicos que viven por lo mismo que nosotros fueron las que nos hicieron viajar a Venado Tuerto, residencia de chicos que no conocíamos aún.

Taller escenografía (2)En los 3 días de campamento vivimos experiencias muy fuertes; cuando compartimos talleres para la preparación de la obra de teatro que presentamos en la Parroquia San Cayetano por la noche, donde todos fuimos protagonistas; en los juegos preparados por los chicos de Rosario para conocernos mejor y divertirnos juntos; en las dinámicas propuestas para reflexionar sobre el dolor, expresando (o no) esas cosas tan importantes que tenemos dentro y nos impiden seguir con alegría, para usarlas como “trampolín” y seguir amando incluso en las dificultades, y dando la posibilidad a otros de poder acoger nuestros dolores y superarlos juntos, creando así una confianza diferente, sincera y fuerte.

Dice Nacho, uno de los chicos de 16 años: “Los chicos en los días de campamento lograron encontrarse con esta nueva versión de dolor, entendida como una oportunidad más para amar, de una forma más pura. Las dinámicas de dolor (escuchar tres experiencias contadas por Ako (un joven), una focolarina que vivió muchos años en África (Susana Codazzi), y Eve (una joven), y también una dinámica en la que los chicos se expresaron corporalmente para liberar los dolores más profundos…”

Público a la Obrita de frentePúblico a la Obrita desde el fondoFoto de grupo (1)El fogón de la última noche fue la expresión máxima de la unidad lograda en estos días, y de la presencia de Jesús siempre entre nosotros.

Impresión seleccionadaPara la puesta en escena de la obrita “Relatos Fraternos” y el Fogón, la Parroquia abrió las puertas a la comunidad y los chicos “salieron” a compartir su experiencia de fraternidad con padres y otros adultos y niños de la comunidad. Especial la alegría de quienes en el pasado habían participado del Movimiento gen como jóvenes de esa misma Parroquia. Entre ellos un grupo de hombres que prepararon para la ocasión canciones folclóricas.

Finalmente compartimos juegos con niños de Venado que asisten diariamente a la Parroquia en busca de la comida que se les prepara, labor denominada “merendero”. Ésta fue una experiencia de irradiación de lo vivido entre nosotros, para donarnos con el propósito de amar a cada persona a nuestro alrededor.

En el campamento comprobamos, una vez más, que la unidad es posible y real, que supera prejuicios, diferencias, egoísmo, y que la construimos día a día con el acto más pequeño que hacemos por los demás.

Dice Nacho: “…de tanta alegría y unidad, se hizo un grupo de wsp (apenas hecho, muchos pusieron cuánto agradecían haber vivido esa experiencia) y algunos, capaz exagerando, los describieron como “los mejores días de su vida”…

(Con la colaboración de Anita y Nacho)

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