El focolar de Semana Santa

 
Aprovechando el feriado de la Semana Santa, miembros de distintas vocaciones dieron vida a un "focolar" en San Miguel del Monte (Pcia. de Buenos Aires).

25 personas de 7 a 82 años conformaron un gran focolar durante 4 días (Semana Santa 2019) en la ciudad de San Miguel del Monte. “Una experiencia que comenzamos a soñar en noviembre del 2018 -dice Irene-. Y el Espíritu Santo nos fue guiando, armando y desarmando propuestas, que fuimos descubriendo ¡hasta el último día!

La de Monte es una comunidad de varios años, de mucha fidelidad, muy vivaz, organizada. Allí se había desarrollado una Mariápolis en el 2007. En estos últimos años no faltaron dificultades familiares, laborales, de fallecimientos, y también desacuerdos. Se evidencia el transitar por los caminos de Dios. Para todos, estos días de Pascua fueron una opción: hubo quien pospuso la familia que venía a visitarlos y otras actividades, para construir juntos el focolar.

El focolar temporario era intergeneracional e intervocacional (voluntarias, adherentes, internos de familias nuevas, de parroquias nuevas, un focolarino casado, unsacerdote focolarino y focolarinas). “Los que fuimos nos alojamos en casas de familia y durante el día, nos reuníamos todos en una quinta con un espacio verde grande -acota Alejandro-. Cada mañana se partía juntos, con una meditación, renovando el pacto y haciendo comunión”.

Después “salían” a otras comunidades: Abbott o Gorchs. “Un regalo especial fue la presencia de Padre Marino que pudo oficiar las celebraciones cotidianas en Abbott, donde el sacerdote hacía meses no llegaba a celebrar. Además pudo atender muchísimas confesiones”, cuenta Mariana.

“El primer día que fuimos a Abbott (un pueblo de 650 habitantes a 30 km de Monte) -toma la palabra Daniel- no había mucha gente en la celebración, pero impactó el signo del lavatorio de los pies: se había pensado en tres personas sin embargo al momento se fueron parando espontáneamente otras cuatro personas. Los días posteriores se fue sumando más gente, también varios niños en el Vía Crucis. El sábado, finalmente, la iglesia estaba repleta. Se realizaron tres bautismos en la misa de Gloria. Finalizamos festejando la Pascua con una choriceada, en la cual participaron todos”.

El programa del sábado santo propuesto por la comunidad de San Miguel del Monte, incluía la visita a los ancianos de un geriátrico municipal. Al inicio varios no querían ir, parecía una actividad de los chicos/as y finalmente se sumaron muchos adultos. Incluso una familia de la comunidad de La Plata que fue sólo por el día, se sumó al programa entero del sábado.

Todos asumieron esta iniciativa con entusiasmo: habían tejido medias con ayuda de los adultos y juntaron artículos de higiene personal. Compartieron con los ancianos, juegos y canciones, “pero sobre todo les hicimos experimentar el amor de familia. ¡Estaban felices!”, dice Adelma. La experiencia con los chicos/as fue muy armoniosa. Ellos hicieron tarjetitas y cartitas a Jesús donde incluso alguno le regalaban sus caprichos.

También el sábado, al mediodía, recibieron la visita del Padre Ezequiel, un sacerdote joven que desde hace dos años está en Monte. Entre todos le fueron contando la experiencia de esos primeros días y luego, él compartió parte de su historia y su experiencia. Después, Padre Ezequiel se quedó otro buen rato charlando informalmente al lado de la parrilla con algunos de la comunidad de Monte y se generó un momento de comunión importante.

Gorchs, es un pueblo bastante aislado, de difícil acceso, y con escasos servicios médicos, solo hay un colectivo a la semana a Belgrano donde está la parroquia, a 50km de distancia por camino de tierra, sin señal de telefonía móvil (se cayó la antena hace varios meses).

Cuenta con 250 habitantes de los cuales 68 chicos en la escuela del lugar y 15 que se preparan para la confirmación. Desde el año pasado una voluntaria de Buenos Aires que tiene una sobrina allí, va una vez al mes para realizar la Palabra de Vida. “Como estábamos cerca (40km) propusimos ir a conocerlos. Nos pidieron hacer también allí el Vía Crucis y la celebración de la Palabra. Si bien éramos pocos, caminamos esas calles como si fuéramos miles, algunos se acercaron para ese momento, lo hicimos con una solemnidad única. Al final, un matrimonio de la comunidad de Monte quedó en contacto con la gente de Gorchs para seguir acompañándolos”, concluye Irene.

“Nosotros somos muy concretos y nos organizamos rápidamente, pero acá era distinto: aprendimos a construir con Jesús en Medio. Todo se decidió juntos”.

“Aunque no pude participar todo el tiempo del focolar temporal porque tenía que trabajar, pude venir en cada momento libre. Me recargo las pilas! Me sentí así, parte del focolar”

“El señor que preparó las viandas cuando vino el jueves a traerlas todos lo saludaron y recibieron como uno más del grupo. Esto no fue indiferente. Se interesó por lo que haríamos y sabiendo que había un sacerdote pidió confesarse. Al día siguiente fue a Gorchs a participar de la celebración con su esposa y nieta”.

“Me parecía revivir los primeros tiempos de Chiara y sus compañeras. Una experiencia que nos revitalizó como comunidad”.

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