Desde Mendoza un cuchillo para el Papa

 
José Luis López, "el Gaita", como lo llaman en su trabajo, hace cuatro años comenzó con un hobby muy artesanal, la fabricación de cuchillos. Nunca imaginó lo que desencadenaría uno de sus regalos.

“Mi hija mayor es focolarina. Estuvo un año en Loppiano y ahora está completando su formación en Suiza. A fin de año irá a un focolar”, comienza contando José Luis López, de Luján de Cuyo (Mendoza, Argentina).

“El año pasado viajo a Italia y en el recorrido, hice escala en la terminal de trenes de Milán. Allí me encontré inesperadamente con un amigo que no veía desde hace 20 años. Mi amigo, Carlos Funes, el Pelusa, como le decimos acá, llega a la estación con su labradora de socorrer víctimas del terremoto de Italia.

Él mantiene las costumbres criollas y gauchescas en Italia y me pidió que le envíara un cuchillo. Me cuenta que organiza una procesión a caballo que lleva la Virgen de Luján al Vaticano y me sugiere llevarle un cuchillo argentino al Papa.

e5a89cd3-0a7f-47fd-ae26-c60fdceb1bf0-681x1024En febrero mi hija menor fue a visitar a su hermana a Suiza y llevó el cuchillo para ser entregado al Papa haciendo escala en Milán. Allí mi amigo recibió los cuchillos y realizó la procesión para llegar a caballo al Vaticano. Era alta la expectativa. Sin embargo los escaners frenaron la entrega al impedir el paso del elemento corto punzante. El cuchillo para el Papa Francisco retornó a Argentina.

En junio viajé con mi esposa a Suiza para visitar a mi hija y un día, mientras compartíamos el almuerzo con el grupo de Focolares con el que vive, una focolarina de Filipinas me insiste para que el cuchillo llegue a manos de Papa, aunque esta vez habría que buscar un camino diferente. Y vuelvo a organizar el envío del cuchillo por segunda vez a Europa, esta vez, vía Alemania, para que llegue a manos de mi hija.

Entre ambos acordamos que ella escribiría una carta destinada a Francisco para acompañar la entrega del cuchillo. El cuchillo y la carta siguen el camino previsto, aunque con pocas esperanzas ya, mi hija me recuerda que para Dios no hay imposibles.”

Suena el teléfono

a6380049-5eff-4598-bae3-cb3f2609feaf-768x511“El día martes 10 de octubre a las 12:25 suena el teléfono de casa. Atiende mi hijo Emanuel.

Hola, está tu mamá o tu papá?, dice una voz.

– Hola! dice mi esposa Viviana, quién es?

-El Papa, responden.

-No, ¡me estás cargando!, dice ella.

-Me suelen decir eso, pero no, es verdad, soy yo, dice el Papa Francisco, llamo para agradecer por el cuchillo.

-Ya le paso con mi marido, dice Viviana nerviosa.

-No, no hace falta, no lo quiero molestar, dice Francisco.

-Es que si no le paso, se va a morir!, dice Viviana

-No, por favor, no quiero tener un cargo de conciencia, dice Francisco entre risas.

Hablo con él durante unos minutos y se ofreció a enviarme fotos con el cuchillo. Luego me envió su bendición.”

Una carta inesperada

81ff431f-63d0-4e0e-b0d2-755dabd1764c-768x511“El martes 24 de octubre me llega un gran sobre de Santa Marta, en el Vaticano. Abro el envío y mi emoción iba en aumento. Cuatro fotos caen sobre mis manos. Era la promesa cumplida, el Papa con mi cuchillo. De las cuatro fotos, una de ellas muestra mi firma, Gaita.

El cuchillo tiene grabado el nombre del Papa, Franciscus, y del otro lado, lleva mi firma.”

Entre humildes, no hay nombres propios

“La caja en la que envié el cuchillo también tiene una historia singular.

Yo imaginaba grabar en la tapa de la caja, el cáliz con la hostia, pero no lograba visualizar la imagen. En esos días pasaba caminando por la Peatonal frente a la Parroquia Santiago Apóstol y San bb560a6b-f81f-40db-bd0b-bd2f0f3c3ed2-768x432Nicolás, cuando un joven me pide comida. Charlamos por unos minutos, yo no tenía comida que era lo que el joven quería con su pedido. Me acepta algo de dinero y me entrega una estampita. Al girarla, encuentro la imagen que estaba me hacía falta. Y sin buscarlo, era también la imagen característica de los jesuitas, la orden a la que pertenece Francisco.

Afortunadamente, mi amigo que realizó la grabación, me pidió una foto del cuchillo en la caja. Y ese es mi único testimonio, sin siquiera yo registrarme.

Siento una gran bendición por haber hablado con él y que haya aceptado mi regalo.”

(Gentileza www.diariolujan.com.ar)

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