Testimonio: “El detalle, cuenta”

 
Ponerse en el lugar del otro siempre es buen camino para quien quiere vivir el Evangelio en los actos cotidianos.

Estaba colaborando en la organización de un congreso internacional muy importante que realizaba una asociación profesional. Allí, específicamente, cooperaba en cuestiones ligadas a la logística.

Esto me permitía tener la posibilidad de realizar acciones muy concretas para facilitar la participación de los casi 35 visitantes extranjeros, acciones que probablemente no eran percibidas como un esfuerzo adicional a todo lo que había que organizar y que coincidían con el ajetreo de los dos días previos a la apertura del evento.

Por ejemplo: ayudar en la organización de una agenda y un cronograma para recibirlos en el Aeropuerto de Ezeiza; llevar a cada uno a su hotel; ayudarlos a que hicieran los trámites; la organización de un City tour para que pudieran disfrutar de un turismo protegido y la programación de viandas para los almuerzos teniendo en cuenta las preferencias de cada uno.

fileteado2Otra de las cuestiones fue la de elegir y concretar un suvenir para cada uno. La propuesta más fácil fue “un mate” pero en el grupo intercambiamos la inutilidad de los mates que se les acumulan en escritorios como lapiceros.

Surgió la idea de un cartel “fileteado”, para hacerle un honor porteño al congreso, con el nombre de cada uno y el logo del congreso. No era fácil hacerlo de forma económica. De todos modos lo conseguimos y con un artesano lo hicimos posible y logramos 55 hermosos carteles.

Me toco, en los días previos a la inauguración del congreso, envolverlos para poder entregárselos personalizados. Sin embargo, me parecía que algo estaba faltando: sin una breve descripción de lo que significa el arte del “fileteado”, no tenía sentido ese regalo, así que hice una breve búsqueda y luego, un resumen en castellano e inglés que imprimí y fotocopié para colocarlo en el paquete y pegado al cartel.

Mi marido, que me veía empeñada y, a veces, fatigada por las tareas que estaba realizando me preguntó: “¿es necesario que hagas esto con el cansancio que tenés?”. A lo cual le respondí: “un acto de amor no es amor si no se llega hasta el final, si no se completa acabadamente”.

Con alegría recibimos muchos elogios sobre este presente pero uno que escuche por un pasillo fue suficiente para mí: “además de muy original es la primera vez que alguien piensa en algo de utilidad para llevar cómodamente en una valija en un avión”. Este comentario fue un bálsamo frente a muchas horas de agotamiento acumuladas.

(V., Buenos Aires)

Normas(500)