“Si puedes soñarlo puedes hacerlo”

 
Una necesidad que se va abriendo camino: cambiar de trabajo, bajar un cambio. El acompañamiento de la familia y la comunidad hacen que el proceso sea vivido sin desatender el presente.

En marzo del año pasado, después de 10 años de trabajar en el Servicio Jurídico del Gobierno Provincial, comencé a sentir que necesitaba un lugar de trabajo más tranquilo. Como se imaginarán Casa de Gobierno es el foco de las manifestaciones públicas –pasé dos tomas del edificio público con bastante violencia-, es un ámbito muy sensible a los cambios de gobierno y los tiempos de los funcionarios públicos, así que la vorágine de trabajo es fuerte. También en los últimos años se deterioró mucho la carrera administrativa de los empleados lo que no ayuda a la dinámica de trabajo entre los compañeros. A pesar de eso, tener un trabajo estable con los beneficios del empleo público en esta época del país no es poca cosa, pero bueno poniéndolo en común con mi marido y con mis amigas de los Focolares con las que me reúno semanalmente, empecé la búsqueda dispuesta incluso a tener que pasar a ganar menos dinero o a trabajar de algo diferente.

Así armé el C.V., contacté a otros colegas, sabía que iba a ser una búsqueda no fácil pero si el deseo era genuino, de Dios, se iba a dar. Me presenté a dos concursos: uno lo dejaron sin efecto sin mayores explicaciones y otro a pesar de quedar en primer orden de mérito designaron al segundo. Me parecíeron muy injustas estas situaciones, pero tenía la certeza de que todo era por un bien mayor. También tuve varias entrevistas y me anoté para dar clases.

Y si bien durante ese tiempo estaba buscando otro trabajo, en el presente trataba de dar lo mejor en la oficina con mis compañeros, con mis jefes y con la gente que tenía a cargo. Llegó diciembre y había quedado en el listado par dar clases, entonces dije bueno voy a hace una pausa en la búsqueda y veremos que hago después de las vacaciones. A mediados de enero me llama una ex jefa que asumió en la Sindicatura General de la Municipalidad como síndica abogada para proponerme integrar su equipo de asesores, yo le pregunté si se había enterado que andaba buscando otro ámbito de trabajo y me dijo que no, sólo que recordaba lo bien que trabajamos y que por mi perfil me convocaba… La verdad sentí la respuesta y el amor inmenso de Dios. Las condiciones laborales eran mucho mejores y eso me parecía el céntuplo que Jesús propone en el Evangelio.

Ahora veo que todo ese período, que por momentos no fue fácil, fue un camino que nos hizo crecer como familia y que, recorrido junto a la comunidad de los Focolares, me ayudó a trabajar la paciencia, a confiar más en la fuerza de la oración. Del trabajo anterior me voy en el momento justo habiendo pulido las rispideces que pude haber tenido con algún compañero o jefe. Y el regalo final fue la despedida sorpresa que me hicieron mis compañeros y la felicidad de todos por esta nueva etapa que comienza.

Algunas palabras que me reglaron: “Si puedes soñarlo puedes hacerlo”. “La fe, no hace que las cosas sean fáciles, hacen que sean posibles”. “Disfrutá toda esta felicidad, vivila intensamente y con todos los que se alegran de corazón por tu alegría. Dios te bendiga”.

G.A.

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