“Me sentí identificado con el personaje de la obrita, por eso vengo a compartir con ustedes mi experiencia” dijo al terminar la presentación de “Relatos Fraternos” uno de los estudiantes de la Escuela Santa Isabel de Hungría ubicada en uno de los barrios vulnerables de la ciudad de Rosario. “También yo estaba confundido, cerrado y triste por los dolores que viví en el pasado, pero gracias al amor que me dieron en esta Escuela profesores y chicos, ahora soy feliz… Son muchas las personas que te quieren ayudar pero vos te tenés que abrir para recibir apoyo”.

Ciertamente Chiara Luce sigue haciendo de las suyas y no fue casual que justo en su día, el 29 de octubre, se cumplió un sueño de un grupo de profesores y de Chicos por un Mundo Unido: realizar un encuentro fraterno justo en esa Escuela.

Hace tres años se tuvo que suspender por lluvia una Jornada que se realizaría allí con la intención de “salir hacia las periferias”. Este año la vice directora escuchó a tres Chicos por un Mundo Unido cantar un rap en un Congreso de Doctrina Social de la Iglesia que se hizo en la UCA y los invitó a su Escuela. Los chicos estaban orgullosos y se sintieron honrados por la invitación pero propusieron no ir solos sino con todo el grupo de Chicos por un Mundo Unido que desde hace dos años viene preparando la obra “Relatos Fraternos” que ellos cierran con el rap.

Justo hacía poco una de las profesoras de esa misma Escuela que participa, junto a otros colegas, de los Encuentros de Educadores Fraternos en preparación del Encuentro Zonal de Educación previsto para el próximo mes de mayo 2017, había llevado hacía poco a sus alumnos de quinto año a conocer la Mariápolis Lía. Estos chicos, como compartieron el sábado pasado con los Chicos por un Mundo Unido llegando a la ciudadela se encontraron con un lugar en el cual se vivía la fraternidad, y ellos podían también vivirla.

El sábado estos mismos estudiantes nos recibieron. Previamente habían pensado en cada detalle: credenciales de identificación personal con la regla de oro, un bar cuya recaudación era para pagarle a los profesores la tarjeta para que puedan ir a su fiesta de egresados, una cálida bienvenida a los chicos y familias que llegaron desde distintos lugares de la ciudad para ver la obra “Relatos Fraternos” en un “encuentro fraterno”.

La Jornada trascurrió en un alegre clima de fiesta y de fraternidad entre todos: abuelos, hermanos más chicos, padres.

Al inicio dos Chicos por un Mundo Unido recordaron a Chiara Luce Badano, una chica como todas que fue feliz y le dijo a sus padres que también lo fueran. Profundo el momento en que una de ellas de 15 años dijo con convicción, desde el corazón, “Chiara Luce entró en la vida verdadera”.

Chiara Luce sigue jurándose por los chicos. De hecho no fue esta la única movida que se generó ese fin de semana. En la comunidad de Las Rosas (en la provincia de Santa Fe) un grupo de jóvenes que también estuvo en la Mariápolis para la Fiesta de los Jóvenes quiso recordarla organizando una fiesta sin alcohol la noche del 28, vigilia del 29, en la cual cada uno de ellos invitó a un par de amigos a compartir talentos en esa noche diferente.

Pero no solo chicos y jóvenes sino que involucraron a amigos y familias. De distintas maneras, con creatividad y acompañados por las comunidades locales, las nuevas generaciones que viven por un mundo unido están contribuyendo con el sueño expresado por el papa Francisco en la Evangeli Gaudium: “¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!.” (E.G. 210)

Colegios como el Santa Isabel de Hungría, enclavados en contextos muy difíciles suelen ser oasis de esperanza y los chicos viviendo la fraternidad hacen que esos oasis se vuelvan faros para muchos.